02 mayo 2025

Abusivos, delirantes y depredadores

(Publicado el sábado 26 de abril de 2025 en Público Bo, ANF, EjuTv y Brújula Digital) 

No he visto nunca antes en mi vida un pliego petitorio tan prepotente, abusivo y delirante como el que han presentado a mediados de abril los “cooperativistas mineros”, y que el gobierno acaba de suscribir irresponsablemente. Uso las palabras “cooperativistas” y “mineros” con disgusto, porque se trata de mafias que desnaturalizan el concepto solidario de las cooperativas y son un insulto para los verdaderos trabajadores de la mina.          

Estos patrones del extractivismo sin conciencia nacional, no tienen nada que ver con las organizaciones mineras que en su momento fueron el orgullo de Bolivia, con dirigentes comprometidos y responsables que pensaban ante todo en el país, como Simón Reyes, Alberto Jara, Irineo Pimentel, Víctor López, Filemón Escobar entre otros que tuve el honor de conocer en 1967 (cuando mi padre estuvo preso con ellos en el Panóptico de San Pedro), y cuya amistad cultivé después durante las luchas de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB) y la Central Obrera Boliviana (COB) encabezadas por Juan Lechín Oquendo. 

Ambas organizaciones fueron sistemáticamente desmanteladas durante los gobiernos de Evo Morales y el MAS. Por una parte, con prebendas que corrompieron hasta la médula a los dirigentes, de los cuales el nefasto Juan Carlos Huarachi es el más elocuente ejemplo de servilismo y corrupción, y por otra, fortaleciendo a los mal llamados cooperativistas hasta romper la espina dorsal de las organizaciones legítimas de los trabajadores, que durante más de medio siglo habían sido un ejemplo para toda América Latina. Fueron tan favorecidos por Evo Morales para ganar su favor político, que todos recordamos aquellos años en que andaban en vagonetas de lujo y vehículos Hummer que costaban más de 70 mil dólares.        

Lo que tenemos ahora es varias bandas delincuenciales de “mineros” con guardatojos flamantes (llenos de stickers), que nunca han entrado a una mina, que se hacen llamar cooperativistas cuando en realidad son patrones que explotan a mineros pobres y a indígenas en diferentes zonas del país donde obtienen irregularmente concesiones para extraer minerales, dañar el medio ambiente ignorando leyes y reglamentos, para luego exportar de contrabando metales preciosos sin dejar al Estado sino las migajas.          

Estos peligrosos explotadores mineros lograron que el gobierno ceda en una serie de medidas inaceptables, que no deberían tener curso porque son demandas prepotentes, abusivas y delirantes que van en contra de principios, leyes e intereses que tenemos que defender en nuestro país. “Cría cuervos y te sacaran los ojos”, eso es lo que está sucediendo, pero nadie parece haber leído el contenido de las irracionales exigencias.

Los 19 puntos del pliego petitorio son una sarta de disparates que se apoyan en el chantaje de bloqueos “en mil esquinas” y otras medidas que hacen que la población los aborrezca y los insulte en las calles. El gobierno tendría que haber intervenido con la misma fuerza que ha empleado en otras ocasiones, por ejemplo, cuando reprimió injustamente a indefensos discapacitados que pedían un reajuste del bono con el que apenas sobreviven. Hubiéramos querido ver esta semana a la policía usar camiones Neptuno, granadas de gas, porras y cachiporras, y tomar presos a los alborotadores que querían poner de rodillas a la población.          

Con la firma del acuerdo espurio, este gobierno (que sabe que está de salida), no hace más que dejarle un “presente griego” al próximo, que tendrá que lidiar de nuevo con las demandas inadmisibles del sector más abusivo y que menos contribuye al desarrollo de nuestro país. La Asamblea Legislativa Plurinacional debería inmediatamente cuestionar y anular esos acuerdos que dañan en lo más profundo al Estado, pero los diputados y senadores están demasiado ocupados con sus campañas políticas para aferrarse a las mieles del poder y sus privilegios. 

El primer punto del pliego petitorio revela las peleas internas de las diferentes mafias de ese sector, ya que exige al gobierno “Respeto y reconocimiento a la Fencomin como única Federación Nacional de Cooperativas mineras de Bolivia”. 

El asesino impune Josué Caricari

El dirigente máximo de Fencomin, Josué Caricari, ha estado preso en 2017 por su implicación en el linchamiento del viceministro Rodolfo Illanes, además de otros cuatro delitos, por lo que el Ministerio Público solicitó su detención preventiva en el penal de máxima seguridad de Chonchocoro: “El 25 de agosto de 2016 en la localidad de Panduro, se contactó con otro sindicado para llevar el auto oficial a la loma de un cerro cercano, a fin de sustraer un arma de fuego, dos bolsones y un chaleco. Posteriormente el imputado junto a otros sindicados hicieron explotar el vehículo oficial para no dejar evidencias, y trasladaron al exviceministro hasta una de las antenas de alta tensión del cerro Pucara, mientras se suscitaba el conflicto entre mineros y policías”. Estamos hablando de un asesino que le dobla el brazo a un gobierno pusilánime.         

El segundo punto del pliego entra “en materia”, poniendo sin ambages sobre el tapete el carácter depredador de la actividad, ya que demanda “Garantía para el normal suministro de material explosivo en todo el país de acuerdo al requerimiento de cada cooperativa”. Cuesta creer lo que uno lee. Estos bellacos pretenden destruir a Bolivia sin restricciones exigiendo al gobierno que les entregue explosivos “en todo el país” de acuerdo a lo que cada cooperativa demande para seguir envenenando ríos, destruyendo bosques, y operando en lugares donde no tienen autorización para hacerlo, o donde han obtenido concesiones ilegalmente. 

Dibujo de ©AbelBellido

Sigue un tercer punto digno de Ripley: en un país que está sufriendo todos los días la carencia de combustibles para trasladar alimentos, para obras de infraestructura o para que los niños puedan llegar a sus escuelas, estos malandrines piden la “Regulación inmediata en la distribución de combustible respetando los cupos requeridos por las cooperativas mineras”, es decir, quieren ser los privilegiados que tienen asegurado el combustible para sus operaciones depredadoras, cuando ni siquiera las instituciones del Estado, la Policía Nacional o el transporte municipal, tienen reservas propias de combustible.    

