(Publicado en Brújula Digital, Los Tiempos, Público Bo y ANF el sábado 2 de diciembre de 2023)
Recuerdo a
Carlos Soria-Galvarro cuando la UMSA era la mejor universidad pública de
Bolivia. Pocas veces estuvo tan bien la carrera de Ciencias de la Comunicación como
con Carlos, Antonio Peredo y Cecilia Quiroga, entre otros amigos. Había también
bribones, como ahora que reina el oportunismo y sólo se salvan de la
mediocridad unos pocos docentes que investigan, publican y se mantienen ajenos
a la politiquería barata de los inanes que se reparten los cargos directivos.
Carlos Soria Galvarro, Amalia Barrón, Alfonso Gumucio Dagron
Nuestros andares confluyeron muchas veces. Ambos escribimos en el semanario Aquí y cuando dirigí CIMCA pude atraer a Carlos como capacitador en prensa popular. Otra oportunidad para vernos fue la reunión que organicé con motivo de la llegada de Pierre Kalfon, biógrafo del Che, en abril de 1995, junto a Loyola Guzmán, Amalia Barrón, Ted Córdova, Marcelo Quezada y Freddy Alborta. Sus años a la cabeza de CEDOIN sentaron sólidas bases de la institución, y en PADEM su seriedad y responsabilidad permitió producir investigaciones y publicaciones. Coincidimos también y en la Cumbre de la Sociedad de la Información en Ginebra (2003) y en noviembre de 2008 nos acompañó en el seminario internacional “La Radio Local en América Latina: políticas y legislación”, de cuya organización fui responsable junto a Karina Herrera-Miller.
Carlos Soria-Galvarro Terán es un gran periodista, como se comprueba cada quince días en sus columnas de opinión, pero es mucho más que un periodista: es un investigador serio e incansable. Se cuida bien de decir que sólo se especializa en el periodo del Che Guevara en Bolivia, pero en realidad abarca más. Su biblioteca especializada en el Che cuenta con 105 obras de autores bolivianos, incluidas las suyas, y muchos otros libros, folletos y artículos. Es uno de los acervos más importantes (comparable al que conocí en casa de Pierre Kalfon) sobre el guerrillero asesinado en Bolivia. La generosidad del Qhechi hace que todo ese material esté disponible gratuitamente en una página web que frecuentan los más serios investigadores.
Con enorme dedicación y paciencia, y sin hacer maromas para darse mayor visibilidad, Carlos ha ido publicando a lo largo de su vida libros fundamentales, no solamente sobre el Che (la serie de cinco valiosos tomos de documentos, septiembre 2005), sino sobre otros temas políticos de nuestra historia. En mi biblioteca atesoro Vista al mar (1982), su breve y valioso testimonio literario sobre el golpe del 17 de julio de 1980. El día que cumplía 36 años cayó preso en la Central Obrera Boliviana (COB) atacada por paramilitares que se lo llevaron al Estado Mayor del Ejército y a otros centros de tortura y confinamiento. Ese mismo texto tuvo una segunda edición ampliada y una tercera en Re-cuentos (2002), que junto a otro libro de crónicas, Con-textos (2002), se publicó simultáneamente, el primero vestido de azul y otro de rojo.
Como periodista que se zambulle en la profundidad de los temas, ha vivido un episodio tan excepcional como el de la extradición de Klaus Barbie a Francia. Carlos Soria estuvo en el mismo avión (y helicóptero) hasta el aeropuerto de Corbas, en Lyon (con escala en Cayena y Orange), y entrevistó largamente al criminal nazi que se había refugiado en Bolivia y tuvo en las décadas de 1970 y 1980 el amparo de las dictaduras del coronel Hugo Banzer Suárez y de García Meza. Esa contribución de Carlos Soria tiene un carácter único y excepcional: Barbie Altmann, de la Gestapo a la CIA (1986). En otro libro, 1967: San Juan a sangre y fuego (2008), escrito junto a José Pimentel Castillo y Eduardo García Cárdenas, se reconstruye los vínculos entre la guerrilla del Che y los sindicatos mineros, los antecedentes y la represión de los trabajadores de Siglo XX en junio de 1967, en la dictadura del general Barrientos.
Me precio
de ser amigo de Carlos y de Bika, aunque no nos veamos con la frecuencia que
quisiéramos. Las últimas veces nos hemos juntado para estar en el campo, “río
abajo”, allá por Valencia donde viven, y más lejos aún, donde se abren campos
de sauces y flores.
Con la
misma dedicación con que se ocupan del jardín de su casa, lleno de árboles,
Carlos y Bika mantuvieron durante 14 años Radio Sur Agricultura, un
emprendimiento de amor al campo y a la naturaleza. La radio le dio voz a esa
zona todavía despoblada, y permitió que los agricultores fortalecieran una
identidad local a través de proyectos, consejos sobre agricultura, deportes,
etc. La figura y la voz de Carlos es reconocida aún hoy por muchos que solían
escucharlo. Fue un periodo estimulante de su trabajo como periodista radial, y
como lugareño de esa zona en expansión urbana. Su experiencia radial se había
iniciado como redactor en Radio 21 de Diciembre, en Catavi, y luego en la emblemática
radio La Voz del Minero, sobre la que hice hace muchos años un documental con
ese nombre.
Sin duda, otros pueden aportar más que yo sobre diferentes facetas de la vida y personalidad de Carlos Soria Galvarro: sus compañeros del Partido Comunista (donde militó hasta 1985), o quienes compartieron con él los episodios de cárcel o persecución. Como yo lo conocí y como lo veo todavía, Carlos es un hombre de inmensa sencillez, austero, serio, de pocas palabras, que inspira en todos enorme respeto, al mismo tiempo que provoca ternura.
Es goloso
como un niño, y me encanta ver su rostro iluminado de pronto con una gran
sonrisa y una mirada traviesa cuando Bika le ofrece un helado. Me quedo con esa
imagen y el privilegio de una amistad a través del tiempo.