Apenas tres días atrás celebrabamos los 75 años cumplidos por Quino, el creador de Mafalda. Hoy lamentamos la muerte del “Negro” Fontanarrosa, creador de Inodoro Pereyra y de Boggie el Aceitoso, a los 62 años de edad.
Roberto Fontanarrosa nos ha dejado a través de sus personajes otro de esos mundos tan peculiares del imaginario latinoamericano. Los veinte volúmenes de Inodoro Pereyra el Renegau y los doce de Boggie el Aceitoso (segun consta en el sitio web "oficial" de Fontanarrosa), dos personajes tan radicalmente opuestos, nos han acompañado durante décadas.
Boggie es un veterano de Vietnam, asesino a sueldo, matón y guardaespaldas que ostenta una mandíbula de bulldog y con el que uno no puede dejar de encariñarse, aunque no representa ningún valor, ni ejerce ninguna justicia con su pistola. Es simplemente un asesino frío y profesional.
Inodoro Pereyra es un solitario gaucho de la pampa argentina, malhumorado todo el tiempo, pero con una picardía criolla sabrosa. Vive con Eulogia, su obesa mujer, y lo acompaña su perro Mendieta, que con frecuencia es tan importante como el propio Inodoro, sobre todo cuando impone su filosofía sensata.
Aparte de eso, miles de chistes sueltos, algunos de los cuales yo solía recortar porque me parecían geniales, recogidos en ocho tomos por Ediciones La Flor.
El “Negro” nació en Rosario (Provincia de Santa Fe, en Argentina) el 26 de noviembre de 1944 (el parto fue normal pero “el bebé resulto negro y canalla”, según nos dice su propio website), y allí en su ciudad natal murió el 19 de julio pasado.
Fue menos conocido como narrador, pero persistió a lo largo de una docena de libros de cuentos y novelas. Fanático del fútbol, lo incorporó en su producción como un elemento central de la cultura latinoamericana.
Sus amigos lo van a extrañar cuando vayan a tomarse un café con él en El Cairo y no lo encuentren. Quizás vean, en la mesa del rincón, a Boggie llorando discretamente.