05 marzo 2025

Pelotón de “cantidatos”

(Publicado el sábado 1 de marzo en Brújula Digital, Público Bo, ANF y EjuTv)

Los “espontáneos” son (o eran) esos jóvenes entusiastas de la tauromaquia que se lanzaban al ruedo para esquivar un rato al toro de lidia hasta que los sacaban o recibían alguna levantada que acababa con su carrera delante del toro. Nadie conocía siquiera sus nombres, pero en su más íntimo sentir, estaban convencidos de que habían realizado un acto heroico y vivido los tres minutos más importantes de sus vidas, aunque nadie se acordara de ellos al día siguiente. 

A medida que se acerca la fecha fijada por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) para que se definan las alianzas que competirán por la presidencia de la república el 17 de agosto de 2025, están surgiendo como hongos (algunos venenosos), candidatos espontáneos que no tienen ni sigla ni posibilidad de obtener más del 1% de los votos, pero contribuirán con su oportunismo y su necedad a que los masistas ganen las elecciones.         

Todos estos candidatos espontáneos, que bautizaré como “cantidatos” por su cantidad, surgidos como mala hierba de un día para otro, en su cuarto de hora de visibilidad proclaman que quieren enfrentar al masismo (como al toro de lidia), pero parece que no se dan cuenta de que precisamente están asegurando con su pelotudez el triunfo del MAS en la primera vuelta electoral. 

Todos proclaman, además, que están en favor de la “unidad”, pero lo que demuestran es que están serruchando con fervor el piso de cualquier plataforma unitaria que tenga posibilidades reales de derrotar al masismo.           

Si sumamos el 1% de diez “cantidaturas” que proclaman ambos objetivos: derrotar al masismo y ser factores de unidad (en torno a ellos mismos), tendremos un 10% de perdedores que le resta posibilidades a la oposición articulada con seriedad, y por ello le hace el servicio al MAS en sus dos o tres versiones. Seamos claros, todas esas “taxi-cantidaturas” están beneficiando al masismo y cargarán la culpa en las próximas elecciones por haber atomizado a la oposición en la primera ronda electoral.

¿Qué pretenden estos espontáneos que llegan decididos a dinamitar los cimientos de la oposición? Sólo se me ocurren dos respuestas posibles:

1.      Pretenden negociar a último momento su 1% de intención de voto con la plataforma de unidad opositora, a cambio de figurar en la lista de diputados o para ocupar algún cargo en el próximo gobierno, cansados de su marginalidad actual. 

2.     Ya negociaron con el masismo para dividir el voto de la oposición. Es decir: se han vendido por 30 denarios sin ninguna vergüenza (hasta Judas se arrepintió, pero ellos ni siquiera palidecen).

No veo otra explicación. Si alguno de ellos viene a decirnos que realmente cree que su opción tiene alguna posibilidad de llegar a la presidencia, es que se trata de un ingenuo de cuerpo entero o de un cínico arribista.       

Otra vez ponen al proceso electoral en una situación precaria, como un circo lamentable de enanos a los que el payaso les ha calentado el oído (o el odio) para hacerles tropezar en el ridículo.      

En ese pelotón de pelopinchos hay de todo, como en un circo de pulgas. Incluso hay profesionales que merecían respeto, pero que ahora mueven a la conmiseración, como la diputada de Comunidad Ciudadana Toribia Lero, el periodista Andrés Gómez Vela y el luchador por los derechos humanos Manuel Morales, cuyo trabajo en el Comité Nacional de Defensa de la Democracia (Conade) era muy útil, pero él carece de carisma como candidato y no obtendría (si realmente llegara a las elecciones) más del 1% de los votos. Ellos tres se han autoproclamado públicamente (aunque hayan montado un circo para que parezca que “las bases” les han rogado que sean candidatos). 

En otro grupo de autopostulados están los pollitos de Milei o de Bukele, como Branko Marinkovic, Jaime Dunn o Antonio Saravia (que ya no habla más de la candidatura que lanzó prematuramente), que sueñan con un trampolín como el que sacó a Milei del anonimato y lo llevó con una motosierra a la presidencia y al papel de payaso titular de la corte de Elon Musk. Bribones como Milei ya ha habido en la historia latinoamericana: Collor de Mello (Brasil), Abdalá Bucaram (Ecuador) o Fujimori (Perú), son algunos ejemplos de espontáneos que llegaron en poco tiempo y con poca vergüenza a la presidencia de sus países.        

Todos los cantidatos espontáneos quisieran probar suerte en la primera vuelta para añadir a su curriculum vitae que fueron “precandidatos a la presidencia de Bolivia en 2025”, sin pensar que gracias a ellos y a su megalomanía podría no haber segunda vuelta y que gracias a ellos podría ganar otra vez el MAS por goleada. Que se ahoguen en su propia verborrea por pelotudos.       

