18 julio 2025

Elegir la seguridad alimentaria

(Publicado en ANF y Brújula Digital el sábado 12 de julio de 2025) 

El Comité Municipal de Seguridad Alimentaria (CMSA) es una de las redes ciudadanas que está haciendo un seguimiento de las propuestas de los frentes políticos que se presentan en las próximas elecciones generales, en lo que atañe específicamente a la agricultura, la alimentación y el consumo saludable. 

Un cuadro comparativo y un resumen de propuestas realizado por el CMSA, muestra a qué intereses responden los candidatos y cuál es su compromiso y sensibilidad con la problemática cuando incluyen, mal que bien, sus ofertas sobre seguridad alimentaria. Menos mal que algunos no llegarán ni a la esquina con los votos recibidos, porque hay propuestas que van a contramano de lo que se podría hacer para que Bolivia se alimente a sí misma en condiciones que promuevan una agricultura de alimentos sanos y suficientes para garantizar la seguridad alimentaria y combatir la malnutrición (que es más compleja que la desnutrición).     

Veamos, uno por uno, qué es lo que proponen los frentes políticos, de manera que los votantes sepan a qué atenerse. ¿Quieren los ciudadanos un gobierno que en sus políticas de seguridad y soberanía alimentaria ponga por delante el derecho a la salud y a una alimentación sana y accesible, o prefieren un gobierno que favorece a las grandes empresas agroindustriales enfocadas en la exportación de cultivos extensivos y no en el consumo interno? 

- La Alianza Fuerza Pueblo (FP) cuyo dueño es el alcalde de Santa Cruz, Johnny Fernández, muy criticado por su mala gestión edilicia, propone medidas que favorecen a la agroindustria cruceña y pasan por alto no solamente la necesidad de equilibrios ambientales y enfoque agroecológicos, sino que ignoran convenciones internacionales de protección de la naturaleza y programas mundiales que promueven la agricultura familiar (la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó la Década de la Agricultura Familiar para 2019-2028). A contramano de la preservación de bosques y territorios, el candidato Fernández propone el “aumento de la superficie destinada a cultivos para biocombustibles” (soya, palma africana), el “uso de biotecnología para incrementar la producción agropecuaria y su valor agregado”, así como la “liberación absoluta de los cupos de exportación e impulso a la exportación no tradicional, en sectores agropecuario y agroindustrial”. 

En el acápite agropecuario, su connivencia con el agronegocio es clara, ya que propone “fomentar la agroindustria y la transformación de materias primas en productos procesados” y “mejora de la infraestructura agropecuaria desde la producción de biodiesel, vinculación de energías renovables alternativas y mejoramiento caminero”. Como compensación, por lo menos en el discurso, promete la “vinculación del sector agrícola con el procesamiento de alimentos a través de pequeñas industrias que utilicen energía solar para su funcionamiento” y en al acápite de agricultura sostenible ofrece la “producción sostenible y diversificación de cultivos para reducir riesgos climáticos y de mercados”, y “prácticas agrícolas sostenibles que aseguren la conservación de los recursos naturales y la resiliencia frente a los cambios climáticos”, en flagrante contradicción con lo anterior, es decir, puro verso.     

- La Alianza Libertad y Democracia (LIBRE) que lidera Jorge Quiroga sí menciona el tema de la seguridad alimentaria, y lo hace además en sintonía con los ODS: “Plan Operativo de Mediano Plazo para cumplir con las 169 metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030” y “las políticas de salud apoyarán a mejorar los niveles de nutrición en la niñez”. En relación a la frontera agrícola y a la agroindustria no es muy diferente a otras propuestas que buscan satisfacer a los grandes empresarios e incluso a los grupos que hoy conocemos como “interculturales”, ya que propone no tanto un mejor uso del suelo, sino la “la expansión de la frontera agrícola según la vocación productiva del suelo”, lo cual puede decir cualquier cosa. Sin embargo, la oferta prevé algunos resguardos: “Biotecnología para mejorar la productividad, cuidando el medio ambiente y la salud de las personas” y “política estricta contra los incendios de bosques, e incentivos para un desarrollo agropecuario sostenible y amigable con el medio ambiente”. 

En cuanto a la propiedad de la tierra ofrece la “titulación de todas las tierras en Bolivia” sin especificar el destino de las tierras fiscales, y un “sistema de fomento productivo: alianza entre productores, entidades de servicios (no financieros y financieros) y el Estado”, sin mencionar sin embargo el apoyo concreto a la agricultura familiar y la agroecología. Como casi todos los programas que estamos resumiendo, las ofertas son a veces contradictorias y por lo tanto difíciles de compatibilizar.      

- La Alianza Libertad y Progreso cuyo núcleo es la sigla de ADN, es muy escueta en su planteamiento programático sobre soberanía y seguridad alimentaria. En realidad, no las aborda en absoluta puesto que en su pensamiento ultra liberal sólo ofrece “dejar de pagar los subsidios y liberar los precios de los alimentos” y “eliminar la regulación de exportaciones”. Que cada quien haga como quiera, sin intervención del Estado. No hay nada específico sobre políticas relacionadas con la biotecnología o el cuidado de la tierra. No tener políticas de Estado es lo que promueve este sector político, siguiendo el axioma: “La mejor política es la que no existe”. 

- La Alianza Popular (AP) articulada en torno al conflictivo Movimiento Tercer Sistema (MTS) de propiedad familiar, llevará como candidato a Andrónico Rodríguez. Su propuesta proteccionista desde el Estado aborda con mayor detalle la seguridad alimentaria, con ofertas como: “Sistemas de monitoreo, seguimiento a la producción y sectores productivos para mantener la seguridad alimentaria y mejorar las políticas de comercio exterior”, “Acuerdos con productores nacionales para fijar precios máximos solidarios en productos clave de la canasta familiar”, “Ferias del productor al consumidor”, “Subvención de insumos agrícolas esenciales fertilizantes, semillas, agua de riego, energía rural a pequeños y medianos productores que abastecen el mercado interno” y “Mecanismos de control de precios, fiscalización de almacenes y márgenes de ganancia de alimentos”. Apenas menciona la biotecnología, aunque está ya presente en nuestra agricultura extensiva y también familiar, pero sí aborda los biocombustibles en alianza con la agroindustria: “Red nacional de plantas de biodiésel y etanol priorizando alianzas con productores agrícolas”. 

