09 diciembre 2007

Katmandú







Katmandú es
tá en un pequeño valle que contiene seis de los siete sitios monumentales que la UNESCO ha clasificado como Patrimonio de la Humanidad en Nepal: Patan, Swayambhunath, Pashupatinah, Bodhnath y Bhaktapur, además del propio Katmandú. Entre ellos figuran imponentes stupas budistas que “miran” desde la altura y templos hinduistas tallados en madera, con figuras sensuales y en varios casos, explícitamente sexuales. Pocos lugares en el mundo tienen esta fuerza cautivadora.

Me tocó estar en la ciudad en plena celebración de Tihar, la más importante fiesta anual, por lo que Katmandú se convirtió en un gigantesco mercado en medio del cual pasaban comparsas de alborozados Newari celebrando su año nuevo. Para los nepalíes, este es el año 2062, o sea que nos llevan más de medio siglo de ventaja.

En Patan y Katmandú las Durbar Plaza concentran cada una cerca de veinte templos, uno al lado del otro; es fantástico recorrer ese espacio pletórico de riqueza arquitectónica y escultural. La mayoría de los templos son de madera, y han sufrido lamentablemente el paso del tiempo. Los maravillosos tallados se han deteriorado, y siguen en ese proceso porque no se les presta el cuidado que merecen.

La Durbar Plaza de Katmandú está muy descuidada, los vehículos circulan entre los templos, los mercados se instalan a los pies de ellos. No hay por lo visto el menor deseo de protegerlos. La gente se sube a ellos y los ensucia. La basura está por todas partes. Falta un plan de protección y mantenimiento. La UNESCO debería retirar la etiqueta de "Patrimonio de la Humanidad" a los países que no cuidan lo que tienen.

De todas maneras, es un sitio extraordinario por su belleza, y está tan cerca de la India, que no hay excusa para no visitarlo.