10 abril 2025

Universidades en la lona

(Publicado el 5 de abril de 2025 en Brújula Digital, Público Bo y ANF)

Cuando estudiantes y docentes de la carrera de Comunicación de la UMSA se presentaron temprano en la mañana del 3 de febrero en el 5 piso del edificio René Zavaleta para reiniciar el periodo lectivo luego de seis semanas de vacaciones, se encontraron con que las aulas estaban cerradas, supuestamente porque no se habían concluido a tiempo las refacciones (una mano de pintura). Esa patética incapacidad de gestión no impidió sin embargo que el director de la carrera, unas horas más tarde, inaugurara con solemnidad el nuevo semestre de clases. Uno se pregunta si no les da vergüenza ser tan inútiles (además de corruptos, como veremos a continuación).  

El reconocido periodista y docente de esa carrera, Andrés Gómez Vela, quien no ha quitado el dedo del renglón desde hace meses para señalar las irregularidades y los actos de corrupción, reveló el jueves 3 de abril que la Unidad de Transparencia de la UMSA investiga la “desaparición” de 325.500 bolivianos y ha presentado una denuncia ante la Fiscalía en contra de una exfuncionaria de la carrera por el desvío de pagos realizados por egresados en un sistema que, en sí mismo, es una forma de corrupción, ya que a través de un “Plan Excepcional de Titulación de Antiguos Estudiantes No Graduados (PETAENG)” se puede obtener el título académico de licenciado mediante el pago de 14.000 Bs. A ese “sistema” absolutamente irregular en una universidad pública, se acogieron 48 egresados cuyos depósitos sumaron en total Bs 672.000.        

Ese nuevo hecho no hace sino distinguir una vez más a la carrera de comunicación como un nido de corrupción, que no es problema de una funcionaria, sino de una red que se ha perpetuado desde hace varias décadas y que dice mucho de la situación general que vive la principal universidad pública del país. 

La corrupción data de muchos años.
Recorte del 23 de abril 2023 

He dudado si titular este texto “Universidades en la lona” o “Universidades en la luna” o “Universidades haciendo lana” o “Universidades hechas leña”. En el lenguaje coloquial cada una de esas palabras tiene un significado: “en la lona” es quedar derrotado, como un boxeador que ya no se levanta después de haber sido apaleado; “en la luna” (o “en la luna de Valencia”) es estar tan distraído que ha perdido contacto con la realidad; en México “hacer lana” es hacer dinero, lo contrario de estar trasquilado; en Bolivia “lanudo” es ser un holgazán, torpe o lerdo, y en Argentina un “lana” es un oportunista. Finalmente, estar como “leña” es no servir para nada más que para la hoguera.      

El lector avezado verá qué palabra es la más apropiada para las universidades bolivianas. A mí me parece que todas las variantes se aplican, tanto a las privadas como a las públicas, que (unas más que otras) han caído a su nivel más bajo en cuanto instituciones que deberían tener la función principal de crear conocimiento nuevo para beneficio del país, y no solamente enseñar como cualquier instituto técnico. 

Mucho han cambiado los tiempos, pienso con nostalgia y algo de rabia. Antes, las universidades estaban en el centro de la discusión política y académica. Algunos pensaban que estaban demasiado politizadas, pero en el buen sentido: su preocupación política era el país y tenían la misma actitud que las legendarias organizaciones matrices sindicales (hoy devaluadas y corruptas, como la COB o la FSTMB): el país primero, y luego las reivindicaciones mezquinas y burocráticas. Primero Bolivia y luego mirarse el ombligo. 

Antes, las universidades no solamente era productoras de conocimiento con excelencia, sino que intervenían en los grandes debates de la sociedad boliviana. Su peso específico era importante, en particular aquellas universidades públicas que pesaban en la balanza de las decisiones sobre políticas públicas y contribuían a generar esas políticas públicas.  Antes, en las manifestaciones masivas, cuando las universidades tomaban las calles retumbaba el pavimento. Ahora sólo retumba cuando salen a bailar y el pavimento queda cubierto de basura y latas de cerveza. Ensayan con meses de anticipación, y ahí sí, la asistencia es de 100 % no como cuando tienen que aparecer en las clases todos los días.          

En estos tiempos, sobre todo en las universidades públicas, la política es solamente politiquería barata para mantener en el poder indefinidamente a grupos tan mediocres como pancistas. La politización ha sido reemplazada por el oportunismo político. Lo académico es secundario. La excelencia ya no existe. Ni en el peor de los casos yo sometería mi salud a un médico graduado en los últimos diez años. No quisiera que mi casa sea diseñada o construida por un arquitecto o ingeniero recién graduado en universidades bolivianas. Menos aún quisiera caer en las manos de abogados de las nuevas generaciones, ávidos de hacer dinero y de trasquilar a sus clientes. En mi propio campo de especialidad, la información y la comunicación, cunde la mediocridad: la gran mayoría de los “periodistas” o “comunicadores” recién graduados brillan por su ignorancia y su falta de cultura general, saben “hacer” (a veces), pero no saben pensar. Creen que comunicar es apretar botones en una cámara o hablar delante de un micrófono que disimula los errores de ortografía (cuando escriben, dan pena). 

Personas cuyos méritos no corresponden a los puestos que ocupan, están a cargo de facultades, carreras y departamentos. Abunda la mediocridad y la incapacidad. Hay directores de carreras o decanos que en su vida han investigado o producido conocimiento de ninguna clase y no tienen las credenciales para estar donde están. Sólo se salvan algunos institutos de investigación descentralizados y autónomos, donde se refugia la mejor gente, los mejores investigadores, los profesionales más idóneos. 

Las recientes (y no tan recientes) denuncias sobre corrupción en la carrera de Comunicación de la UMSA, no son sino la punta del ovillo. Estoy seguro de que lo mismo sucede en otras universidades públicas de Bolivia. Los escándalos se han sucedido en años recientes con una característica degradante: impera el cinismo porque no hay sanciones para los corruptos. Todo lo contrario: se premia la mediocridad. Sólo así se entiende que un director de la carrera de comunicación de la UMSA tuviera como experiencia anterior pasar audiovisuales en un museo. No cuenta en su haber ningún libro serio, ninguna investigación que aporte al conocimiento de manera innovadora. Y como premio, luego pasa a ocupar el decanato de la facultad de Ciencias Sociales, pese a acusaciones de acoso sexual y tráfico de exámenes de competencia. De ese nivel estamos hablando. Docentes en otras universidades del país han sido también acusados de acosar a estudiantes a cambio de notas. La corrupción moral va pareja con la económica.        

