04 mayo 2022

Mucho Platino y pocas nueces

(Publicado en Página Siete el domingo 17 de abril de 2022)

 Tal como dijimos dos semanas antes…

 Me hubiera gustado usar la expresión original en inglés de la comedia de Shakespeare, “Much ado about nothing”, en lugar de su traducción al castellano, “Mucho ruido y pocas nueces”, para parafrasear lo que sucede con los premios Platino. Estamos en la recta final del premio de cine que en pocos años se ha convertido para España y América Latina (aquello que algunos insisten en llamar Iberoamérica como si fuera una unidad trasatlántica), en el equivalente del Oscar.

 El 31 de marzo en el Ayuntamiento de Madrid se dio lectura a la lista de películas y actores nominados en diferentes categorías, y no fue una sorpresa saber que entre las cuatro “mejores” películas seleccionadas, tres son españolas y una sola latinoamericana. Es decir, quedó nuevamente invisibilizado el continente que cada año le da al mundo muchas más películas que España. Y no es que las películas españolas de la selección de 2022 sean malas, pero existe una desproporción que salta a la vista.

El buen patrón de Fernando León de Aranoa

 Los Premios Platino son una especie de culminación de los eventos cinematográficos de España. Primero está el Premio José María Forqué, luego los premios Goya y luego los Platino, además de otros exclusivamente españoles. La tendencia suele estar marcada desde el primer certamen en el que ya se preseleccionan las películas que irán acumulando los premios en los dos que siguen. Al menos el Premio José María Forqué y el Goya son más claros en su pertenencia y pertinencia geográfica: por un lado están las películas españolas, y por otro lado hay una categoría latinoamericana, así no hay confusión. Pero en los Premios Platino todo va en el mismo saco y por eso pasan desapercibidas numerosas películas latinoamericanas que, en algunos casos, superan a películas españolas (aunque con frecuencia se trate de coproducciones).

 Escribí en un par de artículos anteriores que estaba “cantado” que la película favorita de este año en todas las competencias es "El buen patrón”. Lo fue desde el principio porque su actor principal es Javier Bardem, el verdadero patrón de este año. Desde que la carrera comenzó ya tenía ventaja. Obtuvo el mayor número de nominaciones en los Goya y ahora con los Platino ha sucedido lo propio: 11 categorías. No es mala la película, pero palidece junto a las otras nominadas. “El buen patrón” se llevó seis Goya de los más importantes (película, dirección, actor principal, música, guion y edición), y ahora puede suceder algo parecido. 

 Todo cineasta y productor de cine sabe que haciendo mucho ruido e invirtiendo en propaganda directa o indirecta, incluso antes del estreno de una cinta, se garantiza su éxito de público y también en los festivales. El ruido publicitario, la presencia en los medios de actores, directores, y otros miembros de los equipos de producción, allanan el terreno. No son ajenas a esos éxitos anunciados las relaciones familiares y el compadrazgo. Así se mueve ese negocio, que a veces es también arte, el tan vapuleado “séptimo arte”. 

Noche de fuego de Tatiana Huezo

 De 103 obras pre-seleccionadas para la categoría “Mejor película iberoamericana de Ficción”, quedaron cuatro: las españolas “El buen patrón” de Fernando León de Aranoa, “Madres paralelas” de Pedro Almodóvar, “Maixabel” de Icíar Bollaín, y la mexicana “Noche de fuego”, de Tatiana Huezo. Los mismos cuatro directores fueron también nominados para el segundo premio más importante, entre las 82 películas pre-seleccionadas en esa categoría.

 Lanzarse a hacer predicciones a estas alturas es ocioso. Obviamente una película con más nominaciones va a cosechar más premios. Ya veremos cuando llegue el día de la entrega en Madrid, el próximo 1º de mayo. Los premios ayudan a difundir las obras, pero no cambian su naturaleza. En mi lista personal, la película que promueve Bardem está en cuarto lugar.

Noche de fuego de Tatiana Huezo

 Pongo en primer lugar el largometraje de Tatiana Huezo que se refiere a algo que está sucediendo ahora mismo, no es una mirada sobre el pasado, como la muy respetable “Maixabel”, sino sobre el drama del tráfico de personas, los feminicidios y el narcotráfico en América Latina, un horror que ha sobrepasado la imaginación más cruel. Ninguna obra de ciencia ficción con monstruos imaginarios, aliens babosos y zombies, podría igualar al horror del narcotráfico es real y cotidiano, y que no se resuelve con “abrazos”, como prometió el populista presidente mexicano. El filme cuenta con una dirección estupenda, con actrices extraordinarias aunque poco conocidas, y la recreación de una atmósfera que no deja indiferente al espectador.

 La historia está narrada desde la perspectiva de Ana, una niña a la que su madre le hace cortar el cabello como muchacho, para que los secuestradores no se la lleven. Desde su mirada vemos la pobreza extrema, la violencia, la incertidumbre, el abandono de las mujeres, la ausencia del padre, los abusos cotidianos, la sexualidad torcida, la falta de esperanza en el horizonte y el miedo de todos a todos. A pesar de la inseguridad cotidiana, la educación es importante para las madres, pero los maestros arriesgan su vida cada día en San Miguel y algunos prefieren ya no llegar. Son pueblos sin hombres, pues han migrado para trabajar de jornaleros en Estados Unidos y se han desentendido de la mujer y de los hijos que dejaron detrás.  Lo que ha quedado es un silencio cruel que flota en el ambiente, porque no se puede confiar en nadie y el miedo obliga a callar. En medio de ese silencio impuesto, las mujeres aprenden a escuchar, a reconocer sonidos casi imperceptibles para evadir el peligro inminente.

Maixabel de Iciar Bollain

 “Maixabel” es la segunda en mi lista personal. La directora que filmó en Bolivia “También la lluvia” (2010) sobre la llamada “guerra del agua” de Cochabamba, obtuvo 14 nominaciones en los premios Goya y ahora 8. El filme aborda el asesinato en julio del año 2000, de Juan María Jáuregui, joven político del PSOE, por un comando terrorista (otro de los 829 asesinatos de la tenebrosa ETA). Ibon (Luis Tosar), uno de los miembros del comando, es un “arrepentido” que no quiere reconocerlo, pero termina reuniéndose con la viuda de Jáuregui en el marco de un programa de reconciliación. Esa relación entre los dos personajes y las interpretaciones de ambos actores, hacen de “Maixabel” una obra conmovedora. El reencuentro de las víctimas con los victimarios es una manera de cauterizar la herida profunda que no acaba de cerrarse en España y que la película describe magistralmente.

Madres paralelas de Pedro Almodóvar

 Aunque “Madres paralelas” dista de ser lo mejor de Pedro Almodóvar, no es para menospreciarla pues está por encima de la más nominada este año. También tiene como telón de fondo hechos reales (el hallazgo de una fosa común de víctimas asesinadas por los franquistas) pero lo sustancial es la historia de dos mujeres que tienen hijos al mismo tiempo. Penélope Cruz (Janis), actriz fetiche de Amodóvar, y Milena Smit (Ana) desarrollan la tensión sicológica y la relación compleja de dos madres solteras, que tienen más en común de lo que imaginan. Los diálogos no son muy buenos y la música de Alberto Iglesias es invasiva, pero los personajes femeninos sostienen la tensión dramática durante el enrevesado desarrollo argumental. La fotografía y la escenografía compensan las carencias, otorgando al filme una atmósfera que lleva el sello del director tantas veces premiado.

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Nunca he llamado a mi trabajo "arte",
es parte del mundo del espectáculo,
el negocio de la construcción de entretenimiento.
—Walt Disney