01 febrero 2021

Freddy, el ojímetro

Habría que hacer una lista de los largometrajes bolivianos en los que no trabajó, porque hacer una lista de aquellos en los que contribuyó llevaría varias páginas. Freddy Delgado es fundamental en las últimas cuatro décadas de la cinematografía boliviana, colaborador por excelencia como asistente de cámara, foquista, técnico dispuesto a ejercer las múltiples labores que hacen que una película esté bien hecha.

Freddy Delgado, Alfonso Gumucio y Ramiro Valdez

Conmigo trabajó en dos oportunidades. La más reciente, en el largometraje documental Amanecer Chipaya (2018).  Junto a Ramiro Valdez (sonidista) me acompañó como camarógrafo a Santa Ana de Chipaya, y con el equipo más reducido que uno pueda imaginar en una producción cinematográfica (director, camarógrafo y sonidista), hicimos ese largo que solo se estrenó en la propia comunidad chipaya, con Sebastiana Kespi y Paulino Lupi (López) en la primera fila de la audiencia.

Muchos años antes, a principios de la década de 1980, Freddy y otros miembros de su grupo de amigos técnicos, colaboró conmigo en otro proyecto frustrado, mi película sobre Luis Espinal. En ese momento filmamos en 16mm y Freddy fue asistente de Armando Urioste en la cámara. Pasaron muchas cosas que no vienen a cuento aquí, y luego de tres intentos abandoné esa aventura.

Grupo La Escalera

Freddy siempre tuvo cara de niño y espíritu bonachón, desde que lo conocí colaborando con Antonio Eguino en la década de 1970 —cuando todavía su cuerpo hacía honor a su apellido— hasta que le disputó el mote de “Gordo” a otro gran amigo suyo y nuestro, Guillermo Aguirre, que también se fue sorpresivamente el 22 de mayo de 2016, mucho antes de esta pandemia aviesa, que si uno se descuida un minuto nos muerde el alma.   

Con el Gordo Aguirre, Ramiro Valdez, Daniel Quintana, Gaspar Vera, David Vargas, Guido Álvarez y Guillermo Barrios cultivaron una complicidad especial en la amistad y en el oficio, que los llevó a crear el grupo de cine La Escalera, por la que subieron a la realización cinematográfica sin depender de otros.  En ese periodo fértil hicieron varios cortometrajes. Hasta cuando (1978), que obtuvo el premio Cóndor de Plata en su primera edición. Se trata de un semi-documental en blanco y negro que en 13 minutos narra la historia de un niño de escasos recursos que admira a dos deportistas bolivianos y aspira a ganar una carrera para superarse en la vida. Una narrativa similar (voz en off, música de fondo, película en blanco y negro en 16 mm) tiene Dale Martín (1979), que también obtuvo el premio Cóndor de Plata, en 1980. Aquí, el personaje principal es un humilde artesano que, presionado por la falta de trabajo y oportunidades, pasa a engrosar las filas de los alcohólicos de las laderas de La Paz, los “artilleros” que beben hasta morir. El grupo La Escalera continuó luego unido por la amistad, hasta que la muerte los ha ido separando.

Durante la filmación de Chuquiago (foto @DanielleCaillet)

Freddy Delgado trabajó con los cineastas más importantes de Bolivia. En casi todas las películas de Antonio Eguino y Paolo Agazzi, pero también con Danielle Caillet, Mela Márquez, Silvia Rivera, Juan Carlos Valdivia, Carina Oroza y recientemente con Jorge Sanjinés, entre otros.  Su experiencia fue creciendo hasta hacerse indispensable en los rodajes. También trabajó en rodajes de directores de otros países que filmaron en Bolivia. Lo hizo en Blackthorn (2011) de Mateo Gil, Olvidados (2014) de Carlos Bolado, entre otras.

En Chuquiago con Antonio Eguino, Paolo Agazzi, Oscar Soria,
Danielle Caillet, Luis Espinal, entre otros. 

Antonio Eguino fue quien lo formó desde que era un adolescente de 15 años, a principios de la década de 1970, y luego trabajó en las películas de su maestro. Conocí a Freddy en la época de Chuquiago, sencillo y voluntarioso, siempre dispuesto a aprender y a trabajar. En las fotos de filmación del largometraje de Antonio Eguino, aparece junto a Luis Espinal, Paolo Agazzi, Julio César Paredes, Guillermo Aguirre, Tatiana Aponte, y otros que fueron parte de esa gran aventura: la película más vista del cine boliviano.

Antes de iniciarse en el cine, era ayudante en el estudio fotográfico de Antonio Eguino, en la Plaza del Estudiante: “Freddy trabajaba conmigo primero en la foto, y después en la productora de cine Ukamau. Siempre llevaba la iniciativa en el deseo de aprender y aportaba con su creatividad. Tuvo una amplia experiencia en el aprendizaje del cine para llegar a ser un gran fotógrafo y camarógrafo, pero además se fogueó en casi todas las otras labores del cine. Debo decir con mucho orgullo que Freddy, con algo de mi ayuda, llegó a ser un gran profesional y un hombre que todavía necesitaba más años para seguir trabajando en lo que más amaba: el cine”, recuerda Antonio Eguino.