Parece que ya quedó en el pasado otro escándalo en la UMSA: los “dinosaurios” de los centros de estudiantes o del CEUB, como Max Mendoza y Álvaro Quelali, que fungían tres décadas como representantes estudiantiles, en realidad haciendo negocios y ejerciendo chantajes. Una de las distorsiones de la autonomía universitaria es precisamente el poder desproporcionado y sin control de los centros de estudiantes, corrompidos hasta la médula por los recursos que reciben y mal utilizan. Frente a esos poderes fácticos los rectores parecen peleles sin autoridad o, peor aún, cómplices por su incapacidad de poner orden en la casa mayor. Mientras tanto los buenos docentes y estudiantes tienen que tragar sapos todos los días para no perder sus plazas. 

Los recursos del IDH (Impuesto Directo a los Hidrocarburos) que reciben las universidades, son generalmente mal utilizados para comprar cosas, y no para apoyar investigaciones. Con el IDH se llenan de muebles enormes y de mal gusto los salones. Un ejemplo bochornoso es el Salón de Honor del rectorado de la UMSA (donde se encuentra el magnífico mural “Retrato de un pueblo” de Walter Solon Romero), saturado de ampulosos sillones para “autoridades” incapaces de asentar su trasero en una butaca más discreta. Parece que toda su importancia radica en los sillones, por lo demás son lo de menos. Cuando estuve hace diez años durante una corta temporada invitado en el IPICOM (instituto de investigación) de la carrera de Comunicación de la UMSA supe que con recursos del IDH se había adquirido, por ejemplo, una mesa de reuniones enorme que ni siquiera cabía en la pequeña sala donde funcionaba el instituto, además de unos enormes parlantes que nunca entendí para qué iban a utilizarlos (quizás para los bailes de carnaval). Había más computadoras que investigadores, lo que me hace suponer que probablemente esas computadoras (multiplicadas por mil en toda la universidad), quedaron muy pronto obsoletas antes de ser usadas.       

Se “cosifica” la universidad gracias al IDH, pero en cambio no hay fondos para que los investigadores puedan participar en congresos académicos internacionales, peor aún, están obligados a pedir licencia a cargo de sus vacaciones y pagar sus pasajes y estadía para asistir a congresos donde representan a esa universidad que les da la espalda. En otros países de la región, como Colombia o México, los investigadores titulares tienen el derecho (y la obligación) de participar cada año en dos o tres congresos internacionales, para lo cual reciben el apoyo de sus centros de estudio. En la UMSA (y seguramente en otras universidades públicas de Bolivia), les sobra dinero para organizar campeonatos de deportes donde desplazan a 60 o 70 personas a otra ciudad, con pasajes, estadías y farras pagadas por el IDH o por aportes obligatorios. Por encima de lo académico se privilegia cualquier tontería que permite malgastar recursos públicos.       

El oportunismo y el afán de lucro es uno de los males de las universidades privadas, que nacieron como negocios y no para satisfacer una necesidad nacional. Basta alquilar una casa para instalar una “universidad”. Algunas de esas universidades “patito” desaparecieron, pero otras crecieron, compraron más casas para alojar nuevas carreras y estudiantes, y finalmente construyeron lujosos edificios. No digo que todas sean malas, pero lo indudable es que son negocios, sin vocación de creación de conocimiento. Ni las universidades públicas ni las privadas crean conocimiento nuevo. Las universidades bolivianas no aportan nada nuevo. Sólo investigadores individuales, con su esfuerzo y a veces con becas y proyectos apoyados por universidades de otros países, producen conocimiento nuevo y valioso.       

En la búsqueda de clientela, algunas universidades se están convirtiendo en institutos técnicos, ofreciendo nuevas “carreras” en función del mercado, pero no en función de generar conocimiento, necesario para que este país pueda pensarse y pensar su futuro. Esa tendencia se expresa gráficamente, por ejemplo, cuando la Unifranz (que usa sin reparo el nombre del gran Franz Tamayo) no tiene el menor empacho en publicitar en grandes vallas en la vía pública, un anuncio que dice literalmente: “Solo con teoría no haces nada”. Hay carreras universitarias de culinaria, hotelería, electrónica o comunicación digital (para producir seguramente más tiktokeros o youtubers). Estas derivaciones de oficios manuales corresponden a institutos técnicos y no a universidades. La “enseñanza superior” debería ser otra cosa, como su nombre indica. Las universidades podrían ofrecer posgrados de especialización, quizás.       

¿Cuándo entenderán las universidades públicas y privadas que su función principal es apoyar al país en la creación de conocimiento nuevo, y no sólo enseñar a “hacer” cosas en función de un mercado laboral distorsionado? Probablemente nunca, y por eso nos aplazamos siempre en todo, incapaces de aportar al conocimiento global. 

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Para quienes ambicionan el poder, 

no existe una vía media entre la cumbre y el precipicio. 

—Tácito 

 

04 abril 2025

Confianza, ni en mi camisa

(Publicado el sábado 29 de marzo en Brújula Digital, ElFaro24, ANF y Público Bo) 

Imagen generada con IA 

Hace muchos años visité el Museo de la Policía, cuando quedaba todavía en una esquina de la plaza Murillo (Comercio y Ayacucho), y recuerdo, sobre todo, entre muchos objetos curiosos, la camisa baleada de Melgarejo, que parecía confirmar la anécdota que aprendimos de chicos: el dictador habría hecho fusilar a su camisa para significar que no confiaba en nadie a su alrededor, ni siquiera en sus prendas más íntimas. (Fusilar su calzoncillo hubiera sido un exceso, no apto para los libros de historia). La camisa parecía confirmar la veracidad de la anécdota, pero quizás no era más que una prenda de utilería en ese museo que casi nadie conoce.         

Sea como fuere, la anécdota del tirano me permite hablar de las encuestas electorales, en las que no confío, por lo menos hasta el momento de escribir estas líneas. 

Dibujo de @Abecor

El tema de las encuestas es central en toda elección presidencial, en cualquier país, pero es más determinante en países con niveles de educación muy bajos, como el nuestro, donde la posibilidad de influenciar la decisión de los votantes es mayor porque en lugar de pensar por sí mismos, siguen la manada (o la “mamada”). Cada encuesta puede hacer que un 5% de los votantes sea influenciado por el potencial “ganador” (y varias encuestas con resultados similares pueden aumentar ese porcentaje). Sólo quienes analizan estrategias, programas y principios cimentan racionalmente su decisión en el momento de votar.         

Durante meses se ha estado hablando de una encuesta “definitiva” que permita seleccionar al candidato que representará al Bloque de Unidad opositora en las elecciones generales del próximo 17 de agosto, y mientras tanto hemos sido contagiados por una epidemia de sondeos y encuestas truchas que muestran hasta qué grado hay empresas encuestadoras que son capaces de todo por dinero, y candidatos que no tienen un poquito de decencia y dignidad. 

Encuesta fake de Evo Morales

Desgraciadamente los medios de información (o desinformación), se hacen eco de resultados de encuestas que no resistían el menor análisis porque no ofrecen datos claros sobre aspectos técnicos: tamaño y composición de la muestra, distribución geográfica, metodología utilizada, ponderación de resultados, margen de error, etc.       

