21 agosto 2008

Cape Coast

No había estado en Ghana en los últimos tres lustros, probablemente desde 1993, cuando todavía vivía y trabajaba en Nigeria. Y entonces, venía a reuniones de trabajo de UNICEF que no me dejaban tiempo para conocer algo más. De ahí que esta oportunidad de regresar al país que acaba de cumplir 50 años de independencia, no podía desaprovecharla, sino más bien sumar las visitas a Elmina, Cape Coast y a un par de radios comunitarias.


Cape Coast fue la ciudad más importante de Ghana, el centro administrativo de los ingleses hasta 1877 cuando Accra lo sustituyó. La ciudad está muy venida a menos pero todavía conserva algunos símbolos de su pasado glorioso. Su castillo, que es más bien un fuerte, es imponente con sus hileras de cañones que se alzan amenazantes sobre el Golfo de Guinea. Este es uno de los once fuertes y castillos de Ghana declarados en 1979 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y se lo merece, no solamente porque su estructura es imponente, sino porque su historia está llena de símbolos.


El castillo de Cape Coast fue uno de los centros del tráfico de esclavos durante la época colonial. Los esclavos ghaneses, capturados por los ashante, eran entregados a los traficantes ingleses a cambio de alcohol y armas. Mientras esperaban a ser embarcados hacia América, eran encerrados por centenares en habitaciones oscuras y sin ventilación, que hoy se pueden visitar, donde muchos morían asfixiados. Debilitados, enfermos y hambrientos, otros morían durante la larga travesía a través del Atlántico o llegaban casi muertos al otro lado.


Un estrecho túnel comunicaba las cámaras en las que encerraban a los hombres con aquellas donde estaban las mujeres, y cada seis meses les permitían reunirse. Luego, los esperaba la puerta sobre la playa, que ostentaba el letrero "Puerta sin Retorno"; pero años atrás los descendientes de esclavos colocaron del lado de afuera de la puerta un nuevo letrero: "Puerta del Retorno".


Desde lo alto del castillo de Cape Coast uno se pone a pensar en la historia de los esclavos africanos, en la historia de Africa y de América, en nuestra historia, en suma.


En días de sol radiante, como los que me tocaron, el castillo de Cape Coast refulge sobre el telón de fondo del mar. A sus pies, centenares de pescadores establecen el contraste enre el blanco del castillo y el azul del mar, con los abigarrados colores de sus barcas y el verde de sus redes.