20 septiembre 2018

Avenida de Las Américas

 Cada 11 de septiembre los medios de información suelen recordar la caída de las torres gemelas en Nueva York, que vimos en vivo y en directo por la televisión el año 2001, pero poco recuerdan que 28 años antes, casi tres décadas, ese mismo día se produjo en Chile el sangriento golpe militar de Pinochet contra el gobierno democrático del socialista Salvador Allende. 

Ese hecho histórico no lo vimos por la televisión pero pronto surgieron imágenes documentales de quienes registraron día a día las luchas de un pueblo que pretendió recobrar su dignidad y no lo dejaron. Además de cineastas chilenos como Patricio Guzmán (que estuvo en las calles durante todo el periodo de la presidencia de Allende entre 1970 y 1973), antes y después, otros cineastas internacionalistas brindaron su testimonio sobre del golpe, como lo hizo mi amigo francés Theo Robichet en Septiembre chileno (40 minutos, 1973), en plena represión militar.

Otro amigo de muchos años, el cineasta peruano Jorge Reyes, estuvo filmando en Chile pocos meses antes del pinochetazo, y después del golpe concluyó su documental Avenida de Las Américas (80 minutos, 1975) con entrevistas y documentos de archivo. Durante la filmación inicial trabajó con Charles Horman, joven periodista de Estados Unidos que fue apresado y fusilado por los militares chilenos el 18 de septiembre, en el Estadio Nacional de Chile, convertido en campo de concentración donde también fue mutilado y asesinado el cantante Víctor Jara, y muchos más.

Alfonso Gumucio y Jorge Reyes 
Conversé hace poco con Jorge Reyes –en el salón de té de la Mezquita de París, con motivo de la presentación de su documental en la Cinemateca Bolivia el 18 de septiembre, aniversario del asesinato de Horman.  Me contó que llegó pocos días después del asesinato del General René Schneider, el 25 de octubre de 1970, y permaneció en Chile durante buena parte de los tres años de la Unidad Popular. Allí conoció a Charles Horman, que había llegado a Santiago a mediados de 1972 con su esposa Joyce. Horman y Reyes trabajaron juntos en el guion del documental, que está dedicado a la memoria de Horman. En 1982 Costa Gavras hizo sobre Horman el largometraje Missing, con las actuaciones de Jack Lemmon, Sissy Spacek y John Shea (como Charles Horman).


Charles Horman 
“Mi colaboración con Charlie fue directa y duró varios meses. Nos presentó Walter Locke nuestro productor quien nos dejó manos libres para el guion. Buen investigador, buen periodista y buen cineasta, quería hacer un film que se titularía "La segunda independencia" donde evocaríamos a Balmaceda, Emilio Recabarren, las luchas sociales y la Unidad Popular”.

Con el apoyo de Joris Ivens quien había filmado antes en Chile y que era amigo personal de Salvador Allende, Jorge Reyes obtuvo tuve unos rollos de película en 16mm y una pequeña cámara con la que filmó entrevistas con obreros, campesinos y otros ciudadanos a quienes sistemáticamente preguntaba cómo vivían antes y después del triunfo electoral de Allende.

Ciertamente se trata de un film con una orientación militante, finalizado cuando la dictadura de Pinochet se hallaba consolidada en el gobierno, después de haber barrido con la posición política y popular, por eso su discurso no deja lugar a matices. Le pregunté a Jorge si hoy cambiaría algo de su documental:

“Nada, no le cambiaría ni un fotograma porque: a) es un documento histórico que exige rigor para el debate, b) recordemos que el deterioro de nuestras ideas progresistas no se debe a la fuerza de la dominación imperialista sino a nosotros mismos, c) con respecto a Chile, quiero recordar que nosotros fuimos al encuentro del socialista Salvador Allende y a toda su historia y con los años hemos asistido al abandono de las posturas socialistas y a la asimilación de algo que nosotros no somos: nacionalistas, que no es otra cosa que un chauvinismo disfrazado”.