Veo con lástima y desazón el panorama político contagiado por el carnaval de los necios, donde los “cantidatos” desfilan en la comparsa pre-electoral de pepinos, embriagados por su ilusión del poder y su apuesta oportunista. 

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Tanta cosa antigua se pone de moda, 

que sería bueno que volvieran la ética, la vergüenza, 

la inteligencia y la honestidad. 

—Groucho Marx 

 

01 marzo 2025

Nefando está el carnaval

(Publicado en Brújula Digital, Público Bo, ANF y EjuTv el 22 de febrero de 2025)

Nefando está el carnaval, por desdeño mi cholita…” Esa podría ser la letra actualizada de la famosa canción de Edmundo Porteño Zaldívar, gracias a los gestores carnavaleros de Oruro, que se caracterizan por sus ínfulas grandes y su mente estrecha. 

Dibujo de Abecor 

Siempre sucede algo que nos avergüenza como país receptor de turismo. Los orureños se empeñan en hacer el ridículo, no soportan la crítica y llegan a extremos como censurar, enjuiciar o incluso encarcelar a artistas, periodistas o blogueros que simplemente han expresado lo que ven y lo que sienten cuando visitan Oruro. Este año, unos periodistas de esa ciudad tuvieron el desatino de declarar persona non grata a la presidenta de la Asociación Nacional de Periodistas de Bolivia (ANPB), como si eso le valiera un comino a la opinión pública que ya los conoce por torpes y chicatos. Mis amigos orureños del mundo de la cultura y de la academia, deberían rebelarse contra la mediocridad que impera en su ciudad.       

En lo que me concierne, no tengo la menor intención de regresar al carnaval de Oruro. He estado allí una decena de veces en mi vida, sin duda en mejores momentos. Las últimas me han quedado grabadas como experiencias lamentables. No soy el primero que lo dice: la desorganización, la basura en las calles, las borracheras, los orines, la falta de servicios… todo contribuye a que uno se arrepienta de haber regresado.

La última vez, hace unos diez años, me alojé en el Hotel Edén sobre la plaza principal, supuestamente uno de los mejores, que ofrecía la posibilidad de ver el acontecimiento folclórico en asientos reservados en la esquina donde pasan las fraternidades. El hotel no era barato, pero sus instalaciones eran pésimas, con escasa iluminación y decorado de mal gusto. Si uno quería cenar después de las 9 de la noche, no había servicio de restaurante y menos aún en la habitación. Y esto sucedía en los dos días más importantes del año y durante la festividad más emblemática de esa ciudad sumida en la precariedad. Cometí el error de ir los dos días: el sábado de la entrada “sobria” y el domingo de la entrada “borracha”. Así es, aunque cueste creerlo: las 52 “fraternidades” (que pagan para ser parte de la Asociación de Conjuntos Folclóricos de Oruro), muestran lo mejor que tienen el primer día de la “entrada”, y las mismas vuelven a bailar por el mismo trayecto el segundo día, pero ya diezmadas, sin máscaras, tambaleándose por la borrachera de la noche anterior. Es un espectáculo penoso.        

Carnaval de Rio de Janeiro ©TerryGeorge

Hay comparaciones que duelen…En el carnaval de Río de Janeiro, que tuve la oportunidad de ver de cerca el año 2005, bailan en el famoso “sambódromo” solamente 12 escuelas de samba del Grupo Especial: seis la primera noche (domingo) y seis la segunda noche (lunes). Todo se hace con el mayor esmero y las reglas son muy estrictas: los jurados sancionan a los conjuntos de bailarines que se retrasan o se adelantan, o cometen otras infracciones. Todo está perfectamente cronometrado y medido: entre 70 y 80 minutos. Cada escuela de samba destaca por su creatividad y por el lujo de los trajes y de los carros alegóricos. Detrás de cada escuela de samba que termina su recorrido, aparece un pelotón de barrenderos para dejar todo limpio inmediatamente. Cada año eligen un tema nuevo y se lucen con lo mejor que pueden en cuanto a música, baile, trajes y coreografía. Cada año la escuela peor calificada desciende a la Serie A (segunda división) y la mejor de la Serie A sube al Grupo Especial (la primera división, como en el fútbol). Todos aceptan sin chistar la decisión de los jueces (en Bolivia los perdedores harían huelga, bloquearían los caminos o declararían persona non grata a los jurados).        

En Oruro les cuesta incluso repetir la misma cosa cada año, aunque ensayan fervorosamente tres meses antes. Ni siquiera tienen necesidad de componer nuevos temas musicales. La creatividad en la presentación de las fraternidades parece reducirse a la regresión cultural de bailes y disfraces. La ACFO no tiene idea de lo que significa que el carnaval haya sido inscrito en 2008 en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco. Creo que deberían quitarles ese rótulo tan malversado y vapuleado. 