Los puntos 4, 5, 6, 7 y 10 son igualmente delirantes, pues estos grupos de presión que se atienen al chantaje, piden la destitución de por menos una decena de ministros, viceministros, directores y otras autoridades del Estado (porque seguramente no hacen exactamente lo que ellos quieren), y el nombramiento de otros que son sin duda afines a sus caprichos. 

¿Y qué tal el punto 8 donde demandan “Pago en dólares por la venta de los minerales”? Los trúhanes piden lo imposible en un contexto donde los ciudadanos no pueden siquiera retirar sus propios dólares de las cuentas bancarias, porque ya no hay billetes. Es como si dijeran: “Si quieren que dejemos de sacar el oro clandestinamente a Brasil y a Perú, páguenos en dólares”. 

No contentos con el avasallamiento ilegal de aires de río, de bosques en reservas forestales y de territorios indígenas protegidos, los angurrientos cooperativistas añaden en su lista (que parece una carta de navidad a Papa Noel), en el punto 11, la “Otorgación de mayores áreas de trabajo a las cooperativas mineras” y en el punto 13 la “Autorización permanente para la exportación de estaño de baja ley”. Ya hay más de 450 dragas, en su mayoría clandestinas, en los ríos en el norte del país, y numerosas operaciones mineras clandestinas en las faldas de las montañas, incluyendo en el Illimani, pero los depredadores quieren más y más y más, sin límite razonable.        

El lenguaje imperativo que utilizan no deja de asombrar. En su pliego petitorio usan varias veces las palabras “inmediata” o “permanente”, como reyezuelos feudales capaces de imponer al Estado todos sus antojos. Por ejemplo, en el punto 12, “Atención inmediata del ministro de Medio Ambiente a los requerimientos de las cooperativas afiliadas a Fencomin” y en el punto 16, “Inmediata construcción de las plantas refinadoras de zinc en Oruro y Potosí”. Es decir, quieren el Estado a sus pies y todo lo que les permita lucrar más. 

El punto 15, “La firma inmediata de todos los contratos administrativos mineros por adecuación, la firma de contratos administrativos nuevos y la firma de contratos por reubicación”, no es otra cosa que el intento de legalizar todas las explotaciones ilegales, que son la mayoría.     

Cuando en sus demandas incluyen, en el punto 17, la “Conciliación de deudas con el Servicio Nacional de Patrimonio del Estado (Senape)”, están exigiendo en realidad la condonación de esas deudas. Es decir, sólo falta que se los premie por el daño irreversible que le hacen a Bolivia.          

Los últimos puntos, 18 y 19, afectan a la legislación, que los favorece arbitrariamente como resultado de concesiones anteriores que hizo el gobierno masista. Exigen “La aplicación de la vigencia del Decreto Supremo 5095

” y “La modificación de la siguiente ley la 535, Ley de Minería y Metalurgia y modificación de la ley 400 de ley de armas”. 

Ese decreto supremo no es otro que la “Exención del impuesto al valor agregado a la importación” de bienes de capital y plantas industriales, destinadas a la minería y otros sectores. Por otra parte, la Ley 535 que pretenden cambiar, garantiza el respeto a los pueblos indígenas en situación de alta vulnerabilidad, sus derechos al agua, medio ambiente y consulta previa, libre e informada. Modificarla significa total impunidad y menos control para las operaciones mineras, levantando las restricciones sobre impactos ambientales y sobre la ocupación de reservas naturales que son patrimonio de todos los bolivianos y en particular de las comunidades indígenas que las habitan. Finalmente, la Ley de Armas que quieren modificar es la que garantiza “la convivencia pacífica y la vida de las personas; prevenir, luchar y sancionar los delitos relacionados al tráfico ilícito de armas de fuego y otros, los delitos contra la Seguridad y Defensa del Estado y la Seguridad Ciudadana”. En otras palabras, quieren armas y explosivos sin control, y libertad absoluta para hacer lo que les da la gana, como si nuestro territorio fuera tierra de nadie (que en eso se ha convertido, por obra de bellacos como estos y los narcos del Chapare, parecidos por su falta de conciencia de patria).         

Los “cooperativistas mineros” causan enormes daños en los lugares que avasallan con o sin autorización del Estado. No solamente han destruido el medio ambiente envenenando los ríos y las comunidades indígenas con mercurio, devastando bosques en áreas protegidas y explotando minerales en faldas de montaña donde es prohibida la minería, sino que además han corrompido a comunidades indígenas, y han llevado la prostitución y la violencia a los lugares donde se instalan. Los funestos resultados de esas invasiones “sin Dios ni ley” han sido documentados en detalle y denunciados por varias organizaciones de la sociedad civil, pero los gobiernos pusilánimes y sobre todo cómplices del MAS, no han ejercido las medidas de restricción y represión que deberían tomar por ley.        

Bolivia estaría mucho mejor sin estas cooperativas mafiosas. Votaré en las elecciones por quienes prometan ponerles coto, porque son una verdadera lacra, empezando por el ministro que las representa en lugar de defender los intereses del Estado.

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There is something fundamentally wrong in treating the Earth 
as if it were a business in liquidation. 
—Herman E. Daly 


28 abril 2025

Forqué, Goya y Platino 2025

(Publicado el miércoles 23 de abril de 2025 en Brújula Digital y Público Bo) 

El domingo 27 de abril de 2025 se conocieron en Madrid a los ganadores de los premios Platino. Cinco películas de largometraje aspiraban al premio mayor, cuatro a la mejor Dirección, otras cuatro al mejor Documental, y así sucesivamente hasta cubrir las 23 categorías, que sería largo enumerar, pero que se asemejan a las de otros grandes premios de cine internacionales, porque incluyen categorías técnicas y artísticas similares. 

Premios Platino

Los premios Platino son la culminación de un proceso de varios meses que lleva a los espectadores, a las películas y a sus autores, a través de tres ciclos competitivos en secuencia: los premios José María Forqué, los premios Goya y los premios Platino, que no son precisamente festivales de cine, sino premios de las academias cinematográficas. Es algo parecido a lo que sucede en Estados Unidos con los Globos de Oro, los SAG Awards y los DGA Awards, que culminan en los Oscar, los cuatro en los primeros meses del año. La diferencia es que los premios de Estados Unidos están concentrados en ese país. No son internacionales, aunque tengan una categoría para películas en otro idioma y convoquen una enorme atención mundial.      

