El día que fuimos a votar |
La revolución de las "pititas" |
La violencia sin control en El Alto |
La Policía Nacional se amotina contra el fraude |
Hubo un giro de 180
grados cuando la policía, cansada de ser colchón amortiguador entre las turbas
violentas del MAS y la ciudadanía de las “pititas”, se acuarteló y se declaró
en rebeldía el 8 de noviembre. Las calles quedaron a merced de vándalos y de la
violencia orquestada por el MAS. Volaban bombas molotov y cachorros de
dinamita, las pititas tuvieron que replegarse.
El domingo 10 de
noviembre quedará como una fecha de infarto en la memoria de los bolivianos.
Cada hora sucedía algo extraordinario. Primero, el informe preliminar de la
auditoría de la OEA solicitada por el propio gobierno de Morales, puso en
evidencia las irregularidades graves del proceso electoral, pero ciego y sordo,
el candidato Morales insistía en su victoria prefabricada con mañas.
Ese mismo día, la
Central Obrera Boliviana (COB), tradicional aliada de Evo Morales, le pidió que
renunciara por el bien del país. Morales hizo tardías declaraciones cediendo
terreno político, mientras por detrás alentaba la confrontación con la
esperanza de un “mamertazo” en su favor, pero no fue así. Por el contrario, los
altos jefes militares intimaron al comandante de las Fuerzas Armadas, el
General Kalimán, a que emitiera una concisa declaración indicando que los
militares no iban a disparar contra el pueblo, y que sugerían que Evo Morales
renunciara para evitar más violencia.
Luego de 14 años de
poder absoluto, el miedo se apoderó del autócrata. No hizo el menor intento de
resistir. Estuvo unas horas más refugiado en su zona de seguridad del Chapare,
en espera del avión mexicano que vino a recogerlo y renunció con un largo
discurso que parecía de campaña electoral. Triste final para quien se las daba
de valiente y ganaba partidos de fútbol (y elecciones) a rodillazos.
La Asamblea Legislativa Plurinacional aprueba la sucesión constitucional |
La insidiosa campaña
internacional liderada por México, hablaba de “golpe” en Bolivia, a pesar de
que todas las instituciones seguían funcionando normalmente y que el ejército
sólo intervino atendiendo la voz de auxilio de la policía, para resguardar
instalaciones públicas y ciudades amenazadas por grupos violentos. La CIDH, que
nunca abrió la boca sobre las violaciones de derechos humanos durante los tres
gobiernos de Morales, de pronto despertó para condenar al gobierno provisional
de Jeanine Añez.
La pacificación se
logró gracias a dirigentes jóvenes del propio partido de Evo Morales, que
ocuparon las presidencias del senado y de diputados en la Asamblea Legislativa
y se apegaron a la legalidad del proceso constitucional. La Unión Europea, la
iglesia y el CONADE jugaron un papel positivo en las negociaciones. El sector violento
y corrupto del MAS, cercano a Morales, quedó en minoría.
Finalmente, las
elecciones libres y transparentes aparecen en el horizonte con la calidez de un
sol de esperanza.
(Publicado en Página Siete el sábado 14 de diciembre
2019)
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El ajedrez es la única forma civilizada de hacerle la vida
imposible al prójimo.
—Luis Ignacio Helguera