Este es un país donde todo se hace “a la quete…” Contratan a encuestadores y ni siquiera los supervisan, de manera que pueden llenar alegremente los formularios en su casa, sin la menor responsabilidad. Hemos visto encuestas que se presentaban como “nacionales”, pero en la letra chica se leía que solamente habían consultado a la población en algunos barrios de tres o cuatro ciudades del eje central (La Paz, El Alto, Cochabamba y Santa Cruz). 

Encuestitis aguda 

Peor aún, hay políticos tan irresponsables (como Evo Morales o el propio Luis Arce, pero también Manfred Reyes Villa y algunos de oposición), que soltaban “encuestas” en las que aparecían en primer lugar, sin ofrecer ni siquiera el nombre de las empresas encuestadoras. Con el peso de la lengua declaraban ufanos: “Voy primero en las encuestas”, contribuyendo a enrarecer el ambiente democrático y a confundir a la población. De pronto, teníamos cuatro o cinco encuestas con diferentes “cantidatos” en la punta, dejando atrás a los demás.        

En medio del desenfreno enfermizo de fabricar resultados a gusto de los clientes, ha habido quienes han propuesto encuestas por internet, como si eso garantizara de alguna manera la transparencia del proceso o la posibilidad de verificar los resultados. Todos saben que el usuario típico de internet corresponde a un rango de edad, género, actividad, etc. No puede haber nada más sesgado que la participación “voluntaria” en una encuesta abierta. Sin embargo, la propuesta de “primarias digitales”, por descabellada que sea, seguirá su curso a fines de marzo sin que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) intervenga, como no lo ha hecho en los demás casos, incumpliendo sus deberes de órgano rector del sistema de renovación de autoridades nacionales.  

Las encuestas que han gozado hasta mediados de marzo de mayor “credibilidad” son las que encargó el multimillonario boliviano Marcelo Claure, como si tener dinero fuera un argumento de peso para que los resultados sean medianamente aceptables. La gente, que babea de admiración por la plata, y los propios medios de información en su oportunismo lamentable, replicaron los resultados de esas encuestas a ojos cerrados, como palabra sagrada, sin cuestionar aspectos elementales, como ser las credenciales de la encuestadora. Lo dije y lo reitero ahora: Marcelo Claure contrató a una consultora política, de nombre Panterra, que no tiene experiencia reconocida como encuestadora electoral. En otras palabras, confío tanto en los resultados de Panterra como en la palabra de Evo Morales o de Reyes Villa.           

Encuestas sesgadas inflan candidatos 

También lo escribí y lo hago ahora de nuevo: si Claure quería sinceramente hacer una contribución a la transparencia del proceso electoral, hubiera usado la plata que le sobra para contratar a Gallup o a Nielsen, para no mencionar sino a dos firmas internacionales reconocidas por su larga trayectoria y experiencia. ¿Será que Panterra es propiedad de Claure? ¿Por qué persiste en contratar a esa empresa? ¿Cuál es su vínculo? Lamentablemente nadie hace esas preguntas. Este es un país donde ya nadie pregunta nada, ni los periodistas. Todos aceptan las cosas como vienen, sumisamente, y guían su accionar por consignas.       

El problema de fondo de todas esas encuestas locales o internacionales, “truchas” en mayor o en menor medida, no es sólo que producen resultados poco fiables, sino que influencian con esos resultados falsos a la opinión pública. Desde que apareció una encuesta que señalaba a Manfred Reyes Villa como puntero, comenzó a crecer como precandidato, y lo mismo sucedió con Tuto Quiroga, apoyándose en otra encuesta y sin esperar (como hubiera hecho alguien decente), que el Bloque de Unidad se ponga de acuerdo en un procedimiento que inspire confianza. Después de su primera traición, cuando Quiroga apareció de la noche a la mañana a besos y abrazos con el FRI, ha seguido jugando sus cartas tortuosamente, lo cual ya me dice mucho sobre la calidad del personaje que creció prohijado por el dictador Banzer. Si no sale primero en las encuestas del Bloque de Unidad, hará caso omiso de la sabiduría salomónica y partirá en dos al bebé. No soy clarividente pero “habrá señales”, como está de moda decir. O dicho de otro modo: “clarito será…”.         

Al final, parió la burra: en la tercera semana de marzo el Bloque de Unidad logró armonizar criterios de los precandidatos con la intermediación de Carlos D. Mesa Gisbert, el expresidente que dio un paso al costado semanas antes, para que las ambiciones personales de Tuto Quiroga y de Samuel Doria Medina tuvieran el camino expedito. En un comunicado de una página, conciso y concreto, despojado de palabrería y retórica, los aliados en el bloque opositor acordaron cuatro puntos alentadores: “La realización simultánea de tres encuestas idénticas en cuanto a sus preguntas, su metodología, su alcance, su marco muestral y su margen de error”, señala el primer punto, sin duda el más importante.

Los acápites siguientes detallan que “las tres encuestas se harán a fines de marzo y ofrecerán los resultados que necesitamos en el mes de abril, para contar con el candidato presidencial único del Bloque de Unidad con mayores posibilidades de triunfo en las elecciones nacionales” y que dichas encuestas “serán realizadas por empresas especializadas con experiencia y prestigio, que garanticen un trabajo correcto y transparente”.       

Esa mañana del 25 de marzo me pareció ver luz al final del túnel. Finalmente, había un acuerdo “de caballeros” (y una dama), para ofrecerle a la población transparencia en el proceso preelectoral. Sin embargo, mi “alegrón de burro” no duró mucho, ya que en el curso de ese mismo día se filtraron noticias menos alentadoras. Si el propósito era confundir, lograron conmigo su objetivo. 

El documento filtrado indica que no sólo se incluiría en la primera pregunta de la encuesta a los precandidatos del Bloque de Unidad (tal como sugiere el segundo punto del comunicado oficial), sino también a Evo Morales (inhabilitado por el TSE), a Reyes Villa y Chi Hyun Chung (aliados entre sí una semana antes), al presidente Arce Catacora y al dirigente del MAS Andrónico Rodríguez, quien en ningún momento ha hecho conocer (hasta ahora) su intención de ser candidato, sino todo lo contrario: ha rechazado públicamente esa posibilidad. 

No alcanza mi entendimiento para comprender las razones para dispersar las preferencias de los potenciales votantes de esa manera. ¿Si Andrónico tuviera la mayor intención de voto en la ponderación de las tres encuestas, en qué afectaría al Bloque de Unidad? ¿Si Manfred Reyes Villa apareciera con mayor ventaja, qué haría el Bloque de Unidad? En cuanto a Chi Hyun Chung, está habilitado (por tercera vez), pero hasta donde sabía, sólo pueden ser presidentes los bolivianos por nacimiento. (En México son más estrictos: los padres tienen que haber nacido en ese país, y los candidatos deben tener un mínimo de 20 años de residencia continua).          