Para quienes no están familiarizados con los tres premios iberoamericanos, vale la pena despachar estas líneas. Los Forqué son como la etapa de calentamiento de una larga maratón. Ahí se presenta toda la producción, o al menos la más importante, de América Latina y España, y de alguna manera sirve de trampolín para las otras premiaciones. Los Goya son en España como los Oscar en Estados Unido o los Cesar en Francia, donde se suelen ratificar (y santificar) las preferencias de los seleccionadores y jurados. Luego, los premios Platino suman toda la mejor producción española y latinoamericana, y desde su creación en el año 2014 han crecido de manera exponencial, para convertirse sin la menor duda en los premios de cine más importantes del mundo, por una razón lógica: son los únicos que representan a más de 30 países. No hay otro que se les parezca, en ninguna otra región geográfica. 

Premios Forqué

Es imposible ver todas las películas inscritas para los tres premios, porque son muchas. Para los premios Forqué se inscribieron 379 producciones en 2024. Para los Goya 209 largometrajes españoles, 21 europeos y 17 provenientes de América Latina (un total de 247). En los premios Platino esa cifra se cuadruplicó: 625 películas de ficción, 407 documentales, 17 de animación y 147 series de televisión. Son cifras apabullantes. Todas esas obras aspiran no solamente a la mejor película del año, sino a las otras categorías.        

Uno de los méritos de los premios Platino (que explica también su rápido reconocimiento en apenas una década), es el hecho de que no se celebran cada año en el mismo lugar, sino que alternan a uno y otro lado del Atlántico. Las ceremonias de premiación se han llevado a cabo en Panamá (2014), Marbella (2015), Punta del Este (2016), Madrid (2017, 2021, 2022, 2024), Cancún (2018 y 2019), Riviera Maya (2024) y nuevamente Madrid este año. Las profundas crisis políticas y económicas de nuestra región han impedido una mayor diversificación. 

Por mi experiencia anterior con los premios Platino y José María Forqué (de los que soy miembro del jurado), sé que no basta ver las películas nominadas, porque a veces algunas de las buenas no llegan a la lista final. En ocasiones me ha parecido que en los premios obran influencias y consideraciones ajenas a la calidad cinematográfica, por lo que no siempre son nominadas obras que lo merecerían más que otras. Sin duda se tejen relaciones de interés económico dentro de la industria de cine de España. Sin embargo, mientras más se consolidan los premios, más me parece que las mejores obras llegan a consagrarse. 

Premios Goya

En los recientes premios José María Forqué, las obras nominadas para el mejor largometraje de ficción fueron: “El 47” de Marcel Barrena (España), “La estrella azul” de Javier Macipe (España-Argentina), “La infiltrada” de Arantxa Echevarría (España), y “Segundo premio” de Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez (España). Mayoría absoluta de españolas, aunque había obras latinoamericanas y también españolas mejores que dos de las finalistas, por ejemplo “La virgen roja” de Paula Ortiz (España), “Soy Nevenka” de Iciar Bollaín (España), “El lugar de la otra” de Maite Alberdi (Chile) o “Casa en flames” de Daniel De La Orden (España). Al final, ganó “El 47”, excelente film, aunque el premio del público fue para “Casa en flames”.        

En los premios Goya se confirmaron las tendencias con la preselección de las mismas cuatro obras seleccionadas para los Forqué, además de “Casa en flames”.  Por primera vez en cuatro décadas de existencia de estos premios de la Academia de Cine de España, el premio fue compartido por “El 47” y “La infiltrada”, dos de mis favoritas. No es sorprendente entonces que entre las nominadas para los Platino también figuren esas dos obras, además de “Grand tour” de Miguel Gomes (Portugal) y dos latinoamericanas: “El jockey” de Luis Ortega (Argentina) y “Aún estoy aquí” de Walter Salles (Brasil). 

El ladron de perros, de Vinko Domicic 

Centenares de películas (incluso las bolivianas: “Mano propia” de Gory Patiño, “Los viejos soldados” de Jorge Sanjinés y “Los de abajo” de Alejandro Quiroga, y una filmada en Bolivia “El ladrón de perros” del chileno Vinko Domicic), fueron quedando rezagadas en las diferentes etapas de preselección de los Platino. Sólo “El ladrón de perros” estaba entre las nominadas en la categoría de “Cine y educación en valores” y Opera Prima, con buenas posibilidades de ganar (y ganó como mejor Opera Prima, por lo que reclamarán el mérito tanto Chile como Bolivia).      

Concedamos que las otras categorías en las que participaron las películas “olvidadas” compensa de alguna manera su ausencia en los dos premios mayores: mejor Película y mejor Dirección. Por ejemplo “La habitación de al lado” de Pedro Almodóvar, estaba en las nominaciones para Mejor Guion Adaptado, Mejor Música Original, Mejor Dirección de Fotografía, Mejor Dirección de Arte, Mejor Sonido… y por supuesto para Mejor Actriz Protagonista (para ambas actrices no españolas: Julianne Moore y Tilda Swinton). 

Algo que llama la atención en estos últimos años es que muchas de las películas preseleccionadas y nominadas, tienen dos (o más) directores, como si el concepto de “autor” cinematográfico se diluyera. Quizás esto se debe a la práctica cada vez más frecuente de tándems provenientes de la publicidad y la televisión, donde se trabaja de otra manera. Esa vía la abrieron en el cine de Estados Unidos los hermanos Coen, y mucho antes en Italia los hermanos Taviani, pero no hay muchos otros casos similares. 

La infiltrada, de Arantxa Echevarría 

De las obras que se disputaron los premios mayores en los Platino de 2025, “La infiltrada” era mi preferida. Aborda un momento histórico duro en la historia contemporánea de España, cuando el movimiento independentista ETA (Euskadi Ta Askatasuna), comete acciones terroristas. El filme cuenta la historia real de Aranzazu Berradre Marín (Carolina Yuste), seudónimo de una joven policía de 20 años de edad que se infiltró en ETA y convivió con la banda terrorista logrando la desarticulación del comando Donosti. El suspenso es mayúsculo ya que uno siente como espectador enorme simpatía por esa mujer que corre riesgos tan grandes. Es formidable el retrato sicológico de la protagonista y su evolución durante ocho años para ganar la confianza de los militantes terroristas, bajo la tensión de ser descubierta y la presión del mando del operativo de la policía nacional (Luis Tosar). La relación que se teje entre ella y los otros personajes es la fuerza central del filme, que evita hacer una caricatura de ETA, aunque muestra al personaje sádico y machista de Sergio (Diego Anido), que existió en la realidad.       

