28 octubre 2023

El vociferante impostor

(Publicado en Los Tiempos, Brújula Digital y PúblicoBo el sábado 9 de septiembre de 2023)

No es nuevo que los populismos seducen a las masas desorientadas, y tampoco es nuevo que esas mismas masas que persiguen a ciegas a los populistas, resultan luego desencantadas por la corrupción, el autoritarismo y la impostura.

Argentina: Milei 

Esto viene sucediendo desde hace muchos años y nos hace pensar otra vez que los pueblos se merecen los dirigentes que tienen, porque los encumbran y luego lloriquean. Sucedió con Collor de Mello en Brasil, a principios de la década de 1990, y sucedió con Fujimori en Perú en esos mismos años. Lo mismo pasó con Abdalá Bucaram en Ecuador, destituido por incapacidad mental para gobernar.

El repudio por las viejas figuras políticas y la fascinación por cualquier rostro nuevo con un discurso demagógico es parte de la tradición en América Latina. Es la misma actitud de los que se adscriben a las capillas de los predicadores evangélicos en busca de desahogo y salvación.

En Bolivia, una figura “nueva” encandiló a principios de este siglo a las grandes mayorías y también a intelectuales tan incautos como oportunistas que eligieron a Evo Morales a la presidencia durante varios periodos, con las consecuencias que estamos viviendo ahora y que padecerán futuras generaciones en un país devastado, endeudado y convertido en escombros no solamente en su economía sino en su moral y ética. En cambio, un “viejo” conocido, como Paz Estenssoro, pudo sacarnos del pozo de la hiperinflación, con racionalidad y coraje.

Los prestidigitadores de la palabra siguen ganando adeptos como las iglesias evangélicas. En El Salvador, Nayib Bukele se posicionó apoyado por nostálgicos de las dictaduras militares.

Con su aspecto juvenil y deportivo, Bukele seduce mientras cambia las leyes para atornillarse en el poder y para montar un gigantesco aparato represivo que no solamente sirve para controlar a las temibles maras, sino a la oposición política.


Con excepción de Lula (Brasil) y Mujica (Uruguay), los líderes del llamado “Socialismo del Siglo XXI” fueron figuras que salieron de la nada para convertirse en la esperanza de sus pueblos, a los que traicionaron con discursos diametralmente opuestos a lo que hicieron en la práctica. 

Nicaragua: Ortega y Murillo

El carisma de Chávez y la corrupción que instauró hizo de Venezuela el país de cuatro millones de expatriados que conocemos ahora. 

La traición de Daniel Ortega (y su caricatural bruja) a los principios del sandinismo, convirtió a Nicaragua en una dictadura bananera donde una sola familia controla todo el aparato del Estado. Comparativamente, Somoza queda en la historia como un aprendiz torpe.

Bolivia: Morales 

Rafael Correa y Evo Morales, también figuras seductoras de incautos y oportunistas, llevaron el discurso del “buen vivir” a su nivel más degenerado: la entrega de concesiones mineras y petroleras a empresas depredadoras del medio ambiente, y a avasalladores que calcinaron millones de hectáreas de bosques para beneficio de especuladores de tierra y agroindustriales sin conciencia. La “Pachamama” (tan cacareada) sufrió como nunca antes en la historia, las consecuencias de políticas extractivistas salvajes. Los rostros “nuevos” han sido sistemáticamente los más peligrosos porque se revelaron en el poder como la imagen invertida del espejo, lo opuesto a lo que habían ofrecido: depredadores, corruptos y autoritarios con afanes de apropiarse indefinidamente del poder. Una suerte de Dr. Jekyll y Mister Hyde.

Y ahora aparece Javier Milei en Argentina, un energúmeno desaforado que parece enojado con la vida y con el mundo mientras vocifera palabrotas y distribuye injurias con ventilador, a unos y a otros: ni el papa Francisco se libra.  

