17 junio 2022

Parábola de una carrera

(Publicado en Página Siete el sábado 28 de mayo de 2022)

 Los temas locales suelen ser considerados secundarios en las columnas de opinión, comparados con los temas de importancia nacional o internacional. Sin embargo, a todos debería importarnos lo que nos sucede de cerca, en el barrio y la ciudad donde vivimos. Cotidianamente soportamos estoicamente el ruido irracional de las bocinas y alarmas de autos, la basura tirada en las esquinas, los ríos como cloacas o el tráfico sin regulación.

 Hoy me voy a referir a la convocatoria para la carrera 4k de la Alcaldía en la zona sur de La Paz. Mi primera reacción fue “no lo puedo entender” (como solía decir el cacique destronado). Sin embargo, luego de analizar el tema, sirve de parábola porque expresa la improvisación del primer año de gestión, que se ha cumplido recientemente, en el Gobierno Autónomo Municipal.

 La convocatoria a una carrera de 4 kilómetros llama la atención porque, como norma internacional, las carreras pedestres suelen ser maratón (42K) , media maratón (21K), 10K o 5 K. ¿Por qué 4K? Quizás porque no quieren llegar hasta el parque Bartolina Sisa, ya que ese recorrido ha sido descuidado por la Alcaldía desde que ocurrió el derrumbe en Amor de Dios a principios de agosto de 2021. Cuando ocurrió ese desastre, invadieron el corredor peatonal para abrir el tránsito de vehículos, y luego lo abandonaron con polvo y barro, aunque se podía haber aprovechado esa oportunidad para renovar el trayecto, que es uno de los pocos que tenemos para trotar o caminar en la zona sur.

 Lo que más sorprende en la convocatoria son las categorías de edad, divididas de manera tan arbitraria que confirma que es gente improvisada la que planifica. La mayoría de las asociaciones de atletismo internacional reconoce estas categorías: menores de 14 años, 15-19, 20-29, 30-39, 40-49, 50-59, 60-69, 70-79, 80 en adelante. Es decir, cada diez años. Pero en Bolivia la categoría “juvenil” abarca solamente a personas de 17 y 18 años. La categoría de “mayores” se extiende de 19 a 35 años, otra arbitrariedad, pero no tan jocosa como la que sigue: los “sénior” serían los de 36 años para adelante. No existe la categoría de “adulto mayor”, los mayores de 60 años tendríamos que competir en la misma categoría de nuestros hijos.

 Lo anterior indica desconocimiento de la Ley No. 369 del Adulto Mayor, y de la Ley No. 342 de la Juventud (de 16 a 28 años). Si no se quiere establecer categorías cada diez años, al menos debería existir una para los adultos mayores, al fin y al cabo, estamos hablando de apenas 4 kilómetros, no 42. ¿En qué están pensando los genios de la Alcaldía?

 Lo que precede es una raya más al tigre en una gestión que va dando tumbos porque la politiquería parece caminar (o trotar, ya que estamos) por delante de la racionalidad de las decisiones. La propaganda de que “el alcalde inauguró más de una obra por día” como había prometido, no significa nada si se cuentan en esa cifra los bacheos de calles y otras acciones menores que son parte de las obligaciones establecidas. 

 La miopía política y un prematuro lanzamiento electoral hace que no se estén planteando nuevas obras de envergadura, con la manida coartada de que no hay dinero y de que se van a ahorrar centavos despidiendo gente y cerrando servicios (para luego argumentar que la alcaldía no hace más porque carece de personal).  

 Si así seguimos, viviremos un día a día cada vez más preocupante: siguen levantándose construcciones ilegales alentadas por una ley de “regularización” demoledora para la ciudad, pero no para los constructores tramposos. Siguen los avasallamientos, el caos vehicular, los ríos de la ciudad envenenados, la infinidad de cables que saturan los postes, la basura dispersa en las calles, y la delincuencia de toda especie.

 Las normas no se aplican o se tuercen debido a la corrupción que reina. Las obras que dejó sin terminar la gestión anterior siguen con retraso. Se anuncia una fecha de inauguración, luego otra, y más tarde otra. No hay respeto por el calendario y le suelen echar la culpa a la temporada de lluvias, como si no supieran que se repite cada año.

 Si como ciudadanos no protegemos lo que está más cerca de nuestra vida cotidiana, nuestra esquina y nuestro barrio, poco podremos hacer por aquellos grandes temas que afligen al país.

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Los aplaudidores demagogos son aún más peligrosos
y despreciables que los fundamentalistas. Al menos éstos tienen fe.
—Arturo Pérez Reverte