Otros aspectos llaman la atención en la información que se ha filtrado. Por ejemplo, se haría la pregunta sobre cuál de los ocho precandidatos “sería el mejor para manejar la crisis económica”. Eso indudablemente inclinaría la balanza de manera sesgada, como si la situación económica fuera el único problema que enfrenta el país. ¿Y la corrupción galopante?, ¿Y la salvaje destrucción del medio ambiente? ¿Y los problemas de educación y salud? ¿Y los derechos humanos? Yo no votaría por un candidato cuya única credencial fuera ser un buen administrador de la crisis. Todo indica que la encuesta no cubre en otras preguntas los otros aspectos apremiantes y reduce la crisis de sociedad que vive Bolivia a lo económico.  

En cuanto a las tres empresas elegidas por el Bloque de Unidad, Doria Medina optó por una nacional, Mercados y Muestras, mientras que Tuto Quiroga seleccionó a la firma argentina Casa Tres, sobre la que sospechosamente casi no hay información en San Google. Hasta sobre Lidia Patty hay miles de referencias en internet, pero en cambio Casa Tres tiene, como su nombre indica: tres. Puede ser un “call center” en Montevideo, cuya página web dice sin empacho: “En Casa Tres nos ajustamos a las necesidades de cada empresa ofreciendo servicios a la medida”, o una en Buenos Aires, que no tiene más domicilio que una cuenta de Twitter. A todas luces, una empresa de bolsillo, una encuestadora “patito”.       

Como empresa consensuada, Tuto y Samuel eligieron Captura Consulting, que lleva a cabo el trabajo de campo para Panterra… Todo parece llevar al mismo lugar. Tan al mismo lugar, que la cadena de televisión Red Uno también contrató a Captura Consulting para una encuesta de 1500 almas del eje, que incluye en las preguntas a seis candidatos (menos Evo Morales y Amparo Ballivián). El resultado arroja 18% para Andrónico, 17% Samuel, 16% Tuto, 13% Manfred, 11% Chi (que sólo obtuvo 1.55% en la anterior elección). ¿Está ya fijada la tendencia?

Eso tenemos por ahora, además de una nueva encuesta de Marcelo Claure (con la misma Panterra y por lo tanto con la misma Captura Consulting), quien ha prometido una cobertura mayor: entrevistas cara a cara de 30 minutos, con 5 mil personas habilitadas para votar, en 185 municipios de las 112 provincias del país y en el 78% de las localidades con más de 10 mil habitantes. Desde el punto de vista de la cobertura, esa encuesta sería la más completa, aunque resta saber con qué metodología se hará la ponderación de los resultados.         

¿Será otra vez una encuesta donde el detalle de la metodología quedará en sombras? (La misma pregunta vale para las tres encuestas del Bloque de Unidad). Según sabemos, esta vez la nueva encuesta de Claure-Panterra incluye sólo a Manfred Reyes Villa, Samuel Doria Medina, Tuto Quiroga y Chi HyunChung, pero desconocemos el tenor de las preguntas. Como cualquiera sabe, la manera de hacer una pregunta puede orientar la respuesta en un sondeo. La única ventaja anunciada, es que los encuestadores llevarán consigo tabletas digitales con GPS, lo que permitirá saber en tiempo real dónde y a qué hora aplicaron el cuestionario. Eso aumenta un poquito la confianza. Quizás entre todas las encuestas encontremos coincidencias (con fecha de caducidad de un mes). Lo peor sería que no hubiera coincidencias, porque entonces estaríamos otra vez en la primera casilla, paralizados. 

Estos ejercicios de calentamiento (que benefician sobre todo a Captura Consulting para afinar su puntería), ponen en evidencia la altísima volatilidad de los resultados de los sondeos. Lo que es válido hoy, no es válido la próxima semana. Tanto el Bloque de Unidad, como la dupla Manfred-Chi y la bandada de masistas que quisieran reacomodarse en torno a Andrónico (una reunificación de facto, para seguir en el poder, dando la espalda tanto a Arce como a Evo), tomarán sus decisiones a mediados de abril para cumplir con el plazo del Tribunal Supremo Electoral, pero eso no significará nada. Queda mucho por recorrer hasta agosto. Las encuestas sólo son una prueba más de que en Bolivia cuatro meses son una eternidad, y en ese lapso de tiempo veremos insospechados cambios de preferencia electoral. Que los políticos y empresarios preparen sus bolsillos para más encuestas, porque esto será como una montaña rusa con curvas peligrosas. Ni siquiera las más cercanas a la veda electoral nos permitirán adelantar los resultados del 17 de agosto.       

En fin… (profundo suspiro resignado), eso es lo que tenemos, y el país no da para nada mejor (me refiero también a los precandidatos). 

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The fact that an opinion has been widely held 

is no evidence whatever that it is not utterly absurd. 

—Bertrand Russell 


30 marzo 2025

Sumas que restan

(Publicado el sábado 22 de marzo de 2025 en Brújula Digital, El Faro 24, ANF y Público Bo)

Ahora que los “cantidatos” del 1% están desesperados correteando de una tienda política a otra para ver quién les ofrece un lugarcito en la lista de diputados o les promete impunidad en el próximo gobierno, el panorama se aclara. 

Hay sumas que suman y hay sumas que restan. Por ejemplo, cualquiera que anuncie una alianza con el alcalde de La Paz, Negro Arias, estará perdiendo votos en lugar de ganarlos. Hay que ser burro para dispararse en el pie. Individuos como Santos Quispe, gobernador de La Paz, o Félix Patzi, que ocupó el mismo cargo con igual incapacidad, no le aportan nada a nadie. Sería como tener de novia a Lydia Patty.       

Desde que publiqué el 1 de marzo el artículo sobre los “cantidatos” del 1%, han saltado al ruedo más espontáneos (favorecidos por el órgano electoral que regala siglas como pasankalla), en busca de correr detrás del toro. En estas breves tres semanas ya se han ubicado los que habían anunciado sus “cantidaturas” presidenciales con bombo y platillo, y han acabado filtrándose de la manera más ladina en alguna alianza con mejores posibilidades. Otros simplemente desaparecieron del radar en vuelo subsónico. 

Como observador externo, la coreografía de oportunistas que deambulan tocando puertas para que les den abrigo en algún burladero antes de que suene la campana, me permite adivinar el lugar que ocupan las alianzas en el abanico electoral que se parece mucho al ruedo circular de la plaza de toros. 

Por ejemplo, las incorporaciones de Branko Marinkovic y Rubén Costas a la precandidatura de Tuto Quiroga empujan hacia el extremo derecho del espectro político al expresidente banzerista, que antes había hecho esfuerzos para virar cerca del centro político que representa el bloque de oposición, del que se desmarcará en cualquier momento si las encuestas no lo favorecen.        

