14 febrero 2020

Narco prestidigitación

Coronel René Sanabria
 Sabíamos de las estrechas relaciones entre el narcotráfico y Evo Morales, pero lo que se ha descubierto en semanas recientes sobrepasa la imaginación más febril. 

El gobierno del MAS estuvo metido hasta el cuello en el negocio ilícito. El caso más sonado durante el primer gobierno de Evo Morales fue el del coronel de la Policía Nacional, René Sanabria, director de la Fuerza Especial de Lucha contra el Narcotráfico (FELCN) entre 2007 y 2009. Es un chiste grotesco que “el mejor alumno de la DEA” traficaba toneladas de cocaína, fue atrapado fuera de Bolivia por la misma DEA, y cumple una condena en Miami. Evo Morales hizo que el asunto se olvidara. 


Valentin Mejillones, el narcoamauta
Otro caso de mucho significado para Evo Morales, que aprecia tanto los símbolos ancestrales, es Valentín Mejillones, el amauta que lo entronizó el año 2005 en Tiwanaku, en una ceremonia teatral que resonó en el mundo porque se convirtió en el símbolo del retorno de las culturas indígenas al poder “usurpado por los blancos”. Pues bien, tiempo después el sabio aymara fue sorprendido en su casa en El Alto con una fábrica de cocaína y dos “huéspedes” colombianos. 


Parte del clan Terán
Durante los 14 años de autocracia de Evo Morales el régimen no pudo ocultar las noticias sobre sus vínculos con el narcotráfico. Es el caso del clan de las hermanas Terán, una de las cuales (Margarita) fue pareja del expresidente. Las atraparon en 2008 con 147 kilos de cocaína, acusadas de la tortura y del asesinato de los esposos Andrade, procesadas por la justicia boliviana pero liberadas unos meses más tarde por influencias del soberano presidente. Ahora están prófugas, salvo Elba, capturada en enero con identidad falsa. En la investigación se le han encontrado hasta ahora una docena de lujosas casas en varias ciudades del país. 


Dora Vallejos, prófuga
El entorno íntimo de Evo Morales está vinculado al narcotráfico. Su partido político ha hecho titulares frecuentemente y los sigue haciendo. En el curso de la primera semana de febrero del 2020 fue identificada por el Ministerio de Justicia, una mujer cuyo nombre era hasta entonces desconocido: Dora Vallejos, militante del MAS vinculada al ex ministro de Gobierno Carlos Romero, dueño de Sport Boys (¿cuánto cuesta un equipo de fútbol?), y a otros personajes cercanos a Evo Morales. Esta señora puede batir records pues logró acumular “calladita” (sin hacerse notar), una fortuna de 250 millones de dólares (y probablemente mucho más, que aún se está investigando). 



Parientes de diputados y senadores de MAS, militantes y simpatizantes, familiares de dirigentes de “movimientos sociales” afines a Evo Morales, han ido cayendo por narcotráfico sin que el ex presidente parpadee siquiera. Se han incautado toneladas de cocaína, avionetas, pistas de aterrizaje, y exportaciones que ingeniosamente escondían droga. Todo ello, que ya es mucho, es apenas la punta del iceberg. 

Sin embargo, no debería extrañarnos. Según cifras ofrecidas en 2012 por César Guedes, Representante en Bolivia de la Oficina de Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito (UNODC), el 94% de la hoja de coca en el Chapare (la zona de influencia de Evo Morales), se destina a la producción de cocaína. La UNODC basó su análisis en datos proporcionados por la Dirección General de Coca e Industrialización (DIGCOIN), es decir, por el propio gobierno de Evo Morales. 


No es casual que a lo largo del régimen de Evo Morales se haya deforestado masivamente en Bolivia para expandir los cultivos de coca. No es casual que Evo Morales haya hecho construir en Chimoré un enorme aeropuerto “internacional”, donde no aterriza ni una sola línea aérea comercial. Y no es casual que el expresidente quiera blindarse con un curul en el senado, de los juicios que, de todas maneras, le van a caer encima por corrupción y narcotráfico. 


(Publicado en Página Siete el sábado 8 de febrero 2020) 
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Nosotros creemos que el narcotráfico, no la droga,
el narcotráfico es el peor flagelo
que estamos soportando recientemente en América Latina.
—José Mujica