21 marzo 2024

Dígame la verdad

(Publicado en Brújula Digital, Público Bo y ANF el sábado 30 de marzo de 2024)

Dibujo de Abecor 

Las organizaciones involucradas en el Censo de Población 2024 hicieron un llamado para que la población “diga la verdad” cuando lleguen los censistas a la puerta de su domicilio. Como somos un pueblo tan honesto, seguramente en el acápite relacionado con la actividad económica (“¿qué produce?, ¿qué vende…”?) se registraron repuestas como: “soy contrabandista”, “soy narcotraficante”, “lavo más blanco construyendo edificios”, “avasallo y especulo con terrenos”, “soy chofer y trafico gasolina al Perú”, “soy minero aurífero y enveneno los ríos”, etc. Pongo en broma lo que es una tragedia nacional.

Dudo que ese 84% de la población que tiene empleo informal en Bolivia diga la verdad a los encuestadores. Probablemente tendremos muchos honorables “comerciantes”, “constructores” o “transportistas” a secas. No se contempla más detalles sobre la actividad económica principal, y así quedan en la misma estadística los bribones y los honestos.

En este pueblo tan proclive al engaño y a la extorsión, tuvimos el jueves 21 y el viernes 22 de marzo una fuga masiva de ciudadanos hacia el campo. Varios dijeron abiertamente que si no iban a censarse allá, los iban a “multar”, una práctica de extorsión muy común en las idealizadas comunidades andinas. Otros habían sido amenazados con perder sus tierras. El chantaje se impuso y distorsionará los resultados, de eso no cabe duda.

Hecha la ley, hecha la trampa. CONADE pidió explicaciones sobre el auto de mal gobierno que restringe los movimientos de los ciudadanos en áreas urbanas durante el censo, pero no hace lo propio para aquellos de áreas rurales. En cristiano: los que viven en áreas rurales tuvieron tres días para ir de una comunidad a otra y hacerse censar varias veces. Luego nos extrañamos de las discrepancias que hay entre los censos y el padrón electoral, que también es tramposo. El propósito no disimulado de los acarreos de población es conseguir votos rurales ponderados y prolongar agónicamente el mito de que Bolivia es un país mayoritariamente rural e indígena, aunque estudios serios demuestran que el campo se ha vaciado en Bolivia como en otros países, y ahora el 80% de la población vive en áreas urbanas.

Otras preguntas del censo de 2012 fueron cuestionadas, pero no corregidas en 12 años, como la “autoidentificación” que no deja lugar a expresar que somos mayoritariamente mestizos. Muy a pesar de esa aviesa trampa, los censos demuestran lo que es incontestable: en 2012 se reveló que sólo 17% de la población se consideraba aimara y 18% se autoidentificaba como quechua.  Si a eso le sumamos la evidencia de que somos 80% urbanos, no es necesario decir más. La abuela era indígena rural, pero la nieta es urbana mestiza, habla sólo castellano, ya no viste el traje comunitario y le gusta comer hamburguesa o pizza.

La desconfianza de la población hacia el gobierno del MAS es tan grande, que nadie quiere que los censistas registren datos que podrían traducirse en impuestos. Los cooperativistas mineros auríferos tendrían que pagar mucho, al igual que los cocaleros y miles de comerciantes que se enriquecen en pequeñas tiendas de celulares y computadoras de contrabando, pero se acogen al régimen simplificado, aunque generan varios miles de dólares al mes. Luego, esas mismas familias nos sorprenden inaugurando millonarios “cholets” en El Alto, comprando vehículos por docena y organizando fiestas a las que llegan contratados cantantes de México, Argentina o Alemania que cobran 40 o 50 mil dólares por actuación. Y dicen que no hay dólares en Bolivia… A esos cantantes no les pagan con yuanes.

Director del INE 

Pese a la falta de transparencia del INE y al cinismo socarrón de su inadaptado director, varias organizaciones de la sociedad civil se agruparon en la Ruta del Censo e hicieron un mejor trabajo que la institución estatal, pero no fueron escuchados: “Como Ruta del Censo le hemos hecho llegar más de 50 propuestas para la boleta censal, más de cinco propuestas para la actualización cartográfica, propuestas para el censo de prueba, para las capacitaciones; hemos capacitado aproximadamente 50 mil universitarios en todo el país, que ahora son censistas. Hemos sido totalmente proactivos, hemos generado siete tomos sobre investigaciones censales, y todo eso ha sido olímpicamente ignorado por el INE”. 