El 47, de Marcel Barrena 

Otra candidata fuerte era “El 47”, también una de las que prefiero. Cada vez más, el cine español está indagando en su historia reciente, con películas magníficas basadas en hechos reales. En este caso, el argumento se remonta a 1958, en pleno franquismo (que me tocó vivir de joven), cuando la dictadura trataba de impedir que crecieran barrios periféricos en torno a las grandes ciudades. Las disposiciones legales eran curiosas, por decir lo menos: si la policía descubría casas sin techar, en pleno proceso de construcción, las hacía demoler. Por ello, había que construirlas y techarlas en un mismo día, antes de que llegara la siguiente ronda represiva. Y cuando la gente que llegaba de otras localidades más pequeñas en busca de trabajo, lograba finalmente formar una comunidad barrial, el Estado le negaba servicios básicos como agua, electricidad y transporte.         

Es sobre este último tema, el transporte, que se construye el nivel simbólico de esta historia: 20 años más tarde (en 1978, ya muerto Franco), en la época de la reconstrucción de Barcelona, el conductor del autobús número 47 se atreve a desviar su ruta para prestarle servicio a Torre Baró, el barrio periférico al norte de la ciudad. Es una historia de solidaridad comunitaria, filmada en estilo documental (cámara en mano), con personajes e interpretaciones entrañables. El entramado de relaciones humanas está muy bien descrito, sin grandes dramatismos o suspenso.      

Aún estoy aquí, de Walter Salles 

La finalista latinoamericana que se llevó los mayores premio Platino es la brasileña “Aún estoy aquí”, la película más taquillera durante la época del Covid, que costó menos de 1.5 millones de dólares hacerla, pero recaudó más de 35 millones. Situada en 1971, durante la dictadura militar, es otra obra con base testimonial, que narra la experiencia del exdiputado Rubens Paiva, quien regresa a Río de Janeiro después de seis años de exilio tras el golpe de Estado brasileño de 1964. Muy pronto, se ve envuelto en una redada militar que lo secuestra y desaparece el 20 de enero de 1971. La película está narrada a través de la memoria de Eunice, interpretada por Fernanda Torres (joven) y Fernanda Montenegro (vieja), ambas actrices hija y madre en la vida real. Es una obra plena, fuerte, que hace revivir los horrores de la dictadura y la capacidad de resiliencia de las víctimas. Esta obra obtuvo también el premio en las categorías de mejor dirección y mejor interpretación femenina. En los Goya se llevó el premio a la mejor película iberoamericana.             

El jockey, de Luis Ortega 

Entre las cinco películas que aspiraban al premio mayor está también “El jockey” de Luis Ortega, una coproducción de Argentina, Dinamarca, España, México, EEUU, aunque fundamentalmente argentina. Me pareció caricatural y falsa desde la primera escena, una comedia tan bien filmada como un anuncio publicitario. La fotografía es impecable, pero los personajes no tienen espesor. Está llena de escenas que atrapan la mirada por su colorido y su composición, pero no deja de ser una caricatura sin mucho sentido. Los diálogos son frases talladas como refranes, la música incidental no cesa nunca, los personajes extraños acercan la realización a un comic. Si todo no fuera tan maniqueo, la idea de un jockey muerto (pero no del todo), sería interesante. Junto a las otras obras finalistas, esta es la más pobre, sin asidero con nada que pueda ser importante para la vida de las personas, como no sea pasar un rato de distracción.      

Segundo premio, de Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez 

No entiendo bien cómo “La estrella azul” fue finalista tanto en los Forqué como en los Goya, aunque sólo en algunas categorías de los Platino. Es la historia de un exitoso rockero español que viaja a Argentina en busca de Atahuallpa Yupanqui y de sí mismo, una suerte de reaprendizaje identitario. El filme está lleno de lugares comunes sobre nuestra región, e incluye largas secuencias de música y bailes que hacen lenta la progresión. Como su estilo es semi-documental, la fotografía no está bien cuidada y tampoco la edición. Durante la primera media hora no pasa casi nada. Mi impresión fue similar con “Segundo premio”, que también retrata en estilo documental a un grupo de música rock de Granada (España), que viaja a Nueva York a fines de la década de 1990 con la intención de reinventarse. Hay más densidad sicológica en “Segundo premio” que en “La estrella azul”.         

Soy Nevenka, de Iciar Bollaín

“Soy Nevenka” de Iciar Bollaín (que filmó en Bolivia “También la lluvia” en 2010), quedó fuera de los principales premios Forqué, Goya y Platino, pero es una excelente obra sobre el acoso sexual, basada en una historia real relativamente reciente. Todos los personajes están representados con complejidad, no hay ninguna caricatura en el relato. Los chantajes emocionales, las presiones laborales, la corrupción, la manipulación de las personas y de la justicia, todo está narrado con maestría y verosimilitud. En los premios Forqué fue finalista entre las nominadas en la categoría de Cine y educación en valores, pero no ganó. En los Goya fue nominada para las categorías de mejor Guion Adaptado, mejor Actor Protagonista, mejor Dirección de Fotografía y mejor Actriz Revelación, pero no ganó en ninguna. En los Platino estaba entre las nominadas para Cine y educación en valores, pero no ganó.        