La oferta sobre la frontera agrícola y los modos de producción implica al Estado como ente regulador: “Mejoramiento y planificación del uso de suelo de las nuevas áreas de apertura productiva para la desacelerar la ampliación de áreas de producción”, “Políticas regionales para la priorización de áreas productivas tradicionales y de alta de productividad para alcanzar nuevas metas de rendimiento y llegar a más mercados”, “La exportación de productos esenciales estará condicionada al abastecimiento pleno del mercado nacional”, “Fomento a la producción con valor agregado para la exportación en el sector de agroindustria y biotecnología”. Quizás su oferta más importante (en contradicción con lo que el MAS promovió durante veinte años) es la “Ley de Protección Integral de la Amazonia y la Chiquitana que prohíba la expansión extractiva en áreas sensibles, garantice presupuestos ecológicos descentralizados y fortalezca la gobernanza indígena territorial”.      

- El MAS-IPSP, cuya sigla le pertenece ahora a Luis Arce Catacora, llevará como candidato al ex ministro de Gobierno Eduardo del Castillo, cuya oferta electoral en cuanto a seguridad y soberanía alimentaria parece muy demagógica teniendo en cuenta que tanto el partido como su candidato son la expresión de un gobierno que ha sido responsable del desastre ambiental y de una potencial crisis alimentaria que ya ha mostrado síntomas alarmantes. Para empezar, la oferta electoral del MAS confunde seguridad con soberanía alimentaria: “Asegurar la soberanía alimentaria desde la economía comunitaria y cooperativa”. Demasiada responsabilidad para las comunidades productoras, sin que se indique en qué medida el Estado apoyará ese desarrollo. Como si predijera desde ahora el fracaso de esa política de “soberanía”, la misma oferta indica: “Mantener e incrementar el alcance de las subvenciones a los alimentos”. Quizás por un mínimo de vergüenza, la oferta electoral no se expresa sobre la expansión de la frontera agrícola o la biotecnología, ni tampoco sobre la política incendiaria… 

De manera general y más como proclama que como plan de gobierno, incluye frases que le han servido al discurso del MAS durante veinte años: “Promover patrones de producción y hábitos de consumo compatibles con la Madre Tierra”, o “Incentivos para una producción sostenible en la actividad agrícola e industrial que cumplan con los requerimientos ambientales necesarios para proteger el conjunto de los sistemas de vida”. Todo lo que no se hizo cuando tenían recursos para hacerlo, lo prometen ahora: “Nuevo marco normativo que garantice y proteja el derecho colectivo a la tierra y territorio de las NyPIOC, dotar tierras productivas en favor de las comunidades de pueblos IOC con enfoque productivo para garantizar la soberanía alimentaria”, “Desarrollo económico productivo para la industrialización y diversificación con complejos productivos integrales,  planificación del desarrollo económico productivo, fortalecimiento fiscal y consolidación de financiamientos e incentivos, promoción de la calidad, innovación tecnológica y formación”. No menciona políticas sobre la agroindustria, como si no existiera.        

- El Movimiento de Renovación Nacional (Morena) de la alcaldesa de El Alto Eva Copa, en su primera (y probablemente última) participación electoral, articula una oferta que se refiere tangencialmente a la seguridad alimenta y no menciona siquiera a la biotecnología ni los incendios forestales. Su discurso refuerzas el rol proteccionista del Estado, sin especificar la proveniencia de los recursos para crear un ““Fondo Plurinacional de adaptación y mitigación climática para financiar sistemas de cosecha de agua, reforestación y agricultura sostenible”, el “Fondo Plurinacional de Crédito para la Producción de Alimentos con financiamiento de tasas preferenciales a proyectos de producción agroecológica”, “Líneas diferenciadas del Fondo Plurinacional de Crédito para la Producción de Alimentos dirigidas a mujeres rurales, jóvenes productores y pueblos indígenas”, y otro “Fondo Plurinacional de Crédito para la producción de alimentos destinado a financiar de manera directa y con bajas tasas de interés a pequeños y medianos productores agrícolas, comunidades indígenas, asociaciones campesinas y emprendimientos agroindustriales orientados a garantizar la soberanía alimentaria del país”. En el papel suena bien: “Fortalecer las capacidades y derechos de los pueblos indígenas y comunidades locales para gestionar bosques, agua, suelos y territorios de forma sostenible y con autonomía”, pero es más discurso electoral que programa de gobierno.  

Asusta la propuesta de crear una “Empresa Estatal de Pesca para impulsar la pesca en aguas continentales en alta mar, articular la empresa con productores pesqueros artesanales, establecer plantas de procesamiento, conservación y distribución de productos pesqueros”, no sólo conociendo lo que ha sucedido con todas las empresas estatales creadas por y para la burocracia del MAS, sino tratando de imaginar cómo sería organizada la cadena de producción para la “pesca en altamar”, algo absolutamente curioso, por decir lo menos.        

- El Partido Autonomía Para Bolivia-SÚMATE del alcalde de Cochabamba Manfred Reyes Villa, que también consiguió su sigla en un tiempo récord y con una auditoría superficial, se refiere a la seguridad alimentaria en estos términos: “Plan Nacional de Desarrollo Productivo del Agro incrementará la riqueza para reducir la inseguridad alimentaria”, “Fomento al consumo de productos agropecuarios autóctonos que amplíen el mercado interno y aseguren una dieta balanceada y sana”, “La seguridad alimentaria requiere la ejecución de un programa que eleve la productividad y promueva la reconversión de productores no aptos”… Lo de “productores no aptos” no me queda claro, como tampoco “Creación de macroregiones productivas dirigidas a incrementar la productividad del sector exportador no tradicional condicionada al incremento de la productividad porcentual”, aunque esto último parece vinculado a “Préstamos al sector productivo a bajas tasas de interés condicionados al incremento de la productividad y proporcionales al volumen de exportaciones. Priorizando soya, girasol, carnes, nueces, café, azúcar, madera y quinua”.    