Por una parte, la vergonzosa borrachera general que he mencionado, y por otra, la distorsión en los trajes, en las máscaras y en las danzas. Es natural que toda manifestación cultural evolucione con el tiempo, pero generalmente para mejorar, no para empeorar. En este caso parece involucionar. Pocas fraternidades mantienen la tradición, la mayoría confunde la “innovación” con la chabacanería y la vulgaridad. Extraño los tiempos en que las máscaras de diablo, hechas en yeso, hojalata y vidrio, pesadas y probablemente incómodas, eran exponente de la habilidad artesanal. Ahora, la mayoría de los conjuntos de diablada usa máscaras de fibra de vidrio o plástico, con cuernos de un metro de largo, luces, llamaradas, humo y colores chillones. Todo kitsch y alejado de lo que hizo del carnaval de Oruro patrimonio mundial.      

La “novedad” de 2025: cobrar a los periodistas y fotógrafos un “impuesto” por hacer su trabajo de difundir el carnaval. Probablemente no se dan cuenta de que gracias a ese trabajo de difusión el carnaval recibe visitantes de todo el mundo y muchísimo dinero. La mentalidad angosta y pueblerina no permite ver más allá de ese cobro oportunista no fiscalizado. Con cabalidad, la página web de la Unesco señala entre los peligros que amenazan este evento cultural “la explotación financiera incontrolada del carnaval”.  

La propuesta de sustituir la industria extractivista que tanto daño ha hecho a Bolivia por la industria sin chimeneas, que es el turismo, no va a prosperar mientras los bolivianos sigan siendo ignorantes y depredadores. No olvido fácilmente las noticias grotescas que para muchos son ya “normales”: “Al menos cuatro personas fallecieron y 60 resultaron heridas en Oruro por el desplome de una pasarela”, “Declaran persona no grata a Rilda Paco en Oruro”, “Roban rieles del tren, se suspende el servicio a Uyuni”, “Roban estatuas de bronce en las plazas”, “Queman domos de empresa de turismo en el salar” y otros similares, además de los frecuentes accidentes con decenas de muertos (64 fallecidos en los dos primeros meses del año) porque los buses interdepartamentales circulan sin controles técnicos, con choferes borrachos o cansados, y cuando hay accidente graves, en lugar de suspender las licencias de las empresas por uno o dos años, sancionan seis días al chofer (cuando sobrevive).       

Tiktoker Rubén Blanco 

La cultura del turismo amable que existe en otros países de la región, desde México hasta el sur de Argentina y Chile, no existe en Bolivia. A unos amigos mexicanos que fueron al salar de Uyuni en 2024 les cobraron 10 bolivianos por usar los baños o por un pedazo de papel higiénico. En las pozas de aguas termales de la Reserva Nacional Eduardo Abaroa, la encargada malencarada del restaurante pretendía que coman entrada, sopa y segundo con la misma cuchara y se molestó cuando mis amigos pidieron cubiertos. No tenemos la menor idea de cómo tratar a los turistas, somos torpes, y así nos califican, tal como podemos ver en blogs y en videos de TikTok de influencers que viajan por el mundo y establecen comparaciones entre los lugares que visitan. Algunos tienen millones de seguidores que tomarán decisiones sobre sus próximos viajes con base en esos relatos. Probablemente muchos desistirán de viajar a Bolivia.      

Una vez tuve la desagradable experiencia de ver en Potosí a unos muchachos lugareños escupiendo las mochilas de turistas extranjeros. Esa imagen me quedó grabada como el símbolo de nuestra ignorancia y la pequeñez de nuestros valores. 

Otro tema relacionado al potencial turístico de Bolivia y a su permanente negación, es el que ha estado en cartelera en semanas recientes: la incapacidad de la línea aérea estatal, Boliviana de Aviación (BoA) de prestar un servicio eficiente y seguro. Sus aviones (alquilados) tienen un promedio de años superior al de los aviones de otras líneas aéreas que se respeten. Llegan a Bolivia luego de cumplir un circuito de vida útil en 5 o 6 países, pero somos rehenes del gobierno que se niega a abrir los cielos de Bolivia a la competencia. El proteccionismo, que puede justificarse en la agricultura y en la cultura, no se justifica en áreas de alta tecnología donde no podemos destacar. Los cielos abiertos son una demanda sentida de la población: queremos otras opciones que contribuyan a brindar mejores precios para los usuarios, nuevas rutas y un servicio seguro y eficiente que no tenemos ahora.       

Para que este país viva del turismo y genere 3 mil millones de dólares anuales, como espera mi optimista amigo Carlos Hugo Molina, falta mucho más de lo que él piensa. Para entonces Marte será un destino turístico más interesante y menos arriesgado. 

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El fútbol, la cerveza y, sobre todo, los juegos de azar, 
llenaban el horizonte de sus mentes. 
Mantenerlos en control no fue difícil. 
—George Orwell