(Publicado en Página Siete el domingo 6 de febrero de 2022)
El buen patrón, de Fernando León De Aranoa
Lo que más sorprende de “El buen patrón” (2021), comedia de Fernando León De Aranoa, es que haya obtenido 22 nominaciones para la edición 36 de los Premios Goya de España. Ninguna otra obra en la historia de estos premios había obtenido tantas nominaciones. No sé cuántas estatuillas obtendrá en la ceremonia que tendrá lugar el sábado 12 de febrero en el Palau de les Arts de Valencia, pero con toda seguridad no se merece más de un par, y resulta totalmente incongruente que haya sido nominada, por ejemplo, tres veces en la categoría de mejor actor de reparto. Otras nominaciones: mejor actor revelación, mejor actriz revelación, mejor fotografía, montaje, dirección, música, efectos especiales, dirección artística, vestuario, maquillaje, producción y por supuesto las de mayor peso: mejor película y mejor actor protagonista. Solo faltaban nominaciones como mejor película de animación, cortometraje, documental, o alguna otra categoría extravagante para hacer más grande el absurdo.
El buen patrón, de Fernando León De Aranoa
Se trata de un enorme despropósito cuya única explicación es que el protagonista principal del film es Javier Bardem, que concentra mucho poder en el cine español actual. Vi dos veces la película para asegurarme de que la procesión de nominaciones correspondía a esa cinta y no a otra, y lo que encontré fue una buena comedia, pero nada más. Puesta al lado de las otras obras finalistas, “El buen patrón” no es más que una propuesta taquillera que tendrá sin duda mucho éxito comercial gracias a este empujón goyesco. Es un premio a la industria, no un premio al séptimo arte. ¿Qué diría Goya de tanta ligereza?
La película tiene como protagonista al dueño de Básculas Blanco, supuestamente un “buen patrón”, aunque no lo es. No convence el tema, tampoco la dirección, ni las interpretaciones, la fotografía, la música, ni los papeles secundarios. La alegoría de las balanzas, el equilibrio, podía haber sido interesante, pero no funciona sino como paradoja (la escena en que equilibra la balanza con una bala). Lo único interesante es la relación de Blanco con una joven becaria, y la habilidad de esta para manipularlo. La ley de Murphy: todo lo que podía salir mal, sale mal. Los españoles tienen una palabra que se aplica: una gilipollada, al menos comparada a obras como “Mediterráneo”, “Maixabel” o “Madres paralelas”, candidatas a los principales premios.
Mediterráneo, de Marcel Barrena
La mejor obra entre las nominadas es a mi juicio “Mediterráneo” (2021) de Marcel Barrena, una hermosa historia sobre la tragedia de los inmigrantes sirios que se ahogan en el intento de atravesar en precarias pateras el estrecho que separa las costas de Turquía de la isla griega de Lesbos. Muestra el contraste entre las hermosas playas para turistas y por otra las mismas playas convertidas en cementerios donde la marea bota niños ahogados. El detonante argumental es la foto del niño sirio Aylan Kurdi, una imagen que recorrió el mundo y sensibilizó a mucha gente. La película está basada en la historia real de Oscar Camps, socorrista de una empresa de Badalona, quien decide ir como voluntario a Lesbos, para ayudar a los socorristas griegos. Su decisión lo lleva enfrentarse a la indolencia de muchos, la inoperancia y corrupción de la guardia costera griega, y la crueldad de los traficantes de migrantes que los lanzan al mar sin reparos. Por ahí aparece en algún momento la bandera de Europa hecha jirones, igual que la de Grecia, símbolo de ese drama humanitario donde la Unión Europea no es más que un mercado despiadado.
El director teje relaciones entre personajes sumamente interesantes, más aún cuando sabemos que existen en la vida real, por ejemplo, la dueña del hotel y restaurante Tokyma, un personaje solidario que acoge a los rescatistas o Santi Palacios, el joven fotógrafo que da a conocer el drama de los tres mil inmigrantes que intentan cruzar cada día desde Turquía. Uno de los episodios más impactantes sucede el 28 de octubre de 2015, cuando 242 personas fueron rescatadas en un masivo naufragio del que se ignora cuantas desaparecieron en el mar.
