20 diciembre 2019

Nueva Cinemateca de Bogotá

 Tuve la oportunidad de visitar el nuevo edificio que aloja desde hace unos meses a la Cinemateca de Bogotá (antes Cinemateca Distrital de Bogotá, fundada 48 años antes), una institución emblemática que recibe el apoyo de la Alcaldía Mayor de esa gran ciudad.

En su nueva etapa, Paula Villegas Hincapié ocupa el cargo de gerente del Centro Cultural de las Artes Audiovisuales del Instituto Distrital de las Artes (IDARTES). Ese es el nombre completo de la Cinemateca, parte del complejo entramado cultural de la Alcaldía Mayor de Bogotá. Paula Villegas, una artista en el campo de la video danza, tiene la formación y la experiencia necesaria, ya que estudió dos carreras que se complementan: comunicación social en la Universidad Bolivariana de Medellín y artes plásticas en la Universidad Nacional. En España estuvo durante dos años en Valencia para hacer una maestría en investigación y creación en artes visuales, y otros dos años en Salamanca, donde completó una maestría en historia del arte. 

Trabajó cuatro años en el ministerio de Cultura, en el área de televisión pública y otros tres años en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, en el centro de creación e investigación conocido como el Ático, un laboratorio cultural donde desde septiembre de 2010, las artes, las tecnologías, la información y la comunicación convergieron con el concurso de las Facultades de Artes, Comunicación y Lenguaje, Arquitectura y Diseño e Ingeniería en busca de compartir conocimientos y experiencias de forma colaborativa en un mismo espacio.

Visitar la nueva Cinemateca de Bogotá acompañado por su directora-gerente, fue una oportunidad que me permitió comparar esa experiencia con la de Bolivia y de otras filmotecas en América Latina que he conocido a través de varias décadas.

A diferencia de la Cinemateca Boliviana, la de Bogotá no es un archivo cinematográfico de la producción nacional, sino una institución de promoción del cine y de capacitación en artes audiovisuales. Hay otra entidad privada en Colombia, el Archivo Fílmico, que tiene como misión el acopio, la restauración, la catalogación y la preservación de la producción de cine en Colombia.  Ambas instituciones reciben el apoyo del Estado, algo que quisiéramos ver en Bolivia, donde la Cinemateca ha sobrevivido a pesar del Estado, particularmente en los 14 años pasados.

Lo primero que llamó mi atención al recorrer la Cinemateca de Bogotá es la dimensión y la estructura del nuevo edificio, que cuenta con cuatro salas de cine, amplios ambientes dotados del equipamiento necesario para ofrecer cursos y talleres de capacitación, un salón para exposiciones temporales y la Biblioteca Especializada en Cine y Medios Audiovisuales (BECMA) con espacio para alojar colecciones que representan más de 50.000 unidades bibliográficas, hemerográficas, fotográficas, iconográficas, gráficas, sonoras y audiovisuales. Tanto la biblioteca, los espacios para talleres, una librería y el salón de exposiciones se encuentran en la planta baja para facilitar el tránsito público, mientras que las salas de cine están en el segundo y tercer piso.

El énfasis en la capacitación es la principal vocación de la Cinemateca de Bogotá. De ahí que todos los espacios están equipados con computadoras, estudios de filmación, y facilidades que se ofrecen para que grupos de jóvenes puedan trabajar. Me dice Paula Villegas: “Esta Cinemateca nació con el objetivo principal de expandir la producción de contenidos audiovisuales, usando software libre y tecnologías de última generación”. La Cinemateca ofrece becas para participar en los laboratorios y esas actividades se realizan también de manera descentralizada en las localidades, a través del proyecto Cinemateca Rodante. Además, una convocatoria de residencia de proyectos, para jóvenes que llegan para trabajar durante un mes o más en sus proyectos.

Los espacios incluyen una sala de creación digital, con varias aulas para capacitación, no solo para estudiantes de cine, sino para cualquiera que tenga interés en los procesos creativos audiovisuales. Estos espacios están reservados para la creación de contenidos inmersivos, e incluyen un estudio de televisión y facilidades de postproducción.