La virgen roja, de Paula Ortiz 

A lo largo de los meses que median entre los premios Forqué, los Goya y los Platino, “La virgen roja” de Paula Ortiz (España) se mantuvo bien posicionada en varias categorías. En los Forqué fue candidata a la mejor Interpretación Femenina, pero no ganó. En los Goya acumuló nueve nominaciones: mejor Dirección, mejor Canción Original, mejor Actriz de Reparto, mejor Dirección de Producción, mejor Maquillaje y Peluquería, mejor Sonido, mejores Efectos Especiales, mejor Diseño de Vestuario y mejor Dirección de Arte, pero sólo ganó en las dos últimas. En los Platino apenas una: mejor Dirección de Arte, ni siquiera mejor Interpretación Femenina o de Reparto.  Sin embargo, me parece una de las mejores películas y la pongo sin dudarlo al mismo nivel de “El 47”, “La infiltrada” o “Soy Nevenka”, todas ellas basadas en hechos históricos reales. Es un misterio (para mí, pero quizás no en el contexto de España) que “La virgen roja” haya sido dejada a un lado.      

La virgen roja

La historia que narra es fascinante: en la década de 1930, Hildegart Rodríguez, fue educada desde niña por una madre autoritaria y exigente, para convertirse en un modelo para las mujeres del futuro. A los dos años de edad ya sabía leer, a los tres sabía escribir, “cada minuto de su vida estaba organizado de acuerdo a un plan”, a los 17 años era la abogada más joven de España y se convirtió en una escritora precoz y prolífica, que participó en política durante la formación de la República, cuando era un terreno todavía vetado para la mayoría de las mujeres. Esa educación para la libertad, pero no en libertad, tenía que hacer crisis en algún momento, cuando la joven se enfrenta a la madre posesiva e intenta desmarcarse de ella, sólo para terminar en una tragedia en 1933. El "Proyecto Hildegart", por perfecto que pareciera, tenía límites: la propia libertad de la protagonista. Si fuera una historia totalmente inventada, sería igualmente fascinante, pero lo es más cuando sabemos que se inspira en hechos históricos, representada con mucha maestría para llevarnos a la época de la República, con escenografía, vestuario, música, interpretaciones, ambientación y todo lo demás que hace a una obra de extraordinario valor. ¿Por qué no fue tomada en cuenta para los premios más importantes? Queda esa duda, pero es una película que recomiendo sin dudarlo.         

El lugar de la otra, de Maite Alberdi 

Me apena que “El lugar de la otra” de Maite Alberdi (Chile), que ganó el premio a la mejor Película Latinoamericana en los Forqué y fue finalista en la misma categoría en los Goya, no haya llegado a los Platino con buen pie, aunque está nominada en la categoría de mejor Interpretación de Reparto (pero merece mucho más). Maite Alberdi nos regaló en 2023 el magnífico documental “La memoria infinita” sobre los años finales del cineasta Augusto Góngora (a quien conocí hace mucho tiempo), enfermo de Alzheimer. En esta nueva película se remonta a 1955, cuando María Carolina Geel, una escritora muy conocida, asesina con cuatro disparos a su amante, en el restaurante del Hotel Crillón, a la vista de todos.  Mercedes, una asistente que trabaja para el juez encargado de defender a la acusada, se interesa particularmente en el caso y es sobre la relación de ambas mujeres que se construye esta historia basada en hechos reales. La reconstrucción de época es estupenda, así como las interpretaciones y los apuntes sobre la condición de las mujeres en aquellos años. A lo largo del filme se produce un proceso de identificación entre la joven Mercedes que se siente reprimida y menospreciada, y la famosa escritora a quien ve como una mujer libre, aunque está recluida en El Buen Pastor. La sicología de los personajes tiene espesor gracias a la actuación de Elisa Zulueta y Francisca Lewin. “Estamos aburridos de ser quienes somos, necesitamos un lugar donde podamos ser nadie”, es una de las frases clave del filme.              

Memorias de un cuerpo que arde, de A. Sudassasi 

“Memorias de un cuerpo que arde” es un falso documental sobre la sexualidad, vista por mujeres que no tuvieron la oportunidad de ejercerla ni hablarla sin tapujos. El filme está basado en testimonios reales de mujeres ya mayores que reviven su relación con el sexo, su vivencia del placer, de la menopausia, de la violencia y de las frustraciones. Aunque incluye escenas de flash back a la infancia, y reconstrucciones de carácter surrealista, el peso está en las voces testimoniales, es decir, en la palabra y no en la imagen. Los testimonios de varias mujeres convergen en la memoria de una, la actriz que las representa, pero ellas aparecen hacia el final, de espaldas. “Memorias de un cuerpo que arde” estuvo nominada en los Forqué en la categoría de mejor Película Latinoamericana, y también en los Goya en la misma categoría, pero no ganó. En los Platino tenía posibilidades en las categorías de mejor Guion, mejor Interpretación     Femenina, mejor Interpretación Femenina de Reparto, y ganó en Cine y educación en valores.       

Rita, de Jayro Bustamante 

Esperaba más de “Rita”, del guatemalteco Jayro Bustamante, de quien vi anteriormente “Ixcanul” (2015) y “La llorona” (2019), obras de talento que abordan la realidad política y social de su país. “Rita” lleva a otro nivel el registro fantástico que ya aparecía en “La llorona”. Es una extraña alegoría de la represión (“inspirada en hechos reales”), donde nuevamente el personaje femenino es central, como en las películas anteriormente citadas. Sin embargo, la alegoría de las niñas abusadas por sus padres (o por el Estado) es llevada al extremo en el intento de exacerbar la representación de la violencia (la inmolación final). Los personajes, las niñas encerradas en una extraña prisión, son personajes esquemáticos, sin profundidad, al igual que los diálogos.  Mucho del “mensaje” está dicho en palabras, sobre todo el desenlace del filme. “La primera coproducción Hollywood-Guatemala” no me convenció, pero sin duda la prefiero a algunas de las películas que tuvieron mejor suerte en las preselecciones de los Forqué, Goya y Platino.             

Finalmente, unos párrafos sobre las series que me tocó ver como miembro del jurado de los Platino. Las series para televisión y miniseries se han convertido en un género de extraordinaria calidad, más aún desde que grandes empresas multinacionales como Amazon, Netflix, HBO, Warner o Disney, entre otras, invierten sumas fabulosas en la producción en otros países, trascendiendo las fronteras de Estados Unidos. 

Cada minuto cuenta 

“Cada minuto cuenta” (Amazon, 10 episodios) narra el terremoto que sacudió la Ciudad de México en septiembre de 1985, con lujo de detalles, historias que se cruzan y una ambientación perfecta en el Centro Médico que colapsó y en otros espacios donde la tragedia revela la solidaridad, pero también el egoísmo, la ausencia del Estado, la politiquería y los negocios sucios. Es decir, todo lo que sacó a la superficie el terremoto. El hecho de que yo residía en México cuando ocurrió el terremoto me hizo prestar mayor atención a esta serie.          