¿No sería más práctico que el censo use como domicilio el que aparece en el más reciente carnet de identidad de cada persona? ¿Acaso no presentamos nuestro carnet cuando votamos? Eso permitiría, además, descubrir los carnets de identidad truchos que han sido distribuidos por las autoridades migratorias como en la feria de alasitas, a narcos de toda procedencia, que seguramente se escondieron bajo la cama cuando llegaron los censistas.

Se produjeron hechos punibles como aquel censista que abusó de una mujer en Santa Cruz, o los que no llegaron a edificios y casas donde los esperaron durante todo el día. Los demagogos como Eva Copa que se desplazaron para “censar” con su equipo de propaganda, son despreciables. El teléfono de reclamos 74504188 del INE nunca funcionó. Pero lo peor está por venir: la constatación de que muchos miles se hicieron censar donde no viven, donde no trabajan, donde no reciben beneficios de salud, educación, alcantarillado, agua potable, etc.

En contrapartida, hay casos alentadores de jóvenes censistas que en las condiciones más difíciles llegaron a las familias que debían censar. Lo hicieron caminando, atravesando ríos y trepando cerros, y en algún caso con un hijo pequeño en la espalda.

En un mundo con Inteligencia Artificial que muestra avances cada semana, seguimos aplicando el censo con boletas de papel y con lápiz. El procedimiento es tan arcaico como nuestra mentalidad, estancada en el pasado.

Algunos jóvenes fueron satanizados por oportunistas alarmistas que no ven los problemas donde realmente están, pero imaginaron un plan maquiavélico donde los censistas capacitados tenían instrucciones precisas para alterar los datos. Que no te filme algún conspiranoico desde su ventana, y que no te balconee algún periodista irresponsable que para aparecer más astuto replica cualquier tontería que ve en las redes virtuales, sin mover el trasero de su silla para verificar la seriedad de la fuente. Hay que tener espíritu de Savonarola para empujar a la hoguera a jóvenes voluntarios sin saber bien de qué va la cosa. 

Cualquiera que haya visto cómo trabajaron sabe que los datos generales sobre un segmento, manzana o predio, se completan luego de comprobar que había gente para censar. A muchos no les ofrecieron una silla para sentarse, tuvieron que llenar los formularios de pie, y a veces la marca del lápiz salía del estrecho espacio indicado, por lo que tenían que corregir. Yo lo vi, nadie me contó. 

Lo importante es ahora la vigilancia de los datos recogidos, para impedir manipulaciones informáticas, y exigir el cumplimiento de plazos que permitan corregir las desproporciones en la representación parlamentaria y en la distribución de recursos del Estado.

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Democracy is the process by which people choose the man who'll get the blame.
Bertrand Russell
 

16 marzo 2024

La casa del cine

(Publicado en Brújula Digital, Público Bo y ANF el sábado 16 de marzo de 2024)

El 21 de marzo de cada año se conmemora el Día del Cine Boliviano, en memoria de Luis Espinal Camps, quien fue uno de sus más comprometidos impulsores, salvajemente asesinado en esa fecha el año 1980.

Meses atrás circuló una carta solicitando firmas para “exigir” que el directorio de la Cinemateca Boliviana (que es un fideicomiso, una fundación independiente) rinda cuentas… ¿Cuentas a quién y a cuenta de qué?

Muchos amigos pisaron el palito ingenuamente y luego estaban pidiendo perdón por haber firmado sin reflexionar. El problema es que ni siquiera los amantes del cine parecen entender que una cinemateca o filmoteca no es sólo un cineclub donde uno va a ver buen cine, sino un repositorio donde se recuperan las obras, se conservan en buenas condiciones y se clasifican como parte del patrimonio cultural. La Cinemateca Boliviana ha rescatado el 80% del material fílmico de Bolivia, y entre los méritos de años recientes, es haber realizado un magnífico catálogo de todo el material catalogado en Archivo Fílmico Marcos Kavlin, a quien tuve el gusto de conocer cuando investigaba para mi Historia del cine boliviano (1982).

