03 diciembre 2012

Cine en Margarita


No le creí a mi amigo Tarik Souki cuando me dijo que la traducción en latín de la palabra “perla” es margarita, pero lo comprobé después en un diccionario y me maravilló esa correspondencia entre las dos palabras. Tarik me explicó que la Isla de Margarita, en Venezuela, fue uno de los primerísimos asentamientos de españoles en América, y que cuando los exploradores llegaron por primera vez a sus costas encontraron muchas perlas flotando en las orillas de la isla. Le correspondería en justicia el apodo de “la perla del Caribe” pero como hay varias otras islas que reclaman ese mote, a Margarita le llaman “la estrella del Caribe”. En cualquier caso, las perlas abundan, aunque probablemente ya no sean de la cosecha local. 

Víctor Luckert y Alfonso Gumucio
Hablemos de cine. Tradicionalmente el festival más importante de cine de América Latina y el Caribe se ha llevado a cabo en La Habana, Cuba, donde he tenido la fortuna de estar varias veces, pero a fines de octubre pasado estuve en otro festival de cine, en otra isla, participando en V Festival de Cine Latinoamericano y Caribeño de Margarita, una experiencia refrescante y renovadora que fundó y dirige con dinamismo Víctor Luckert. Juan Carlos Lossada -del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía- lo acompaña en esa ambiciosa empresa cultural que se apoya desde las instancias de la Distribuidora Nacional de Cine Amazonia Films y el Ministerio del Poder Popular para la Cultura.

Me invitaron al festival para hacer la presentación del libro Cine Comunitario en América Latina y el Caribe, resultado de la investigación que coordiné entre 2011 y 2012 para la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano (FNCL). Los primeros ejemplares del libro, supuestamente recién salidos de la imprenta en Caracas, debían llegar al festival al mismo tiempo que yo, pero lamentablemente no sucedió... Hablaré de ese libro en otra nota, cuando tenga oportunidad de conocer el primer ejemplar.

El Festival de Cine de Isla Margarita es un festival popular y comunitario como pocos que he conocido. La participación de la población es entusiasta, no solamente aquella de Porlamar, el principal centro urbano de Isla Margarita, sino también de otras localidades e islas vecinas. Pongo como ejemplo la comparsa de jóvenes y niños disfrazados del Grupo de Folklore de la isla de Coche con la que se dio inicio al festival, que recorrió las calles del centro desde la Plaza Bolívar hasta la Universidad Bolivariana de Venezuela. Allí, más que una inauguración oficial, hubo una continuación de la fiesta cultural, con la Orquesta Sinfónica del Estado de Mérida, que interpretó segmentos de la música de películas emblemáticas del cine venezolano mientras desfilaban en la pantalla imágenes de Araya (1958) de Margot Benacerraf, Oriana (1985) de Fina Torres, Manon (1986) de Román Chalbaud, Manuela Sáenz (2000) de Diego Rísquez, Pista de entrenamiento (2011) de Andrés Agustí y Cyrano Fernández (2008) de Alberto Arvelo.

En el festival de este año se hicieron homenajes a varios colegas cineastas, por ejemplo a Joaquín Cortés, documentalista venezolano que presentó su libro El cine documental, ¿una ficción? (2012). Víctor Luckert anunció que en las próximas ediciones del festival se entregará el Premio Octavio Getino de Investigación del Espacio Audiovisual Latinoamericano y Caribeño, creado en memoria del recién fallecido cineasta e investigador argentino.

Aunque es un festival relativamente nuevo, con apenas cinco años de existencia, otorga significativos premios pecuniarios a las mejores películas de ficción, documentales, de cortometraje y de animación, tanto en sus secciones reservadas para el cine venezolano, como para aquellas abiertas al resto de la región. El énfasis es un cine diferente, no comercial, aquel que goza de menos oportunidades en los festivales tradicionales. Además de las secciones en competencia, el festival tiene secciones especiales de cine comunitario venezolano y latinoamericano, y una muy original categoría de cine hecho por niños: “Mis primeros pies-cesitos”, donde 3.500 niños espectadores de Nueva Esparza votaron sobre las mejores películas. Eventos especiales, talleres de formación, y muestras itinerantes completan un abanico muy amplio de programación que incluye las 73 películas en competencia y por lo menos un centenar más en las secciones informativas. La sección de cine comunitario del festival incluyó este año muestras de Colombia, Brasil, Centroamérica.
Con Roque Zambrano, Sergio Trabucco, Edmundo Aray
Me gustan los festivales de cine por varias razones. Primero, porque uno puede ver en pocos días muchas películas nuevas, la mayoría de las cuales no llegará jamás a las pantallas de las salas de cine, y si llega, será por unos pocos días. Y no porque esos films no merezcan una mejor difusión, sino porque así está estructurada lamentablemente la distribución de cine en el mundo, en manos de las grandes productoras de Hollywood que nos imponen sus productos aunque sean malísimos.

