Advertencia: al igual que las vacunas
contra la A1H1, esta columna tiene validez de cuatro horas, nada más.
El partido de gobierno, luego de copar el sistema de justicia más corrupto (desde el ministro Quiborax para abajo: magistrados, jueces, fiscales, etc), nos ha mostrado que también tiene bajo control el Tribunal Supremo Electoral (TSE) que parecía ser la única esperanza de un poder autónomo.
La última jugada sucia del MAS es la negativa del TSE a reconocer la personería jurídica de Sol.Bo, una de las cuatro agrupaciones políticas más importantes de Bolivia, con el objetivo de impedir su participación en las elecciones generales de 2019 y de bloquear posibles alianzas con otros candidatos de oposición.
Pero las trampas del MAS son también oportunidades para la oposición.
Se sabe ahora que las jugadas del TSE ya estaban pactadas con el gobierno. Quienes le dimos el beneficio de la duda a los vocales del órgano electoral nos sentimos traicionados, porque no han tenido el valor de cumplir con su obligación de pronunciarse sobre algo que no necesita discusión: Evo Morales y Álvaro García Linera no pueden ser candidatos. Punto final.
Todo lo que toca Morales en los cuatro poderes del Estado que controla (Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Electoral) lo pudre. Sucedió con las elecciones judiciales rechazadas por la mayoría de la población, y ahora con la Ley de Organizaciones Políticas del Tribunal Supremo Electoral (TSE), malversada entre gallos y media noche para violar la Constitución y habilitar la candidatura espuria del autócrata que se aferra al poder.
Tal como se mira el tablero, la oposición no ha dado pasos serios para presentar una candidatura unida en la primera vuelta electoral. La trampa de organizar “primarias” por partidos lo único que hace es asegurar que se dividan más. Se habla de 25 siglas en trámite. Estupenda noticia para el MAS: mientras más siglas mejor. Algunos quieren medir sus fuerzas en la primera vuelta, con lo cual lo único que lograrán es atomizar el campo opositor y tender la alfombra para que el MAS gane, con o sin Morales.
Las agrupaciones políticas que cuentan en la intención del voto opositor son las de Rubén Costas, de Samuel Doria Medina y de Luis Revilla. Si esos tres partidos acuerdan unirse para la primera vuelta electoral, pueden derrotar al MAS con el apoyo de innumerables movimientos ciudadanos independientes. Pero si por oportunismo, ego y ambiciones personales no van unidos a la primera vuelta, yo sería el primero en castigarlos con un voto nulo.
Pero no depende solo de ellos: nuestra gente es apática e hipócrita. Cuando digo que esos dirigentes pueden hacerle frente a Morales, salen a criticarlos: “no pues, cómo Rubén Costa”, o “a Revilla nadie lo conoce en Santa Cruz”, o “la Sole no tiene experiencia”… y comentarios de ese tipo. Estoy convencido de que los que exhiben tantos reparos, en el fondo quieren que siga el MAS destrozando el país.
A todos ellos les digo: cualquiera es mejor que Evo Morales: ¿Qué virtudes personales tiene el jefazo para ser indispensable (aparte de la suerte de haber recibido durante su gobierno más recursos que todos los gobiernos anteriores en la historia)? Carisma: cero. Inteligencia: cero. Honestidad: cero. ¿Entonces?
Morales, un animal político cuyo instinto es innegable, dejará hasta el último momento su decisión para ver lo que tiene al frente. Su única y verdadera preocupación es que si el MAS no gana las elecciones, tendrá que someterse a una avalancha de juicios de responsabilidad. Pero si logra dilatar los juicios que lo inhabilitarían y le hace la vida difícil al gobierno que surja de la oposición, regresará en hombros cinco años más tarde, o antes.
La consigna de “o nos unimos o nos hundimos” es muy cierta, pero lo difícil es saber en torno a quien. Si no hay una alianza generosa entre los principales candidatos, de nada habrá servido nuestro griterío callejero (o virtual) de #BoliviaDijoNo.
Me queda claro que el desafío de ganar la presidencia no es tan importante como el de gobernar con una economía en declive y un MAS dispuesto a hostigar desde el primer minuto.
(Publicado en Página Siete el sábado 22 de septiembre 2018)
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La continuación de la autoridad en un mismo individuo
frecuentemente ha sido el término de los gobiernos democráticos. Las repetidas
elecciones son esenciales en los sistemas populares, porque nada es tan
peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El
pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo; de donde se
origina la usurpación y la tiranía.
—Simón Bolívar