Otra obra importante, también basada en hechos reales, es “Maixabel” (2021) de Iciar Bollain, la directora que filmó en Bolivia “También la lluvia” (2010) sobre la llamada “guerra del agua” de Cochabamba. El filme, que obtuvo 14 nominaciones en los premios Goya, empieza en Tolosa en julio del año 2000 cuando Juan María Jáuregui, joven político del PSOE, es asesinado por un comando terrorista de ETA con un tiro en la cabeza. Otro más de los 829 asesinatos de la tenebrosa ETA.
Uno de los tres miembros del comando terrorista, es un “arrepentido” que no quiere reconocerlo, pero acaba reuniéndose con la viuda de Jáuregui en el marco de un programa de reconciliación. Esa relación entre los personajes y las interpretaciones de ambos actores, hacen de “Maixabel” una obra conmovedora. El reencuentro de las víctimas con los victimarios es una manera de cauterizar la herida profunda que no acaba de cerrarse en España y que la película describe magistralmente. Hay una secuencia memorable donde el terrorista arrepentido Ibon (Luis Tosar) sale con permiso de la cárcel, conduce un auto por los lugares donde cometió atentados, mientras la banda sonora nos lleva al pasado con el sonido de los disparos y las explosiones. Aunque no me parece una gran obra cinematográfica, es fundamental para la memoria sobre hechos históricos relativamente recientes que todavía marcan a España.
Madres paralelas, de Pedro Almodóvar
Me atrapó “Madres paralelas” (2021) de Pedro Almodóvar, que obtuvo ocho nominaciones. Otra vez un film que se basa en hechos reales y que llega a la selección final de los premios Goya. La historia de fondo es el hallazgo de una fosa común de víctimas asesinadas por los franquistas y las excavaciones que realiza un equipo forense para identificar los restos y devolverlos a las familias. En realidad, ese fondo histórico pasa a un segundo plano para dar paso a una historia de mujeres muy bien narrada. Dos de las actrices fetiches de Almodóvar, Penélope Cruz (Janis) y Rossy de Palma (Elena) ayudan a recrear la atmósfera de las mejores películas del director. La trama se teje en torno a la relación compleja entre dos madres solteras, que tienen más en común de lo que imaginan. Los diálogos no son muy buenos y la música de Alberto Iglesias es invasiva (demasiados violines), pero los principales personajes femeninos sostienen la tensión dramática y el interés por el enrevesado desarrollo argumental. Como suele suceder en Almodóvar, la fotografía y la escenografía compensan las carencias, otorgando al filme una atmósfera que lleva el sello del director tantas veces premiado.
Libertad, de Clara Roquet |
La cuarta nominada es “Libertad” (2021) de Clara Roquet. Se trata de su primer largometraje, por lo que su inclusión en la selecta categoría de “Mejor película” no deja de sorprender. Piensa mal y acertarás: quizás es parte de la estrategia para favorecer a la comedia de Bardem. En una casa de playa, una abuela con Alzheimer avanzado (Angela) es cuidada por Rosana, empleada colombiana que la comprende mejor que Teresa (Nora Navas), su propia hija, quien llega de vacaciones con sus dos hijas, una de ellas Nora (María Morera), adolescente que es el personaje central y narradora del filme. Llega también Libertad (Nicolle García), la hija de Rosana, una muchacha díscola que maltrata a su madre. Nora hace amistad con Libertad, y ambas salen a escondidas para correr aventuras en el pueblo. No pasa gran cosa hasta la mitad del filme. Nora y Libertad, por diversos motivos, reaccionan con rebeldía contra sus madres. Inducida por Libertad, Nora descubre un mundo que por su condición social no conocía. La película trata de mostrar las diferencias en los valores de ambas jóvenes.
En un próximo artículo me referiré a un puñado de películas que también fueron seleccionadas para los premios Goya, algo así como la “segunda división”.
___________________________ Nadie se conoce. El mundo es una farsa, caras, voces, disfraces; todo es mentira.—Francisco de Goya