16 octubre 2020

Oficio de sabotajes

Por el "silencio electoral" y la cautela editorial esta nota no pudo publicarse en Página Siete el 17 de octubre.  Pero no hay quien impida que circule en las plataformas virtuales y espero que tenga más lectores. 

Hasta el más obtuso sabe que un voto por Luis Fernando Camacho podría hacer que el MAS gane en la primera vuelta en las elecciones del domingo 18 de octubre. Y la propuesta engañosa del "voto cruzado" solo le quitaría fuerza a Carlos Mesa en una Asamblea Plurinacional dominada por el MAS. La incapacidad de un simple cálculo numérico muestra la desorientación de quienes podrían favorecer al autócrata que gobernó catorce años aunque crean que votan por un líder regionalista (de limitado alcance intelectual). 

A ese escenario irracional vaticinado por las encuestas, se suma la incertidumbre por las acciones que el MAS puede cometer para aferrarse al poder mediante medidas desesperadas. Hay suficientes señales y se puede esperar lo peor de un cacique autoritario que manejó el país como señor feudal, incapacitado para la vida democrática, pero ducho en provocar caos y zozobra. 

Los actos de desestabilización no han cesado desde el fraude del 20 de octubre de 2019: la gente que gritaba "ahora sí, guerra civil" agitando dinamitas o bombas molotov en Senkata y Sacaba, era parte de esa estrategia. Además del audio de Evo Morales (verificado por expertos internacionales) donde ordena cercar ciudades y provocar actos de sedición, sus "guerreros digitales" han estado muy activos durante todo este tiempo pandémico, fabricando noticias falsas difundidas a través de redes virtuales y han intentado hackear o bloquear cuentas oficiales o de políticos. Otros sabotean desde el mismo Estado donde aún trabajan, como pasó en el ministerio de Salud con las adquisiciones para el Covid-19. 

Los organismos de seguridad han capturado a militantes masistas con explosivos, armas y dinero. Por las permeables fronteras de Bolivia el MAS está metiendo los "insumos" para sabotear las elecciones. En el Chapare sus seguidores han secuestrado a policías y amenazado a pobladores, y los dirigentes cocaleros han dicho abiertamente que no aceptarán los resultados de la elección si no gana su partido. Si bien el candidato del MAS mantiene una actitud de corderito degollado, el verdadero dueño del circo, Evo Morales, prepara actos que le permitirán clamar que hubo "fraude" o "irregularidades". 

El Tribunal Supremo Electoral (TSE) nos asegura que la cadena de custodia será impecable, así como todo el proceso electoral, pero las fuerzas de seguridad del Estado deberían tomar previsiones para que no se produzcan atentados y sabotajes. Por ejemplo, antes y durante el acto de votación, militantes del MAS podrían intentar secuestrar o quemar urnas para invalidad mesas, por ello es imperativa la presencia de la fuerza pública además de los propios ciudadanos para defender su voto. 

Al final de la jornada del domingo 18 el MAS podría intentar interrumpir el conteo rápido saboteando torres de electricidad o cables de internet que proveen el servicio necesario a las salas de cómputo. Los guerreros digitales del MAS intentarán también hackear los servidores del Órgano Electoral Plurinacional (con la pericia que han demostrado durante el fraude de 2019). Para prevenir esto, el OEP debe tomar medidas: generadores de electricidad de inicio automático y servicio de internet blindado, con capacidad inmediata de recurrir a un proveedor alterno en caso de fallas. La policía y el ejército deben resguardar las torres de electricidad y las fuentes de internet.

Después de la votación también pueden producirse hechos violentos que intenten invalidar el proceso electoral. Ya vimos en 2019 la furia masista que incendió Tribunales Electorales Departamentales (TED), estaciones policiales y otras instituciones públicas. El resguardo de recintos del Estado es fundamental para frenar esos actos de terrorismo que podrían afectar los resultados. Finalmente, no debe excluirse la posibilidad de que el MAS fabrique "pruebas" de un supuesto fraude como ya anuncian sus portavoces, entre ellos la ex ministra del sombrero, experta en manipular a la opinión pública. 

El papel de los observadores electorales de organismos internacionales es crucial. No debería limitar su trabajo a las ciudades y quedarse en una zona de confort. Su presencia es más necesaria en los lugares donde sabemos que puede existir confrontación y conflicto. Pero no bastan los observadores electorales, ni el despliegue de organismos de seguridad, ni todas las previsiones que ojalá haya tomado del Tribunal Supremo Electoral: la ciudadanía debe estar alerta y cuidar su voto en todo el país.

El riesgo de sabotajes es inminente, y el único partido político que tiene interés en algo así es el MAS. Su desesperación es peligrosa. Nadie dude de ello.