Para apreciar en justa medida la
importancia de las experiencias de comunicación participativa en las comunas periféricas
de Medellín, hay que conocer el contexto social, político y cultural que han
vivido durante décadas de enfrentamientos entre grupos armados violentos del
narcotráfico, de la guerrilla o paramilitares. Muchas de esas comunas que se
aferran a las laderas que rodean la ciudad, han crecido sin los servicios
adecuados debido a la incorporación de más de 200 mil víctimas del desplazamiento
forzoso, llegadas desde otros departamentos de Colombia.
Aunque la violencia ha disminuido gracias
a la integración de las comunas a través de políticas culturales y del impacto
social del metro y del metrocable, todavía hoy algunas de ellas viven bajo un
régimen de temor impuesto por bandas de delincuentes de gatillo fácil, a veces
muy jóvenes, que controlan el menudeo de droga en pequeños territorios,
“vacunan” (extorsionan) a los pequeños comerciantes de barrio, y mantienen a la
población en toque de queda casi permanente. Y la situación de educación, salud
y servicios básicos dista de ser digna para los habitantes, encerrados en el
círculo vicioso del desempleo y del desarraigo.
Guiado por el profesor Jaime López y por los
estudiantes del grupo Barrio-U de la Universidad de Antioquia tuve la fortuna
de conocer a mediados de junio iniciativas de comunicación participativa y de
trabajo cultural que tienen un enorme mérito por las circunstancias en que se
han desarrollado. Las experiencias que visité en las comunas 3, 6, 8 y 13 son
una demostración de que aún en las situaciones más adversas y peligrosas,
cuando existe motivación y conciencia social, se puede llevar adelante estrategias
de comunicación que contribuyen a convivir en paz y con dignidad.
Todas las experiencias que conocí, además
de su valor identitario y cultural, contribuyen a quitarle a los grupos
violentos la posibilidad de reclutar a los jóvenes que son más vulnerables por
la pobreza en la que viven y por la falta de oportunidades de estudio y de
trabajo. Cuando la juventud tiene alternativas culturales, le da la espalda a
las opciones de violencia y corrupción, como se ha visto a través de tantos
proyectos de música, poesía, arte y comunicación en Colombia.
Una mañana luminosa visité el Centro de
Producción Audiovisual Cinética 8 y escuela de reporteros gráficos, en la Comuna
8, proyecto coordinado por la Corporación para la Comunicación Ciudad Comuna, reconocido
en 2010 como mejor colectivo comunitario audiovisual de Medellín. Se trata sin
duda de una de las experiencias más sólidas en capacitación en comunicación y
construcción de ciudadanía en Medellín. Conversé con los responsables de los
diferentes procesos comunicativos, reunidos para contarme sobre esa iniciativa
colectiva que incluye múltiples facetas.
Una de esas facetas es Cinética 8,
proyecto audiovisual que dirige Leonardo Jiménez García, y otra
Visión 8 que coordina Libardo Andrés Agudelo,
una revista mensual tamaño tabloide, de distribución gratuita (diez mil
ejemplares), que en mayo 2012 cumplió siete años de existencia con la edición
40, que recoge artículos sobre la objeción de conciencia, la violencia en
Medellín, testimonios de las víctimas del conflicto, educación, ecología y
cultura, con texto y fotos del proyecto mural Galería Urbana. Más de la mitad
de los textos suelen estar escritos por personas de la comuna, y el resto por
el colectivo gestor. Visión 8, un semillero de periodismo ciudadano, nació con
financiamiento del presupuesto participativo de la Alcaldía de Medellín y se
mantuvo gracias al apoyo de la propia comunidad. La distribución sigue siendo
uno de los principales desafíos, pues se hace casa por casa, en los comercios
barriales y en la terminal de autobuses, de mano en mano.
Ciudad Comuna desarrolla otras
actividades, por ejemplo el Centro de Producción Audiovisual que realiza
documentales para rescatar la memoria de la comuna, tratando de que las
producciones mantengan un alto nivel de calidad y estén sustentadas en procesos
de investigación. Vi algunos de los 30 documentales, reportajes y promocionales
producidos y me impresionó no solamente su contenido, sino también su calidad
técnica.
En Los colores y sabores de mi comuna (2010), dirigido por Raúl Soto, se incluyen testimonios de aquellos desplazados de la
guerra que llegan para refugiarse en las comunas de Medellín. El documental
teje de manera muy hábil las voces de varias familias de diferentes etnias para
expresar las tensiones, dificultades pero también el optimismo de la
reinserción de quienes lo dejaron todo para salvar sus vidas. El hilo conductor
de este tejido es la cocina tradicional, a lo largo del documental las familias
entrevistadas preparan aquella comida que une “los colores y los sabores” a la
memoria y a la cultura. El tema es duro, pero la actitud de los desplazados es
de esperanza.
Ventanas al mañana (2011) es un testimonio de las luchas
por el derecho a la salud. Muestra la discriminación de personas sin recursos y
sin empleo, que no reciben una atención digna de parte de los servicios de
salud. En Vida digna ya (2011), se
muestra a familias que no pueden pagar el alquiler de sus precarias viviendas,
ni reciben los servicios públicos de agua y saneamiento porque se han asentado
en zonas de riesgo. De cara al alto costo de los servicios la población se
organiza en “mesas interbarriales” y realizan actividades públicas de
sensibilización: teatro de la calle, música, etc. En Diversidad étnica y cultural (2011) se muestra a la comunidad
indígena embera, desplazada por la guerra y reubicada en la Comuna 8 de Medellín.
La faceta más reciente en Ciudad Comuna es
Voces de la 8, una emisora que difunde a través de internet coordinada por
Rubiselen Ortiz.
Entrevisté brevemente a estos jóvenes
comunicadores sobre los programas que coordinan (hacer un clic en sus nombres
para escribirles) y con esas entrevistas edité un sencillo video de 8 minutos
que puede verse aquí: Ciudad Comuna.
Esta experiencia en la Comuna 8 es un
ejemplo interesante de integración de diversas actividades comunicacionales
(prensa, radio, video, capacitación), con un criterio que articula la capacitación
en medios con la formación política de los integrantes, tal como prueba la claridad
con la que expresan el trabajo que realizan.
_________________________________________________
Esperando que un mundo sea
desenterrado por el
lenguaje, alguien canta en el
lugar en que se forma el
silencio. —Alejandra Pizarnik