09 febrero 2022

Canciller a palos

(Publicado en Página Siete el sábado 22 de enero de 2022)

 ¿Qué se puede decir de un canciller cuyo acto visible más importante ha sido enfermarse con Covid? Para todo lo demás ha sido invisible: el operador entre sombras de un aparato represivo motivado por la inquina y la venganza política.

 En la primera escena de la farsa de Molière “Médico a palos”, Sganarelle, un leñador pobre y borrachín, es apaleado para que admita ser médico (que no es) y asista a un ricachón que le brinda fortuna. Atraído por esa vida de la que nunca antes gozó, Sganarelle decide adoptar para siempre el disfraz de médico, aunque no le va del todo bien al final de la obra.

 La farsa del despistado y poco diplomático ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia no ha sido tan divertida. Ni siquiera intenta asumir “a palos” el papel para el que nunca estuvo preparado. Cuando aparece en los titulares es siempre por motivos ruines, pero la mayor parte del tiempo asume la condición de “desaparecido”.  

 Cuesta concebir que a la cabeza de las relaciones internacionales de Bolivia esté una persona que supura sed de revancha y balbucea resentimiento social, y que, a la legua, muestra ignorancia sobre temas de diplomacia. Detrás de él se adivina la sombra de Choquehuanca, su inspirador, y de Evo Morales quien nombra embajadores de su entorno.

 Desbaratar y hacer añicos el escalafón diplomático, corolario de un arduo trabajo de clasificación de profesionales de carrera y con muchos años de experiencia, fue una de las mayores torpezas de Mayta, pues se tradujo en el cese del 90% de funcionarios del servicio exterior, por ser “diplomáticos de nariz respingada, que les gustaba ir a los salones a doblar el dedo meñique mientras se dedicaban a cócteles”, (según dijo). Con ese encono se llevó en el saco a muchos diplomáticos de carrera que trabajaron en gobiernos del MAS.

 El resultado de darle prioridad a su vesícula biliar, fue un año de abandono de las 36 misiones diplomáticas de Bolivia. Despidió sumariamente a diplomáticos de carrera, pero también a personal administrativo y consular, incluso a secretarías, auxiliares y choferes de contrato local, que trabajaron para Bolivia durante décadas. Embajadas y consulados quedaron como cascarones vacíos sin poder atender las necesidades de la comunidad boliviana, ni mantener un mínimo de actividades de relacionamiento con las autoridades del país huésped.

 Mucho más tarde llegaron los masistas con prontuario, que fueron nombrados entre gallos y media noche en comisiones de la Asamblea Legislativa donde ni siquiera se entrevistó a los candidatos, como es mandatorio. Las solicitudes de plácet se enviaron directamente a los gobiernos, sin pasar por las misiones diplomáticas como debe ser. Los pocos embajadores fueron escogidos directamente por el “jefazo”: Pary, Arce Zaconeta, Llorenti, Michel, Aguilar, Tapia, entre otros fieles incondicionales.

 Al abogado Mayta el cargo le queda tan grande como traje de pepino de carnaval, un pepino que asumió el rol de castigador. Anda chicoteando con matasuegra a todos los diplomáticos de la gestión de la presidenta Jeanine Añez, y ni siquiera ha leído los informes y recomendaciones que dejaron los funcionarios salientes, cumpliendo con la normativa.

 La cancillería se ha dedicado con ahínco a buscar excusas para perseguir a decenas de diplomáticos, y como no ha encontrado motivos, lo hace con banales argucias administrativas. Por ejemplo, confeccionó una larga lista (14 páginas) de “procesados” por no haber presentado en la fecha exacta su declaración de bienes (aunque casi todos lo hicieron al entregar sus cargos). Otros son acosados con cartas administrativas, simplemente para saciar la sed de desquite de Mayta que, aunque no figura como masista en el TSE, no necesita carnet de militancia para hacer buena letra con sus jefes.

 Los anónimos Torquemada de la cancillería, para quienes la tierra es plana, no revisan en sus indagaciones los 15 años de gestiones de Choquehuanca, Pary o Huanacuni, donde se dilapidó el dinero a manos llenas cuando organizaron en Bolivia costosas reuniones internacionales y usaron recursos del Estado para recetarse innumerables viajes internacionales, en su mayoría superfluos. Urge una auditoria independiente de los tres lustros de malos manejos.

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Gobernar es el arte de crear problemas
con cuya solución mantiene a la población en vilo.
—Ezra Pound