02 enero 2021

Memoria y patrimonio fílmico

Biblioteca Klementina, en Praga

En el conocido cuento de Borges, la biblioteca de Babel no solo es interminable como el universo, sino también eterna y en ella cada libro es distinto a todos los demás. Esa biblioteca fantástica se expande en idiomas nunca antes conocidos y es una fuente infinita de conocimientos. El bibliotecario es imperfecto, dice Borges, pero el contenido de la biblioteca “solo puede ser obra de un dios”.

Las bibliotecas son lugares mágicos, aunque no sean infinitos, y es una pena que se estén perdiendo en los países donde son más necesarias, remplazadas por “nubes” de almacenamiento digital que no se encuentran precisamente en el cielo sino en enormes galpones de California o Hyderabad.

Experto en restauración

Entender la importancia que tiene una biblioteca con libros de papel nos permite, por analogía, comprender mejor lo que es un archivo fílmico, es decir, un repositorio de películas donde se conserva la memoria histórica del cine. Esa era mi idea cuando a mediados de 1975 propuse al alcalde de La Paz, Mario Mercado, la fundación de una filmoteca: no tanto para mostrar películas como para salvarlas de una desaparición segura. Entendió la idea y un año más tarde creó por ordenanza municipal la Cinemateca de La Paz, hoy convertida en una fundación autónoma con el nombre de Cinemateca Boliviana, que cuenta con un hermoso edificio que se hizo gracias al apoyo de muchas personas.

En la mayoría de los países las cinematecas y filmotecas concentran las funciones de recopilar, preservar, exhibir y educar. Colombia tiene un modelo diferente, pues cuenta con una magnífica Cinemateca de Bogotá y varias más en otras ciudades del país, pero existe además un archivo fílmico donde se conserva y protege como un tesoro toda la producción cinematográfica nacional, desde las producciones más antiguas hasta las más recientes. Conservar en las mejores condiciones esa memoria cinematográfica es una gran responsabilidad, no olvidemos todo el cine que se ha perdido en incendios como el de la Cineteca de México o el laboratorio Alex en Buenos Aires, y otros que contenían depósitos con material altamente inflamable.

Patrimonio Fílmico Colombiano es un enorme repositorio que ocupa nueve edificios en un terreno donado por RTVC, la entidad estatal de la radio y televisión colombiana. Hasta 2004, cuando comenzó su construcción, las instalaciones y el acervo de Patrimonio Fílmico se encontraban en el centro de la ciudad, en un edificio donde el mecenas Leónidas Lara donó dos pisos que hacían de bóveda para alojar 18 mil rollos de cine. Se ha recorrido un largo camino desde entonces. Hoy se conservan todos los soportes: cine de 35mm, 16mm, 9mm, Super8 y 8mm, así como video analógico de 1” pulgada, ¼ pulgada, Betacam, U-Matic, Beta, VHS, Hi8, MiniDV, DVD y formatos digitales más recientes. 

En cuanto se relajaron un poco en Bogotá las estrictas medidas de confinamiento por la pandemia de coronavirus, fui a visitar a mi amigo Rito Alberto Torres, Subdirector Técnico de la institución en la que lleva 21 años. Rito podría oler a vinagre después de tanto tiempo en contacto con películas que sus técnicos acarician centímetro por centímetro para reparar una perforación o limpiar una mancha, antes del proceso de digitalización que permitirá que esa obra terminada sea exhibida públicamente con una calidad de imagen que mejora la condición del original celosamente conservado.

Zootropo

El conjunto de edificios de Patrimonio Fílmico Colombiano está rodeado de jardines y espacios abiertos. Cuenta con seis bóvedas donde más de 250 mil unidades (rollos) de películas y videos se conservan en condiciones de humedad y temperatura adecuadas. Una de ellas aloja los acetatos (vinagres) y los nitratos (explosivos) en un entorno bioclimático sostenible, “como una caja dentro de otra caja”, Rito dixit. En otra, de dos pisos, están todos los soportes magnéticos. Otras cuatro bóvedas guardan negativos, positivos, masters en video y copias duplicadas. El Centro de Gestión y Almacenamiento Digital tiene su propio espacio, así como los procesos técnicos y las oficinas de Rito, mientras que la dirección general, la administración y el Centro de Documentación se encuentran en el edificio más prominente, que exhibe en un amplio vestíbulo una suerte de museo del cine, con cámaras y proyectores de diferentes formatos, incluyendo los bisabuelos del séptimo arte: zootropos, praxinoscopios y kinetoscopios, usados como materiales didácticos.

Bóveda de la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano

El trabajo de catalogación es tan importante como el de restauración y digitalización. Importantes colecciones privadas han enriquecido en décadas recientes el acervo de Patrimonio Fílmico. La directora de la institución, Alexandra Falla, me dice: “Si tuviera que destacar algunos de los materiales sin duda mencionaría el Archivo Acevedo, hoy considerado Memoria del Mundo por la UNESCO y ya digitalizado casi en su totalidad. Contiene una variedad de registros que van desde noticieros hasta la filmación de paseos familiares o espectaculares imágenes de ciudades colombianas. También destacaría sin duda la restauración digital del periodo silente, que contiene los inicios de la filmografía colombiana con varias películas hoy consideradas clásicas como Bajo el cielo antioqueño, Garras de Oro o Alma Provinciana”.  

Falla dirige la institución con dinamismo y un espíritu jovial, participando personalmente en todas las actividades públicas, realizadas a través de Zoom en esta época de pandemia. El modelo de gestión y financiamiento de la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano puede ser un ejemplo para otros países: es una entidad privada sin ánimo de lucro, con una junta directiva en la que participan tres entidades públicas nacionales y locales: el ministerio de Cultura, RTVC Sistema de Medios públicos y la secretaria de Cultura de Bogotá. Recibe anualmente recursos del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico para el Programa de Fortalecimiento del Patrimonio Audiovisual Colombiano, a lo que se suma lo que la entidad consigue a través de contratos, convenios y prestación de servicios tales como digitalización, catalogación, formación y licencias de uso del material disponible.

En palabras de Alexandra Falla, estas son las diferencias entre la cinemateca y el archivo que dirige: “La Fundación se dedica a la preservación, conservación y salvaguarda del patrimonio audiovisual colombiano mientras que las diferentes cinematecas del país dedican su trabajo a la exhibición, circulación y formación. De hecho, la Fundación tiene en sus bóvedas material de la Cinemateca de Bogotá. Yo diría que el trabajo de la Fundación se enfoca más en la salvaguarda, aunque se realicen también exhibiciones gratuitas como ocurre a través del programa Memoria Activa. Las cinematecas tienen salas de exhibición a diferencia de la Fundación”.

Durante la época de la pandemia no se han detenido las actividades formativas. Mediante la plataforma Zoom se realizan múltiples sesiones sobre la importancia de la preservación del cine y se han difundido hermosos ejemplos de películas restauradas.

Un convenio entre la Cinemateca Boliviana y Patrimonio Fílmico Colombiano permitirá que en los próximos meses contemos con versiones digitalizadas de alta calidad de los cinco documentales en 16mm que realizó Luis Espinal durante su paso por la Televisión Boliviana.

(Publicado en Página Siete el domingo 18 de octubre de 2020)

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No guardes nunca en la cabeza aquello que te quepa en un bolsillo.

——Albert Einstein