El bolillo fatal 

Otro gran logro, ha sido obtener como donación un scanner digital para películas 16mm y 35mm, en positivo y negativo, para poner en valor el archivo fílmico, que además se ha enriquecido con nuevas colecciones como las de Antonio Eguino, la producción de Wallparrimachi, la donación de Francisco Cajías y Mauge Muñoz, el Fondo Pat y la colección “De Cerca” de Carlos D. Mesa. Eso representa un incremento adicional de 40 % del patrimonio fílmico boliviano. La Cinemateca ha digitalizado y restaurado películas bolivianas que de otro modo no se podrían ver (Warawara, El bolillo fatal y otras), y ahora ese proceso seguirá con su propio film scanner.

Blackmagic Film Scanner

Algo que “no se ve” pero que es fundamental es la reorganización administrativa y financiera de la Fundación Cinemateca Boliviana, adaptándola a la situación atravesada en años recientes, agravada por la pandemia, la piratería y la aparición de nuevas tecnologías de consumo audiovisual que han mermado el público que asiste a las salas. Esa reorganización necesaria, que había sido postergada durante muchos años, ha permitido el pago de deudas y beneficios sociales acumulados desde anteriores gestiones. Hoy, las finanzas de la Cinemateca Boliviana están casi saneadas por completo, aunque el logro no esté anunciado en cartelera. Además, hay que mencionar que con mucho esfuerzo se han generado, presentado y obtenido por concurso un total de 26 proyectos internacionales para beneficio del archivo y de la programación.

La Cinemateca no necesita que la defiendan, pues esos logros hablan por sí mismos. Pero es necesario explicitarlos con todas sus letras para quienes no los conocen, y reiterarlos para quienes sí los conocen pero pretenden ignorarlos y ningunearlos llevados por la inquina y la mezquindad tan propia de nuestro provincialismo feudal.

Como lugar de exhibición, la Cinemateca ha acumulado otros méritos, pues desde su inicio presenta todas las películas que se producen en Bolivia, pero además ha dado espacio para que operen en sus instalaciones varios cineclubs (La mejor película del Mundo, Cineclub Sopocachi, etc.), se realicen festivales de cine (Cine Radical, entre otros) y se mantengan mediante acuerdos con embajadas pantallas para conocer la cinematografía de otros países (Movie Nights, Cine Alemán, y mucho más). Algunas de estas actividades atraen mucho público y son gratuitas para el espectador, pero la Cinemateca recibe de las instituciones ingresos que le permiten sobrevivir. A veces presta sus salas gratuitamente, cuando la actividad es interesante y los grupos culturales no pueden pagar el alquiler de las salas. La actividad es enorme, en ocasiones las filas para entrar se extienden por varias cuadras (para el cine coreano, por ejemplo). Si bien hay poco público para las proyecciones regulares, los ciclos especiales atraen mucha gente joven. No hay semana sin actividades especiales, pero como no hay un encargado de publicitar esas actividades, poco las conocen quienes no se acercan a la Cinemateca pero la critican desde los sofás de su casa.

En salas de cine comerciales se considera que con menos de 10 espectadores no es rentable proyectar un filme, pero en la Cinemateca Boliviana aunque haya tres espectadores se hace la proyección. Se exhiben todas las películas bolivianas, por muy malas que sean, pero algunos cineastas le dan la espalda a la institución que ha privilegiado la exhibición de nuestro cine, en lugar de competir con las salas comerciales y convertirse en una más de ellas. Claro que también se pueden ver en sus pantallas las películas que están en los cines de los centros comerciales, a condición de que sean obras interesantes. Hay un equilibrio que ha impedido que la Cinemateca se convierta sólo en exhibidora de filmes taquilleros.

Jorge Sanjinés recibe el Cóndor de los Andes en la Cinemateca

El más emblemático director de cine de Bolivia, Jorge Sanjinés, eligió a fines de febrero la Cinemateca Boliviana para recibir el Cóndor de los Andes de manos del presidente Luis Arce Catacora, quien además permaneció todo el tiempo que duró la premiere de Los viejos soldados (2024), la obra más reciente del director de Yawar Mallku, El coraje del pueblo y La nación clandestina, entre otras.

La Cinemateca Boliviana otorga cada año el premio Semilla, para reconocer el esfuerzo de los trabajadores del cine, tanto técnicos como directores, guionistas o productores. Además es la institución de referencia internacional, encargada de seleccionar las obras bolivianas destinadas a competir en los Oscar y en los premios Goya. Ello se hace de manera transparente con un jurado de especialistas, entre los que me ha tocado trabajar varias veces.

