(Publicado en Brújula Digital el 8 de julio de 2023)
Estuve el martes 4 de julio en el Seguro Social
Universitario (SSU) de La Paz para que me hicieran una curación de emergencia (nada
grave), pero tuve que retirarme al cabo de 40 minutos porque no me atendieron. El
motivo es que estaba ahí adentro el rector de la Universidad Mayor de San
Andrés, Oscar Heredia, cuyo nombre suelo olvidar, pero no su apodo: Wila Chala.
La única razón por la que el rector visita el Seguro Social Universitario es porque está en campaña de reelección, con más de un año de anticipación. A todo lado va como ministro de Estado con fotógrafo y una cohorte de serviles encargados de propaganda del equipo de “comunicación” de la UMSA, pagados por la universidad, por supuesto.
De la corriente masista-oportunista, el
rector que antes reclamaba por los derechos humanos, aparecía en la testera en
actos de la APDHB y hablaba de la necesidad de reformar la justicia, ahora está
calladito. Lo grave es que no solo se calla él (no perderíamos nada) sino que
amordaza a toda la universidad, la principal universidad pública del país.
Todo, en función de su reelección. Qué manía tienen estos de atornillarse en el
poder sin hacer nada para merecerlo.
Si realmente tuviera interés en mejorar
el Seguro de Salud Universitario, ya lo hubiera hecho desde que empezó su
gestión. Pero el SSU sigue siendo el reflejo de la UMSA mal organizada,
dominada por demagogos, con más burocracia que cuerpo docente. La UMSA es una
suma de feudos con dinosaurios “estudiantiles” corruptos, algunos decanos,
directores de carrera y docentes con acusaciones de acoso, como sucede en la
Facultad de Ciencias Sociales con otro masista inútil de apellido Pomar.
Sin embargo, hay cosas buenas en el Seguro
Social Universitario, aunque otras son lamentables.
Empecemos por las buenas: los médicos (al menos los pocos que yo consulto), las enfermeras y el personal de farmacia y laboratorio o de atención en ventanillas, son gente amable dedicada a su trabajo, que presta un buen servicio.
Antes de la pandemia publiqué un par de
artículos sobre los problemas del SSU y la incapacidad para resolverlos. Las
autoridades de entonces (varios años de interinatos donde nadie toma
decisiones) me invitaron a conversar en el piso 15 y fui acompañado por mi
amigo el doctor Javier Torres Goitia T., a quien todos respetaban por su larga
e impecable trayectoria como ministro de Salud. Allí nos explicaron que eran
conscientes de los problemas señalados en mi artículo y que estaban desde hace
meses dedicados a una “reingeniería” total del Seguro. Pero aquello no avanzó
mucho y con la pandemia el caos que ya existía se hizo peor.
El único cambio visible que se produjo a raíz de la pandemia, es que ya no hay que levantarse a las 5 de la mañana para hacer fila y sacar ficha de atención, sino que se puede hacerlo a través del portal en línea, siempre y cuando esté uno a las 7 de la tarde en punto, atento para reservar una ficha solo para el día siguiente. Pero el sistema no funciona como debería, ya que nunca está abierto a las 7:00 pm, sino que tarda dos o tres minutos y cuando uno logra finalmente ingresar, ya la mitad de fichas han sido repartidas misteriosamente, lo que indica que hay trampa informática de por medio.
Por lo demás es lo de menos (como diría
Cortázar). Todo sigue igual: faltan médicos de algunas especialidades porque no
se firman los contratos con tiempo, y los especialistas externos hacen gran
negocio proporcionando un mal servicio porque exceden su agenda diaria con un
número de pacientes que está por encima de los que pueden atender correctamente.
¿Bajo qué criterios se selecciona a los especialistas externos? Es algo que se
debería transparentar.
Tengo más de 1.200 razones para exigir una mejor atención y servicio en el SSU, ya que soy “asegurado voluntario”, es decir, de los pocos (entre miles) que paga cada mes la astronómica cantidad de 1.200 Bolivianos, tan caro como un seguro privado de salud. Antes de la pandemia pagaba una suma fija mensual de 700 Bolivianos, y me parecía razonable, pero ahora el costo sube cada mes porque está indexado a las Unidades de Vivienda Familiar (UVF) que nunca bajan, aunque el gobierno diga que no hay inflación. Para hacer más difíciles las cosas, solo se puede pagar en el Banco Unión, a diferencia de otros servicios automatizados que se pagan en cualquier banco. Y luego de pagar, recoger el “recibo” (una enorme hoja amarilla) en Miraflores, otro paso burocrático completamente innecesario y absurdo.
De modo que si el rector Wila Chala
quiere intentar su reelección en 2024 más le vale preocuparse de veras por los
problemas de la UMSA, incluido el Seguro Social Universitario, que no necesita
visitas de campaña, sino mejoras de fondo. O quizás sea reelecto precisamente
por no hacer nada, lo que confirmaría el estado pestilente de la mayor casa de
estudios del país.