En cambio, el apoyo de Vicente Cuellar, la adhesión de Toribia Lero, de Sol Bo y de Juan del Granado (Sin Miedo) a la tienda de Samuel, así como la de valiosas y valientes parlamentarias de Comunidad Ciudadana, como Andrea Barrientos, le permite a Doria Medina adueñarse del centro progresista, más próximo a la propuesta de Comunidad Ciudadana que al populismo autoritario simpatizante de Trump, Milei o Bukele. El hecho de que Luis Revilla, jefe de Sol Bo, sea un perseguido político del MAS, también favorece a esa suma de voluntades políticas. Para darnos una idea del absurdo de la persecución a Revilla: la “justicia” lo requiere por 2 millones de Bs. mientras que Reyes Villa, que anda suelto sin problemas, poseía durante su “exilio” en Miami, propiedades por valor de 27,4 millones de US$ (seguramente gracias a su pensión de capitán en retiro). 

Tuto Quiroga pretende asegurarse los votos de los sectores más conservadores al sumar a los pollitos de Milei. La probable incorporación de Jaime Dunn y de Antonio Saravia no haría más que profundizar ese desplazamiento hacia el extremo derecho del espectro donde inició su vida política el candidato de ADN. En realidad, Tuto perderá más votos de los que ganará, pues el país se ha movido desde hace muchos años hacia el centro y no veo ninguna perspectiva de que se reconstituya una fuerza de ultra derecha populista como la de Argentina, donde se están dando cuenta de que no bastaba ganar las elecciones para gobernar. 

Los pasos de Doria Medina en la última semana de marzo y la primera semana de abril, serán cruciales para posicionarse como la única opción racional en un país que no necesita motosierras sino políticas austeras pero con contenido social, al mismo tiempo severas para salir del agujero en que nos ha metido el MAS, pero suficientemente pragmáticas como para evitar caer nuevamente en el prebendalismo y en la corrupción de los mal llamados “movimientos sociales”, que deberían de una vez desaparecer para recuperar la dignidad de las organizaciones sindicales del siglo pasado. Por ello mismo, no ayuda a Doria Medina la demagogia barata de “100 días, carajo” (copia triste de Milei, no de Abaroa), los bailes en TikTok o la búsqueda de basura sobre sus oponentes para denigrarlos. Lo que le ayudaría son palabras basadas en la cruda realidad y la construcción de una imagen de estadista responsable, una imagen que no ha logrado consolidar en todos estos años porque se comporta como el tren de Arica a La Paz (un paso p'atrás p'atrás p'atrás…).         

La gran incógnita es el MAS, que hasta la fecha parece destinado a la extinción, como los dinosaurios bajo los asteroides del descontento popular. ¿Dónde se ubica el MAS en el espectro electoral? Ciertamente no se ubica en la izquierda, pues representa todo lo contrario (depredadores de la naturaleza, represores de indígenas, corruptos hasta la médula). El MAS es un populismo autoritario antidemocrático que está más cerca del conservadurismo que del progresismo. En el ruedo imaginario, llegas al mismo lugar si corres hacia la izquierda o hacia la derecha. 

Sabemos que no hay dos candidaturas del MAS pues Evo Morales está descalificado por “doping” (fraude) y trata y tráfico. Podrían caerle con muchos juicios más por los atropellos que ha cometido contra el Estado. El “plan B” que le atribuyen a Andrónico equivale a un suicidio. Sería realmente tonto el ahijado de Evo Morales si quisiera ocupar el lugar tan deshonroso y desprestigiado del jefazo. Es innegable que Andrónico tiene futuro político propio, pero sólo en la medida en que se aleje de Morales y de Arce Catacora (y de las bandas de delincuentes que rodean a ambos). Lo mejor que puede hacer en las elecciones de 2025 es quedarse calladito, no hacerse notar.       

Entonces, ¿con qué caballo va a correr la familia del MAS? No tiene caballo, sería un acto de autoinmolación para cualquiera, ni Choquehuanca sería tan tonto de pisar ese palito. Hace meses yo afirmaba que Arce podría cosechar los votos de medio millón de empleados de la administración pública (y sus familias) que no quieren perder sus ingresos, pero las cosas han cambiado rápidamente y ahora los propios funcionarios del Estado saben que no hay milagro capaz de mantener en el poder al incapaz de Arce Catacora y su pandilla de corruptos. Los escándalos no sólo se multiplican a su alrededor, sino en su propia familia, con el tráfico de combustibles desde Paraguay en momentos en que el país está tocando fondo. 

Choquehuanca, que ha desaparecido de las fotos y está más callado que el monolito Bennett, no es una opción pues está salpicado de bosta por su impostura y su oportunismo a lo largo de varios gobiernos del MAS en los que ha demostrado con claridad meridiana que es un ser humano despreciable, igual que García Linera, el pontificador, que ya no puede abrir la boca en Bolivia y por eso lo hace en Argentina o en México. Nadie da un centavo por estos personajes tan torcidos y faltos de ética. 


El pelo en la sopa es Manfred Reyes Villa, aunque todavía no está claro en qué consiste su pacto subliminal con Evo Morales y Arce Catacora a quienes les debe el favor de haberle eximido de juicios por las bribonerías que cometió cuando era alcalde de Cochabamba la primera vez. Es posible que en retribución haga lo propio: si llegara a la presidencia con el apoyo discreto del masismo se las arreglaría para que Morales, Arce Catacora y los cuarenta ladrones (son muchos más en realidad), evadan sus culpas. A cambio, algo de paz social mientras gobierna, algo cada día más improbable ya que su alianza con Chi Hyung Chung (Amar) le restará votos.       

Eso de que Manfred y el precandidato coreano tienen “coincidencias programáticas” es un chiste burdo. Sorprende que crean que la gente es tan bruta (o quizás tienen razón). Por ejemplo, ¿Manfred está de acuerdo con la propuesta de Chi de que el cambio del dólar sea diferenciado en cada departamento del país? Chi ha hecho propuestas tan torpes y machistas, que sólo la fe ciega de sus seguidores más fanáticos podría garantizarle -de nuevo- su anterior caudal de votos (1,55%). Chi no tiene segura ni siquiera una sigla por no haber obtenido en 2020 el 3% requerido, por eso optó por ofrecer su voto duro evangélico al alcalde de Cochabamba (que sigue recibiendo su sueldo, aunque está en campaña hace meses). ¿Será que los votantes católicos de Reyes Villa se van a sentir amenazados por la probable inclusión de Chi en la boleta? Además, Chi tiene varios procesos abiertos, de modo que no se hacen un favor uniéndose. ¿Y en que quedan las prematuras “alianzas” de Chi con el excapitán de Policía Edmand Lara y con Jaime Soliz de la agrupación Únete? Toda esa juntucha se parece más a una resta que a una suma.