Todo lo anterior, que es mucho, lo hace la Cinemateca Boliviana con un personal mínimo, que se reduce a la directora Mela Márquez y a su asistente Nancy Pinto. Elizabeth Carrasco, encargada del centro de documentación se jubiló recientemente. Luego hay tres proyeccionistas que a su vez se turnan para vender las entradas, y dos encargados del estacionamiento que abre 24 horas y que es una fuente de ingreso para la institución. Además, un administrador a medio tiempo, así como personal de limpieza y otros colaboradores que ocasionalmente contribuyen en tareas indispensables. Es decir, estamos hablando de menos de diez personas en total, solo la mitad a tiempo completo.

Comparativamente, la Cinemateca de Bogotá (Centro Cultural de las Artes Audiovisuales), que visité el año 2019 y sobre la que escribí en Página Siete, sólo se dedica a la exhibición y capacitación, además de tener un archivo documental y biblioteca, pero cuenta con más de 50 empleados. Otra institución colombiana importante, el Archivo  Fílmico, que es el repositorio de todas las películas, cuenta con 8 a 10 funcionarios a tiempo completo, y varios otros en proyectos especiales. En Colombia el Estado se ha preocupado desde hace muchos años por el apoyo a las instituciones culturales y ha permitido su continuidad a través de los gobiernos, sin politizarlas como se ha hecho en Bolivia con la Fundación Cultural del Banco Central, entregada a funcionarios afines al MAS.

Girolamo Savonarola

En ese contexto y en ocasión de una conmemoración más del Día del Cine Boliviano, la carta de los inquisidores (que obtuvo más de 600 firmas) es un vergonzoso despropósito. Los modernos Savonarola, que nunca van a la Cinemateca pero se quejan de que no hay público, cayó en saco roto cuando los firmantes se dieron cuenta del engaño.

Los argumentos que hicieron circular al margen de la carta son pueriles: la proyección de la sala 2 no es buena, el trato de los funcionarios no es amable y el baño es un desastre. Nunca nos quejamos de las proyecciones en la sala prestada de la calle Pichincha, donde acudíamos ávidos de buen cine pero también por solidaridad. Ahora que hay asientos cómodos, la Sala 1 con proyección DCP y Dolby,  y un edificio estupendo que está en un zona más accesible al público cinéfilo, los inquisidores no van.

Claro que las cosas podrían estar mejor si el Estado apoyara económicamente a la Cinemateca sin mellar su independencia, como sucede en todos los países civilizados. Un poco de apoyo permitiría tener más personal, mejorar las condiciones de las salas y del baño, y realizar nuevas iniciativas para atraer más público.

Un proyecto que yo he sugerido varias veces desde hace varios años, es un Museo del Cine, debajo de la escalinata principal, en un espacio poco y mal aprovechado. No costaría mucho dinero colocar ahí una puerta de vidrio para cerrar esa sala y exhibir cámaras, proyectores, carteles, fotos y otros objetos que la Cinemateca ya tiene, pero que el público ve muy rara vez. Conozco varias familias dispuestas a donar equipos antiguos para mejorar esa colección.

En fin, ¿a cuenta de qué, de quién y por qué aparece esa petición exigiendo “cuentas” al directorio de una fundación cultural independiente del Estado, del que no recibe ni un centavo? ¿Acaso de le exigen informes a otras fundaciones privadas? No ponen un pie en la Cinemateca ni siquiera cuando se están velando ahí los restos de un amigo y colaborador, como sucedió a fines de noviembre cuando falleció José Bozo. Las ausencias aviesas fueron notorias.

Fundadores de la Cinemateca: el alcalde de La Paz Mario Mercado,
con Amalia de Gallardo y Renzo Cotta

La ignorancia es atrevida, porque felizmente la Cinemateca Boliviana tiene en orden sus cosas. Hay informes narrativos y económicos detallados de cada proyecto que se ha llevado adelante, ya sea para lograr por primera vez un film scanner, o proyectores nuevos para las salas. Uno de los mayores logros es haber pagado casi la totalidad de la deuda acumulada por muchos años, y eso está  bien documentado. Limpiar las finanzas de una institución es más importante que remodelar el baño (se aceptan sugerencias de financiadores para ese propósito).

