(Publicado en Brújula Digital y PúblicoBo el sábado 5 de agosto de 2023).
Otra vez revienta la cloaca del tráfico
de influencias, de los mercenarios digitales y de la corrupción de los
gobiernos del desprestigiado “socialismo del siglo XXI”, muy lejano a cualquier
ideal de igualdad del socialismo original. Nuevamente está en la mira la
empresa mexicana Neurona, que
según los países donde operaba, podía llamarse Neurona Consulting o Neurona
Comunidad, y empleaba a “consultores” locales para sus cochinadas.
Fui el primero en denunciar a esta empresa
fantasma, a partir de sus oscuras actividades en Bolivia.
En diciembre del año 2018, salió del anonimato
el mexicano César Hernández cuando se supo que el gobierno boliviano había
gastado más de 12,4 millones de bolivianos por ocho contratos con Neurona. La
información fue proporcionada por el propio ministro de Comunicación de Evo
Morales, Manuel Canelas, poniendo al desnudo a su antecesora, Gisela López,
quien firmó dichos contratos, uno de ellos para producir la película “El robo”,
título muy apropiado para todo el esquema fraudulento, que involucra también a unos cuantos “comunicadores” (masistas, todos)
que no han sido investigados todavía, porque este es
el país de la impunidad. Canelas envió la información a la Contraloría,
solicitando una auditoría, pero esa no prosperó. Por el contrario, los
contratos que habían sido subidos a la página de SICOES (como establece la
ley), fueron eliminados a principios de abril de 2019 para que no se pueda
tener acceso a ellos.
Neurona se constituyó en 2017 con un capital declarado de apenas 5.000 dólares, de acuerdo al Registro Público de Comercio de México. Un año más tarde ya estaba recibiendo del gobierno del MAS, esa cantidad multiplicada exponencialmente, para elaborar propaganda que bien podía haberla hecho una empresa de Bolivia, según declaró otra exministra de Evo Morales, Marianela Paco. Quizás ninguna empresa boliviana se hubiera prestado a un juego tan sucio, pero para eso tiene el propio ministerio de Comunicación semejante presupuesto y un inflado número de “guerreros digitales” (bastante ignorantes, pero igual les pagan).
Desde el inicio me picó la curiosidad sobre esa empresa que jamás había escuchado mencionar durante mis años en México. Encontré la dirección en su página web y con ayuda de street view de Google Maps pude ver el lugar exacto donde se encontraban las supuestas oficinas: el Nº 107 de la calle Berlín en Coyoacán. Esperaba encontrar un alto edificio corporativo, pero encontré una casita de dos pisos sin letrero exterior. Pensé que había un error y pedí a una amiga que estaba en México que fuera a esa dirección para tomar fotos. El 25 de diciembre las recibí: San Google no se había equivocado, la empresa que obtuvo casi dos millones de dólares del gobierno boliviano estaba domiciliada en esa casa, en una diminuta oficina en el garaje.
Nunca imaginé que el esquema criminal era tan amplio y que abarcaba otros países. Los tentáculos se extienden no solamente de México hacia Bolivia, España y Ecuador, sino otros países donde los mercenarios habrían asesorado (según su propia propaganda) a más de 200 campañas electorales. Las investigaciones en España y en México sobre la empresa de César Hernández Paredes, no han avanzado por razones obvias: el gobierno de López Obrador prefiere que no se mezcle en escándalos de corrupción a tres asesores personales vinculados a Neurona, y en España sucede lo propio con el pequeño poder que todavía tienen los residuos de Podemos y pícaros como Iglesias y Monedero.
La nueva investigación realizada por la
organización Mexicanos contra la Corrupción, publicada en Bolivia por El Deber,
es sumamente reveladora. El trabajo se hizo con el concurso de periodistas de
varias instituciones y países: Eduardo Buendía y Emiliano Fernández (MCCI),
Siboney Flores (AnimalPolítico), Adrián González (Cazadores de Fake News),
Isabela Ponce y SusanaRoa (GK), Carolina Méndez y Sabrina Lanza, periodistas
independientes de Bolivia, Ares Biescas, periodista investigativa en Colombia/
España y Ángela Cantador (CLIP). Enlace al documento "Neurona, la fábrica de engaño para las izquierdas en América Latina”.
Ellos revelan en detalle el esquema de fabricación, entre 2015 y 2019, de una red de 116 páginas web en varios países, “algunas creadas con minutos de diferencia”, como sitios de “información” que en realidad hacían exactamente lo opuesto: desinformar. Además, miles de perfiles falsos (bots, trolls) en plataformas digitales. Eran “cáscaras vacías, activándose en épocas cercanas a elecciones, con poca producción propia”. Desde que comenzaron a ser investigados, borraron portales y perfiles falsos, (incluso la página corporativa de Neurona fue eliminada) pero no contaron estos mercenarios digitales, que en internet siempre queda una huella que puede ser rastreada gracias a “way back machine”, uno de los instrumentos que usó el equipo de investigadores para desenmascarar a los sicarios de internet.
La empresa Meta, dueña de Facebook,
Instagram y otras plataformas digitales, eliminó miles de esas cuentas detectadas
como “operaciones inauténticas coordinadas”. El informe reporta que la compañía
cerró 1.041 cuentas, 450 páginas y 14 grupos en Facebook, así como 130 cuentas
de Instagram. Cansa constatar la bajeza de las acciones pagadas por el MAS con
dinero de los ciudadanos bolivianos, para engañar a los propios bolivianos a
través de los mercenarios de Neurona que traficaron con grandes cantidades de
dinero entre Bolivia, España y México.