Quedan todavía algunas piezas sueltas. La política populista boliviana es como un tablero de ajedrez donde se han mezclado caballos, torres y alfiles con algunos asnos, insectos y reptiles (con perdón de las alimañas). Se han roto todas las normas, pero el juego sigue porque el país aguanta todo y el desencanto ha sustituido a la esperanza.         

¿Dónde irán a parar Iván Arias o Félix Patzi? ¿Con qué novedad nos madrugará en los próximos días Eva Copa (alcaldesa de El Alto), aliada a Damián Condori (gobernador de Chuquisaca), y el gobernador de La Paz, Santos Quispe, que han conseguido con sospechosa facilidad la personería jurídica de sus partidos?

La acelerada dinámica política supera todos los cálculos. Lo que es válido esta semana puede ser todo lo contrario la próxima. Quienes publicamos nuestras opiniones negro sobre blanco corremos un riesgo mayor que aquellos que especulan en las chismografías de café y acomodan su discurso a medida que cambia la dirección del viento. 

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Hoy el noble y el villano 
El prohombre y el gusano 
Bailan y se dan la mano 
Sin importarles la facha
—Joan Manuel Serrat 
 

24 marzo 2025

Fernando Birri, patriarca del cine

(Publicado el miércoles 19 de marzo de 2025 en Brújula Digital, ElFaro24, Público Bo y EjuTv)

Lola Calviño, Julio García Espinoza, Norah de Izcue,
Alfonso Gumucio, Fernando Birri, Alquimia Peña, Carmen Pappio
 

El 13 de marzo del 2025 el patriarca del nuevo cine latinoamericano, Fernando Birri, habría cumplido 100 años, aunque parecía que ya los tenía hace tiempo, por esa barba blanca sedosa que cultivó esmeradamente durante tantos años. Fernando falleció a fines del 2017 en la Italia que lo acogió desde muy joven, a la que volvió como exiliado en tiempos de la dictadura militar de Argentina, y a donde regresaba incesantemente porque allí recuperó sus raíces y estableció su casa. Probablemente vivió más tiempo en Roma que en América Latina.      

Tuve la fortuna de ser su amigo, de esos que uno ve de vez en cuando, a veces con varios años de por medio, pero que vuelve a encontrar con cariño invariable porque lo que se ha tejido desde el principio el tiempo no lo desteje. Lo conocí personalmente en septiembre de 1985 cuando coincidimos en un evento de claustro en Zeist (Holanda) e inmediatamente hicimos “buenas migas” como dice la expresión. En los jardines del centro cultural donde nos concentraron dimos algunos paseos para ponernos al día de todo lo que no sabíamos el uno del otro antes de ser amigos instantáneamente. Creo que ayudó el hecho de que mi madre también había nacido en Santa Fe, tres años antes que él. 

No puedo olvidar ese 19 de septiembre de 1985 porque al día siguiente, ya en el aeropuerto de Amsterdam (Schipol), dispuesto a regresar a México, en los titulares de los diarios a cinco columnas y en primera página se leía una palabra incomprensible para mí “AARDBEVING MEXICO”. Deduje que no podía ser golpe de Estado, sino terremoto, y así fue (magnitud de 8.1 grados en la escala Richter). El vuelo de KLM fue desviado a New York y sólo luego de dos o tres días pude regresar a mi departamento de la colonia Portales en Ciudad de México, donde la única novedad era que un bello santo de madera policromada se había caído como si fuera al encuentro de “La lujuria” de Luis Zilveti, que se había descolgado de la pared del frente (ambas piezas desaparecieron después en otro terremoto de orden familiar).        

En ese primer encuentro en Holanda, Fernando Birri me interrogó: “¿Por qué no has estado en el Festival de Cine de La Habana?” Le respondí que nunca me habían invitado. Un mes más tarde me llegaron dos invitaciones a falta de una, gracias a las gestiones de Fernando que un año después asumiría como primer director de la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de Los Baños, inaugurada el 15 de diciembre de 1986 por Fidel Castro, García Márquez y el propio Birri. Las invitaciones, si mal no recuerdo, venían del ICAIC (Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica), institución emblemática del cine latinoamericano, y del ICRT (Instituto Cubano de Radio y Televisión) que entonces presidía Manelo González, otro amigo “instantáneo” de gran calidad humana (y enorme influencia política en su país).

Fernando Birri y García Márquez 

A partir de ese año nos vimos regularmente cada mes de diciembre en el Festival Internacional de Cine de La Habana, el más importante de América Latina durante las décadas de 1980 y 1990. Todo el cine que se producía anualmente en nuestros países se podía ver ahí en dos semanas, decenas de importantes películas que de otra manera no se exhibían en nuestros países, debido al sesgo imperial de las grandes distribuidoras de cine. Además de ver cine, La Habana ofrecía la posibilidad de encontrarse con directores, actores, críticos de cine, historiadores, productores y distribuidores latinoamericanos y también invitados especiales de otros países, sin exceptuar Estados Unidos: en los años que me invitaron coincidí, por ejemplo, en los mismos hoteles (El Nacional, el Capri o el Habana Libre) con Robert de Niro, Jack Lemmon, Harry Belafonte y Christopher Walken, entre otros.      

Aunque hay abundante información sobre Fernando Birri, a la que cualquiera puede acceder gracias a San Google, vale recordar que procedía de una familia de artistas plásticos y músicos, y que estudió en Roma, en el Centro Sperimentale di Cinematografía, de 1950 a 1953. A su regreso a Argentina en 1955 su carácter pionero se plasmó en la creación de la Escuela Documental de Santa Fe, donde realizó sus primeras obras con temática social, que señalaron el camino que seguiría el nuevo cine latinoamericano en los años siguientes: el cortometraje Tire Dié (1960, 32 minutos), Gran Premio Especial del Jurado del IV Festival Internacional del Cine Documental y Experimental del SODRE (1961), en Montevideo, y el largometraje Los Inundados (1962), que obtuvo el premio a la mejor Ópera Prima en el Festival de Venecia.        

En los 15 años siguientes Birri se dedicó sobre todo a la poesía y desapareció de los radares públicos en un exilio que no era ajeno a su proximidad con el peronismo y con la revolución cubana. Reapareció en el cine con su largometraje ORG (1978, 103 minutos), un largo poema visual “orgánico” (una palabra que le gustaba usar) realizado en Italia, un collage inclasificable de imágenes subliminales que aparecen desde un fondo negro, acompañadas de una banda sonora igualmente barroca y desmesurada. ORG fue el resultado de un viaje interior muy difícil de transmitir, sólo Fernando podía entenderlo (y quizás ni él mismo, como sucede con la buena poesía). Quienes han elaborado sesudos análisis para mostrar lo mucho que entendieron de la película, muestran en realidad lo poco que la entendieron. El propio Fernando trataba de explicar su “no-film”, al menos sobre los aspectos formales: “Lo que hice con esta película fue hacer todo lo que siempre me habían dicho que […] no se debía hacer. Las transgresiones del no-film son múltiples, comenzando por las reglas narrativas: […] ficción experimental […] Uno de los referentes que tuve siempre presente […] fue rayuela de Cortázar”. 