Si los gestores de la carta inquisidora se hubieran tomado la molestia y si tuvieran alguna representación institucional, podrían acceder a todos esos informes. La carta no está  firmada por la Asociación de Cineastas, ni por el Movimiento del Nuevo Cine y Video Boliviano (MNCVB), ni por alguna organización cultural que sea representativa. Es sólo una jugada velada dirigida a desmantelar la institución, algo que ya se intentó años atrás. Pero no va a suceder, porque somos muchos los que vamos a defender la independencia de la Cinemateca Boliviana, a tiempo de recordarle al Estado que es su obligación apoyar a la cultura.

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Que te ignoren, que te ataquen, que te cuestionen,
que te intimiden, pero que nunca te silencien.
—Bertrand Russsell
 

09 marzo 2024

Donde se cruzan los senderos

(Publicado el sábado 24 de febrero de 2024 en Brújula Digital, Público Bo y Agencia de Noticias Fides)

Onoda sale de la selva luego de 29 años 

La historia de Hiroo Onoda conmovió al mundo. Cuando en marzo de 1974 leí la noticia sobre este teniente del Ejército Imperial de Japón que había finalmente entregado su sable luego de 29 años de lucha contra las sombras de un enemigo que ya no existía, sentí admiración por su perseverancia, su lealtad y su patriotismo y escribí inmediatamente un poema titulado “Samurai”, publicado en mi tercer poemario, Sobras completas (México, 1984): “Te declaran loco, samurai / pieza de museo / rareza a ser fotografiada / el único que no creyó en Hiroshima”, dicen algunos versos.

En ese tiempo la noticia era escueta: Onoda había permanecido escondido durante casi tres décadas en la selva de la isla de Lubang, en Filipinas, a 2.445 kilómetros de Kamegawa, su lugar de nacimiento en Japón, sin saber que la Segunda Guerra Mundial había terminado en 1945 y que su ejército, el japonés, había sido derrotado. Durante muchos años fue una sombra mimetizada con la naturaleza, y desoyó los mensajes que le hacían llegar mediante parlantes y volantes porque creía que eran maniobras del enemigo para obligarlo a rendirse. Nunca se rindió, sobrevivió de manera admirable moviéndose sigilosamente, alimentándose de la selva, sin jamás establecer un campamento. Solo aceptó regresar a Japón cuando un antiguo superior suyo fue llevado a la isla para convencerlo de deponer las armas.

El cineasta Werner Herzog 

La historia también impactó al cineasta alemán Werner Herzog, quien cuenta que 23 años más tarde, cuando le hicieron una invitación oficial a Japón en 1997, le preguntaron: “¿A quién le gustaría conocer?”, seguros de que él diría: “Al emperador”… Sin embargo Herzog no dudó ni un segundo y dijo: “A Hiroo Onoda”. Ambos se reunieron varias veces (Onoda ya tenía 77 años de edad), y Herzog escribió a partir de esas conversaciones su primera novela. 

¿Por qué hizo Herzog una novela, la única que ha escrito hasta ahora, y no una película de ficción o documental, puesto que en ambos géneros ha mostrado excelencia? Pocos como él han descrito de manera tan magistral en el cine las dificultades que se atraviesan frente a una naturaleza hostil. Sus films de ficción basados en hechos históricos, como Aguirre, la cólera de dios (1972) o Fitzcarraldo (1982) son ejemplos emblemáticos, protagonizados por personajes obsesivos y determinados (ambos interpretados por Klaus Kinski). Herzog ha abordado también la complejidad de la naturaleza en documentales magistrales como Grizzly man (2005) y La cueva de los sueños olvidados (2010). Entonces, ¿por qué no un documental testimonial, o quizás una ficción que mostrara a Onoda durante las décadas de sacrificio y sobrevivencia?

Creo que la razón está en las propias experiencias de Herzog relacionadas con su afición de caminante y peregrino, que ha sido registrada en libros testimoniales en los que narra sus largos itinerarios, a veces de varias semanas, a través de Europa.  Hay senderos que se cruzan, y en este caso los de Onoda y Herzog están emparentados en cuanto que ambos subrayan la fuerza de voluntad como valor ético, la persistencia del honor y de la lealtad hacia su gente. Herzog ha respetado siempre a quienes viajan a pie, se identifica con ellos. Ese es quizás el aspecto sobresaliente de la novela, que no es una gran obra literaria, sino un relato pormenorizado de la larga aventura de Onoda, y de su manera de concebir su lugar en la vida. El crepúsculo del mundo (2023) se publicó inicialmente en alemán en 2021, el mismo año que el director francés Arthur Harari dirigió el largometraje Onoda,10.000 noches en la jungla, que no he visto todavía.

