31 enero 2020

El señor feudal

 Bolivia vivió un proceso de “africanización” impresionante (con perdón de aquellos países africanos donde la democracia y el apego a las leyes son norma). El señor feudal


Exactamente como en los otros países de África donde hay dictadores a veces “electos” (Obiang de Guinea Ecuatorial (40 años), Paul Biya de Camerún (38 años), Museveni de Uganda (34 años), Omar Al-Bashir de Sudán (30 años), Idriss Déby de Chad (30 años) y poco antes Mugabe de Zimbabwe (37 años), Eduardo Dos Santos de Angola (37 años) y Blaise Campaore de Burkina Faso (27 años), Evo Morales convirtió a Bolivia en su feudo, gastó en obras faraónicas a su propia gloria, y se resistió hasta el final a dejar el trono apoyado por vasallos obedientes y agradecidos que lavan su ropa sucia y le amarran los zapatos, humillándose a cambio de cargos, prebendas y tráfico de influencias. 

Ahora empezamos a conocer más detalles sobre el despojo monumental que se hizo del Estado. Paradójicamente la propaganda del régimen decía que se habían eliminado los “gastos reservados” de los gobiernos “neoliberales”, pero el dinero en efectivo que manejó la camarilla de Morales supera con creces cualquier uso indebido de bienes del Estado. 


La señora asistente de Juan Ramón Quintana que fue aprehendida cuando viajaba a Argentina con 100 mil dólares en efectivo es apenas un detalle (aunque hizo 40 viajes similares en cuatro meses). Como ella hay decenas de obsecuentes servidores del MAS, que sin que podamos saberlo todavía, disponen de esas cantidades o mayores, y las llevan a Buenos Aires o las usan internamente para provocar zozobra en Bolivia. 

Baste recordar que el expresidente Morales disponía de aproximadamente 600 millones de dólares anuales (en el Ministerio de la Presidencia), un presupuesto mayor que el de los ministerios de Defensa o de Gobierno, y cuatro veces mayor que el de Salud o Educación, para su uso indiscriminado en propaganda y programas electorales como “Evo cumple”. Eso no es “caja chica”, ni “gastos reservados”, sino un asalto al erario, puesto que se disponía de esa enorme suma sin estudios de factibilidad, sin licitaciones, y en muchos casos en efectivo. El Banco Central y el Banco Unión todavía tienen que explicar cómo salieron los fondos en 4 camiones de seguridad dos días antes de la fuga de Morales y sus allegados. 


La corrupción, además del narcotráfico, fue el sello característico de los sucesivos gobiernos de Evo Morales, y por ambos pasará a la historia, además de las violaciones de derechos humanos y la destrucción de la naturaleza. 

Sin embargo, todo lo anterior fue posible porque se construyó la imagen de un señor feudal dueño del país y con impunidad absoluta para decidir todo. El culto a la personalidad que costó cientos de millones de dólares, permitió ese uso arbitrario de los bienes del Estado que ahora están siendo investigados. Se creó toda una cultura del abuso y la corrupción como algo “normal”. No es casual que ahora haya hasta ahora 592 ex autoridades del régimen de Morales con juicios para recuperar activos que fueron malversados. 

Aún faltan auditorías y juicios por el uso de recursos en el programa “Evo Cumple”, administrado a través de la UPRE (Unidad de Proyectos Especiales). Allí se dilapidó el dinero de los bolivianos de manera bochornosa y con resultados igualmente grotescos, ya que una mayoría de las obras y “mega obras” ejecutadas está ahora en situación de deterioro porque las cosas no se hicieron bien. En muchos casos se gastaba más en el montaje escénico para recibir a Morales, la repartija de vehículos a dirigentes y la transmisión por televisión nacional de los discursos del autócrata (cuatro o cinco cada día), que la refacción o construcción de una escuelita. 

Hay barrios enteros del programa de vivienda abandonados, aeropuertos que no se utilizan, escuelas cuyos techos se caen, y un sinfín de otras “obras” que se caen en pedazos, incluso la estatua de Juana Azurduy de Padilla en Buenos Aires, obra de latón que costó la friolera de un millón de dólares pagados a un escultor argentino. 

El grado de corrupción del régimen de Morales es aún ignorado por la mayoría de los bolivianos y aún más en el exterior, donde todavía se venera – en algunos ámbitos- los fragmentos de la imagen del ídolo de barro. 

(Publicado en Página Siete el sábado 11 de enero de 2020)
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Muchos de ellos, por complacer a tiranos, por un puñado de monedas,
o por cohecho o soborno están traicionando
y derramando la sangre de sus hermanos.
—Emiliano Zapata