A esa obra que le tomó diez años de preparación y que de algún modo explica su desaparición durante la década de 1970, siguieron otras: Rafael Alberti, un retrato del poeta (1983), Remitente: Nicaragua. Carta al mundo (1984), Mi hijo el Che - Un retrato de familia de don Ernesto Guevara (1985), Un señor muy viejo con unas alas enormes (1988) filme neobarroco sobre un cuento de García Márquez, otra vez con su propia actuación, Enredando sombras (1998), El siglo del viento (1999) con guion de Eduardo Galeano, que fue muy mal recibida por la crítica que la calificó de extremadamente ingenua, y otras hasta El Fausto criollo (2011) que fue la última de sus 14 obras.        

A lo largo de su trayectoria como cineasta, lanzó manifiestos que contribuyeron en la reflexión sobre los caminos futuros del nuevo cine latinoamericano: “Manifiesto de Santa Fe”, “Por un cine nacional, realista y crítico” (1958), “Por un cine nacional, realista, crítico y popular” (1962), “Por un cine cósmico, delirante y lumpen” (1979), “Por un nuevo, nuevo, nuevo, cine latinoamericano” (1985), “Por un cineteleasta de Tres Mundos en el 2000: Trabajadores de la luz” (1986). Su pensamiento, como su obra, muestra una evolución desde el testimonio social hasta las imágenes poéticas más barrocas y, para muchos, menos comprensibles. Como solía decir, se consideraba ante todo poeta. Por la poesía pasaba todo lo demás. 

Muy hábil para jugar con las palabras, como un niño con formas geométricas de colores, Birri inspiraba cada vez que abría la boca en público, porque saturaba de poesía sus reflexiones. Eduardo Galeano se inspiró en una de sus frases sobre la utopía: un horizonte que sirve para caminar, que cuando uno cree alcanzarlo, se aleja dos pasos más. Si en público mostraba una distancia histriónica estudiada, en privado Fernando era caluroso y sencillo.      

La culminación de su vida como organizador de sueños fue sin duda la Escuela Internacional de Cine y TV en San Antonio de los Baños, a una hora de La Habana, por donde han pasado estudiantes de medio centenar de países, entre ellos varios bolivianos, ya sea para cursos cortos o para la carrera completa. En su lenguaje poético tan propio, Fernando la llamó “una fábrica del ojo y la oreja, un laboratorio del ojo y la oreja, un parque de atracciones del ojo y la oreja”, y se inventó un “juramento Athanasiano” (por el inventor de la linterna mágica, Athanasius Kircher): 

“¿Juráis que no filmaréis un solo fotograma que no sea como el pan fresco, que no grabaréis un solo milímetro de cinta magnética que no sea como el agua limpia?      

“¿Juráis que no desviaréis vuestros ojos, que no os taparéis vuestros oídos, frente a lo real maravilloso y lo real horrible, de la tierra de América Latina y el Caribe, África y Asia de la cual estáis hechos, y de la cual sois fatalmente expresión? 

“¿Juráis que fieles a un sentimiento irrenunciable de liberación de la justicia, la verdad, la belleza, no retrocederéis frente a la amenaza de los fantasmas de la angustia, de la soledad, de la locura y seréis fieles antes que a nadie a vuestra voz interior?

“Si así no lo hiciereis, que el tigre y el águila devoren el hígado de vuestros sueños, que la serpiente se enrosque en el chasís de vuestra cámara, que ejércitos de luciérnagas chisporroteen cortocircuitos e interferencias en vuestras grabadoras electrónicas. 

“Si así lo hiciereis, como confiamos, que el colibrí os proteja blindados con la delicada coraza de un arco-iris que dure tanto como vuestra vida y más allá, en vuestras obras”.

Mi amigo el cineasta argentino-boliviano (nacido en Sucre), Humberto Ríos le dedicó el documental Fernando Birri, el utópico andante (2012), sumando su celebración a muchas otras durante la última década de su vida. Fernando fue homenajeado y premiado en Argentina, Cuba, Italia y Brasil, y muchos otros países donde sus películas cosecharon reconocimientos.     

Lo más completo que conozco sobre Birri, para los realmente interesados, se ha publicado en la Escuela Internacional de Cine y TV (EICTV): por una parte, Larga vida a la utopía del ojo y de la oreja. Memorias de Fernando Birri (2016, 343 páginas) y por otra Fer (2025, 79 páginas), ambas accesibles en línea.  

Casualidades de la vida y de la muerte: el miércoles 27 de diciembre 2017 durante un acto en la Cinemateca Boliviana le entregué a Jorge Sanjinés un ejemplar del libro "Cuadernos de bitácora" de Fernando Birri, que me había entregado en La Habana Alquimia Peña, directora de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano (FNCL). Jorge y yo no lo sabíamos, pero en esas horas (dada la diferencia horaria) en Roma fallecía Fernando Birri.

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Una película que es un espejo donde cada uno puede contemplar/reflejar, proyectar su propia imagen (la imagen real de su subconsciente).
—Fernando Birri 
 

18 marzo 2025

Veganos y vulcanos

(Publicado el sábado 15 de marzo de 2025 en Público Bo, ANF, EjuTv y Brújula Digital)

Soy suficientemente añejo como para saber que el veganismo es una tendencia de décadas relativamente recientes (aunque haya existido como práctica individual mucho antes y el término se haya acuñado en 1944). En la medida en que se convirtió en moda, produjo fanáticos a veces poco tolerantes con los que no profesan su doctrina.      

Quizás por mi cultura televisiva de la década de 1960, asocio a los veganos con los vulcanos, esos seres de otras galaxias que tienen las orejas puntiagudas, (Leonard Nimoy, en “Viaje a las estrellas”, es vegetariano, pero no vegano). El veganismo aparecía años atrás como una forma extremista del vegetarianismo, cuya trayectoria era más sólida y fundamentada, pero en la época en que éramos jóvenes, incluso ser vegetariano parecía un exceso, sobre todo porque las opciones para una alimentación vegetariana en Bolivia no existían. Hoy podemos disfrutar de buena comida vegana y vegetariana en varios restaurantes de La Paz, pero yo no podría adherirme a esa corriente de manera permanente. 