Algo similar sucede con la serie “Argentina 78”, que desnuda otro hecho histórico: el mundial de fútbol en tiempos de la dictadura militar. Creo que ningún otro documental podría narrar mejor las implicaciones políticas de aquel evento deportivo alrededor del cual se tejieron intereses de los militares golpistas, pero también reivindicaciones populares y la actividad de grupos guerrilleros como los Montoneros. Los personajes que ofrecen su testimonio (Mario Firmenich, Mario Kempes, Matías Bauso, Menotti), las escenas de archivo, las historias personales que se entretejen… Todo contribuye a hacer de esta serie algo excepcional. 

Cidade de Deus 

Ninguna de estas dos series quedó entre las nominadas, en cambio sí “Cidade de Deus” (Warner) y otras que son secuelas o adaptaciones de libros famosos: “Como agua para chocolate” (HBO) o “Cien años de soledad” (Netflix), que se llevó varios Platino. La cuarta seleccionada es “Senna” (Netflix) sobre el piloto brasileño de Fórmula 1.           

“Cidade de Deus” (7 episodios) me parece la mejor entre las nominadas, porque muestra con grandes recursos creativos la mirada de un fotógrafo (Rockett) sobre la vida en la favela, la violencia, la marginalidad, el narcotráfico, las rivalidades y los intentos de desmarcarse de esa forma de vida. Como es propio en las series, muchos personajes se cruzan de un capítulo a otro, algunos emergen y otros desaparecen. El estilo narrativo es testimonial, con mucha cámara subjetiva, lo que le otorga una calidad mayor mientras disimula la enormidad de la producción. Es un mundo aparte, con sus propios códigos y leyes, ajeno al propio país donde está situado geográficamente. El conjunto es una obra con mucha fuerza, que difícilmente cabría en una sola película de largometraje. 

En cambio, “Como agua para chocolate” (7 episodios) parece más de lo mismo, una serie amable, ocurrente, bien filmada, con “sabor mexicano”, que no esconde todos los recursos con los que cuenta la producción, pero al menos destaca por la frescura de algunas interpretaciones, en particular de Azul Guaita (Tita). El personaje de la madre, sin matices, parece demasiado acartonado, como la bruja de un cuento de hadas. Cuando se accede a ese nivel de producción, los aspectos técnicos son notables: largos planos secuencia le dan fluidez a la narración, el espectador se desplaza con la cámara por todos los espacios magníficamente recreados. No hay donde equivocarse. 

Cien años de Soledad 

Algo similar ocurre con la adaptación de otra gran obra literaria, la que todos temían llevar a la pantalla (grande o chica), y la que el propio autor se mostraba reticente a autorizar. No es otra, por supuesto, que “Cien años de soledad” (8 episodios), donde sucede exactamente lo que García Márquez quería evitar que sucediera: se traslada a imágenes concretas lo que cada lector creó en su imaginación al leer la magna obra del premio Nobel de Literatura 1982. El problema radica en que la obra literaria es capaz de desatar en cada lector un universo imaginario diferente, pero de pronto ese lector se siente coartado como espectador, obligado a aceptar una sola interpretación de ese mundo imaginado. Por supuesto, la serie está magníficamente realizada, con ingentes recursos económicos y técnicos, paisajes lujuriosos, vestuario, escenografía, fotografía espectacular, centenares de personajes y todo lo que puede pedir el espectador más exigente, pero no es lo que estaba en mi cabeza, ni en tu cabeza, ni en la de ella. Incluso el acento excesivamente caribeño de los actores parece contrastar con lo que cada lector “oía” en su cabeza al leer la novela (paradójicamente, la voz del narrador que lee frases textuales, es neutra). Pero bueno, quizás la apreciación es diferente para quienes no leyeron la obra original, o para quienes son capaces de abstraerse y concentrarse solamente en la pantalla. Yo no pude.             

Cristóbal Balenciaga

Al margen de las seleccionadas quedaron otras series interesantes, bien realizadas, aunque con menos medios. Una de ellas, “Cristóbal Balenciaga” (Disney, 6 episodios), descubre para el espectador la vida fascinante de uno de los más importantes diseñadores de moda del siglo pasado, y a través de él el mundo de la moda en Francia y un pedazo importante de la historia de Europa entre las dos grandes guerras, incluyendo la difícil convivencia del diseñador con la ocupación nazi en París. A los extraordinarios colores y formas de los diseños que Balenciaga realizaba con sus propias manos, se suman en esta serie la sobriedad de las interpretaciones y del estilo narrativo, que evita todo alarde estilístico para subrayar mejor la presencia del personaje principal a través de una imagen depurada.        

El cine iberoamericano mantiene su vigor y creatividad a pesar de las crisis políticas y económicas de la región latinoamericana y de la fluctuante relación con España. Los tres premios más importantes (Forqué, Goya y Platino) muestran una cantidad impresionante de temáticas y de propuestas narrativas diferentes, pero mi conclusión sobre las ediciones de 2025 es que el cine español supera en calidad al de nuestra región, particularmente con películas basadas en hechos históricos que están todavía frescos en la memoria de los españoles. 

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El artista sabe lo que hace, pero para que merezca la pena 
debe saltar esa barrera y hacer lo que no sabe. 
—Eduardo Chillida 
 

24 abril 2025

PumaKatari vs. mafias al volante

(Publicado en Brújula Digital, Público Bo y ANF el sábado 19 de abril de 2025)

Desde hace varios meses hemos vivido días en que las calles estaban vacías por la falta de gasolina y diésel, y otros en los que el tráfico se volvía insoportable porque en avenidas de mucha circulación, se producen filas de varias cuadras para acceder a las gasolineras cuando recién llega una provisión de combustible.       

