(Publicado en el suplemento Ideas de Página Siete, el domingo 23 de abril de 2023)
No soy experto en economía (mi padre sí lo era), pero tampoco son expertos en economía 99.9% de los bolivianos que se dan perfecta cuenta de lo que está sucediendo.
Podemos encontrar explicaciones técnicas y científicas en artículos e investigaciones de Gonzalo Chávez o Enrique Velazco, entre otros lúcidos analistas que nos ilustran de manera didáctica sobre el descalabro al que nos está llevando el gobierno del MAS luego de 17 años de pésima di-gestión.
A nadie convence la millonaria propaganda que despliega en televisión, radio y redes virtuales el gobierno de Luis Arce Catacora, doblemente responsable de la debacle, primero como “súper-ministro” de Finanzas durante 14 años y luego como presidente de Bolivia. A tal punto es mentirosa y cínica esa publicidad pagada con nuestros impuestos, que basta leer la respuesta de los lectores de Facebook, en el propio muro de Arce: le dan palo hasta debajo del paladar. Los “guerreros” digitales (mercenarios pagados o funcionarios chantajeados) se esfuerzan de lunes a viernes en poner un emoticón con manitas que aplauden, o una frase tan simplona como lambiscona: “Adelante nuestro presidente”, pero son ampliamente rebasados por quienes escriben sentencias contundentes que desnudan al viceministerio de Propaganda, mal llamado “de Comunicación”.
A los especialistas en comunicación nos divierten los manotazos de ahogado del gobierno, pero hay una realidad muy dura que el régimen es incapaz de resolver y que llevará al Estado boliviano al colapso, lo cual es una paradoja mayúscula cuando sabemos que en Bolivia el 84% de la población económicamente activa es informal, es decir, autoempleada en el comercio, pequeños talleres o empresas de restauración, y en buena parte dedicada al contrabando o, lo que es peor, al narcotráfico. El 16% restante se divide entre el empleo formal en la empresa privada y el empleo formal en el Estado. Para decirlo con todas sus letras: el gobierno ha sido incapaz en 17 años de hacerse cargo de menos del 10% de la población.
Por el contrario, para sostenerse alienta la informalidad más salvaje. En ningún gobierno anterior al MAS ha crecido tanto la minería ilegal, el contrabando y el narcotráfico. Es fácil de comprobarlo. Cerca de Palca, en las faldas de Illimani operan compañías mineras chinas que mantienen guardias de seguridad en un perímetro que nadie puede penetrar. Los jóvenes varones en edad de colegio secundario abandonan sus estudios para dedicarse a actividades de minería, de contrabando o de narcotráfico. Los valores que quizás heredaron de sus padres ya no son válidos.
El desvelo de Arce es llegar a 2025 sin tocar fondo, para clamar que su gobierno dejó una economía en equilibrio y que los que vienen después (y antes que él) son responsables de la debacle, pero los cálculos más optimistas se topan contra un alto muro, imposible de salvar. Dos años antes ya hay serios síntomas de deterioro. Si Arce tiene un mínimo de inteligencia (ha probado no tenerla), no será candidato, a menos que entregue el país a los chinos y la deuda externa se multiplique.
En la perversa “lógica” de administradores del Estado, los gobiernos del MAS gastaron más de lo que percibieron. Para mantener el espejismo de la estabilidad (parecido a los reflejos en el salar de Uyuni, tan volátiles como el “mar de gas” prometido), el gobierno planea meterle mano a la Gestora de pensiones, que nació con el cáncer de la corrupción, basta ver lo que costó el software (más de $US 5 millones, como si fuera la primera administradora de pensiones del mundo).
Toda vez que ya limpiaron hasta el último dólar del Banco Central (que ya no ofrece hace meses boletines estadísticos), y que han sido incapaces de industrializar el litio, como ya lo hacen Chile y Argentina, acuden ahora a la cooperación internacional multilateral para tapar agujeros. Y esta cooperación da nuevamente señales de que está dispuesta a apoyar a un gobierno corrupto y autoritario que vulnera los derechos humanos.
El juego doble del BID, el Banco Mundial, la CAF, el FMI, el PNUD y otros organismos de financiamiento y de cooperación ha sido permanente a lo largo de los gobiernos del MAS. La hipocresía en ambos lados es una constante. Un representante del Banco Mundial contaba que Evo Morales, delante de él, esgrimía furibundos discursos contra el imperialismo, el FMI y el Banco Mundial, y luego le decía al oído: “Perdón hermanito, tengo que hablar mal de ustedes públicamente”. En privado era otra cosa: una amiga jubilada del Banco Mundial contaba que nunca habían trabajado mejor con gobiernos anteriores al MAS.
El PNUD es otro caso de estudio. Aunque no dispone de grandes sumas de dinero, estableció una relación íntima con un puñado de “consultores eternos” recomendados por el MAS (amigos del “vice” Linera), que han vivido con buenos salarios pasando de un proyecto a otro durante tres lustros. Masistas medulares sin alardes, mantienen un perfil bajo, pero calladitos siguen empleados, a veces en dos o tres consultorías al mismo tiempo o a través de alguna ONG subcontratada con dinero de la cooperación.
Ahora se discute en la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) la aprobación de nuevos créditos, entre ellos $US 500 millones del BID de libre disponibilidad, destinados a pagar sueldos y otras obligaciones, con la coartada del COVID (qué paradoja), y otros marcados para proyectos específicos. Con la habilidad que tiene el MAS para malversar fondos, todo entrará en una misma bolsa.
Mientras tanto una delegación del gobierno está en Washington para “pedir cacao” (como dicen en Nicaragua) al “imperialismo”. Recordé que hace un par de años nuestro vecino argentino, Alberto Fernández, otro populista con discurso desafiante, vociferaba que nunca se pondría de rodillas ante el FMI. Pues bien, es exactamente lo que hizo en días pasados con una gran sonrisa.
Entonces, no estamos solamente frente a un descalabro económico con devaluación paralela e inflación disfrazada, sino también sufriendo las consecuencias de la inversión de valores, de la corrupción, del doble discurso y del sometimiento de la soberanía (a chinos, rusos y gringos por igual), con la complicidad de los ya mencionados organismos multilaterales de financiamiento y de cooperación. Con el argumento de que quieren “aliviar al pueblo boliviano”, seguirán apoyando al gobierno del MAS, a pesar de sus antecedentes criminales.