Lo peor es que Milei se reclama libertario… lo cual es un insulto para todos los anarquistas y libertarios del mundo, cuya filosofía del poder es diametralmente opuesta a la de este impostor. Mi querido Liber Forti debe estar revolviéndose en su tumba, de rabia o de risa, frente a ese esperpento de político que tiene posibilidades de convertirse en presidente de Argentina, un gran país con pésima suerte en sus gobiernos.

Queda claro que los culpables del crecimiento exponencial de Milei y de su discurso de odio son los Kirchner, cuya mala gestión y corrupción galopante llevó a Argentina a la situación económica y social en que se encuentra ahora. Milei no existiría sin las barbaridades que cometió Cristina y su pálido sucesor. Entonces se confirma lo que decíamos antes: cada pueblo se merece los dirigentes que elige. Argentina se irá al bombo con su gran ego.

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Muchos han comerciado con ilusiones y falsos milagros, engañando a la estúpida multitud.
—Leonardo da Vinci
 

20 octubre 2023

Canciller cantinflesco

(Publicado en Brújula Digital y Público Bo el sábado 2 de septiembre de 2023)

Si no fuera una figura patética, podríamos reír de las burradas del canciller Rogelio Mayta, tan improvisado en su cargo como un malabarista tratando de diseñar un cohete espacial: lo que no da la experiencia y el conocimiento, no puede darlo esa facha cantinflesca con la que representa a Bolivia lo mismo frente al Papa Francisco que al canciller ruso Lavrov.     

Conocí a personalmente Cantinflas, es decir, a Mario Moreno, el actor mexicano, y era un señor que se tomaba las cosas con extrema seriedad. En la pantalla de cine nos hacía reír a mandíbula batiente con sus ocurrencias, pero en la fundación que creó y en sus negocios, no estaba para bromas. En cambio, Mayta parece estar haciendo chistes todo el tiempo, como aquel embajador boliviano con pésimo sentido del humor, que a su homólogo ruso le dijo en una recepción diplomática: “Nosotros también tenemos nuestro Putín” (refiriéndose obviamente a Evo Morales).

De ese nivel es el jefe de la política exterior de Bolivia, impulsor o servil ejecutor de una política internacional errática y desacertada que le causa mucho más daño a Bolivia del que parece. Sus principales aliados, perversos dictadores de alta y de poca monta (Rusia, China, Venezuela, Nicaragua, Irán…) han llevado a Bolivia al basurero de los bloques internacionales, allí donde van a parar las plumas de las gallinas cluecas.      

Igual que a Cantinflas, el gran personaje del cine mexicano, el pantalón le queda a Mayta ancho y se le cae cuando camina. Parece que lo hiciera a propósito para hacernos quedar mal a todos. Lo incomprensible es que haya trascendido que aspira a un puesto en el Tribunal de Justicia de la Comunidad Andina (CAN), para salir de Bolivia por la puerta de atrás luego de todas las torpezas cometidas. De pronto, salió del área gris en la que estuvo, para mostrar aspiraciones que están muy por encima de su nivel intelectual.

Quizás la más reciente metida de pata de Mayta tiene que ver con la pretensión absurda de que Bolivia sea aceptada en el exclusivo club de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). ¿Cómo se le ocurrió a Mayta -o su jefe- que Bolivia podía ser parte de ese grupo de países? Quizás lo único que quería era viajar a Johannesburgo, ya que se la ha pasado viajando a todas partes a costa de nuestros impuestos, sin haber hecho ni una sola gestión exitosa en ninguna parte. Al final de la cumbre de los BRICS en Sudáfrica los seis nuevos países aceptados fueron Irán, Arabia Saudita, Egipto, Etiopía, los Emiratos Árabes Unidos y Argentina.    

El nuevo bloque representa el 46% de la población mundial, el 29% del producto interior bruto mundial en términos nominales y el 37% del PIB mundial en paridad de poder adquisitivo. Combinados, los seis nuevos miembros representarán aproximadamente el 10% del PIB agregado del grupo, ya que Arabia Saudí es la única economía de un billón de dólares entre los nuevos miembros. Los nuevos BRICS seguirán dominados por China e India, tanto en términos de población como económicos.