La parte más interesante de la oferta se refiere a la agricultura familiar, que nos alimenta todos los días aunque cada vez menos por la competencia del contrabando: “Promoción de la unidad de producción familiar, desarrollando la agricultura sostenible, incentivando el consumo de productos locales o regionales, fomentando la agroindustria rural y la biocultura orgánica”, “Estrategias de recuperación y manejo sostenible de los recursos e impulso de procesos de micro industrialización rural descentralizada”, “Financiar  infraestructuras rurales comunitarias (centros de acopio, caminos productivos, silos)”, “Programas y actividades concretas de: caminos de producción, zonificación de cultivos, titulación rural, sistemas de riego, centros de acopio y manejo de post cosechas, sistemas de refrigeración y conservación de la producción, crédito agropecuario, entre otros”. Súmate es el único que al menos menciona: “Seguridad jurídica contra avasallamientos”. En este y otros programas electorales, parece que los candidatos han elaborado listas de necesidades, antes que políticas de gobierno.      

-  El Partido Demócrata Cristiano (PDC), cuya sigla usará en esta oportunidad el senador de Comunidad Ciudadana, Rodrigo Paz, carece de un plan de gobierno donde el tema de seguridad alimentaria tenga cabida. Según las fuentes consultadas, el sector agropecuario se reduce a una consigna: “Liberalización de exportaciones”, que parece en contradicción con otra consigna: “Lucha contra el contrabando y fortalecimiento de sectores productivos nacionales”. No debe ser fácil ser liberal y proteccionista al mismo tiempo.     

- La Alianza Unidad (UN-Creemos) de Samuel Doria Medina, es una de las que con mayor especificidad aborda el rol del Estado en la seguridad alimentaria y los derechos de los consumidores: “Entidades públicas destinarán un porcentaje mínimo obligatorio a programas y servicios orientados a garantizar derechos fundamentales como la alimentación” y “Se garantizará el derecho del consumidor al exigir un etiquetado obligatorio para productos que contengan organismos genéticamente modificados”, aunque esto último es restringido y no toma en cuenta la composición química de los ingredientes nocivos para la salud. UN también aborda el tema de la deforestación y las sanciones que hoy son de montos ridículos: “Agricultura extensiva con reglas de conducta relacionadas a la prohibición de quema de bosque y sanciones penales y pecuniarias en caso de incumplimiento”. 

En contradicción con políticas de protección de los consumidores y de los bosques, la oferta electoral busca complacer a la agroindustria latifundista: “Producción de soya mejorada con biotecnología sin restricción y con previa autorización” o “Desarrollo de semillas nativas resistentes al cambio climático y la producción de bioinsumos para reducir el uso de agroquímicos”, lo cual en cristiano quiere decir que los transgénicos tienen carta blanca. Lo mismo se aplica a la ganadería, que en otros países se somete a controles estrictos: “Mejorar genética de ganado”.     

La habilidad de la oferta de esta alianza electoral es que parece satisfacer a unos y a otros, de manera que el rol regulador del Estado se diluye. Al agronegocio le ofrece: “Nueva Ley de Exportaciones: exportación soya, carne y otros productos sin trámites burocráticos. Apoyo a 500 empresas agroindustriales para obtener sellos y certificaciones de calidad” o “Expansión del mercado del sector pecuario a Asia y se gestionará la habilitación de frigoríficos bolivianos para exportar carne bovina”, y a los pequeños también les endulza los oídos: “Modelo agroecológico, sostenible y con enfoque de género. Se establecerán fondos para mitigación y adaptación climática con perspectiva de género”, “Sistemas integrados de producción agropecuaria que maximicen el rendimiento por hectárea, bajo principios de sostenibilidad ambiental y uso racional de los recursos naturales”, “Apoyo a emprendimientos que aprovechen el conocimiento, los recursos naturales y culturales convirtiéndolos en bienes y servicios exportables bajo estándares de calidad y marca país”, “Créditos supervisados para mejora de la productividad de la tierra y la mano de obra en tierras altas”.

Esta última oferta del programa suena muy bonita, parece mejor pensada que las otras, pero nadie sabe si se traducirá en políticas de Estado y en planes de gobierno, ni cómo se salvarán las contradicciones que se revelan al contrastar las diferentes ofertas destinadas a satisfacer a sectores con intereses diversos. Hay cosas que son sencillamente incompatibles.     

- Quiero incluir, aunque ya no estará en la papeleta, a Nueva Generación Patriótica (NGP), cuyo candidato debía ser Jaime Dunn, que fue inhabilitado. El programa incluye (sorpresivamente) algunas propuestas sobre seguridad alimentaria que implican la intervención estatal, lo cual parece contradecir los discursos ultraliberales del candidato: “En materia de seguridad alimentaria se protegerán los suelos con el objetivo de no alcanzar el colapso agrícola que amenaza a muchas regiones del país”, “Programas Saludables en Escuelas y Mercados que incluirán el consumo de alimentos saludables”, “Mejorar la calidad de los desayunos escolares apelando a alimentos locales nutritivos”, “Bancos de Leche Comunitarios que incentivarán la donación por medio de canjes por alimentos nutritivos”. 

La oferta incluye legislación y regulación estatal sobre el medio ambiente: “Ley Marco de Transición Ecológica Justa que fijará metas para disminuir la deforestación y recuperar los saberes ancestrales de las comunidades indígenas campesinas para fijar reglas de la utilización responsable de los recursos forestales y un desarrollo efectivo de la agroecología”, “La Ley Anti Chaqueo. Créditos verdes con un porcentaje bajo de interés a quienes presenten certificación de prácticas sostenibles para productores y empresarios”, “Plan Integral para la Reducción de Quemas en Bolivia. Prohibición estricta para reducir en un 70% las quemas ilegales y dar alternativas para la producción de alimentos”, “Zonificación con áreas intangibles donde la deforestación estará prohibida y áreas de amortiguación controlada para  prácticas agrícolas sostenibles de conservación de la comunidad y su entorno”, “Ley de Suelos, que prohíba los monocultivos en exceso en zonas de alto riesgo al medio ambiente y facilite la transición hacia modelos agroecológicos innovadores”, “Seguro Agrícola Climático, un subsidio estatal para pequeños productores frente a catástrofes naturales”. 

