29 febrero 2008

Ché in Verse

Me ha llegado un libro de publicación reciente al que estoy asociado como poeta. Se trata de Che in Verse, una antología preparada por Gavin O’Toole y Georgina Jiménez, y publicada por Aflame Books en Inglaterra.

Es una edición hermosa, muy bien diseñada e impresa, que reúne nada menos que 134 poemas sobre el Ché, de autores de 53 países, algunos tan “exóticos” para el lector europeo, como Ukrania, Corea, Guyana o Egipto.

Bolivia no podía faltar, siendo el país donde el Ché entregó su vida, pero la pena es que figura un solo poema boliviano, el mío, de 1971, traducido por Georgina Jiménez.

Es un honor estar en compañía de grandes escritores como Juan Gelman, Julio Cortázar, Thiago de Mello, Leopoldo Marechal, Pablo Neruda, Nicolás Guillén, Jorge Enrique Adoum, Roque Dalton, Jean Ferrat, Hans Magnus Enzenseberger, Peter Weiss, Otto Raúl González, René Depestre, Efraín Huerta, Yevgeny Yevtushenko, Rafael Alberti, Allen Ginsberg, Mario Benedetti, Derek Walcott y tantos otros.

Ché

there will forever be a shadow
over there, a shadow a nearby light
here forever a forehead in the thickets
not seen but felt in the dampness
of every tree
fluttering down
the living heartbeat of the living jungle
since the blood
found there its true carapace

in spite of sons of bitches
clumsy soldiers with northern star and eagle
on their chest
this land will be torn
ties and stripes will have to die
and even speaking in Spanish will be shameful

the murmur is already running as rivers
the leaves echo
even
the snow the heights the sea
tremble with hope but the song is
still sad the shadow
moves slowly
multiplied
cries laughs rants does not forget loves rises up
and there is none who can stop it
because it loves


(traducción de Georgina Jiménez)

20 febrero 2008

Gabriel Figueroa, 100 años

Todo lo que se pueda escribir y decir sobre Gabriel Figueroa estará dicho en estos meses cuando se celebra –con cierto retraso por cierto- el centenario de su nacimiento. Vivió exactamente 90 años, nació el 24 de abril de 1907 y falleció el 27 de abril de 1997. Y en sus 54 años de actividad como cinefotógrafo –entre 1932 y 1986- trabajó en 210 películas con directores de la talla de John Ford, Emilio Fernandez, Luis Buñuel (todas sus obras mexicanas), John Huston y S.M. Eisenstein, quien fue el primero en darle una oportunidad durante la filmación de “Que viva México” (1932), como asistente de Edouard Tisse. Aunque la película no se terminó de editar en vida de Eisenstein, sino en 1979, el trabajo de fotografía sin duda marcó a Gabriel Figueroa.

En sus años más prolíficos Figueroa llegó a trabajar en 8 o 10 largometrajes, una enormidad. Es imposible no recordar esos cielos grises, cargados de nubes que se elevan sobre los perfiles contrastados de maguey en los páramos mexicanos. Esos contrastes de luces y sombras imprimieron un sello inconfundible en las películas de muchos directores con los que trabajó. El hijo de Gabriel Figueroa ha dedicado años a restaurar toda la obra de su padre, y el sitio oficial de Gabriel Figueroa tiene toda la información que uno necesita.

México le dedica sendas exposiciones retrospectivas de su obra como fotógrafo y director de fotografía de cine. El Palacio de Bellas Artes inauguró el 7 de febrero una muestra que revisa la trayectoria del artista de manera exhaustiva. Otros muchos homenajes se suman a ese y en internet se puede acceder a información que no vale la pena repetir aquí.

...............................................................................Gabriel Figueroa con Luis Buñuel

Escribo sobre Gabriel Figueroa, no solamente para sumarme al coro de quienes lo consideran uno de los grandes fotógrafos del cine, sino para recordarlo, pues lo conocí en 1984 en México, poco tiempo después de que terminara con John Huston “Bajo el Volcán”, la última película importante que hizo como director de fotografía.

Lo entrevisté para la DPA (agencia alemana de prensa) en su casa, la misma casa donde durante muchos años vivió B. Traven, el misterioso autor de “Canasta de cuentos mexicanos”. Ni el propio Gabriel Figueroa supo su verdadero nombre, o si lo supo, guardó muy bien el secreto. A mi simplemente me mostró un pequeño departamento, en un segundo piso de su casa, donde vivió Traven. Ese departamento aparece detrás de nosotros en la foto.