Todos ellos cuentan con una economía más fuerte (de lejos) que la boliviana, aunque en nuestro país nos han acostumbrado a creer en lo que “podríamos” ser, pero no en lo que realmente somos. Es decir: “tenemos un mar de gas” o “seremos la potencia mundial del litio”, aunque luego nada de eso trasciende más allá de la propaganda gubernamental y el discurso electoral.     

Bolivia no cuenta, porque su gobierno es de pacotilla y su canciller un mal imitador de Cantinflas. Mayta muestra ignorancia sobre relaciones internacionales. Se adivina detrás la sombra de Choquehuanca, el verdadero titiritero, igualmente ignorante. No deben sorprendernos los nombramientos de representantes diplomáticos y consulares del gobierno masista, porque son el reflejo de una Cancillería deplorable. Ahora que Mayta aspira a colocarse en un organismo regional, todos sus acólitos dentro del ministerio de Relaciones Exteriores ya están colocándose en puestos fuera del país, en premio por su incapacidad.    

La Cancillería de Bolivia merece algo mejor que Mayta y los improvisados del MAS que lo antecedieron en gobiernos de Evo Morales. Pero claro, el problema es que el MAS ya no tiene a nadie, que tenga el nivel mínimo para hacer gestión en el ámbito de las relaciones internacionales. Para los que piensen que Mayta fue lo más abajo que se pudo llegar, no se olviden que el gobierno siempre tiene un carta peor preparada en la manga.

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Ya no queda lugar para brujos ni para chamanes. A no ser la política.
—Mario Bunge
 

15 octubre 2023

Ciudades amables

(Publicado en Brújula Digital y Público Bo el sábado 26 de agosto de 2023)

Diseño de ©Cinta Vidal

 La acumulación oprobiosa de nuestro retraso histórico se mide no solo en un reloj que gira al revés en el mero centro del poder político de Bolivia, en la torre del edificio del Congreso, sino en la vida cotidiana de cada uno de los ciudadanos.   

 Salimos a la calle y nos topamos con un tráfico infernal en horas punta, a veces causado por autos estacionados en los lugares más inconvenientes, y nunca sancionados porque no hay policía a la vista. En La Paz caminamos una ciudad construida sobre más de 300 ríos y riachuelos malolientes, contaminados por basura en descomposición, aunque sus aguas nacieron prístinas a pocos kilómetros en las montañas nevadas. Nuestros pies tropiezan peligrosamente al recorrer aceras rotas, levantadas, llenas de agujeros, o desniveladas porque cada vecino hace su acera como le da la gana, sin regulación del municipio. Levantamos la vista y el paisaje urbano aparece saturado de marañas de cables que cuelgan de los postes sin ninguna racionalidad, y anuncios publicitarios colorinches desde el suelo hacia arriba: cualquier tienducha coloca un letrero tan grande como la fachada misma, lo que en ciudades civilizadas está prohibido.

 Aquellos que se llenan la boca con “La Paz ciudad maravilla” (título de pacotilla otorgado a cambio de dinero por Bernard Weber, bribón aventurero, y no por una institución seria), no conocen lo que es una ciudad amable, que no necesita ser “maravillosa” de mentiritas para ser un espacio agradable y amigable para vivir el día a día, una ciudad limpia, caminable, con transporte seguro, con un paisaje urbano que alegra los sentidos en lugar de deprimirlos.

 Pienso en esos grandes edificios con bosques integrados, como el Bosco Verticale de Stefano Boeri en Milan (Italia), las torres de Nanjing y el Mountain Forest Hotel en Guizhou (China) del mismo arquitecto, o el Tree Mountain de Shangai (con 300.000 metros cuadrados de árboles), entre otros que armonizan la vegetación entrelazada con la arquitectura.  En los últimos años, y particularmente a partir de la pandemia, se ha visto que grandes ciudades inteligentes están retirando el cemento para ampliar las aceras darle espacio a la naturaleza.

