19 diciembre 2016

Los lujos del presidente

El presidente de origen más humilde de Bolivia resultó ser el más altanero y afecto al lujo. Por comparación, los presidentes “neoliberales” quedan como sensatos servidores del país, ya que no hicieron gala de lujos durante su gestión. Gonzalo Sánchez de Lozada usaba su avión particular para viajar, Carlos D. Mesa nunca ocupó la residencia presidencial de San Jorge y a veces subía al Palacio Quemado en transporte colectivo.

Lexus blindado, en la puerta del palacio
Los autos de los presidentes se mantenían sin cambios durante largo tiempo, como el viejo Cadillac negro de Paz Estenssoro y Siles Zuazo en los años 1950 y 1960, o el BMW usado por Goni y varios otros presidentes. Ahora, nuestro humilde jefe de Estado se desplaza con una caravana de autos blindados que por la cantidad de luces parece una procesión de navidad. El auto presidencial no estaba blindado para el gusto del primer mandatario, por lo que se invirtió una cantidad adicional para reforzar el blindaje. 

Evo Morales, salido de las entrañas de Orinoca, un pueblo perdido en el altiplano, calzó abarcas durante su niñez y juventud, pero resultó ser el más proclive de todos a un trato de monarca, en un país que continúa teniendo índices muy bajos de salud, justicia y educación.

Residencia presidencial en Sucre
Cuando asumió la presidencia por primera vez (ya van tres y aspira a una cuarta, contra su propia Constitución Política del Estado), declaró que nunca ocuparía la casa presidencial de San Jorge, “construida por el dictador Bánzer y ocupada por militares golpistas y presidentes neoliberales”. Dijo que seguiría compartiendo un modesto departamento en Miraflores con su amigo de cama y rancho Santos Ramírez (hoy preso por corrupción).

Poco después olvidó sus palabras y no solamente ocupa la “pecera” de San Jorge, sino que tiene un palacete en Sucre, avión y terminales aéreas de lujo en varios aeropuertos del país y vehículos como para hacer de la importadora de Toyota una empresa boyante (y a su gerente embajador en Japón).

El nuevo palacio presidencial, llamado "Casa del pueblo"
Falta espacio para referirse al mussoliniano nuevo palacio de gobierno y al museo de la egolatría en Orinoca, pero algo hay que decir sobre ambos. En el primer caso, se trata de un edificio que es en sí mismo un monumento al gobierno de la opacidad. El diseño del edificio es el símbolo del poder omnímodo que durante más de una década ha instalado el autocrático personaje que se ha apropiado del poder. Quizás soportaríamos mejor esa costosa mole de 28 pisos si se encontrara en otro lugar, por ejemplo en El Alto, pero en medio del casco histórico de La Paz no hace sino aplastar con su peso específico (y no solamente simbólico) el antiguo Palacio Quemado y la catedral.

Museo presidencial en Orinoca
En cuanto al Museo en Orinoca, otro monumento a la vanidad del presidente Morales, además de estar situado en su lugar de nacimiento, al que poca gente llegará aunque sea sobre una cinta asfáltica, representa otro caso muy grave de desvío de fondos públicos para el engrandecimiento de un presidente en ejercicio.

En Estados Unidos son comunes las bibliotecas presidenciales, pero no las paga el Estado sino universidades privadas del lugar de origen de cada presidente, y solamente cuando ya no está en funciones de gobierno. En el caso del museo de Evo Morales, se habla de un gasto cercano a los cinco millones de dólares para el diseño, la construcción y la museografía, lo cual es un despropósito del que alguna vez tendrá que rendir cuentas porque no cabe duda de que es una iniciativa personal del primer mandatario, no sin razón apodado “Ego” Morales.

Desde la dictadura de Bánzer ningún presidente había osado que su rostro apareciera en monedas y estampillas. A este no se le mueve un pelo.  Su rostro aparece en toda la propaganda gubernamental, a veces con casco de obrero como si él hubiera instalado personalmente la red de gas o el teleférico.

El presidente se preocupa mucho por su peinado (como se puede apreciar en la película Cocalero de Alejandro Landes) y también por su vestimenta. De la chompa con franjas con que hizo su primera gira por Europa y que desencadenó una moda instantánea, ha pasado a los trajes especialmente confeccionados por diseñadores de la “burguesía neoliberal”. Una costosa vestimenta que pagamos todos.

Esos trajes también han producido una epidemia. Muchos llunkus lo imitan. viceministros, diputados o embajadores no tienen la menor vergüenza de uniformarse como el gran líder para mostrar su sumisión.

Morales con el entonces presidente iraní Mahmud Ahmadineyad
La promoción del Kim Il-sung altiplánico cuenta con la maquinaria multimillonaria del ministerio de Propaganda (mal llamado ministerio de Comunicación), de la televisión del MAS (antes televisión del Estado, Canal Siete), del canal Abya Yala que le regaló el gobierno de Irán al presidente en ejercicio, y de la amplia red Patria Nueva de radios locales llamadas “originarias” que son repetidoras de la radio oficialista. El presupuesto anual del ministerio de Comunicación ha aumentado exponencialmente a lo largo de los diez años de gobierno, y supera con creces la suma total que gobiernos anteriores habían gastado en promover las obras de gobierno, con el agravante que en este caso se promueve a una persona antes que las políticas de Estado. 

El ministerio de Propaganda publica folletos con los discursos que hace el presidente en cada uno de los 4 o 5 actos en los que interviene cada día. Es un desperdicio de papel, ya que siempre dice lo mismo. También publica lujosos libros con fotos de Evo Morales en todas las páginas y en todas las posiciones imaginables, incluso vestido de astronauta, aunque parezca chiste. Todos son gastos del Estado, es decir, fondos públicos que pagan todos los ciudadanos bolivianos.

Recuerdo que cuando yo vivía en Guatemala llegó el presidente Carlos D. Mesa para asistir a la toma de posesión del presidente Oscar Berger. Al ver el avión presidencial en el que aterrizó, sin baño, con seis asientos estrechos (los dos de atrás para acomodar las maletas), le pregunté por qué no compraba uno un poco más grande para la Presidencia de la República. Esta fue la respuesta lacónica de Mesa: “Si se me ocurriera mencionar siquiera esa posibilidad, el primero en crucificarme sería Evo”.

El poder en las nubes
Efectivamente, el opositor Evo Morales hubiera criticado una medida como esa, hubiera bloqueado las calles de La Paz y hubiera promovido un voto de censura en la Cámara de Diputados, tal como lo hacía para oponerse a todas las medidas que cualquier gobierno pudiera tomar. Sin embargo, una vez llegado al poder, no pestañeó dos veces para comprar un avión de lujo que estaba destinado al equipo de fútbol Manchester United, a un precio astronómico de 34 millones de Euros. Un tiempo después, compró otros cuatro aviones más “chicos” para sus servidores más cercanos.

El síndrome de Kim Il-sung es un virus que se ha apoderado del presidente que supuestamente representa a los más humildes del país. La flota blindada de vehículos Toyota ha crecido desproporcionadamente, como si presidente y vicepresidente temieran por sus vidas. Ni siquiera los dictadores militares andaban con tanta seguridad. O quizás lo hacen simplemente para mostrar lo altaneros que son y lo ampollados que están de ejercer el poder.
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El poder de infección de la corrupción es más letal que el de las pestes.
—Augusto Roa Bastos


(Una versión corta de este artículo se publicó en Página Siete el sábado 17 de diciembre 2016)