De todos los programas, este aparece como el más progresista y más consciente del medio ambiente, incluso cuando se refiere a la agroindustria: “Creación de parques agroindustriales para la soberanía alimentaria con prioridad en la innovación y sostenibilidad de la producción con riego tecnificado, la adopción de energías renovables y limpias y el manejo de las cosechas adaptado a los efectos del cambio climático”, “Industrialización Sostenible: innovación tecnológica,  certificados y acceso a mercados diferenciados, integración de cadenas productivas cortas, incorporación de energías limpias”, “La agroindustria exportadora  trabajará para conseguir la certificación orgánica de los productos elaborados”. Las propuestas más afines al discurso liberal tienen que ver con la liberalización de exportaciones: “Eliminación de cupos, licencias y restricciones de exportación, cada productor podrá vender libremente al mundo”, así como la privatización de las tierras comunales: “Reconocer la propiedad privada de la tierra campesina. Las y los productores podrán vender, hipotecar o asociarse libremente”.                              

En síntesis…

El lector acucioso se habrá dado cuenta al leer este resumen de ofertas electorales, que pocas parecen programas de gobierno y muchas son puro discurso. Mi impresión es que ninguno de los programas aquí resumidos responde a una línea de pensamiento coherente. 

De cualquier modo, todo lo anterior son programas (promesas) electorales, de modo que nada garantiza su cumplimiento, para bien o para mal del país. Sin embargo, el valor que tiene esta revisión es el análisis de los discursos (o su ausencia) sobre temas tan importantes como los de la seguridad y la soberanía alimentaria. El sólo hecho de haber incluido un par de líneas en la oferta electoral, indica que los equipos de asesores tienen siquiera una mínima noción de los temas. En la mayoría de los casos, no la tienen. 

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Those who think they have no time for healthy eating 
will sooner or later find time for illness.
—Edward Stanley
 

13 julio 2025

Diez años, Luis Ramiro

Karina Herrera-Miller y Alfonso Gumucio Dagron

(Publicado en Brújula Digital y ANF el jueves 10 de julio de 2025) 

Esa noche, nos siguió con la mirada cuando salíamos de su habitación en el Hospital Arco Iris en Villa Fátima. No lo supimos en ese momento, pero era la despedida. Pocas horas más tarde, en la madrugada, Nohorita recibió la llamada fatal: Luis Ramiro ya descansaba. Era el 11 de julio de 2015, han pasado diez años desde aquel sábado. 

Dibujo de Pepe Luque 

Queremos recordar a Luis Ramiro Beltrán en sus múltiples facetas, sobre todo porque es importante que las nuevas generaciones de estudiosos y estudiantes de la Comunicación conozcan a un boliviano inigualable, que trascendió las fronteras y cuya actividad en todos los ámbitos que tocó fue ejemplar. A los 85 años, cuando falleció el “achachi 85” (como se nombraba a sí mismo cuando estaba con amigos), no había alcanzado todos sus anhelos, pero lo que había logrado ya era ejemplar.     

Hay por lo menos cinco áreas en las que se desarrolló con excelencia. Desde muy joven, el periodismo fue la primera de ellas. Su capacidad innata de reflexión lo llevó luego del periodismo a la Comunicación, hasta posicionarse internacionalmente como un pionero de la comunicación para el desarrollo. Desde esa perspectiva fue uno de los artífices en la concepción de políticas públicas de comunicación para el desarrollo propuestas por la Unesco y otros organismos en los que trabajó y de un modelo participativo de comunicación. Ese pensamiento se volcó en textos seminales que siguen inspirando a nuevas generaciones de académicos, especialistas y comunicadores en ejercicio. Entre sus libros destaca por su unidad y su originalidad La comunicación antes de Colón (2008), pero también escribió ensayos literarios, poesía y guiones de cine (y hasta la letra de un bolero). Finalmente, un quinto elemento de su personalidad creativa fue su calidad humana, que atraviesa todos los antes mencionados.       

Veamos brevemente cada uno de estos espacios profesionales y creativos en los que Luis Ramiro Beltrán destacó, siempre con humildad y sin prepotencia de ninguna clase. Nunca buscó reconocimientos, pero los obtuvo tanto fuera de Bolivia como en nuestro país.      

El periodismo.- Tenía apenas 12 años (en 1942) cuando hizo sus primeras armas en Oruro, quizás inspirado por la actividad de su madre, doña Betshabé “Becha” Salmón de Beltrán, feminista enérgica y algo autoritaria que destacó como fundadora y animadora de una revista excepcional para su época, Feminiflor. Luis Ramiro comenzó publicando sus artículos en La Patria, en La Mañana y en el vespertino Sajama. Con el tiempo llegaría a la redacción de La Razón, en La Paz, uno de los diarios más importantes en esos años, cuyo dueño era el potentado minero Carlos Víctor Aramayo. 

Poco después, pasaría al campo de la información institucional y, luego, al de la información educativa, incipiente campo todavía de la llamada comunicación para la modernización.     

El pensamiento y la acción en comunicación.- Sus estudios de comunicación en la Universidad de Michigan y sus tesis de maestría y de doctorado asesoradas por Everett Rogers y David Berlo, dos grandes de la comunicación, lo posicionaron como un joven latinoamericano de pensamiento propio y rebelde, que tuvo la osadía de enfrentarse a las corrientes dominantes de las teorías de la comunicación mundial, generadas desde universidades de Estados Unidos. Sus ideas sobre una comunicación menos vertical y persuasiva y más horizontal y participativa llegaron incluso a influir en sus propios maestros. 

Sus primeros trabajos internacionales, como en el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) o en el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC, en inglés), entre varias organizaciones que lo convocaron, le permitieron aplicar esas ideas, al tiempo que encontraba eco en otros pensadores latinoamericanos vinculados tanto a la comunicación como a la sociología y a la educación. Era una época fértil para el pensamiento contrahegemónico (que años más tarde otros denominarán como “epistemologías del sur”), promovido por las teorías de la Dependencia. Paulo Freire, Orlando Fals Borda, Juan Díaz Bordenave, Antonio Pasquali, entre otros, hicieron grandes contribuciones a la comunicación con una perspectiva de desarrollo comunitario. Frank Gerace y Luis Ramiro la denominaron también “comunicación horizontal”. 