 

En los techos de Nueva York, donde antes solamente destacaba el clásico tanque de madera para agua, ahora crecen jardines. Lo mismo sucede en ciudades de Canadá o de Australia. No se trata de elementos meramente decorativos, pues se ha comprobado que los jardines urbanos capturan y limpian el dióxido de carbono del aire, su humedad permite mantener temperaturas constantes, ahorrar agua y favorecer el desarrollo de especies urbanas de aves e insectos. En París, las antiguas vías de tren de la estación de Bastille, donde hoy se alza la moderna Opera de la Bastille, han sido convertidas desde 1993 en un hermoso jardín elevado de 4.7 km de longitud, con una generosa variedad de plantas. Algo similar se hizo en el High Line de la ciudad de Nueva York, con 2.33 km de largo. En Viena se conoce como “urbanismo feminista” porque fue de la mano de varias alcaldesas que se transformó en una ciudad verde y peatonal.

 El coronavirus dio impulso a la Nueva Área de Xiong’an (China) hasta el límite tecnológico de la autosuficiencia. La ciudad abrió un concurso público (que ganó el arquitecto español Vicente Guallart) con estas condiciones: 1. Edificios construidos con madera y otros materiales locales. 2. Que produzcan su propia energía y alimentos. 3. Que permitan la auto-fabricación de componentes.

 Son muchas las ciudades donde autopistas o viejas vías ferroviarias han sido convertidas en jardines y paseos para ciclistas y peatones. Mientras en Bolivia la enfermedad del cemento endurece el cerebro de los alcaldes, en ciudades inteligentes (con alcaldes inteligentes) se privilegia los pulmones verdes y los espacios de convivencia ciudadana.

 Uno de los ejemplos más hermosos de recuperación de espacios para la naturaleza y los ciudadanos es lo que se ha logrado en el viejo cauce del rio Turia, en Valencia (España), que alberga bosques, complejos para deportes y desde 1998 la asombrosa Ciudad de las Artes y las Ciencias que diseñó el arquitecto Santiago Calatrava. Esa experiencia merece un artículo aparte. 

 Bogotá suma cada año más ciclovías permanentes y exclusivas (127 kilómetros en 2020), además de que cada domingo cierra sus principales avenidas para que los ciudadanos puedan sentir que la ciudad es también un parque público. Cada vez hay más ciudades civilizadas que priorizan los recorridos peatonales, desarrollando obras de infraestructura importantes para que los ciudadanos puedan transportarse de manera más amigable. Los puentes exclusivos para peatones y ciclistas se multiplican sobre los ríos y en avenidas arboladas, para que sea más agradable recorrer la ciudad en bicicleta. Se cierran definitivamente las calles a los vehículos para hacerlas peatonales, y se eliminan los estacionamientos callejeros para plantar árboles en las avenidas. En La Paz se trató de hacer lo mismo en tres cuadras de la calle Comercio, hoy convertidas en un mercado deplorable.

 El ejemplo que todos conocemos porque lleva muchos años de desarrollo ejemplar, es Amsterdam, donde el peatón manda y las bicicletas son el principal medio de transporte, a tal punto que hay más bicicletas que habitantes en la ciudad, y uno puede usar bicicletas puestas gratuitamente a disposición de los visitantes. Las calles y los puentes están llenos de bicicletas sin cadenas, porque a nadie se le ocurriría robárselas. Los autos son raros en el centro de la ciudad, y están permitidos solamente en algunas zonas y calles donde viven sus propietarios y a donde acceden con controles especiales. A ningún ciudadano se le ocurriría quejarse de que no dejen circular a su auto. En Bolivia hay enfermos del volante que se quejan hasta del Día del Peatón que se realiza un solo día cada año.

 Las ciudades más civilizadas recuperan el espacio público para los ciudadanos, las más salvajes siguen vaciando pavimento y ampliando las vías para los automóviles.

