El
lunes 19 de septiembre presenté en la Cinemateca Boliviana un nuevo libro de
poemas y se inauguró una muestra de 100 dibujos que aparecen en el libro. En
realidad la presentación de Poeta de
papel la hizo Matilde Casazola, y yo hablé sobre todo de los artistas que
dibujaron para el libro.
Fue un día especial también por una razón
familiar y es que hoy 19 de septiembre 2016, cumplía siete años de vida Milena,
una de mis nietas, y el libro está dedicado a mis cuatro nietos. De hecho, Patricia
Mariaca eligió dibujar el poema “Crevette” que habla del nacimiento de Gabriel,
el mayor de mis nietos.
Hace 26 años mi libro Sentímetros fue la primera experiencia
de colaboración con artistas plásticos. Entonces fueron once, entre ellos cinco
grandes que ya pasaron al otro lado del espejo: Raúl y Gustavo Lara, Walter
Solón Romero, Pedro Portugal y mi querida amiga de Argelia, Fatiha Rahou.
Poeta
de papel, mi sexto poemario, apela otra vez al
diálogo con artistas. Esta vez son veinte, de lo mejor que tiene Bolivia, cada quien
con su estilo, su técnica y su calidad humana. El proceso fue igual: cada artista
eligió cinco poemas y dibujó lo que los versos le decían al oído.
Luis Zilveti: Ciudada rota |
Es indispensable mencionar a quienes que
se unieron a la aventura, como Luis
Zilveti con quien mantengo una amistad que comenzó en París a principios
de la década de 1970. Zilveti diseñó el cartel de mi largometraje Señores Generales, Señores Coroneles (1976),
hizo también algunos dibujos para mi libro Bolivie
(Le Seuil, 1981), así como la tapa de la primera edición de Cine, censura y exilio en América Latina (1979), además de ser uno de los once
artistas que dibujaron en mi libro Sentímetros
(1990). Su colaboración más importante conmigo son los 51 dibujos que hizo para
Cruentos (2012), y ahora cinco
dibujos más para Poeta de papel. En
su estudio en París, donde lo he visitado muchas veces, lo retraté para mi
serie “Retrato hablado” y esa foto fue la tapa de uno de sus catálogos.
Alejandro Salazar: Escrito en un bus |
Hay
otros dos artistas que dibujaron hace casi tres décadas en Sentímetros (1990) y que ahora han vuelto a reincidir: Alejandro Salazar y
David Darío Antezana. Alejandro (conocido por sus cartones políticos como Al-azar) contribuyó, además, con el dibujo y
diseño de la tapa de Las radios mineras
de Bolivia (1989), libro que coordiné con Lupe Cajías y que fue el primero sobre el tema de las emisoras de los trabajadores mineros sindicalizados. David Darío es otro
reincidente en este libro, nos une desde hace años la amistad que forjó con Ricardo Pérez Alcalá, muy amigo
de Gíldaro, su padre.
Lorgio Vaca: Rómulo y Roma |
Cochabamba
está bien representada con David Darío Antezana y con Gonzalo Ribero, como lo
está Oruro con Erasmo Zarzuela y Santa Cruz con Ejti Stih y con Lorgio Vaca.
Lorgio es otro amigo de larga data con quien hemos compartido momentos e
ilusiones en su tierra y en París. No fue fácil involucrar a Lorgio en Poeta de papel porque andaba
reconstruyendo uno de sus murales más emblemáticos, el del parque de El Arenal,
pero a tanta insistencia mía cedió generosamente.
No
es la primera vez que Ejti Stih colabora conmigo, lo hizo antes con una bella
portada para el libro Políticas y
legislación para la radio local en América Latina (2010), que coordiné
junto a Karina Herrera-Miller.
Carmen Perrin: Para mí |
Además
de Luis Zilveti, los dibujos de dos artistas que han desarrollado su actividad
creativa fuera de Bolivia enriquecen Poeta
de papel.
Carmen Perrin tiene amplio reconocimiento por su obra en Suiza
y otros países de Europa. Tuve el privilegio de escribir la introducción del catálogo
de su muestra retrospectiva, “Entrar afuera, salir adentro”, que alojó
durante varios meses la Casa de América
Latina, en París. El otro artista que se ha establecido fuera de Bolivia con
mucho éxito es Fernando Rodríguez Casas, quien contribuyó con dibujos que destacan por su gran
formato.