La novela de Herzog está escrita con complicidad y cariño por Onoda (que en su momento fue ridiculizado en los medios), por su acto de valentía que parecía carecer de sentido en un mundo donde se había ya “normalizado” la noción de que ciudades como Hiroshima y Nagasaki podían ser aniquiladas con bombas atómicas con total impunidad, peor aún, con aplausos.

La obra abunda en detalles que fueron narrados por Onoda y otros que son producto de la investigación de Herzog, quien se tomó muy en serio la tarea de describir la vida cotidiana en la selva, para hacernos sentir la humedad, el olor del barro, la fuerza de los vientos o de las lluvias tropicales. Cuando finalmente accede a salir de su escondite, Onoda declara: “Hay una tormenta en mi interior…”, sin duda más violenta sicológicamente que las que pudo sortear durante sus 29 años en Lubang.

En el acto de rendición Onoda hizo entrega simbólica de su katana, que a pesar de las inclemencias del tiempo había conservado impoluta, inmersa en aceite de coco para evitar la corrosión. El presidente de Filipinas se la devolvió inmediatamente en señal de respeto. 

Norio Suzuki y Hiroo Onoda en Lubang 

Fue recibido como un héroe en Japón y su vida no acabó allí: dotado de una voluntad de acero, viajó al Himalaya para rendir homenaje a Norio Suzuki -el estudiante que lo buscó y encontró en Lubang- que falleció sepultado por una avalancha de nieve. También vivió una temporada en Brasil, se casó, y vivió hasta morir el 16 de enero de 2014, a los 92 años de edad.

Hay libros biográficos y películas sobre Onoda, pero quizás la novela de Herzog es el más sentido homenaje de alguien que entiende profundamente el sentido de la sobrevivencia.

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Durante todos aquellos millones de pasos se había dado cuenta de que el presente no existía, no podía existir. Cada paso dado era el pasado y cada paso por dar, el futuro. El pie levantado ya había sido, mientras que el pie a punto de pisar el barro aún era futuro.
—Werner Herzog


 

02 marzo 2024

Parlamento de pacotilla

(Publicado en Brújula Digital, ANF y Público Bo el sábado 2 de marzo de 2024)

Violencia en el parlamento de Bolivia

Durante la última semana de febrero de este año bisiesto hemos sido testigos de bochornosas actuaciones en una Asamblea Legislativa Plurinacional que da vergüenza y se equipara a lo más bajo que haya jamás existido en la historia republicana de este pinche país “tan solo en su agonía” (como escribió el poeta Gonzalo Vásquez Méndez).

Hemos visto trifulcas, empujones, golpes, narices sangrantes, polleras al viento y nalgas al aire. Si no fuera por el escenario lujoso de esas escenas lamentables, parecerían disputas en los mercados callejeros, cuando las verduleras se arrastran de las mechas y los puestos se derrumban.

La violencia que está en la genética social de Bolivia, donde todo conflicto pretende resolverse con gritos, empujones, huelgas, crucificados o barricadas belicosas, no es sino una clara evidencia de la incapacidad de crear espacios para pensar, articular relatos y dialogar. Somos mudos a la hora de expresarnos con palabras, y eso corresponde a la ausencia de pensamiento racional. Todo el tiempo me da la impresión de estar viendo gente ebria que se agrede.

Mujeres en la Asamblea Legislativa Plurinacional 

Se ha perdido el mínimo de decencia y de honestidad, como prueba la sesión parlamentaria de la madrugada del viernes 1 de marzo donde se aprobaron por voto secreto créditos internacionales (que serán usados para pagar salarios, no para los fines supuestos). Esto revela que una docena de asambleístas vendieron su voto (o su conveniente ausencia), lo cual se ha convertido en una práctica común en la política masista.

En la ALP tienen un costoso sistema electrónico, que permitiría ver en una gran pantalla los votos de cada diputado o senador, pero no se usa esta forma transparente de votar porque de esa manera se pueden esconder los tránsfugas y filibusteros de la democracia. La corrupción campea, la compra-venta de votos por debajo de la mesa es cosa corriente.