Seguimos presenciando durante semanas la batalla campal entre los concejales de diferentes partidos en el concejo municipal (algunos tan mafiosos como Chambilla, Sogliano o Chaín), y el alcalde que quiere congraciarse con las “cooperativas” o “sindicatos” que han aumentado el precio del transporte, sin realizar las mejoras a las que se comprometieron: GPS en cada unidad, paradas y horarios fijos, mantenimiento de los vehículos, etc. No es la primera vez que engañan a la población. Lo han hecho siempre, nunca cumplen sus compromisos y cada vez crecen más en número y en influencia política, lo que significa que, a pesar de simular que son “pobres”, es un excelente negocio para ellos. Si no fuera negocio no estarían allí. Ojalá hicieran un “paro” de manera definitiva.

La importación de gasolina y diésel con sobreprecios inadmisibles y negociados del hijo del presidente Arce y la sospechosa empresa Botrading, nos lleva cada dos semanas a una situación de zozobra, tanto porque no existe un solución en el futuro inmediato, como por la incomodidad que causan las largas filas de vehículos en todo el país. En La Paz se convierten en un embudo varias vías principales, como las avenidas 6 de Agosto, Arce, Ballivián y Hernando Siles. 

Taponamiento en la entrada a la gasolinera de la Av Kantutani

A esto se añade el hecho de que las principales gasolineras de la ciudad están situadas en los lugares menos convenientes, como si se hubiera planificado con las patas desde el principio. La gasolinera del Automóvil Club en San Jorge es responsable de trancaderas de muchas cuadras sobre la avenida 6 de Agosto. La que se encuentra en el inicio de la avenida Kantutani tranca la calle Sánchez Lima de la misma manera, y la que está  en la curva de Holguín no solamente produce taponamientos en la avenida Hernando Siles, sino que está situada sobre el cauce de un rio, violando la reglamentación municipal de no construir en 25 metros de los aires de rio.       

Botrading: negociados en YPFB

Los ciudadanos parecen mansamente acostumbrados a semejante absurdo y a nadie en la alcaldía parece ocurrírsele que esas gasolineras deberían ser trasladadas a lugares más amplios, donde haya espacio suficiente para que la circulación de vehículos fluya normalmente. Obligatoriamente, toda gasolinera debería tener un determinado número de metros cuadrados de espacio de separación de una vía pública, para acomodar las filas de vehículos. Por lo visto las empresas dueñas o concesionarias de esas tres gasolineras mencionadas tienen más poder que el gobierno municipal. Por lo tanto, los que tienen vehículos seguirán protestando cuando tardan media hora en recorrer tres o cuBotrading: negociados del gobieernoatro cuadras en los lugares que he señalado.         

En los días de escasez de gasolina y de diésel, la alcaldía de La Paz perdió la oportunidad de demostrar que el PumaKatari, es decir, el transporte público municipal, es una estupenda alternativa al transporte privado de las mafias de “minibuseros”, que inundan tanto El Alto como La Paz y que ejercen una presión política inaceptable sobre las instancias del gobierno municipal.        

En lugar de sacar a la calle todas las unidades del PumaKatari, la alcaldía paceña disminuyó el número de buses en circulación, con el argumento de que no había diésel, lo cual nos lleva a preguntarnos: ¿cómo es que un sistema municipal de transporte no cuenta con sus propios tanques de reserva de combustible y estaciones de servicio? ¿Por qué luego de diez años de existencia del PumaKatari, la alcaldía no ha tomado previsiones para ser autónoma en combustible no sólo para el transporte público municipal, sino también para su maquinaria pesada? 

El letter del alcalde Arias

Esa falta de visión de futuro caracteriza a los gobiernos municipales, principalmente al actual, demasiado ocupado en tonterías superficiales como el letrero gigantesco de La Paz (el delirio de Hollywood de un alcalde acomplejado) o el maquillaje de parques y plazas, mientras descuida las obras de infraestructura y se limita a atender emergencias por las lluvias, porque no ha tenido la visión de aplicar medidas de prevención durante la época seca.         

Los paceños valoramos el PumaKatari y lo hemos defendido desde el inicio contra los ataques violentos de los transportistas privados, de las mal llamadas “cooperativas” que son empresas familiares mafiosas. El PumaKatari fue uno de los importantes legados del alcalde Luis Revilla (y el funcionario Gustavo Bejarano), pero el actual alcalde Arias no ha sabido cuidarlo, sino todo lo contrario. 

Bogotá: Transmilenio

Nuestra defensa del PumaKatari debe pasar también por la crítica de aquello que no funciona bien en este sistema de transporte que se ha popularizado en todas las ciudades de América Latina, con diferentes nombres: Transmilenio (Bogotá), Metrobús (México), Metrobús Q (Quito), Transmetro (Guatemala), entre otros. Todos ellos con carril exclusivo de circulación y plataformas elevadas en las paradas. Cuando estos sistemas integrados se iniciaron en Sao Paulo, Ciudad de México, Bogotá o Ciudad de Guatemala (un centenar de ciudades de América Latina los han implementado), los automovilistas privados protestaron, pero años después queda claro que la mayoría de la población se beneficia y que es importante fortalecer el sistema público de transporte en lugar de debilitarlo.       

Es absurdo que las ciudades estén saturadas de autos, de ruido y de contaminación, con miles de automóviles con una sola persona adentro. En Londres se cobra una tasa alta por entrar a la ciudad en vehículos privados, y en otras ciudades los autos con más de dos personas pueden beneficiarse de carriles despejados, mientras que los que llevan solamente al conductor deben circular por vías saturadas. Es una manera de estimular para que usen transporte público o para que compartan sus vehículos con otras personas. En las ciudades más amigables con sus habitantes, Ámsterdam por ejemplo, sólo se permiten bicicletas en el área central de esa hermosa ciudad. La tendencia mundial en países civilizados es desarrollar el transporte público integrado con tranvías, trolebuses, trenes de cercanía, autobuses eléctricos o de hidrógeno, ciclovías, bicicletas y autos públicos de uso compartido, con estaciones de recarga de baterías.         

Casi todos los sistemas de transporte público municipal en nuestra región tienen carriles exclusivos y paradas que han sido diseñadas en altura sobre el nivel de la calle, de manera que los usuarios no tienen que subir y bajar gradas. Cuando los buses se detienen en una parada, el nivel de la plataforma está a la misma altura que el del interior del bus, de manera que es fácil que personas con dificultades para caminar o en sillas de ruedas, puedan entrar y salir. En La Paz he visto varias veces a usuarios que se dan porrazos al bajar del PumaKatari, porque en Bolivia se optó por buses chinos demasiado altos, y los adultos mayores y personas con limitaciones motrices, tienen dificultades para subir y bajar. La operación de elevar una silla de ruedas suele tomar varios minutos y es completamente arcaica: el chofer del PumaKatari tiene que bajarse del vehículo y manipular controles externos. Es un absurdo.