En segundo lugar, me gusta ver cine en los festivales porque la gente ama y respeta el cine. Esto quiere decir que la gente que aprecia el cine como séptimo arte, no va al cine para comer o para conversar, sino para entregarse a la magia del cine en una sala oscura y silenciosa. Las condiciones en las que uno puede ver cine en las salas de los festivales, ya no se encuentran en las salas comerciales, convertidas por desgracia para los cinéfilos, en una vulgaridad.   
Entre Alfredo Anzola y Diego Rísquez
En tercer lugar, los festivales son lugares de encuentro y reencuentro. Uno conoce gente interesante y creativa, o vuelve a cruzarse con amigos de antes.  Ambas experiencias son muy gratas porque me hacen sentir que en el mundo hay todavía quienes creen en un cine realizado con honestidad.

Con Tarik Souki
Luego de tres décadas volví a encontrar a  Diego Rísquez, colega en la banda de pioneros del cine Super 8 a principios de la década de 1980. Con él y otros cineastas solíamos reunirnos en festivales internacionales que se organizaban en México, Caracas, Montreal, Bruselas, y otras capitales. De muchos años estuve con Edmundo Aray, Alfredo Anzola y Tarik Souki, también prominentes en el cine de Venezuela. Volví a encontrar al chileno Sergio Trabucco, y al mexicano Sergio Olhovich, entre otros.

Cada película es un desafío creativo, pero claro, la mayoría fracasa en el intento. De las que pude ver en este festival en el tiempo que quedaba después de participar en el foro de contenidos, me impresionaron positivamente Años después (2011) de Laura Gárdos, una ficción biográfica que narra la historia de una familia mexicana que reencuentra su pasado en Galicia.

El lugar más pequeño (2011) de la salvadoreña radicada en México, Tatiana Huezo, retrata con extraordinaria poesía la vida cotidiana del pequeño pueblo de Cinquera en las montañas de El Salvador, donde los personajes principales ofrecen un testimonio conmovedor de lo que tuvieron que vivir durante la guerra. Cada plano de esta película documental ha sido cuidadosamente concebido para alejarse del estilo clásico del documental con comentario y entrevistas.

Me gustó también el documental Fuego sobre el Mármara (2011) de David Segarra, que reconstruye minuto a minuto y con testimonios de activistas de varias nacionalidades, el ataque que el 31 de mayo del 2010 sufrió la flotilla de la libertad, en su camino a Gaza, interceptada con violencia extrema por comandos israelíes en aguas internacionales. Es un documental de mucha fuerza.

En cambio me pareció triste que en el documental biográfico Carlos, el amanecer ya no es una tentación, sobre Carlos Fonseca Amador, el fundador del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), se otorgue tanto protagonismo a Humberto Ortega, que se enriqueció con el tráfico de armas cuando era Ministro de Defensa, y a Tomás Borge, quien al final de su vida destruyó su digna reputación de luchador, poeta y preso político. 

La organización del V Festival de Cine Latinoamericano y Caribeño de Margarita fue impecable, considerando la cantidad de invitados, de películas, de premios y otros desafíos. Cada día se publicó el periódico "El Pelícano", con las noticias de lo que había sucedido el día anterior, con artículos sobre las principales películas y entrevistas con directores y actores. No ha sido sin embargo tan afortunado el manejo de la página web del festival, que un mes después de terminado el evento, no ha sido actualizada con la información sobre los premios y premiados, y otras noticias.  Las imágenes de la "galería de fotos" pertenecen a una edición anterior del festival. No se ha generado ninguna información nueva, la memoria del festival no está disponible. 


El Festival de Cine Latinoamericano y Caribeño de Margarita es un espacio de encuentro con un cine que no se disputa las grandes pantallas comerciales, pero revela la riqueza y la diversidad de la producción latinoamericana en general y venezolana en particular. Fue muy bueno estar allí. 


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Es imposible hacer una buena película 
sin una cámara que sea
como un ojo en el corazón de un poeta. 
—Orson Welles