02 agosto 2010

Pepe Ballón

Hay pocos hombres como Luis Alberto Ballón y generalmente se los reconoce cuando ya no están con nosotros. Yo recuerdo a Pepe con sus ojillos pequeños, brillosos, con esa mirada que era una mezcla de melancolía y de picardía, aunque era difícil saber cuando era cual. Llevaba con frecuencia una cachucha de cuero y una mantilla de vicuña.

Hurgando en mis archivos memoriosos encuentro una foto tomada en junio de 1984, en la puerta del Cine 6 de Agosto. De derecha a izquierda: Pepe Ballón, Oscar “Cacho” Soria Gamarra, Alfonso Gumucio Dagron y Julio de la Vega.

Julio de la Vega, Alfonso Gumucio, Oscar Soria, Pepe Ballon

Todo esto me viene a la mente a raíz de la exposición “Cultura en libertad: homenaje a Pepe Ballón” que presentó el Espacio Simón I. Patiño en La Paz, montada por Michela Pentimalli con el concurso de Leni Ballón, la hija de Pepe, custodia de su memoria. La muestra reúne algunos objetos personales que tienen que ver con su vida de promotor de la cultura: discos, libros, recortes de prensa, así como pintura y dibujos de pintores amigos, que le regalaban sus obras, porque querían dejarlas con él mejor que con un comprador cualquiera.

Esta colección personal incluye obras de Enrique Arnal, Gil Imaná, Jorge Carrasco Núñez del Prado, Luis Zilveti, Antonio Toro… Completan la muestra dos retratos pintados por Gustavo Lara y Agnes Ovando, una serie de Luis Luksic, gran amigo del exilio caraqueño, y por supuesto obras de Walter Solón Romero, con quien solíamos coincidir en los sótanos de la Imprenta Universitaria de la UMSA, para pasar un rato con Pepe.

Luis Alberto Ballón es de esos grandes seres humanos, como Liber Forti, que tienen espíritu de tinta y papel. Suelen ser seres extremadamente cultos y respetuosos, porque están a lo largo de sus vidas en contacto con los libros, y aman los libros.

Pepe fundó la Imprenta y Editorial BuriBall con Don Ernesto Burillo (con quien tuve que ver varias veces en aventuras editoriales). Durante su segundo exilio en Venezuela Pepe Ballón trabajó en la Galería del Libro y en 1982 me hizo “la gauchada” de publicar una nueva edición de mi libro “El cine de los trabajadores”, que había salido un año antes en Nicaragua, como parte del trabajo que hice con la Central Sandinista de Trabajadores.

De julio a julio: Pepe nació un 23 de julio de 1918, y falleció un 9 de julio de 1997, un Leo raro, porque no le gustaba brillar, era un hombre modesto y sencillo, incapaz de imponerse sobre los demás. Pero claro, por mucho esfuerzo que hacía para no aparecer, su valor no podía esconderse.

Entre las muchas cosas buenas que logró en su vida, quizás aquella que lo hizo trascender como gran promotor cultural fue la Galería y la Peña Naira, un espacio de cultura en momentos en que La Paz carecía de ellos.

La Galería Naira ofreció cursos y premios de dibujo, de pintura, de teatro, de música, de baile. En la Galería Naira expusieron los artistas más importantes del momento. La foto de la inauguración muestra a un grupo selecto: Enrique Arnal, Gil Imaná, Luis Zilveti, María Esther Ballivián, Jorge Carrasco Núñez del Prado, Fausto Aoiz, Inés Ovando, Alfredo La Placa, entre otros.

La Peña Naira promovió el folklore boliviano, cuando nadie más lo hacía. Allí se consolidaron artistas de la talla de Alfredo Domínguez, Ernesto Cavour, Gilbert “el Gringo” Favre… Los Jairas fue el nombre legendario del grupo de música folklórica que representó a Bolivia en el mundo entero, el que abrió la brecha para tantos otros que vinieron después. Íbamos a la Peña Naira, estrecha, pequeña, y nos sentábamos en esas sillas rústicas que habían hecho los presos del Panóptico de San Pedro, codo a codo sobre la mesitas incómodas de madera donde no cabía un codo más.

Años después Pepe me contaba anécdotas que adornaban la historia de la Peña Naira, como fue la llegada en tren desde Chile de Violeta Parra, enamorada hasta el tuétano del Gringo Favre. Violeta expuso dibujos en la Galería Naira, y permaneció un tiempo en La Paz. Esta y otras historias figuran en el video “Naira en el corazón”, producido por la Fundación Patiño, realizado por Rodny Montoya bajo la dirección general de Michela Pentimalli y con el concurso de Leni Ballón.

No podía haber mejor complemento para la exposición en homenaje a los 13 años del fallecimiento de Pepe Ballón. El video es rico en fotografías de Pepe y del mundo artístico que generó a su alrededor. A través de entrevistas con Rolando Costa Arduz, Miguel Ballón, Alfredo La Placa, Jorge Medina, Wálter Navia y la propia Leni Ballón se reconstruye la trayectoria de Pepe, y sobre todo se dibuja su personalidad solidaria, su compromiso con la cultura y con Bolivia.

El documental incluye referencias a los exilios de Pepe Ballón en Venezuela –donde lo acogió su gran amigo Aquiles Nazoa, como Pepe lo había acogido antes en Bolivia- y en México donde consolidó su estrecha amistad con la familia de Marcelo Quiroga Santa Cruz, a poco tiempo del asesinato del líder socialista.

En esa época Pepe y yo intercambiamos cartas que aún conservo, escritas cuando él estaba en Caracas y yo en Nicaragua, primero, y en México después.  Son cartas de varias páginas, escritas con una letra pulcra en papel rayado. En todas Pepe muestra su gran corazón solidario, en cada una incluye bajo su abrazo fraterno a los que lo rodean en Caracas y a quienes estábamos en México, como afirmándose en ese valor supremo que es la amistad.

Así se despide en una de esas cartas: “Chau, me voy al teatro, les beso con cariño, a esta muestra de afecto se suman Leni, María, Mauricio, Pachi, Pajarito y otras aves” y más abajo: “Saludos cordiales a todos los cumpas, especiales a Coco, René, Alma, Bascopé. Especialísimos a Cristina, Marisol, Mauricio. También supe que andaba por esos pagos Enrique Arnal, si aún está por allá otro abrazo, y esta vez me despido hasta pronto y fin”.

En otra empieza: “Que sino dramático, trágico, nos ha señalado la vida a los sencillos altiplánicos que somos nosotros, que hace tantísimo tiempo venimos dando tumbos, caídas, traspiés y vamos errantes por este mundo adverso, queriendo abrevar nuestra descomunal sed de justicia, de paz y amor; pero felizmente aún hay infinita belleza en esta tierra y hay abrevaderos como la fuente de la amistad que ustedes me dan…”  Y más adelante en la misma carta: “En resumen les digo ¡Viva la vida! Y ¡Vivan ustedes!

Así era Pepe.