“Tuvimos que elegir entre ser un centro cultural o un museo de cine, y escogimos ser un centro cultural, ya que no tenemos archivos fílmicos, salvo una cantidad pequeña, copias internacionales de tránsito que se fueron quedando en la Cinemateca. Toda la nacional se entrega a Patrimonio Fílmico. Nosotros tenemos algunas copias interesantes como “El acorazado Potemkin” (1925) de Eisenstein, o “Nanook el esquimal” (1922) de Robert Flaherty. Tenemos una copia única, que no existe en todo el planeta, de un film donde aparece Benny Moré, y un documental sobre el Che Guevara que es una copia única. Estamos acondicionando una bóveda para guardar todo eso”, agrega Paula Villegas.

Las copias residuales que películas del cine mundial que circularon alguna vez en las salas de cine de Colombia, se conservan en la Cinemateca y se digitalizan allí gracias a una máquina especial para ese fin, quizás menos sofisticada que la que conocí en la Cinemateca del Ecuador, pero suficiente para preservar los clásicos del cine mundial y de América Latina, como “La perla” (1947) de Emilio Fernández. Con apoyo de un proyecto de Ibermedia, se están cambiando los envases de las películas, descartando los de metal.

“Algunas de las copias estaban mal conservadas, olían a vinagre. Hemos estado separando las copias que olían a vinagre de las otras, y vamos a colocarlas poco a poco en la bóveda a una temperatura adecuada. Lo ideal sería tenerlas todas a unos 5 grados de temperatura”, me explica Henry Caicedo, arquitecto de formación, a cargo de la restauración, digitalización y preservación, luego de un entrenamiento que recibió en la Escuela de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, en Cuba.

Además de libros, la Cinemateca de Bogotá publica regularmente dos colecciones de revistas: los “Cuadernos de cine colombiano”, de aproximadamente 200 páginas, y la Revista Cinemateca, con un formato más ligero (20 páginas), con artículos de divulgación sobre las actividades y la programación de la Cinemateca. Ambas publicaciones están muy bien diseñadas y su contenido incluye artículos, crítica de cine, entrevistas, fotografías, etc. El formato de “Cuadernos de cine colombiano” es cuanto más interesante cuanto que cada número está a cargo de un “editor invitado”.  Por ejemplo, David Melo para un especial sobre “Cine y televisión” (Nº 25), Jaime Tenorio para “Instrumentos del Estado para el fomento del cine” (Nº 26) o Isabel Torres Reyes para “Sonido” (Nº 29). Estos tres números corresponden a 2016, 2017 y 2019.

En los pisos superiores, la Cinemateca cuenta con 4 salas (3 de cine, equipadas en 4K y proyectores de 35mm), que funcionan por las tardes en horarios intercalados. Además, un salón múltiple para talleres, foros, clases, contenidos inmersivos, 360, y con interacciones con teatro y otras artes.

“Uno de mis espacios favoritos es para la primera infancia, lo estamos recién adaptando.  Es para que los niños puedan experimentar.  Está destinado a los más pequeños, a veces vienen colegios en las mañanas, pero por las tardes está abierto al público”, dice Paula Villegas. “La sala E se equipará con butacas retráctiles para otro tipo de creaciones y experiencias. Aquí no se muestra programación de cine, pero se realizan actividades relacionadas con eventos y festivales”. La sala de cine más grande es 272 personas, y las otras dos salas cada una para 75 personas. Durante mi visita, en el curso de la mañana, en la sala más grande había una actividad de cine club con adultos mayores, familiarizándolos con un ciclo de clásicos del cine mexicano.

Cuando la cultura es una prioridad para el Estado, ya sea en el nivel nacional o municipal, encontramos experiencias alentadoras como la Cinemateca de Bogotá.
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El olvido no es lo contrario de la memoria.
La memoria es, esencialmente, recuerdo y olvido.
Sólo puede recordarse sobre un fondo de olvidos.
Sólo puede olvidarse sobre un fondo de recuerdos.
—Luis Ignacio Helguera