10 octubre 2022

Episodios con Marcos Domic

(Publicado en el suplemento Ideas de Página Siete, el domingo 4 de septiembre de 2022)

 Solíamos juntarnos con Marcos y Nancy para almorzar en Ciudad de México, en 2012 y 2013, cuando él estaba de embajador de Bolivia. Recuerdo que no se sentía del todo bien allí. Su pensamiento siempre estaba en Bolivia, pero cumplía su misión diplomática con la disciplina partidaria que siempre lo caracterizó, más aún cuando había llegado a ocupar el cargo más alto de dirección del Partido Comunista de Bolivia.

 Esa disciplina partidaria nos hizo enfrentarnos una vez públicamente, a través de artículos de prensa. Cuando veo ahora esos recortes del semanario Aquí, pienso que las divergencias políticas en la izquierda, en las décadas de 1970 y 1980, se solían zanjar mediante la palabra, y muchas veces con sentido del humor, como fue el caso.

 El debate que sostuvimos en noviembre y diciembre de 1979 en las páginas del semanario que dirigía Luis Espinal, nació a raíz de mi artículo “Maniobras en el congreso”. Todavía estaba fresco el golpe del coronel Natusch Busch, en el que el Partido Comunista de Bolivia había jugado un rol ambiguo. Mencioné en mi texto publicado el 16 de noviembre (Natusch acababa de huir por la puerta trasera) que la bancada del PCB estaba dividida en el congreso, ya que los dirigentes obreros, Simón Reyes y Oscar Salas votaban de manera diferente a los diputados Marcos Domic y Adalberto Kuajara.

 En mi análisis afirmaba que el congreso, en su conjunto, había perdido crédito ante el pueblo “porque su respuesta a ese golpe ha sido débil, ambigua, contradictoria, lenta y por todo ello ineficaz”. Fuera de una resolución de repulsa, los parlamentarios se fueron a sus casas el fin de semana o se involucraron en oscuras negociaciones detrás de bambalinas. En lugar de declararse en sesión permanente por la emergencia, dejaron que la iniciativa la tomaran los golpistas.

Marcos Domic y Jorge Kolle 

 No era extraño que ello sucediera en el congreso donde dominaban partidos como el MNR o ADN, pero llamaba la atención que un sector de la izquierda estuviera también comprometido, mientras se libraban batallas callejeras con muchos muertos y heridos, víctimas de las tanquetas del Regimiento Tarapacá. Solo la Central Obrera Boliviana (COB) se mantuvo en emergencia. Una COB que nada tenía que ver con la payasada actual.

 La mayoría de los partidos políticos jugó con cartas sucias en los días del golpe, impidiendo que hubiera quorum en el Congreso, pero haciendo fila para cobrar sus dietas. La sorpresa la dio el Partido Comunista apostando abiertamente por un “triunvirato” que incluía a Natusch (el golpista “con nombre de estornudo”), aunque luego tuvo que dar marcha atrás. Fue en esas circunstancias que señalé las contradicciones dentro del PCB entre los diputados obreros y los otros que seguían una línea incomprensible, similar a la del PC argentino que apoyaba al dictador Videla con el argumento de liquidar a la “extrema izquierda”.

 El pragmatismo político del PCB le costó su reputación en aquellos días, y mi artículo, escrito cuando todavía el dictador calentaba la silla presidencial, me valió una réplica oficial del Marcos Domic y Adalberto Kuajara, dirigida a Luis Espinal en papel membretado y con toda la formalidad del caso, que fue publicada en el siguiente número de Aquí. “Parece que el columnista Sr. Gumucio sólo sabe escribir pero no sabe leer, trastorno disléxico grave en un periodista”, decía el primer párrafo.

 Si bien la carta asevera que el PCB condenó el golpe desde un principio, no niega que hubo negociaciones para establecer un triunvirato y reconoce que el nerviosismo de Domic y Kuajara que yo había detectado en las sesiones parlamentarias, se debía “a la real dificultad que tenían nuestros camaradas dirigentes sindicales, y al mismo tiempo parlamentarios…” para entrar en conversaciones con el Alto Mando militar que respaldó el golpe. No andaba yo tan perdido.

 Un ejemplar de Unidad (publicación del Comité Central del PCB) llegó junto con la carta, con una dedicatoria manuscrita por el propio Marcos: “Para que se lo lean al señor Dragón”. Lucho (Espinal) me preguntó si quería responder y lo hice en el número siguiente en otro artículo titulado “La afasia de algunos funcionarios políticos”, siguiendo la veta humorística que Marcos y yo recordaríamos muchos años después, aunque en esos días no había mucho espacio para bromas y las relaciones eran tensas.

 Por mi trabajo periodístico me tocó estar en varias otras ocasiones con Marcos en los meses anteriores al golpe de Natusch. Hacia el final de la dictadura de Banzer fui parte de un programa de radio, Facetas, con un equipo de periodistas de lujo, entre ellos Gonzalo López Muñoz, Humberto Vacaflor y el “Gordo” Mendoza. En el proceso de campaña política para las elecciones de 1978, entrevistamos al jefe de la UDP, Hernán Siles Zuazo, al Secretario General del Partido Comunista, Jorge Kolle Cueto, y otros dirigentes. En varias de esas entrevistas estaba Marcos Domic. Conservo algunas fotos.

 Al final, la amistad y el respeto se imponen siempre sobre las diferencias políticas. Aunque no nos vimos mucho en los años posteriores, mantuve una relación distante pero cordial con Marcos, a quien me unía además la amistad con su hermana Zorka, con quien compartimos el exilio en París durante la mayor parte de la década de 1970, y solíamos frecuentar a nuestra amiga anarquista Desirée. Zorka grabó la voz en off en la versión francesa de mi película documental “Señores Generales, Señores Coroneles” (1976), sobre los golpes militares en Bolivia.

 Luego de cumplir su misión diplomática en México, donde tuvimos la oportunidad de ampliar nuestra amistad, Marcos y Nancy regresaron a Bolivia, pero Marcos mantuvo un perfil bajo durante los siguientes gobiernos de Evo Morales.

 La última vez que estuvimos juntos fue el 4 de febrero de 2019, en su casa en Achumani, un año antes de la pandemia. Se lo notaba un poco decaído, pero siempre lúcido y activo. Seguía escribiendo y produciendo las publicaciones del Partido Comunista, que compartió conmigo.

 Es una paradoja que Marcos haya fallecido el mismo día que Mikhail Gorbachov, el reformador del Partido Comunista de la Unión Soviética, el dirigente que se propuso transparentar el comunismo y acercar a Rusia al occidente. Su accionar permitió desmantelar la cortina de hierro y la URSS, lo que dejó descolocados políticamente a muchos comunistas de la línea soviética en el mundo.

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No es la conciencia de los hombres lo que determina su ser,
sino, por el contrario, su ser social lo que determina su conciencia.
—Karl Marx