 Curitiba fue en 1980 la ciudad pionera de la Rede Integrada de Transporte (RIT), que consiste en carriles de circulación exclusivos para autobuses. Le siguió Quito con el Trolebús en 1995, y el año 2000 hizo lo propio Bogotá con el Transmilenio, que hoy cubre 114 km con 12 líneas troncales y cerca de 700 km incluyendo las rutas alimentadoras. Cuando la Ciudad de México instaló la primera línea de Metrobús en la avenida Insurgentes, se quejaron tanto los sindicatos de transportistas como los particulares, porque les estaban “quitando un carril”. Hoy la avenida es uno de los lugares más agradables de la ciudad y ha quedado atrás la contaminación que causaban los escapes de los “peseros”. Algo parecido sucedió en Guatemala, Lima y Santiago, pero al final se impuso el bien común. Solo en Bolivia los alcaldes se someten al chantaje de las mafias de minibuseros abusivos que promueven el caos vehicular. 

 Un buen transporte urbano, limpio y seguro, con paradas fijas y horarios exactos, califica a las ciudades más amables, al igual que la extensión de sus parques y de sus ciclovías. Con menos automóviles los ciudadanos entienden que es mucho mejor tomar un autobús o usar una bicicleta, en lugar de un vehículo que satura el espacio público y envenena el aire.

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Ninguna ciudad debería ser tan grande
que no se pudiera salir de ella a pie en una mañana.
—Cyril Connolly 
 

10 octubre 2023

Solidarios con los muertos

(Publicado en Brújula Digital y PúblicoBo el sábado 19 de agosto de 2023)

Algunas organizaciones regionales e internacionales defensoras de los derechos humanos muestran actitudes perversas: se solidarizan con los muertos, pero no con los vivos. Desdeñan lo que sucede en Bolivia y miran hacia otro lado como si estuvieran distraídas, porque en Bolivia no hay suficientes muertos, todavía.

Censuran a algunas autocracias latinoamericanas por la cantidad de muertos que cargan en el ejercicio violento del poder, pero hacen la vista gorda sobre nuestro país. Organizaciones no gubernamentales que supuestamente defienden las libertades individuales y colectivas como Amnesty International y Comittee to Protect Journalists entre otras, o multilaterales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) o la Federación Internacional por los Derechos Humanos (FIDH), simulan ceguera y sordera frente a los reclamos de los bolivianos, poniendo en evidencia su sesgo político y parcialidad con el llamado Grupo de Puebla.    

Si bien ahora se erigen en campeones para condenar a las dictaduras de Venezuela y Nicaragua, no siempre fue así. Hasta hace pocos años eran defensores entusiastas de esos mismos gobiernos mal catalogados como “de izquierda”, porque en realidad son totalitarios y represores, y en su política económica neoliberales caóticos, ni siquiera neoliberales estructurados.

Un ejemplo emblemático es la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA. En el papel, la CIDH “es un órgano principal y autónomo de la Organización de los Estados Americanos (OEA) encargado de la promoción y protección de los derechos humanos en el continente americano”. Fue creada por la OEA en 1959 y junto a la Corte Interamericana de Derechos Humanos instalada en 1979, es una institución del Sistema Interamericano de protección de los Derechos Humanos (SIDH). Tiene su sede en Washington D.C.  y está integrada por siete miembros supuestamente independientes.   

En los hechos es un club de amigotes afines al “socialismo del siglo XXI”, cuya tarea ha sido respaldar a gobiernos con esa etiqueta. En el caso de Bolivia, la impostura monumental que representó Evo Morales durante 15 años, fue beneficiada por personajes tan deshonestos como Paulo Abrão, un brasileño militante del Partido de los Trabajadores, quien nunca entendió la enorme responsabilidad que significaba ostentar el cargo que durante años ocupó en la CIDH sin tener la calificación profesional ni moral necesarias. Sus sucesores son quizás menos prominentes (la estatura física de Abrão es inversamente proporcional a su ética), pero no menos perversos en su manera de catalogar las violaciones de derechos humanos: unas son buenas y justificables, y otras no.     