14 febrero 2008

Haikus silenciosos

Divina juventud. A los 22 años Sebastián Molina tiene el mundo por delante, como lo teníamos todos cuando creíamos que la vida nos alcanzaría para realizar todos los sueños, individuales y colectivos. El secreto, como lo sabe Sebastián, es no solamente empezar pronto sino trabajar sin descanso, porque de otro modo el tiempo pasa y nos quedamos perplejos a la vera del camino, preguntándonos en qué momento no tomamos la curva que debíamos tomar. Por eso el escribe, promueve el dialogo a través de su blog, su sitio Mundo al Revés, y otras iniciativas culturales.

En 2005 Sebastián publicó “Después de este silencio”, su primer libro de haikus, esa forma de expresión poética procedente del Japón, que se caracteriza por su precisión, su capacidad de síntesis, pero sobre todo por encerrar un universo natural y humano en apenas tres cortos versos. Como todos sabemos, es más difícil escribir corto que escribir largo, porque para escribir un cuento hay que comprimir el tiempo y el espacio y para crear un haiku, hay que medir cada palabra y cada sílaba, cargando cada una de la profundidad expresiva que remitirá al lector a un mundo de ideas y sensaciones.

Hace bien en su breve prólogo Homero Carvalho en relacionar al arte del haiku con el arte del bonsái, también japonés. Yo añadiría la finura de los netsuke, delicadas figuras talladas en marfil o madera. En todos estos casos “lo pequeño es hermoso” (como diría Schumacher). Para criar un bonsái hay que dedicarle mucho tiempo, de manera que la planta mantenga su vida pero deje de crecer. Para crear un haiku o un netsuke hay que tener la misma paciencia y concentración.

Nos dice la inefable Wikipedia, que un haiku es un breve poema de tres versos, de 5, 7 y 5 sílabas respectivamente, sin rima. Suele contener, al menos en los originales del maestro haijin Matsuo Basho, una palabra que indica la estación del año. Esto, debido a que los haikus más antiguos cantan a la naturaleza.

El segundo libro de haikus de nuestro haijin cruceño se titula “Otra vez el silencio”, quizás por ser una prolongación del estado anterior. Incluye versos sensibles, que deberían evocar en el lector imágenes casi fotográficas. Aquí van algunos de mi gusto:

Prefiero el rocío
en tu piel de fuego
cayendo las gotas

---

Somos las letras
que cuentan nuestra vida /
Alguien nos lee

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Viejo camino
Ya no pasa por aquí

ni la nostalgia

---

Sentirte plena
acariciarte tibia
agua de lluvia

---

Sin estrellas ni
luciérnagas el éter
Yo sin musa

07 febrero 2008

Muerte de Philip Agee

Hace exactamente un mes, el 7 de enero, murió a los 72 años Philip Agee, ex -agente de la CIA que desde los años 1970s denunció las operaciones encubiertas de la agencia y expuso las maniobras sucias que la CIA utilizaba en varios países con el propósito de influir en la situación política interna. Yo no me hubiera enterado de la muerte de Agee si no era por La Hojarasca, una revista de análisis político y cultural, que publica en línea mi amigo. el escritor colombiano Enrique Santos Molano.

El personaje de Philip Agee tiene cierta relación conmigo porque lo conocí en París en 1975, cuando él todavía andaba dando tumbos por el mundo (“On the Run”, como tituló uno de sus libros), pues lo expulsaban de un lado a otro por las presiones del gobierno gringo. Finalmente se fue a La Habana y vivió (y murió) tranquilo allí luego de haber fundado y operado durante años una agencia de turismo, Cubalinda.

En París lo entrevisté para mi película "Señores Generales, Señores Coroneles", (también entrevisté a Regis Debray para ese documental). Le hice preguntas sobre la intervención de la CIA en los gobiernos militares y me dio la información con pelos y señales, como aparece en la película. Pero además, nos dio a Jaime "Negro" Galarza, a Alain Labrousse y a mi, datos y nombres sobre los agentes de la CIA que operaban en ese momento en Ecuador, Uruguay y Bolivia respectivamente.

............................ Alfonso Gumucio, Jaime Galarza y Philip Agee en 1975

Con esa información los compañeros del Comité de Resistencia Antifascista (bolivianos organizados contra la dictadura de Banzer) nos fuimos a conversar con un amigo periodista de la Agence France Presse (AFP) que difundió a todo el mundo la denuncia con nombres y apellidos, causando un gran revuelo en Bolivia, donde tuvieron que cambiar de la noche a la mañana a varios "agregados comerciales" de la Embajada de Estados Unidos.