Estuvo también activo y lúcido en la denuncia internacional sobre las estructuras desiguales e injustas de la información y la comunicación en el mundo y aquel imperialismo cultural. El libro Comunicación dominada: Estados Unidos en los medios de América Latina, junto a Elizabeth Fox (1980) retrata el invasivo sistema mundial controlado por las corporaciones monopólicas del llamado “primer mundo” y los mecanismos de sometimiento cultural de la región. Ante tales evidencias, alzó las banderas por la democratización de la palabra, semilla que germinó con amplios frutos desde aquel entonces y cristalizó el denominado derecho a la comunicación.     

Políticas públicas.- Su actividad en el marco de la Unesco fue la culminación de su trabajo en la comunicación, pues le cupo aportar durante la década de 1970 y más adelante, en un proceso verdaderamente revolucionario al cuestionar los pilares de la comunicación hegemónica. Luis Ramiro fue instrumental en la preparación de una reunión en San José (Costa Rica), donde se gestó el planteamiento de un Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación (NOMIC), que se vería reflejado en un documento cardinal: el informe MacBrideUn solo mundo, voces múltiples(1980), resultado del trabajo de una comisión de 16 expertos de todo el mundo, en la que participaron dos latinoamericanos prominentes: Gabriel García Márquez y Juan Somavía.

El aporte de Luis Ramiro Beltrán a las Políticas Nacionales Comunicación, concepto y programa de acción en materia de comunicación fue notable y ha sido reconocido en todo el mundo. Posteriormente, desde su puesto de Asesor Regional de Comunicación de la Unesco, con sede en Quito, apoyó numerosos programas de comunicación para el desarrollo en América Latina. En Bolivia también fuimos beneficiarios de ese apoyo. 

Los libros.- La mayoría de los libros que publicó Luis Ramiro Beltrán recogen sus ponencias en congresos y sus textos académicos sobre la dependencia informativa y comunicacional, la dominación teórica y metodológica en la investigación del área, la comunicación para el desarrollo y las políticas públicas.     

Quizás uno de sus ensayos más conocidos es “Un adiós a Aristóteles. La comunicación ‘horizontal’” (1980), en el que sustenta la antípoda propositiva al funcionalismo para concebir al proceso de comunicación en términos de acceso, participación y diálogo. En otro texto importante, “La comunicación para el desarrollo en Latinoamérica: un recuento de medio siglo” (2005) retrata y analiza la trayectoria de este subcampo, desde el nacimiento teórico hasta sus quiebres conceptuales y prácticos, en los que América Latina tiene un papel protagónico para la subversión de una comunicación afiliada a la democracia, a la participación y al bienestar de las grandes mayorías.  

La comunicación antes de Colón (2008) es quizás su obra más completa porque fue concebida como libro desde el inicio. No es una colección de textos sino un ensayo que es resultado de una rigurosa investigación sobre las formas de comunicación que existían en nuestra América antes de la llegada de Cristóbal Colón. Las culturas mesoamericanas y andinas ya contaban con tipos y formas de comunicación adelantadas, solo que incomprendidas y subalternizadas por la matriz eurocentrista que las trató, incluso, de destruir. El trabajo, bajo la conducción de Beltrán y en equipo con Karina Herrera-Miller, Erick Torrico y Esperanza Pinto, analiza con detalle documental y con profusión de imágenes las diversas manifestaciones de este rico mundo comunicacional prehispánico, documento que hoy se ha convertido en un referente fundacional en esta materia. 

Además, Luis Ramiro fue poeta y guionista de cine. Mucha gente no lo recuerda, pero fue el autor del guion de Vuelve Sebastiana (1953), la emblemática película que dirigió Jorge Ruiz con la comunidad chipaya. Su amistad personal con Ruiz se tradujo en otras colaboraciones como guionista. En la poesía, publicó el libro Pasos en la corteza (1987) y una importante antología publicada en Colombia: Panorama de la poesía boliviana (1982), una selección de 76 autores en 708 páginas, además de poemas de la época precolonial y colonial, todo ello precedido de 148 páginas de estudios críticos y reseñas. Para completar su versatilidad creativa, es autor de una canción que interpretó Raúl Shaw Moreno: Contéstame.    

En los últimos años de su vida su proyecto más acariciado era un libro que narrara la historia de su padre, fallecido durante la guerra del Chaco, y cómo su madre, años después, hizo el esfuerzo increíble de ir a Paraguay para encontrar y traer de regreso los restos de Luis Humberto Beltrán. Luis Ramiro trabajó con ahínco en la investigación que debía culminar con la escritura del libro. Quizás el afán perfeccionista que siempre lo caracterizó, fue el principal obstáculo para que no lograra finalmente escribir la obra: su investigación sobre la guerra del Chaco fue excesivamente meticulosa, mucho más allá de lo que requería para escribir el libro que nunca pudo terminar.

Luis Ramiro, Karina Herrera-Miller y Alfonso Gumucio 

El ser humano.-  Todos quienes hemos conocido a Luis Ramiro Beltrán y hemos disfrutado su amistad y su cercanía, tenemos el privilegio de habernos beneficiado y haber aprendido de su extraordinaria calidad humana y generosidad sin límite. El desprendimiento intelectual de Luis Ramiro era proverbial, siempre dispuesto a ayudar y a apoyar a proyectos de los más jóvenes, sin mezquindades ni altisonancias.      

Luis Ramiro era incapaz de decir “no” ante el pedido de cualquier persona que solicitaba su apoyo ya sea para presentar un libro o escribir un artículo para una revista. En sus últimos años, a su obsesiva productividad se sumó el progresivo cansancio y cierta inseguridad que le impedía improvisar: cada tarea, por pequeña que fuera, debía ser rigurosamente estudiada y escrita, así se tratara de una página para las palabras de ocasión de algún evento. 

