14 mayo 2021

Nuestro vacunagate

No podía ser más bochornoso el manejo demagógico y oportunista que hizo Arce Catacora de las vacunas para el coronavirus. El matonaje político del presidente solo fue superado por la ineficiencia, la incompetencia y la desorganización que impidieron salvar vidas. El gobierno no tiene un plan, está desorientado y rebasado porque no existe liderazgo. El pusilánime presidente prefiere desaparecer de los escenarios donde hay periodistas, pero allá donde sabe que nadie puede cuestionarlo, hace declaraciones triunfalistas que su ejército de guerreros digitales multiplica en tuits y notas de Facebook, inventando un país paralelo e imaginario.

El 22 de enero anunció la llegada “la próxima semana”, de 15 millones de vacunas. No pasó nada.  Durante la primera semana de marzo, previa a las elecciones subnacionales, Arce hizo un despliegue de propaganda perverso y engañoso: se prestó la nimia cantidad de 20 mil dosis de Sputnik V de su socio argentino (con cláusula secreta sobre el precio), y se dedicó a recorrer el país asegurando en cada lugar con bombos y platillos “la vacunación masiva”. Aparecía en todas las fotos, como si su presencia ayudara en algo. Los incautos le creyeron, aún cuando esa cantidad de dosis no alcanzaba siquiera para el 5% del personal de salud de primera línea. Gastó en viajes y publicidad lo que podía destinarse a comprar una mayor cantidad de vacunas.  

Arcínico en todas las fotos 

La burda estratagema electoral puede calificarse de infame porque jugó con la salud de los bolivianos, en función del chantaje para ganar votos. Arce ni siquiera palidece, se ha revelado tan cínico como su tutor, el innombrable. El oscuro funcionario de gobiernos neoliberales, aprendió en 14 años todas las mañas y malas costumbres del MAS.  

Antes de las elecciones Arce ofreció vacunar a toda la población hasta junio y publicó calendarios que han ido modificándose semana tras semana por la incapacidad de colocar vacunas. Para crear una cortina de humo sobre su ineptitud, Arce arguye que los países ricos acaparan vacunas o descarga la responsabilidad sobre los SEDES departamentales. Típico de él: repartir culpas para no asumir su propia incompetencia. Lo cierto es que el gobierno no ha sido capaz de colocar las vacunas que ya habían llegado: hasta la anterior semana no se vacunaban más de ocho mil personas al día en todo el país (menos de 3 millones en un año). A ese ritmo, habría que esperar cuatro años para estar todos vacunados. La cifra comenzó a mejorar recién en la última semana de abril con el concurso de la UMSA y otras instituciones, por iniciativa de los Sedes.  

La Caja Nacional de Seguridad Social (CNS) se convirtió en el paradigma de la incompetencia. De nada servía la falacia de registrarse primero en internet, como si el gobierno se hubiera modernizado. La gente hacía fila desde las 3 de la madrugada porque en los centros de la CNS repartían solo 50 o 100 fichas por día. Indolentes, dejaron que adultos mayores se apretujaran en largas colas, primero bajo el frio amanecer y luego con el implacable sol de la mañana, y todo, para decirles que ese día solamente iban a inscribir, no a poner vacunas. Al final todo se hacía manualmente, con una o dos enfermeras que vacunan en cada centro de salud del CNS, sin pruebas de antígeno y sin siquiera preguntar a los vacunados si tienen Covid. 

Tan incapaz ha sido el gobierno, que no pudo habilitar coliseos y estadios deportivos con filas de 40 o 50 enfermeros vacunando al mismo tiempo, y tres o cuatro mesas de inscripción en la entrada, con distanciamiento y medidas de bioseguridad, como se hace en otros países para vacunar en cada lugar a varios miles de personas por día. 

A lo anterior se suman los escándalos de tipo “vacunagate”, donde centenares de vacunas fueron desviadas a privados, sin que el gobierno pueda garantizar la custodia de las dosis. En otros países, como Argentina, Perú y Ecuador, renunciaron o fueron despedidos los ministros de Salud por el manejo discrecional de un pequeño lote de vacunas. En Bolivia, donde no existe justicia independiente ni tampoco un asomo de rubor en el gobierno, el inepto ministro de Salud sigue en su puesto, inexplicablemente.  

¿Qué dice el mecanismo Covax del uso político que ha hecho el gobierno boliviano de las vacunas? ¿Qué dijo el Tribunal Supremo Electoral (TSE) sobre el chantaje con vacunas de Luis Arce Catacora en las jornadas precias a las elecciones subnacionales? ¿Qué hace el gobierno de los escándalos de desvíos de vacunas que se han denunciado? 

(Publicado en Página Siete el sábado 1 de mayo de 2021)

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Es prudente no fiarse por entero
de quienes nos han engañado una vez.
—René Descartes