Philip Agee, ex agente de la CIA 
Mi pregunta iba dirigida al tono del discurso, no a su contenido, y quizás es algo que me pregunto acerca de mi propio largometraje sobre la dictadura de Banzer: Señores Generales, Señores Coroneles, realizado en la misma época, dónde yo sí cambiaría el tono panfletario de la voz en off, para colocar un texto más reflexivo.

Luego de escapar a la represión y de pasar un tiempo en Argentina, Jorge Reyes llegó a New York para iniciar el montaje del film con el apoyo de Joyce Horman, de los padres de Charlie y Don Lancer, un camarógrafo y director de fotografía quien se ofreció a filmar las entrevistas, entre ellas las de la familia Horman, Daniel Ellsberg (el de los Papeles del Pentágono), la del ex agente de la CIA Phillipe Agee, a quien filmaron en Portugal y la viuda de Allende, entre otras. (Entrevisté a Agee en París, más o menos en la misma época).

A medida que nueva información se conocía sobre la naturaleza del golpe de Pinochet, Reyes la incorporaba en el montaje de su documental, por ejemplo la intervención directa de la ITT que entregó a la CIA 11 millones de dólares para promover acciones terroristas contra el gobierno de Allende. Philip Agee menciona las formas que tuvo la CIA para infiltrarse en los medios de información contrarios a Allende, en los militares y en sindicatos como los camioneros, que paralizaron el país, precipitando la sangrienta intervención de los militares.

Presos políticos durante el golpe militar
En la primera parte del documental, antes de presentar el golpe, Reyes evita la voz en off y construye el relato a través de entrevistas realizadas en Chile durante el gobierno de la Unidad Popular. Para contextualizar los episodios históricos prefiere utilizar títulos que explican las medidas tomadas por Allende para nacionalizar la minería y elevar el nivel de ingresos de la población más vulnerable. Allende había ganado las elecciones con 36.2 % de los votos, lo cual hacía que su gobierno fuera sumamente frágil.  Las amenazas de la derecha más conservadora eran permanentes, y no contribuía a la estabilidad del país la actitud beligerante de la extrema izquierda.
Al final, ya conocemos la historia… El ejército supuestamente con mayor “institucionalidad” de América del Sur se convirtió en el actor armado más represor y menos respetuoso de las leyes y de la Constitución. Las imágenes del bombardeo aéreo de La Moneda, el palacio presidencial, siguen estremeciéndonos. De allí salieron las últimas palabras de Allende que el pueblo chileno pudo escuchar en vivo por la radio: “Yo no voy a renunciar (…) pagaré con mi vida la libertad del pueblo. La historia es nuestra y la hacen los pueblos”.

Carmen Castillo, compañera de Miguel Enríquez
Avenida de las Américas se estrenó en 1975 en Montreal en un auditorio de la universidad con más de 800 personas. Reyes recuerda otra proyección memorable en Costa Rica con exiliados y gente del Frente Sandinista (en la época en que Somoza todavía gobernaba Nicaragua). “El film se distribuyó en Estados Unidos y luego fue vendido a Alemania, Dinamarca, Suecia y España, donde participó en más de un festival”, recuerda Jorge Reyes.

El 18 de septiembre se estrenó en la Cinemateca Boliviana ante un público reducido a unos cuantos espectadores maduros a quienes todavía les interesa la historia reciente. La memoria de los jóvenes, en cambio, es corta y apática. Toda una generación de autistas colectivos sumergidos en la pantalla de sus teléfonos celulares, ausentes del mundo y de la historia.

A pesar de su factura artesanal (que era como hacíamos las películas cuando carecíamos de medios de producción más sofisticados), Avenida de las Américas tiene un enorme valor testimonial que nos recuerda la crudeza de las intervenciones militares en América Latina y el valor de la vida democrática.

(Publicado en Página Siete el 2 de septiembre 2018) 
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No se mueve ninguna hoja en este país si no la estoy moviendo yo,
que quede claro.
—Augusto Pinochet