A una década de haber cerrado los ojos y haberse despedido, Luis Ramiro sigue siendo luz brillante para el camino de diálogos, de encuentros y de la versión humana y liberadora de la comunicación.

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Viaja tiempo adentro,
cicatriz
por cicatriz,
en pos de la salida.
—Luis Ramiro Beltrán 


08 julio 2025

El corralito

(Publicado en Brújula Digital y ANF el sábado 5 de julio de 2025)

El miércoles 25 de junio se produjo una reunión entre tres candidatos presidenciales que acudieron prestos a la convocatoria de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), para participar en el Foro Agropecuario, sin saber sabiendo que en el curso de esa mañana iban a firmar compromisos bastante comprometedores. 

Los de la CAO, ni cortos ni perezosos, armaron un corralito perfecto para que cayeran ahí como borregos Tuto Quiroga, Manfred Reyes Villa y Samuel Doria Medina, y ante los ojos de la opinión pública mostraran de manera elocuente que su programa de gobierno toma en cuenta todas las exigencias que les fueron presentadas por los empresarios, una suerte de pliego petitorio de los cooperativistas mineros, que quieren todo sin dar nada a cambio, y que dejan detrás una estela de daños al medio ambiente. Sólo piensan en su sector, nunca en el país.      

Como no podía ser de otra manera, se elevaron voces y hubo reacciones de crítica frente a esos acuerdos que no comprometen solamente a los candidatos, sino a los que piensan votar por ellos. No sé cuántos votos aporta la CAO con sus afiliados, pero seguramente son muchos menos de los que necesitan los candidatos para llegar a la presidencia.

El agronegocio cruceño es uno de los grandes poderes fácticos de Bolivia. Lo es desde la época de Banzer, cuando la dictadura militar privilegió con créditos fáciles a numerosos empresarios, sobre todo en el sector algodonero, que nunca pagaron las deudas que habían contraído, pero sí les alcanzó para comprarse departamentos en Miami y en Buenos Aires y vivir como duques a costilla de los beneficios del Estado.      

Nadie duda que la agroindustria es uno de los sectores económicos de importancia en cualquier país (y antes de morir mi padre se sentía de alguna manera “culpable” de su desarrollo en Bolivia), pero no debe serlo en condiciones que no sean ventajosas para el país. 

Se dice que la agroindustria es beneficiosa para Bolivia, pero ¿cómo se mide eso? No me basta que me cuenten que representa un porcentaje de 16% del producto interno bruto (PIB) o una décima porción del total de las exportaciones. No me sirve el dato, si es que eso no incide en mejorar la calidad de vida de los bolivianos. Ya sabemos lo que significan los “per cápita”: unas cabezas son más grandes que otras cabezas. 

Veamos unas cuantas preguntas que quizás los candidatos presidenciales no quisieron considerar, ávidos como estaban de asociarse a los bien alimentados agricultores y ganaderos de Santa Cruz. 

¿Cuántos empleos estables genera la agroindustria cruceña? Cuando digo “estables”, me refiero obviamente a aquellos que cotizan en el sistema de pensiones y cuentan con seguro médico, no a los trabajadores “golondrina” que trabajan a destajo. Pero según la CAO, la agroindustria genera “un millón y medio de empleos”… Andá cantale a Gardel.     

¿Cómo se beneficia con el agronegocio el sistema nacional de salud o de educación? En otras palabras, ¿qué impuestos recibe el Estado a cambio de las ventajas que otorga a la agroindustria? 

¿Cumple el agronegocio con las leyes y regulaciones vigentes en el país, y con las recomendaciones de organismos internacionales sobre temas tan sensibles como el de los agrotóxicos o las semillas genéticamente modificadas? 

¿Qué incidencia tiene la agroindustria en la seguridad alimentaria de Bolivia? ¿Vamos a comer soya y palma africana, o pelearnos con los chinos por el precio de un kilo de carne?

Quiroga, Reyes Villa y Doria Medina

El corralito de la CAO terminó con muchas sonrisas que son un pésimo augurio para los defensores de la tierra en Bolivia. No es un secreto que el agronegocio ha sido uno de los principales beneficiados durante los veinte años de gobiernos depredadores del MAS y ahora pretende seguir siéndolo en el próximo gobierno.      

No perdamos de vista un hecho fundamental: la agroindustria extensiva de Bolivia es un negocio orientado a la exportación y sólo marginalmente a la seguridad alimentaria de Bolivia.

Detrás de los incendios y de la deforestación salvaje de millones de hectáreas en años recientes, no estaban solos los avasalladores “interculturales”, sino que detrás de ellos estaban los intereses del agronegocio de expandir la frontera agrícola no sólo con el propósito de producir más soya, palma africana o pastizales para ganadería vacuna (que consume millones de litros de agua dulce), sino por la estrategia de acumular y especular con el valor de la tierra. 

La voracidad y codicia de los acaparadores de tierras en el oriente de Bolivia no tiene límites. Aunque la Constitución Política del Estado en su Artículo 398 limita la posesión de tierra a 5.000 hectáreas productivas y restringe la doble titulación, las extensiones que poseen algunas familias de agroindustriales superan con creces esa extensión.      

No es la única preocupación: el Estado ha sido incapaz de regular el uso de transgénicos, y de sintonizar las normas nacionales con las recomendaciones internacionales. En Bolivia las semillas genéticamente modificadas se usan indiscriminadamente al margen de la poca reglamentación existente. Mientras en otros países se ha expulsado a compañías como Monsanto, aquí las semillas transgénicas han invadido incluso la agricultura familiar. 

Se equivocan quienes solamente ven en los transgénicos un problema para la salud. Los estudios realizados por instituciones internacionales especializadas muestran que el daño mayor es sobre la economía de los países, en la medida en que tienen que pagar de manera cíclica las patentes para el uso de semillas OGM, diseñadas de manera que no pueden generar nuevas semillas, como sucede con los cultivos nativos, que van desapareciendo a medida que se imponen los cultivos transgénicos. 