Cuando a la CIDH se le hizo la consulta de si la repostulación (por cuarta vez) de Evo Morales a la presidencia de Bolivia era un “derecho humano”, como afirmaron dócilmente los magistrados del Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP), la CIDH tardó más de dos años en responder, luego de que se produjera el fraude electoral y la violencia que resultó en muertos y heridos en varios lugares de Bolivia por el llamado que hizo Evo Morales a cercar las principales ciudades. En otros casos, la CIDH puede decidir en pocas horas si se trata de condenar a opositores, sin siquiera reunirse para considerar los hechos, porque así funciona ese club de arbitrariedades.      

Algo similar sucede con la FIDH en su capítulo latinoamericano, que goza de autonomía de la organización internacional. Sus miembros son todos adeptos al Grupo de Puebla, y si bien ahora se cuidan de no defender a Nicaragua o Venezuela, lo hicieron hasta hace poco tiempo, de la misma manera que defienden aguerridamente a los gobiernos de Bolivia, Argentina, Brasil o Colombia. Las organizaciones civiles de derechos humanos que representan en América Latina, prefieren aliarse a los gobiernos, es más cómodo que sacar la cara por los defensores de derechos humanos en cada país.       

Seguramente, cuando se multipliquen los muertos en Bolivia, recién reaccionarán la CIDH y la FIDH, obligadas por presiones internacionales más importantes, a regañadientes. Quizás tienen un “contador de muertos” para emitir medidas cautelares y defender la integridad física de las personas perseguidas.    

En el caso de Perú, se han visto en figurillas, porque no calificaron de “golpe” el intento de Pedro Castillo de aferrarse al poder, pero sí de “masacre” lo que vino después bajo el régimen de la presidenta Dina Boluarte, antes vicepresidenta del mismo Castillo. Ahora no saben sobre quién descargar la responsabilidad, mientras se multiplican informes sobre la conexión que existe en la frontera de Perú con Bolivia, entre las acciones violentas y el ex presidente Evo Morales que todavía defienden.

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La dictadura se presenta acorazada porque ha de vencer.
La democracia se presenta desnuda porque ha de convencer.
—Antonio Gala
 

05 octubre 2023

Brocha gorda

(Publicado en Brújula Digital el sábado 12 de agosto de 2023).  

Ser alcalde de La Paz es probablemente uno de los mayores desafíos de gobernabilidad en Bolivia. Por tanto, compadezco al Negro Arias por su ingrato trabajo (aunque parece que lo disfruta). He esperado que termine el mes festivo de la ciudad para publicar esto, lamentando que en plena celebración juliana la justicia manipulada por el gobierno del MAS haya citado a Arias como “testigo” en un caso de persecución política inventado por los rufianes que se apoderaron del poder el año 2006. Es la manera mezquina (propia de masistas) de aguar las fiestas de La Paz.   

Pero bueno, llega el momento de decir cosas que de repente no le gustan al alcalde (ya impermeable a la crítica), pero hay que decirlas. El aparato informativo de la Alcaldía se encarga de contarnos todas las cosas buenas de la gestión municipal, nosotros tenemos el deber de señalar los problemas que afectan día a día a los ciudadanos.

Arias dice que entregó centenares de “superobras” en julio. Reinauguró con fanfarria (por tercera vez) el doble embovedado del rio Choqueyapu (que heredó de Revilla y que se concluyó en diciembre de 2022), pero durante todo el mes, no vimos ni un solo trabajador en ese proyecto inacabado que debe convertirse en una ruta alterna hacia la zona sur de la ciudad. No es más de un kilómetro de asfalto, pero cualquiera diría que se trata de una obra colosal. Solo quedan en el lugar de la challa tres monigotes, pero ni la sombra de un avance de obra.   

