(Publicado en Página Siete el domingo 2 de abril de 2023)
"Detrás de cada hombre que está vivo hay 30 espíritus, ya que ese es el ratio por el que los muertos superan en número a los vivos", escribió Arthur C. Clarke en su obra clásica, “2001: Odisea en el espacio”.
Es una pregunta que nos hacemos: ¿hay más muertos que vivos? Según la ciencia, estamos lejos los vivos (8.000 millones) de alcanzar la cifra de muertos en la historia, estimada en más de 110.000 millones por el Population Reference Bureau.
Estas cosas me vienen a la cabeza cuando fallece alguien que he conocido, lo cual sucede cada vez con mayor frecuencia. No recuerdo muchos nacimientos en los últimos diez años, pero sí innumerables muertes de amigos. Claro, me dirán, son cosas propias de la edad y mi generación ya está haciendo fila.
Jorge Denti @Foto Alfonso Gumucio
Todo esto para recordar al cineasta argentino Jorge Denti, con quien tuve amistad en México durante su exilio y el mío, aunque él se fue de Argentina en 1966, cuando todavía no se había desatado la represión de la dictadura de Onganía. El exilio hermana, y eso sucedió entre nosotros y con muchos otros de la comunidad sudamericana y centroamericana acogida en México en las décadas de 1970 y 1980. Yo regresé a Bolivia en 1984 y Jorge se quedó en México hasta su muerte, ocurrida el 8 de diciembre de 2022 a los 79 años de edad. Me enteré casualmente en Francia, y he tardado todo este tiempo en procesar la noticia para escribir sobre él.
Creo recordar que conocí a Jorge cuando estaba editando en Ciudad de México su documental “Malvinas, historia de traiciones”, en 1983. Estuvimos conversando en la sala de edición donde trabajaba y cuando la obra se estrenó un año después, escribí una nota para el servicio de features de la DPA, la Agencia Alemana de Prensa, donde trabajaba mi amigo “Gato” Salazar.
“Malvinas, historia de traiciones” fue el primer largometraje documental de Jorge Denti, y también el único documental, en aquel momento, sobre la guerra entre Argentina e Inglaterra, aunque había un par de films de ficción. Antes, como miembro del Grupo Cine de la Base, había realizado el cortometraje “Las AAA son las tres armas: Carta abierta de Rodolfo Walsh a la junta militar” (1979).
Lo recuerdo bien con su enorme bigote, el cabello alborotado y una voz ronca: “Creo que en Argentina se quiso tapar el problema de las Malvinas. Se decía que la guerra había dejado en el pueblo una herida profunda y que era mejor dejar correr el tiempo. Pero yo pienso que el cine sirve precisamente en estos casos para revivir los hechos y para analizar en profundidad la historia inmediata. Más aún cuando el problema de las Malvinas subsiste, no ha concluido”.
El reportaje se publicó, como todos los del servicio especial de la DPA, en unos 50 diarios y revistas de América Latina, lo cual apoyó su difusión. Se mostró en Inglaterra en el progresista Channel Four que produjo el film, generando una polémica que llegó incluso al Parlamento Británico. Sin embargo, no se trataba de un film chauvinista, porque tenía el mérito de mostrar que tanto en Argentina como en Inglaterra los gobernantes manipulaban a la opinión pública.
“La película aporta en el análisis porque muestra a los argentinos las opiniones de sectores del pueblo inglés que no estuvieron de acuerdo con la guerra, particularmente los trabajadores”, comentó Jorge cuando lo entrevisté. El film está disponible en versión íntegra en YouTube.
Me dijo que tenía un proyecto de largometraje que marcaría su ingreso al terreno de la ficción. El título era “Graffitti” y se trataba de una adaptación de un cuento de Julio Cortázar. Me parece que nunca llegó a concretar ese proyecto y continuó haciendo documentales como “Trece años y un día” (1985), retrato del dramaturgo y periodista Mauricio Rosencof, “Las cuatro estaciones de Eliseo Diego” (1994), “Petróleo, 100 años de historia” (1998), “Juan Gelman y otras cuestiones” (2006), y “La huella del doctor Ernesto Guevara” (2013), una de los más conocidos.
En esta obra se ocupa del Guevara antes de convertirse en el Che. Es decir, el Che antes de ser el Che. Denti reunió un excelente material de archivo y tuvo mucho esmero en la fotografía y el montaje del documental. Incluso Clarín, el principal diario conservador de Argentina, reconoció su calidad:
“Digámoslo de una buena vez: estamos hartos del Che Guevara. No es una cuestión ideológica: el hartazgo también alcanza a Borges, a Evita, a Gardel, a Maradona. En fin, estamos hartos de los mitos argentinos y la profusión de libros, películas, programas de televisión (…) Así y todo, hay que reconocer que las toneladas de material que anda dando vueltas por ahí no alcanza a abarcarlos en su totalidad -por algo alcanzaron ese status mitológico- y que de vez en cuando aparece una mirada diferente. Ese es el caso de ‘La huella del Doctor Ernesto Guevara’, documental enfocado en la vida de Ernesto antes de convertirse en el Che: su infancia y adolescencia, su primera juventud y, sobre todo, su segundo viaje por Latinoamérica, ése que quizá lo terminó de decidir a tomar las armas”.
Cuando nos frecuentamos en México ya tenía en su haber varios documentales de cortometraje realizados en situaciones precarias, como “País verde y herido” (1979) sobre Mario Benedetti, la producción colectiva “Victoria de un pueblo en armas” (1980) y “La insurrección cultural” (1981), ambas realizadas en la Nicaragua sandinista.
Algunos títulos no aparecen en las reseñas sobre su obra. Cuando conversamos me habló de “Bolivia, el tiempo de los generales” (1972) que realizó en el marco del Colectivo de Cine del Tercer Mundo, creado un año antes en complicidad con Jorge Giannoni, personaje infaltable en esa época del cine revolucionario porque abrió espacios de coproducción con Renzo Rossellini, el productor italiano que a través de su productora San Diego Cinematográfica apoyó varios proyectos de cineastas de África y América Latina. Fue la época de la conexión del cine de América Latina con Argel.
No recuerdo su documental sobre Bolivia pero estuvo en La Paz el año 1990, para ser más precisos, el 7 de febrero me visitó en CIMCA y dejó escrito un mensaje en el cuaderno reservado para visitantes ilustres, como él.
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La
guerra es lo que ocurre cuando fracasa el lenguaje.
—Mark
Twain