Por otra parte, el uso intensivo de agrotóxicos representa un peligro comprobado para la salud. Muchos de los químicos que se utilizan están prohibidos en otros países, pero en Bolivia no existe ningún control. No es casual que quienes fumigan los cultivos tengan que vestirse con trajes y máscaras especiales (o “espaciales”), para evitar el envenenamiento por los químicos que se utilizan.      

A pesar de todo lo anterior, la CAO pidió más ventajas al próximo gobierno (subvención de combustibles, biotecnología sin restricciones, legalización de latifundios, menos impuestos, etc.), en detrimento de la tierra y del medio ambiente, y en beneficio del enriquecimiento de los capitanes del agronegocio, cuyo único argumento es la contribución al PIB. ¿Cómo beneficia concretamente ese aumento del PIB a la población aparte de atraer dólares para el mercado interno (si es que esos dólares no se quedan en las cuentas bancarias que todos los agroindustriales mantienen fuera de Bolivia)? 

Por todo ello, el corralito montado por la CAO a los dóciles candidatos fue una mala noticia para la democracia, contrariamente a lo que los políticos expresaron. De ahí la preocupación de organizaciones de la sociedad civil que hace mucho tiempo investigan estos temas, y que inmediatamente dieron a conocer sus reacciones, a contramano de las empresariales. 

Un foro nacional organizado por el Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA), llevado a cabo en La Paz entre el 26 y 27 de junio con participación de pueblos indígenas y campesinos, resolvió solicitar a las autoridades electas en agosto, apoyo para la agricultura familiar, la gestión y prevención de los incendios, así como garantizar la seguridad y la soberanía alimentarias mediante prácticas sostenibles y “desarrollar estrategias para aumentar la resiliencia de las familias y comunidades frente a la crisis, fortaleciendo circuitos cortos de comercialización y la economía local”. El agronegocio piensa en exportar, mientras el país piensa en comer.    

Mientras los tres candidatos daban las nalgas a la CAO, el foro “Desde el territorio con voz propia: Por una Bolivia sostenible e intercultural, hacia la transición ecológica justa”, demandó el “diseño e implementación de programas de apoyo técnico, financiero y comercial para fortalecer sistemas productivos en base a la agricultura familiar, agroecología, economía campesina e indígena”. Y en cuanto al medio ambiente, abogó por el “control de incendios, protección de bosques, sequías, biodiversidad, manejo sostenible del agua y adaptación al cambio climático” (todo lo que no le gusta al agronegocio). 

En coincidencia con el foro de CIPCA, la Coordinadora Nacional de Defensa de Territorios Indígenas Originarios Campesinos y Áreas Protegidas (CONTIOCAP) exigió a los candidatos que incluyan en sus propuestas la agenda de los pueblos indígenas, cuyo eje central es el cambio del modelo extractivista por otro sostenible. El vocero de la organización, Alex Villca, considera que esa agenda es opuesta a la que acordaron los candidatos presidenciales en el foro de la CAO porque “la política económica basada únicamente en el extractivismo de recursos naturales, está llevándonos al colapso medioambiental, con la destrucción de nuestras fuentes hídricas, despojándonos a los pueblos indígenas de nuestros medios de vida, sin haber sido una real solución económica para nuestro país”. Clarito. 

Una frase, pronunciada lamentablemente por Samuel Doria Medina, el candidato más “progresista” de todos (teóricamente ubicado en el centro social democrático), parece resumir el panorama sombrío que tenemos delante con el próximo gobierno (sea quien fuere). De un golpe de lengua Samuel les quitó la escalera y dejó colgados de la brocha a los ambientalistas que lo apoyan (que se han quedado sospechosamente callados): “Si en algún momento hay contradicción entre el medio ambiente y la producción, no voy a dudar de definir por la producción, porque eso es lo estratégico para el país”. Aclaremos que generalmente la visión “estratégica” de los empresarios privados se reduce a los próximos cinco o diez años, o en el mejor de los casos a su propio tiempo de vida. Jamás consideran a nuestro pequeño y frágil planeta, del que Bolivia es un apéndice importante por su naturaleza.        

Tal parece que entre depredadores masistas y depredadores empresariales (ambos populistas conservadores), las nuevas generaciones no tendrán un futuro prometedor a mediano plazo. Mientras tanto, el reloj ambiental nos acerca cada día más a un punto de no retorno. 

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The world has enough for everyone's need, 
but not enough for everyone's greed. 
― Mahatma Gandhi 
 

03 julio 2025

Última edición

(Publicado en Agencia de Noticias Fides y Brújula Digital el sábado 28 de junio de 2025)

Me produce desazón pasar delante de algún puesto de venta de periódicos y ver que no hay más de tres o cuatro diarios, alguno de los cuales ni siquiera se imprime todos los días. Los pocos quioscos que quedan están llenos de revistas frívolas o sensacionalistas, cuadernos con crucigramas o sudoku, y algún pasquín financiado por el gobierno y dirigido por un vividor que luego de ser furibundo seguidor de Evo, se convirtió en el infaltable fantasma de los pasillos de la cancillería.       

Hubo épocas en que leer la prensa diaria en Bolivia era un disfrute. Contábamos con Presencia, el mejor periódico durante muchos años, sobre todo mientras lo dirigía don Huáscar Cajías Kauffmann. Teníamos Ultima Hora, el vespertino que pasó por muchas manos, etapas y directores ilustres. Hoy, que fundó y dirigió Carlos Serrate, era otro diario respetable con una buena planta de periodistas y colaboradores. El decano El Diario sobrevivió (gracias a sus columnas de avisos), a disputas familiares y a una toma por los periodistas, y aunque apoyó a la dictadura de García Meza, sigue siendo hoy un referente de nuestra prensa diaria, y uno de los pocos que sigue circulando en papel. JornadaEl Nacional, tuvieron sus momentos, y más tarde llegaron Prensa y La Razón.

En Cochabamba siempre destacaron Los Tiempos y Opinión, como en Santa Cruz El Deber, que sigue siendo el más importante, pero también El Mundo (del que fui el primer corresponsal en La Paz), El Día, y varios otros más. Es ejemplar el caso del Correo del Sur, que se publica en Sucre, todavía en papel. En Oruro destacó siempre La Patria, y en Tarija El País. Muchos de esos diarios tuvieron su mejor época en las décadas de 1960 a 1990, coincidiendo con mis primeras armas en el periodismo, hasta que me convertí en colaborador regular en alguno de ellos. De los mencionados, llegué a publicar en casi todos algunas colaboraciones. Guardo los recortes ya amarillentos pero llenos de buenos recuerdos.      