PumaKatari calcinado por el incendiario Jesús Vera 

Algunos técnicos de la alcaldía dirán que la ciudad de La Paz es muy complicada para tener carriles exclusivos y plataformas altas para acceder a los buses, porque no hay avenidas anchas, la ciudad es un embudo saturado. Sin embargo, una adecuada planificación permitiría hacerlo. Quito tiene una topografía parecida a La Paz, y allí funciona bien el sistema.          

El PumaKatari tan querido por los paceños estuvo parado inexplicablemente durante meses al principio de la gestión del alcalde Arias. Los nuevos buses que remplazaron a aquellos que fueron salvajemente quemados por Jesús Vera y su grupo de incendiarios masistas, estuvieron estacionados casi un año sin circular, supuestamente porque no tenían todavía seguro ni GPS, como si adquirir los seguros e instalar los GPS tomara tanto tiempo. Otra vez, era una falta de planificación. No sé quién es el encargado del PumaKatari en la alcaldía, pero no hace quedar bien al alcalde. Merece un cocacho, por lo menos. 

Como usuario asiduo he detectado varios problemas que no deberían ser tan difíciles de solucionar. Aquí van algunos:       

Las paradas del Puma están descuidadas, los minibuses y otros vehículos privados no las respetan, la guardia municipal brilla por su ausencia, así como la policía de tránsito. Cualquiera se estaciona en plena parada del PumaKatari y no recibe ninguna sanción. Por lo menos deberían colar sobre el vidrio frontal de los vehículos que violan las normas, un enorme papel adhesivo (difícil de despegar) que diga en letras grandes “Infractor”, como se hace en otros países. Otra ventaja de las paradas con plataforma alta: no puede estacionar allí ningún vehículo ajeno al sistema municipal. 

Hay paradas tan precarias, que sólo consisten en un poste con el letrero del PumaKatari, pero sin ninguna comodidad para los usuarios: sin banca para sentarse, sin basureros, sin techo para protegerse del sol o de la lluvia. En lugar de arruinar plazas que estaban bien, la alcaldía debería mejorar las paradas del PumaKatari.

Inicialmente se había anunciado que los PumaKatari tendrían internet wifi para los usuarios. Eso no sucede, aunque algunos buses todavía tienen pegado en la ventana un letrero con el símbolo de wifi. Otra mentira.     

El tiempo de llegada de los autobuses no está controlado. A veces hay dos que pasan casi juntos, con apenas dos o tres minutos de distancia, y otras veces hay que esperar 30 o 40 minutos para que aparezca el siguiente. ¿Cómo hacen, en ciudades grandes de Europa o Estados Unidos, para tener -en cada parada de bus- un horario exacto de paso de los buses durante todo el día? ¿Por qué no podemos civilizarnos un poquito?

Una buena anfitriona 

Dentro de los buses, el trato de las anfitrionas es desigual. Antes tenían mejor entrenamiento que ahora. Algunas son educadas y colaboradoras, y otras muy distraídas, tan enfrascadas en sus celulares que se olvidan de señalar las próximas paradas. Algunas cumplen con su tarea tal como fueron capacitadas, otras hacen el mínimo esfuerzo y ni siquiera interpelan a los usuarios para que no consuman alimentos en el bus, para que utilicen los cinturones de seguridad en los asientos amarillos reservados para adultos mayores, mujeres embarazadas y niños, para que usen audífonos por respeto a los demás, o para que anuncien su bajada varias cuadras antes. Hay choferes torpes que manejan como minibuseros, frenando bruscamente o tomando curvas a una velocidad innecesaria, algo muy incómodo para los pasajeros que están de pie. Está claro que la capacitación ya no se hace como antes.        

La aplicación para teléfonos celulares que sirve para ubicar a los buses y saber cuánto tardarán en llegar a una determinada parada, no funciona bien desde que asumió la nueva administración municipal. Quizás por ahorrarse unos pesos contrataron a una empresa menos buena, pero el caso es que el GPS no marca correctamente el itinerario de los buses, algunos aparecen de pronto en la parada sin estar visibles en la aplicación, y otros aparecen y desaparecen súbitamente de la pantalla, misteriosamente. 

Nadie cuida las paradas

Cuando se trata de quejarse, en vano llama uno al teléfono 800 13 4444 porque se corta inmediatamente la llamada. Me tomó meses descubrir que hay otros números a los que se puede llamar, pero no están anunciados en los buses ni en las paradas. Y luego, nunca se sabe en qué quedó una queja, ya que, aunque solicitan el nombre del usuario y a veces dan un número de caso, nunca hay seguimiento.      

Los PumaKatari están equipados con dos diminutas pantallas de video cuya programación deja mucho que desear, son el ejemplo de oportunidades perdidas para la educación cívica ciudadana. La mayor parte del tiempo lo que vemos en esas pantallas es propaganda del alcalde (“Fuerza Negrito”) con dinero de los contribuyentes, o música (una selección sin coherencia o lógica). Algunos anuncios sobre rutas suelen estar completamente desfasados, por ejemplo, en febrero de 2025 seguían anunciando la “próxima” inauguración del servicio a Mallasa (cuando esa ruta ya se había abierto en octubre del 2024). 

Los minibuses son una lacra de pesadilla. Les dediqué una columna hace pocas semanas. Paran tres o cuatro veces en una misma cuadra para recoger pasajeros, a veces en media calle, en las esquinas más transitadas o sobre los pasos de cebra. El caos urbano que causan por no respetar paradas fijas, es insoportable.      

La única solución es un buen servicio de transporte municipal, el fortalecimiento del PumaKatari, nuevos buses más prácticos, nuevas paradas mejor instaladas y cuidadas por la guardia municipal, nuevas rutas, autonomía en la provisión de combustible para los buses, personal mejor entrenado. Estamos a tiempo para aprender algo de otras ciudades mejor organizadas. 

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Más vías no es la vía.
—Armando Martínez Alfaro