El problema de las semanas recientes comenzó con el pacto político que acordó tratar tres temas en este orden: 1) terminar con los auto-prorrogados, 2) determinar las nuevas elecciones judiciales y, 3) considerar la aprobación de créditos internacionales. A pesar del compromiso, Luis Arce y sus secuaces mostraron que ya no existen “pactos de caballeros” en Bolivia: inmediatamente sabotearon las sesiones y borraron con el codo lo que habían firmado.

Veo a esta asamblea “plurinacional” como un circo lamentable, con payasos no profesionales, animales mal entrenados y equilibristas oportunistas. Son una vergüenza, un bochorno para el país, y además representan un costo humillante cuando la economía está de rodillas. No puede ser que paguemos tantos privilegios, altas “dietas”, viajes innecesarios, vehículos privados y otros privilegios para manka gastos que no merecen otra cosa que irse donde estaban antes.

Cecilia Requena, senadora de Comunidad Ciudadana

Los bolivianos hemos podido constatar que solamente una docena de asambleístas nos representan con dignidad, honestidad y compromiso: Requena, Nogales, Barrientos, Urquidi, Ormachea, Nayar, Alarcón, Astorga, Campero, Aliaga y un puñado más de luchadores por la democracia, capaces de articular ideas y de expresarlas, muy lejos de la masa ignorante del MAS (en sus dos versiones), que no tiene la talla para ocupar curules pero son una mayoría que pretende definir el futuro  de Bolivia con trampas, golpes, escupitajos e insultos. Ya se ha dicho antes: con semejantes padres y madres de la patria, mejor es quedar huérfanos.

No necesitamos un congreso de esta naturaleza, no sirve para nada y le cuesta demasiado al país. Los pocos senadores y diputados que valen la pena serían indispensables en un nuevo sistema de justicia probo y responsable, como magistrados harían un mayor bien al país que peleando con desaforados cocaleros, cooperativistas mineros y contrabandistas de autos chutos que no están preparados intelectualmente para la enorme responsabilidad de legislar, pero se salen con la suya con engaños y sobornos. Los representantes parlamentarios del MAS, evistas o arcistas, tienen cola de paja, no son honestos ni honrados, su comportamiento no es limpio, además de que son incapaces de ser coherentes y de articular pensamientos e ideas. Los escucho hablar y dan pena, empezando por Choquehuanca, el pajpaku de la plaza Murillo, tipo torcido y mentiroso, un impostor que arma su discurso de nivel primario en torno a la Pachamama que él ha contribuido a destruir.

Levantamanos dormidos 

No puede el ciudadano decente soportar más poderes del Estado que están podridos desde la médula. No hay nada que se salve. Además del poder Legislativo que parece una cantina de mala muerte, donde la mayoría de los comensales están ebrios, dormidos o ausentes, tenemos un poder Judicial que opera con magistrados, jueces, fiscales, abogados, notarios y ujieres corruptos, y un poder Ejecutivo sordomudo y autoritario que ha llevado al país a un pozo sin fondo tanto en su economía como en el ejercicio democrático. Tampoco es mejor el poder Electoral, compuesto por una banda de inútiles que no están preparados para los cargos que ocupan con tanta arrogancia.

No queda nada bueno. No hay esperanza. No veo solución. Llevamos un retraso de más de tres décadas con relación a los países vecinos. En la torre del antiguo Congreso, el reloj de Choquehuanca opera hacia atrás de manera funesta: 2006–17= 1989. Son 35 años de atraso.

El país está hecho añicos tanto en sus valores humanos como en su economía y su sociedad. Sobrevive y triunfa el pillo, el que engaña, el que hace trampa, el estafador, y el que miente. Los bribones abundan en todos los sectores de la sociedad nacional: servidores públicos, empresarios privados, periodistas, intelectuales y artistas oportunistas pegados al poder, cooperativistas, constructores, contrabandistas y comunarios que lavan dineros mal habidos, y toda la extensa gama de la economía ilegal y paralela. Los falsos optimismos que perviven permiten que algunos alimenten esperanzas (o comercien con ellas para asegurar su propia sobrevivencia), pero yo solo miro un país cloaca, turbio y fétido.

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La progresiva degeneración de la especie humana
se percibe claramente en que cada vez nos engañan personas con menos talento.
—Charles Darwin (frase atribuida)