Colaboré en Presencia, a veces en la página editorial y muchas más en los suplementos, particularmente en Presencia Literaria que dirigía Monseñor Quirós y luego Jesús Urzagasti.  Mis páginas sobre cine y literatura en el suplemento Semana de Ultima Hora darían para varios libros, pues se trataba de largos análisis en profundidad sobre cine o literatura. De hecho, mi primer libro, Provocaciones, es el resultado de largas conversaciones con 14 escritores bolivianos con quienes cultivé amistad. Se publicaron primero en ese suplemento.   

En El Nacional, a pesar de su corta historia durante el gobierno del general Juan José Torres, publiqué todos los días una plana completa sobre temas culturales. Desde que me contrató Ted Córdova Claure, su director, le puse como “condición” que quería una página entera, sin publicidad. En lugar de mandarme de paseo, accedió a mi petición y eso significaba que cada día comentaba un libro o una película, hacía una entrevista o una crítica sobre una exposición de arte. Nunca faltó mi página cultural, donde me ocupaba hasta de crear los logos de mis columnas y un suplemento cultural dominical que me empeñé en sacar. Esa fue la primera experiencia como periodista de planta, en 1970-1971, y luego vendría otra en la sección internacional del diario Excelsior, cuando el exilio me expulsó a México en 1980.      

No obstante, mi colaboración más prolongada y prolífica con un diario, fue la que establecí con Página Siete desde el año 2013 hasta el cierre del periódico. Mi amigo y colega Juan Carlos “Gato” Salazar dirigía este gran diario independiente cuando regresé a Bolivia y comencé a colaborar con una página de cine los domingos, pero además mantenía sábado de por medio una columna sobre temas políticos: “Quien calla otorga”. No tengo la cifra exacta, pero creo haber publicado en diez años más de 500 artículos bajo la dirección del “Gato” Salazar, y luego de Isabel Mercado y de Mery Vaca, que lo sucedieron en la dirección. Página Siete fue mi experiencia más prolongada y me permitió mantener flexible el músculo de la columna semanal, un buen ejercicio para cualquiera que pretende hacer de la escritura un oficio. 

Todo lo anterior para recordar que hace exactamente dos años, el 29 de junio de 2023, cerca del mediodía, los colaboradores regulares de Página Siete recibimos un correo electrónico donde el dueño avisaba que ese mismo día se acababa la vida del diario. La misma carta se publicó en línea a las 15:01 h para que todos los lectores lo supieran.     

Aunque se había comentado muchas veces que Página Siete atravesaba momentos difíciles y que el gobierno del MAS lo hostigaba de diferentes maneras, no suponíamos que acabaría tan pronto y de manera tan torpe y artera. 

Todas las razones que se expusieron para el cierre son legítimas, pero no era la manera de hacerlo. No cabe duda de que el MAS “bloqueó sistemáticamente la pauta publicitaria”, “presionó a empresas privadas del sistema financiero para que no publiquen sus avisos”, “puso en marcha una estructura de hostigamiento público por redes sociales”, “auditorías y multas recurrentes de una diversidad de instituciones del Estado se ensañaron año tras año contra Página Siete”… además del Covid, el alza en el precio del papel, la falta de suscriptores, etc. Todo eso no justifica el maltrato a los trabajadores que había puesto su parte trabajando durante varios meses sin recibir compensación. 

Si lo colaboradores regulares nos enteramos al medio día, los periodistas de planta recibieron la noticia a primera hora de la mañana, como un desayuno envenenando y sin anestesia. Fue aún más duro para ellos, que dependían económicamente del diario, quedarse sin trabajo de un día para otro. Los colaboradores escribíamos (y seguimos haciéndolos en otros medios) “por amor al arte”, pues no nos pagaban (como es usual en todos los países del mundo), ni nos agradecían siquiera con un canastón de Navidad o una tarjeta a fin de año. Pero la manera como dejaron en el aire a los periodistas de planta, no tiene nombre: el dueño y presidente del directorio huyó inmediatamente del país (según parece, por varios temas dolosos además de Página Siete), y dejó colgados a más de 70 trabajadores a los que 908 días más tarde, hoy, no les ha pagado ni beneficios ni sueldos (devengados incluso antes del cierre del diario).     

Fue una puñalada trapera, sin que se abriera la posibilidad de dialogar en busca de una solución conjunta o de un cierre gradual, dando tiempo a los periodistas para ubicarse en otros espacios de trabajo. Muchas publicaciones periódicas con problemas económicos han suspendido sus versiones impresas pero manteniendo su presencia en plataformas digitales. Con Página Siete se ejercitó una ejecución sumaria, la forma más despótica de la cesantía, y por ello los extrabajadores continúan reclamando lo que les corresponde por derecho.       

Algo que agrava aún más la forma como se produjo la clausura de Página Siete es que todo el archivo de las ediciones anteriores se desvaneció y no es accesible para consulta. Ni siquiera los columnistas regulares tienen acceso a sus propios artículos. Toda la memoria de 13 años del diario está bajo candado en algún lugar de “la nube”. Eso se llama mezquindad, pues no representa un costo muy alto mantener abierto el acceso público a un archivo digital. 

Los diarios impresos seguirán desapareciendo en este país que no da para ningún proyecto de larga duración. Algún día los historiadores e investigadores se volcarán a revisar las colecciones en papel, que todavía hay en una decena de hemerotecas, aunque incompletas y masacradas por imbéciles que cortan con navaja lo que les interesa. Con navaja también cortaron la línea de vida de Página Siete.

Triste destino de la prensa independiente en Bolivia y mucho más lamentable en el caso de Página Siete, cuya luz fue apagada arbitraria y traicioneramente. 

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Una prensa libre puede ser buena o mala, 

pero sin libertad, la prensa nunca será otra cosa que mala. 

—Albert Camus