Durante mis estadías en el sur de la India podía comer todos los días comida vegetariana, durante varias semanas, sin extrañar para nada ningún tipo de carne. La manera como se prepara la comida es tan sofisticada, que no se siente que falte ningún ingrediente. En una de esas visitas académicas mi entusiasmo me llevó a comprar un libro de cocina vegetariana donde todo estaba explicado hasta el mínimo detalle y las cantidades de ingredientes se medían en gramos. Era un libro para tontos como yo, que sólo cocina porque sabe leer y que se marea cuando le dicen que hay que poner “una pizca” de algo. Junto al libro me traje las especias (las aduanas eran más tolerantes) y pude compartir con mis amigos las delicias de la cocina vegetariana de la India durante algunos meses. Como soy un lector lento, comenzaba a cocinar en la mañana para que todo estuviera listo para la cena. Empezaba preparando el ghee(mantequilla clarificada), que es la base de toda la cocina del sur de la India, y al final del día podía ofrecer cinco o seis platillos diferentes, sin olvidar el postre: kele ki kulfi (helado de banana). Todo esto terminó cuando en algún traslado de país extravié el maravilloso libro.     

Lo anterior es para afirmar que aprecio una buena comida vegetariana, aunque no haya crecido en un ambiente propicio para ello. Mi padre era carnívoro, como toda su generación: si un plato no tenía en el centro un buen pedazo de carne, no era almuerzo. Mejor si era “lomo montado” (con un huevo frito encima). Las lechugas y tomates se colocaban alrededor y eran consideradas un adorno que quedaba al final para los conejos. El acompañamiento era arroz y papas, puro carbohidrato. Supongo que lo mismo sucedía en muchas familias de clase media. Los fines de semana, el “lujo” era invitar a los amigos a comer un “pollito al espiedo” o al horno. Hoy, al revés, la carne vacuna es más cara, mientras que el pollo está al alcance de casi todos, siempre en su forma más nociva: sumergido en aceite hirviendo.      

Mi cultura gastronómica estaba limitada por la geografía altiplánica. Detestaba el “chupe de leche” que comíamos en casa cada cierto tiempo como un manjar (para mi padre), porque estaba preparado con chacalines minúsculos, resecos, duros y salados que traían deshidratados de Chile, igual que el bacalao. No se conseguía todavía camarones congelados. Sólo al terminar mi adolescencia empecé a comer algo de pescado, pero no mariscos. Pasaron varios años hasta que poco a poco pude enriquecer mi alimentación, y exilios y otros viajes de por medio aprendí a apreciar algunos crustáceos (pero no moluscos), y pulpo en contadas ocasiones. Admito que se trata de un prejuicio visual: no me agrada comer un bicho que me mira desde el plato. 

A través de los años me he vuelto menos afecto a la carne roja, pero no me considero vegetariano, pues disfruto cada cierto tiempo un buen asado o unos medallones de filete con salsa de pimienta, a condición de que la carne sea tierna y jugosa. Alguna vez, cada dos semanas, consumo pollo, pero alterno con un pastel de quinua o de choclo, chairo, sopa de maní, plato paceño, ají de fideo, locro de zapallo o queso humacha. Cocino pasta una vez a la semana porque es fácil hacerlo y puede combinarse con muchas cosas, aunque tampoco es lo mejor para la salud. De vez en cuando, pescado, dependiendo de las finanzas. El queso me encanta, pero en Bolivia es más caro que en Francia, su precio es irracional. Consumo pocos vegetales (mea culpa) y menos aún lechugas, porque se deterioran rápido y son insípidas.     

Vamos ahora al tema ideológico y ético, que por supuesto tiene su peso específico en esta divagación. Consumo poca carne roja por tres razones principales. Primero, no me sienta bien comerla con frecuencia (exceso de ácido úrico) y es muy cara. Segundo, las vacas se están cagando en el planeta con sus emisiones de gas metano que contribuyen al calentamiento global. Y mi tercer argumento es que mientras más carne vacuna consumimos, más contribuimos a la deforestación para pastizales, además de que la producción de cada kilo de carne vacuna representa el desperdicio de miles de litros de agua dulce. Si tan solo redujéramos nuestra ingesta de carne roja a una vez a la semana o al mes, le haríamos un gran servicio al planeta. 

En Bolivia vamos al revés, como en todo: estamos arrasando los bosques para vender unas cuantas toneladas de carne a China, que no representan casi nada para ellos. Nuestros angurrientos empresarios ganaderos no tienen noción del daño al medio ambiente, y no les importa el futuro del país sino el lucro inmediato. Los chinos tienen espacio de sobra para millones de vacas, pero cuidan sus bosques y prefieren que nosotros destruyamos los nuestros. Así de simple.    

Pero bueno, volviendo a los vulcanos, o mejor dicho a los veganos... El riesgo para los más estrictos es que su ingesta de proteína está por debajo de lo necesario y no es cierto que su dieta sea muy sana, pues carece de ciertas grasas indispensables para las células. Las lentejas, quinua y almendras no suelen ser suficientes, y hasta ahora no hay pruebas científicas definitivas que muestren que la salud de los veganos es mejor que la de los vegetarianos. 

Esto viene a cuento porque en días pasados se ha conmemorado la Semana Mundial del Cerebro, y nuevos estudios confirman la importancia de la proteína animal en la evolución del cerebro humano a lo largo de la historia. Nuestro órgano maestro, que controla todas las funciones vitales, no hubiera evolucionado sin el consumo de proteína animal, que proporciona aminoácidos esenciales que el cerebro necesita para funcionar correctamente, incluyendo la síntesis de neurotransmisores y la formación de estructuras cerebrales. Contiene todos los aminoácidos esenciales que el cuerpo humano no puede producir por sí mismo, y que son necesarios para la salud del cerebro: la tirosina, el triptófano, la histidina y la arginina son sustancias químicas que transmiten señales entre las neuronas. 

Uno de los argumentos de los veganos para no comer nada de procedencia animal es evitar el sufrimiento, porque todo animal es un ser “sintiente”. Hasta ahí estoy de acuerdo (la cadena de producción de carne es una película de terror, y peor aún la de embutidos), pero dejar de comer queso, mantequilla, miel y huevos o negarse a tomar leche me parece un exceso porque de todas maneras las vacas van a seguir produciendo leche, las gallinas seguirán poniendo huevos y las abejas elaborando miel. Si lleváramos esa lógica al extremo, desaparecerían varias especies y no deberíamos tomar frutos de las plantas, y menos aún arrancar de cuajo papas o zanahorias, que también son seres vivientes, aunque no tengan sistema nervioso central.      

He conocido una familia donde la mamá imponía al esposo y a los hijos el veganismo como religión. Al cabo de un tiempo eso se hizo insostenible y además de injusto con los niños que no tenían capacidad de decidir por sí mismos. Cuando crecieron, se hicieron muy afectos a la comida chatarra que les habían prohibido. Si vamos un poco más lejos: ¿debería una madre vegana negarle la leche materna a su recién nacido? Recordemos que somos animales, generalmente más crueles que otros. 

Y con esto más que acabo de añadir, es posible que cuando salga a la calle me voy a topar con unos seres de orejas puntiagudas que me harán llegar ácidos piropos luego de leer esta reflexión donde los vegetarianos quedan mejor parados que los veganos. 

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Vegetarians claim to be immune from most diseases 
but they have been known to die from time to time. 
—George Bernard Shaw