Por esas mismas fechas mi amiga Alejandra Adoum y su madre, Magdalena, la "Maga", publicaron en Quito, en su revista Nueva (No. 17, marzo 1975), un número especial con las revelaciones de Philip Agee. Tuvo mucho éxito ese número, pues "desapareció" de los puestos de venta rápidamente. Yo tuve la suerte de conseguir un ejemplar pues estaba entonces en Ecuador, asistiendo a Jorge Sanjinés en su largometraje “Fuera de Aquí”.

El libro “Diario de la CIA”, traducido casi inmediatamente a varios idiomas, acababa de publicarse cuando conocí a Agee en París. El me mostró entonces por lo menos una docena de ediciones diferentes. En esas memorias narra cómo tuvo que estar clandestino, huyendo de un país a otro, porque la CIA le pisaba los talones. Los SOB llegaron al extremo de plantar un dispositivo electrónico escondido en la tapa de su máquina de escribir, para vigilar lo que iba escribiendo cada día… es decir, inventaron una computadora antes de tiempo con la intención de conocer de primera mano lo que el agente “renegado” decía sobre ellos. De hecho, el libro de Agee no se publicó en Estados Unidos, “tierra de libertad de expresión”, sino en Europa, en las ediciones Penguin.

El “Diario de la CIA” es revelador porque cuenta en primera persona lo que Agee vivió. Ahí no hay suposiciones ni inventos, Agee ofrece la información con pelos y señales, al mismo tiempo que narra su proceso interno que lo lleva a cuestionar el trabajo que hace en la CIA, organización a la que había ingresado muy joven, con el idealismo de que iba a trabajar a favor de la paz y la justicia social…

Bueno, así, la memoria sobre Philip Agee.

03 febrero 2008

Siete años de etcétera

El siete es una cifra mágica, desde todos los tiempos. Y que una revista mensual de comunicación llegue a su séptimo aniversario, y a su número 85, es un triunfo mayor. Más aún si el contendido de esa revista, con 60 a 90 páginas cada edición, es de una riqueza excepcional, así como su diagramado y sus portadas. Me refiero a la revista mexicana etcétera, que mes a mes agita las aguas de la comunicación y proporciona el placer de la lectura.

Como colaborador de etcétera y miembro del Consejo Editorial me alegra este aniversario, pero sobre todo celebro la existencia de la revista como lector, pues cada nueva edición me regala una cantidad impresionante de artículos sobre temas que me interesan.

Contra toda solemnidad y academicismo, etcétera aborda los temas que nos interesan a los estudiosos de la información y de la comunicación, y lo hace en artículos que no por breves son menos profundos. Sus análisis son certeros y no rebuscados, de manera que no excluyen a los lectores que no acumulan maestrías y doctorados detrás de su escritorio. La pluralidad de expresiones es otra característica que destaca.

Me gusta el carácter pícaro y provocador del equipo editorial de etcétera, que no duda en celebrar su séptimo aniversario con dos fotografías ocurrentes. En la primera, bajo la pregunta “¿Usted confiaría en este equipo?” aparecen doce risueños trabajadores de la revista, vestidos como les da la gana. En la segunda, los mismos doce aparecen sobriamente encorbatados y enfundados en trajes grises y oscuros, bajo la frase: “Nosotros también”.

En el Consejo Editorial de etcétera figuran nombres cuya presencia avala la calidad de la publicación, entre ellos Carlos Monsivais, Javier Darío Restrepo, Jesús Martín Barbero, Néstor García Canclini, Román Gubert, José Marques de Melo, Armand Mattelart, Antonio Pasquali, Enrique Bustamante… pero todo el mérito es para quienes día a día organizan, seleccionan, redactan, arman, diseñan, publican y distribuyen la revista.

He puesto unas cuantas veces un grano de arena en etcétera, y en el número del séptimo aniversario hay un texto mío: “Comunicar y educar: deuda recíproca”, una ponencia presentada en el seminario “Comunicación y educación: una fórmula correcta”, Santiago de Chile, 9 de agosto 2007.

Al escribir estas líneas me llega puntualmente un nuevo número, el 86, último del 2007. Y para no perder más tiempo me enfrasco en su lectura. Podría decir más, pero mejor etcétera nomás.