Basta ya de festejar “el inicio” de proyectos: lo que queremos celebrar es el acabado de las obras. “Palabra empeñada, palabra cumplida” repite el alcalde en sus discursos, pero no cumple, aunque hace más promesas para su reelección. Un ejemplo: retiró a los muchachos que ordenaban el parqueo de autos en las calles y prometió parquímetros, pero no hay ni un indicio de eso y los jóvenes se quedaron sin empleo. Las cebras también han desaparecido (especie en extinción), con lo cual el caos vehicular es una pesadilla, porque además la Guardia Municipal es de una inutilidad pavorosa, incapaz siquiera de cuidar las paradas del PumaKatari o la seguridad peatonal en los pasos de cebra (que ahora dependen de los venezolanos que los pintan para ganar unas monedas). Necesitamos mejores paradas para el PumaKatari de manera que otros vehículos no se estacionen ahí, pero la alcaldía no hace nada.

Quisiéramos una Alcaldía que atienda los grandes problemas, como la limpieza del río Choqueyapu. Otras ciudades del mundo exhiben orgullosas los ríos que las atraviesan, mientras que aquí tratamos de ocultar con muros y embovedados la basura y el olor fétido de las aguas negras que riegan río abajo las verduras que consumimos. Es un asco, no hay otra palabra. No basta ocultar la cloaca abierta que cruza debajo de la ciudad, hay que impedir que el agua prístina que baja de las montañas se contamine. ¿Por qué no limpian los ríos en lugar de arreglar jardineras por enésima vez y volver a asfaltar calles que ya están asfaltadas? ¿Por qué no instalan basureros de plástico y no de lata, que se oxidan y no tienen capacidad? Se requiere basureros medianos en cada esquina, no solo grandes contenedores cada tres o cuatro cuadras.

No tenemos ciclovías, áreas peatonales y aceras donde se pueda caminar sin peligro de tropezar. Un cablerío enmarañado afea el paisaje urbano, las empresas privadas extienden cables como les da la gana, sin control. No basta aumentar las vías para los autos: cualquier planificador urbano sabe que mientras más se reducen los espacios verdes y más se amplían las vías para automóviles, más caótico es el tráfico. Vamos a contramano de las ciudades inteligentes.   

Queremos una alcaldía proactiva que haga agradable la vida cotidiana de los ciudadanos, no una de brocha gorda que solo se ocupa de arreglos cosméticos y colores chillones. Quisiéramos una alcaldía ágil que intervenga de inmediato (y no días después) cuando los comercios generan contaminación auditiva por encima de los decibeles permitidos, o suenan durante horas y sin motivo alarmas mal calibradas, o se satura el ambiente con bocinazos de conductores mal educados.

La Paz es una ciudad fea, ruidosa, desidiosa, sucia y maloliente. Cualquiera construye ilegalmente en un terreno, sin planos ni permisos municipales, sin preservar un metro para una jardinera o un árbol. La presión de tanta construcción sobre la red de agua potable, alcantarillado y electricidad es enorme (además de lo que significa como lavado de dinero sucio). Empresas constructoras bloquean las aceras con ladrillos y escombros impidiendo el paso peatonal, pero no aparecen inspectores para poner multas. Constructores abusivos no respetan las normas, y la propia Alcaldía promueve que excedan el número de pisos y violen otras disposiciones, porque luego “regularizan” pagando sumas ridículas o sobornando funcionarios.    

El teleférico ha permitido ver la ciudad por arriba y constatar el caos que reina en todas partes. El espacio público está avasallado por comerciantes informales (contrabandistas), que se instalan en parques y cruceros donde no se puede ya caminar y la basura se acumula, como en la calle 17 de Obrajes (para no mencionar el caos irreversible en los barrios populosos). En ciudades ordenadas, los informales huyen cuando llega la policía, pero en Bolivia la reciben con palos.

Y ahora sale el Negro Arias con la tontería de “renovar” la plaza Abaroa, un gasto insulso porque lo único que necesita esa plaza es que limpien los letreros que pintan en el piso para acomodar a la burocracia en los desfiles del 23 de marzo, y que luego se quedan todo el año sin que nadie los borre.   

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Ésta debe ser una tristeza urbana.
Los edificios no dialogan y el cansancio silba.
Niños piden limosna y no huelen a gardenia. Allí, secos.

Juan Gelman