Patricia Mariaca: Entre espinas |
A
Carlos Villagómez también me une una historia de colaboraciones, puesto que ha
diseñado las tapas de la segunda edición de La
máscara del gorila (1984), de Conservación,
desarrollo y comunicación (1990), de Sentímetros
(1990) y del catálogo de mi muestra fotográfica “Retrato hablado”. Algo similar
sucede con Guiomar Mesa, quien fue también cómplice como diseñadora de varias de
mis aventuras editoriales, aunque esta es la primera vez que contribuye con sus
dibujos.
Mis
caminos y los de Patricia Mariaca coincidieron en Guatemala y en Bolivia, donde
escribí la presentación del catálogo de su muestra “Espejismos nómadas”. Patricia
es una artista de actividad incesante, que ha exhibido su obra en todos los
países en los que ha vivido.
Marcos Loayza: Lo pequeño es hermoso |
No
menos activas y productivas son Gilka Wara Libermann y Roxana Hartmann, no hay
día que no pinten o dibujen, como lo han hecho para este libro. Y lo mismo
sucede con
Marcos
Loayza y Javier Fernández que dibujan compulsivamente y me ofrecieron la
posibilidad de escoger entre tres o cuatro dibujos para cada poema, poniéndome
en el aprieto de elegir.
Mauricio
Bayro respondió con entusiasmo a la invitación y en muy breve tiempo entregó
sus dibujos, lo mismo que Marco Tóxico, formidable artista del grabado, y
José
Ballivián, fino dibujante cuyo trabajo se inscribe en la escuela de Rodríguez
Casas.
La
verdadera discípula de Ricardo Pérez Alcalá es también parte de este libro. Mónica
Rina Mamani llegaba casi todos los días desde El Alto para ver pintar a Ricardo
y aprender de él. Domina como su maestro la técnica de acuarela sobre tabla
recubierta de yeso, y como él deja volar su imaginación. Aunque Ricardo no
dibujó en Poeta de papel, es el autor
del cuadro de la tapa, titulado “Bajo la sombra del vapor de la sangre”. Del
mismo modo Sentímetros lleva en la
tapa un cuadro suyo. Con Ricardo tuvimos una fecunda amistad, en Bolivia y en
México.
Ricardo Pérez Alcalá: Bajo la sombra del vapor de la sangre |
Plural ha publicado ocho títulos míos. Poeta de papel es el más reciente (pero
no el último), lo cual me place enormemente por la amistad que me une a José
Antonio Quiroga, el director de esa casa editorial.
Algo similar me pasa con la Cinemateca
Boliviana. En sus salas se han organizado entregas de mis libros, se han
proyectado mis películas y he participado en numerosos eventos. En su
biblioteca y centro de documentación deposité mis colecciones de revistas de
cine y más recientemente todos mis libros sobre cine. La amistad que me une a
Mela Márquez, Elizabeth Carrasco, Claudio Sánchez y a todo equipo de la
Cinemateca, crece con cada nuevo evento.
La muestra de dibujos que acompañó la
presentación del libro no hubiera podido colgarla yo solo sin ayuda de Carmen
Perrin y Guy Limone, dos artistas de amplia trayectoria en Europa, que invirtieron
en la exposición su cariño y dedicación. A principios del 2018 ambos expondrán
en el Museo Nacional de Arte.
Hay
una frase de Octavio Paz que me refleja: "He escrito y escribo movido por
impulsos contrarios: para penetrar en mí y para huir de mí, por amor a la vida
y para vengarme de ella, por ansia de comunión y para ganarme unos centavos,
para preservar el gesto de una persona amada y para conversar con un
desconocido, por deseo de perfección y para desahogarme, para detener el instante
y para echarlo a volar”.
Coincido
con Paz, salvo en eso de los centavos, que nunca he visto. Creo que la poesía me
escribe y se hace en los lectores. Cada quien dibujará en su cabeza los poemas.
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Soy prisionero
de este
cuadrilátero
vertical de nieve,
podría quizás escapar
desplegando
este verso más allá del margen
decapitar la
última palabra
en el filo del
abismo
aunque
inexorablemente
de esta cárcel
sin muros no puede huir
un triste
poeta de papel.
—Alfonso
Gumucio Dagron