Paolo Agazzi, Freddy Delgado y Antonio Eguino 

Su relación con Paolo Agazzi fue igualmente prolongada, se conocieron durante el rodaje de Chuquiago, en 1976: “Freddy era poco más que un adolescente ávido de aprender y sin embargo ya con la disciplina y la seriedad de un verdadero profesional. Posteriormente estuvo en todas mis películas, desde Mi socio hasta la más reciente Mi socio 2, con la misma profesionalidad, el mismo entusiasmo y la entrega de siempre. Cuando se habla de los autores de una película, generalmente se menciona el director o, en el mejor de los casos, el guionista, productor o actor principal… y se olvida que el cine es, en su esencia, un trabajo de equipo donde el aporte de personas como Freddy es fundamental y sustancial. Gracias Freddy y hasta siempre: nos dejas muchas películas y, sobretodo, muchos recuerdos imborrables”.

Con su amigo más cercano, Ramiro Valdez, hacían un dúo inseparable de cámara y sonido. Crecieron juntos en la actividad: “Freddy era un ser humano extraordinario, avanzamos juntos en nuestra profesión de manera empírica, sufrimos juntos nuestras penas y disfrutamos al máximo nuestras alegrías. Llegamos a ser un equipo que no necesitaba de la palabra, bastaba mirarnos para hacer nuestro trabajo de la manera más eficiente. El jueves 7 de enero a las 11:15 nos escribimos cuando ya estaba hospitalizado, y le dije: «Sé, querido Gordin, que saldrás de este problema victorioso y así se cumplirá mi deseo de darte nuevamente un abrazo. Te quiero mucho». Él respondió: «Gracias mi gran hermano, ya volveremos a las luchas» y añadió una manito con el pulgar hacia arriba.

Con Sebastiana Kespi en la filmación de
Amanecer chipaya (foto @AlfonsoGumucio)
 

Otro cineasta amigo, Milton Guzmán, recibió con el mismo pesar la noticia de la partida del “Gordo” Delgado: 

Las pausas en el rodaje de Los viejos soldados, el más reciente largometraje de Jorge Sanjinés eran la oportunidad de ponernos a conversar con Freddy, nos invadían las nostalgias de los rodajes en celuloide, con equipos de cine más reducidos, la Arri BL, la Eclair, la Bolex, y entrenar el ‘ojímetro’ para determinar el diafragma sin fotómetro. Donde nadie podía competir con él, era en el cálculo de la distancia, no fallaba, era de una precisión asombrosa, pero su valor humano fue mucho más grande, difícil de medir… Por eso nos dejas un vacío enorme, todos los rodajes te extrañarán querido amigo… hasta la próxima claqueta”.

Freddy Delgado con Mela Márquez

La directora de la Cinemateca Boliviana, realizadora cinematográfica, también trabajó con Freddy en uno de sus proyectos. Conoció al “Gordo” Delgado en la década de 1980, a través de Antonio Eguino, y lo recuerda así: “Yo hacía apenas las primeras armas en este oficio y tu muy a pesar de tu juventud ya te movías con enorme destreza entre las luces, las cámaras, los lentes y los chasis que cargabas como un mago en absoluta oscuridad. Pero en lo que eras ya un maestro era en ajustar el enfoque de los lentes de modo milimétrico. Fuiste mi compañero de viaje en muchos rodajes, siempre con tu sonrisa y esa calidez humana que traspasaba todas las barreras, el último metraje que corrimos juntos fue en el rodaje de Caída al cielo que seguro saldrá a la luz cuando tú ya estarás junto a Jaime Sáenz, listo para poner en foco a los ángeles, allá en lo alto del cielo”. 

En la filmación de Los viejos soldados (foto @MiltonGuzmán)

Con Jorge Sanjinés colaboró antes de la pandemia en el rodaje de la película sobre la guerra del Chaco todavía no estrenada, Los viejos soldados. Jorge recuerda que Freddy era “un hombre calmado, atento y cordial. Un ser que transmitía alegría y un profesional excepcional”.  Durante la filmación Milton Guzmán le tomó una foto emblemática en la que Freddy mira hacia la cámara y hace un gesto con la mano como si se estuviera despidiendo de nosotros.

Vivió el confinamiento del coronavirus como pudo, como todos nosotros, escarbando en sus archivos personales y encontrando joyas de la memoria, fotografías de los rodajes en los que había participado a lo largo de los años. Esas fotos están todavía en su cuenta de Facebook, que ojalá la familia y los amigos sigan alimentando.

Recibe de Pedro Susz un reconocimiento 
de la Alcaldía de La Paz 

El miércoles 6 de enero Freddy se indispuso y al día siguiente fue hospitalizado.  Estaba de buen ánimo, según le contó su hijo Daniel a Ramiro Valdez. Ese mismo jueves 7 de enero, poco antes de las 8 de la noche, Freddy falleció con insuficiencia pulmonar. En algún momento de descuido el coronavirus se metió en su cuerpo hasta derrumbarlo.  

La última iniciativa de Freddy Delgado fue realizar una película testimonial sobre su amigo y compañero de trabajo Guillermo Aguirre, para lo cual convocó en las últimas semanas a varios directores que podían ofrecer su testimonio, Paolo Agazzi y Antonio Eguino accedieron a ser entrevistados. Esperemos que ese documental, ahora bajo la responsabilidad de Ramiro Valdez, no quede truncado, y que por el contrario se convierta también en un homenaje al propio Freddy Delgado, a quien le debemos tanto compromiso y amor por el cine. 

(Publicado en Página Siete el domingo 10 de enero de 2021)

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El componente más importante de una cámara
está detrás de ella. —Ansel Adams