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Antes de dos años, parches |
El régimen del mal llamado “proceso de
cambio” ha acostumbrado a una parte de la población boliviana a la falsedad y a
la mentira. Las nuevas generaciones, aquellos que eran aún adolescentes hace 14
años y que ahora bordean la treintena, han sido víctimas dóciles e ingenuas del
bombardeo del discurso oficialista, al igual que los pobladores de áreas
rurales, para quienes el “jefazo” se ha convertido un demiurgo que desciende de
los cielos en un helicóptero rojo.
Muchos de ellos llegan a creer, por
ejemplo, que la derrota en La Haya fue una victoria de Bolivia, porque así lo
proclama Evo Morales y su coro de eunucos. Creen también en la victoria de
Morales sobre todos los imperios, incluyendo el Imperio Romano, tal como salió
de su propia boca alguna vez.
Y hay, por supuesto otras falsedades más
cercanas y cotidianas. Al igual que casi todas las “obras” del programa “Evo
Cumple” (al que se le ha puesto nombre y sello presidencial aunque los recursos
sean del Estado), la carretera doble a Copacabana puede calificarse como otro
doble engaño del demagogo que está en la cúspide de sí mismo.
Cualquiera que haya ido por esa vía que
lleva al Lago Titicaca puede constatarlo: hace más de seis meses que las obras
están paralizadas, no se ve maquinaria ni hombres o mujeres trabajando. Los
únicos trabajadores están tapando enormes agujeros en el tramo anterior a
Huarina entregado por Evo Morales en 2017. En otras palabras, al igual que la
doble vía a Oruro (publicitada con ayuda de Nosiglia, el vendedor de motos afín
al régimen), esa carretera ya está llena de parches y de escombros a los lados.
Es vergonzoso.
A partir de Huarina, que Allah o Dios o
Kali cualquier otro, nos agarre confesados, porque lo que tenía que ser una
carretera es una trampa peligrosa. Hay pedazos
con plataforma nueva y otros polvorientos, hay desniveles entre las dos capas
de pavimento, la antigua y la nueva, zanjas peligrosas, baches, desvíos sin
señalización, montones de tierra y piedras a los lados o en medio del camino.
Pocas veces he visto una carretera más peligrosa (bueno, la doble vía a Oruro,
cuando estaba en construcción).
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Las fotos hablan por si mismas |
La plataforma nueva aparece y desaparece
a lo largo de la ruta entre Huarina y Tiquina, como si en lugar de ampliar la
carretera de manera continua se hubiera entregado pedazos a empresas
diferentes, y todas hubieran incumplido sus contratos. Lo más seguro es
utilizar la plataforma vieja, que aunque llena de baches, por lo menos tiene
continuidad, mientras que la nueva (cuando hay), se cortar abruptamente como si
las empresas se hubieran fugado con el dinero de los contratos, sin dejar
siquiera las flechas de los desvíos. Los accidentes son frecuentes: vuelos o colisiones
entre minibuses y autos particulares ocurren todos los días, a veces con saldo
trágico.
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A partir de Huarina, no se ve ni maquinaria ni trabajadores |
Desde febrero del 2013 se anunciaba con bombos y platillos la
ampliación de la carretera Río Seco-Tiquina, y la Administradora Boliviana de
Carreteras (ABC) esperaba contratar las constructoras hasta agosto para ampliar
los dos tramos: 58 Kms de Río Seco a Huarina y 36 Kms de Huarina a Tiquina, con
base en un “Estudio Técnico, Económico, Social y Ambiental (TESA)” elaborado
por la empresa Asociación Accidental Copacabana.
Ya sabemos lo que son esas asociaciones
“accidentales”… se forman cuando ya tienen un contrato seguro, son empresas
fantasma sin experiencia y sin historial, producto de la corrupción y de la “coimisión”.
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La empresa constructora "accidental" abandonó las obras |
Como le gustan tanto las inauguraciones
de obras a medias, el presidente Evo Morales inauguró el tramo de San Roque a
Huarina hace dos años… Y después no ha pasado nada. Nada bueno, quiero decir. Se
dijo que la doble vía cumplía las exigencias internacionales con “un tiempo de
vida útil de 20 años, por lo que se garantiza una obra sin desperfectos ni
daños en la capa asfáltica”, pero cualquiera que vaya hoy puede constatar que
ya se está parchando. En ese tramo se gastaron 61 millones de dólares a favor
de otra “asociación accidental”; hasta las pasarelas son incómodas: los
peatones prefieren poner rocas junto a la barda de cemento que divide los
cuatro carriles, para saltar sobre ella.
(Publicado en Página Siete el sábado 27 de julio 2019)
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Más vale ser vencido diciendo la verdad,
que triunfar por la mentira.
Mahatma Gandhi