Divina juventud. A los 22 años Sebastián Molina tiene el mundo por delante, como lo teníamos todos cuando creíamos que la vida nos alcanzaría para realizar todos los sueños, individuales y colectivos. El secreto, como lo sabe Sebastián, es no solamente empezar pronto sino trabajar sin descanso, porque de otro modo el tiempo pasa y nos quedamos perplejos a la vera del camino, preguntándonos en qué momento no tomamos la curva que debíamos tomar. Por eso el escribe, promueve el dialogo a través de su blog, su sitio Mundo al Revés, y otras iniciativas culturales.
En 2005 Sebastián publicó “Después de este silencio”, su primer libro de haikus, esa forma de expresión poética procedente del Japón, que se caracteriza por su precisión, su capacidad de síntesis, pero sobre todo por encerrar un universo natural y humano en apenas tres cortos versos. Como todos sabemos, es más difícil escribir corto que escribir largo, porque para escribir un cuento hay que comprimir el tiempo y el espacio y para crear un haiku, hay que medir cada palabra y cada sílaba, cargando cada una de la profundidad expresiva que remitirá al lector a un mundo de ideas y sensaciones.
Hace bien en su breve prólogo Homero Carvalho en relacionar al arte del haiku con el arte del bonsái, también japonés. Yo añadiría la finura de los netsuke, delicadas figuras talladas en marfil o madera. En todos estos casos “lo pequeño es hermoso” (como diría Schumacher). Para criar un bonsái hay que dedicarle mucho tiempo, de manera que la planta mantenga su vida pero deje de crecer. Para crear un haiku o un netsuke hay que tener la misma paciencia y concentración.
Nos dice la inefable Wikipedia, que un haiku es un breve poema de tres versos, de 5, 7 y 5 sílabas respectivamente, sin rima. Suele contener, al menos en los originales del maestro haijin Matsuo Basho, una palabra que indica la estación del año. Esto, debido a que los haikus más antiguos cantan a la naturaleza.
El segundo libro de haikus de nuestro haijin cruceño se titula “Otra vez el silencio”, quizás por ser una prolongación del estado anterior. Incluye versos sensibles, que deberían evocar en el lector imágenes casi fotográficas. Aquí van algunos de mi gusto:
Prefiero el rocío
en tu piel de fuego
cayendo las gotas
Somos las letras
que cuentan nuestra vida /
Alguien nos lee
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Viejo camino
Ya no pasa por aquí
ni la nostalgia
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Sentirte plena
acariciarte tibia
agua de lluvia
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Sin estrellas ni
luciérnagas el éter
Yo sin musa