(Una versión corta de este artículo se
publicó el 16 de diciembre de 2017 en Página Siete)
Rafael Correa entrevistado por Gestoso |
Conocí
a Jorge Gestoso en el Congreso Mundial de Comunicación para el Desarrollo
(Roma, 2006). El uruguayo ya había dejado CNN en Español –donde fue presentador
estrella junto a Patricia Janiot, y trabajaba a destajo para instituciones desde
su empresa en Washington, en el corazón del “imperio”. Luego de perderle la pista
lo vi de nuevo en TeleSur, el canal de Nicolás Maduro, defendiendo lo
indefendible en entrevistas sesgadas.
En
diciembre pasado tuvimos un breve intercambio en Twitter. Él afirmó que en
Brasil “9 familias son dueñas de los medios de comunicación”. Yo escribí que en
Bolivia “el principal propietario de medios (a través de terceros), sobre todo
canales de televisión, es el gobierno de Evo Morales. Y a todos los demás los
tiene del cuello con / sin publicidad estatal.”
Gestoso
respondió preguntando “cuántas familias” eran dueñas de los medios y si había
“oligopolios”… Sentí un intento burdo de encajar a Bolivia en el imaginario de una
república bananera y le ofrecí una explicación más allá de los 280 caracteres
de Twitter, analizando la historia y los medios más influyentes, pero él solo
quería una cifra e insistió: “¿antes de la llegada del MAS estaban en manos de
2, 3, 4, 5, 6 familias?” Si yo respondía “5” se hubiera contentado, si le decía
“2”, calzaba mejor todavía en su esquema.
Evo Morales entrevistado por Gestoso |
Ya que
Gestoso no quiere profundizar o quizás no tiene tiempo, decidí escribir estos apretados
apuntes para que entienda que más allá de la caricatura en Bolivia no hay
oligopolios familiares con poder de quitar y poner presidentes, como “Clarín”
en Argentina o “Globo” en Brasil. Los grupos familiares están más bien
sometidos ahora a las presiones y chantajes del régimen de Evo Morales, y si no
se portan bien, los truenan, como sucedió con el canal PAT de televisión.
Todo
periodista que haya ejercido cuatro décadas (como yo), sabe que la prensa en
Bolivia siempre fue diversa y que en democracia pudimos sortear las presiones,
la censura y la autocensura. Hubo más pluralidad de expresiones que con este régimen
que usa la publicidad estatal (nuestro dinero) para presionar a los medios de
información, o directamente los compra a través de terceros (palos blancos que
sacan una buena tajada).
Antes
de 1952, en plena lucha por la liberación del país, “La Razón” era el diario de
la oligarquía minero-feudal, pero también estaba “La Calle”, vocero de la
oposición nacionalista donde escribían Carlos Montenegro, Armando Arce y
Augusto Céspedes, entre otros.
Después
de 1952 el gobierno del MNR tenía su diario “La Nación”, los partidos políticos
sus pasquines y la oposición sus medios de información, y ese debate era sano
porque alimentaba un alto nivel de ideologización en la política boliviana.
Tuvimos
26 emisoras mineras, un fenómeno único en el mundo, ejemplo de democratización
de la radio, y cuando al fin llegó la televisión estatal en 1969 de manos del General
Barrientos (que murió volando sin verla al aire), surgieron los canales de
televisión de las universidades públicas. Recién en 1984, los canales privados,
con poca influencia ya que el parque de televisores era aún reducido y la señal
no salía de las ciudades.
La
prensa siguió siendo la más influyente con “Presencia” (diario católico) a la
cabeza. “El Diario” de la familia Carrasco fue portavoz de la derecha salvo cuando
lo tomaron los periodistas y los trabajadores. “Hoy” pertenecía a la familia
Alexander, “El Deber” a la familia Rivero, “Ultima Hora” a Mario Mercado, la
familia Garafulic tenía “La Razón” y Canal 9 (hoy ATB), y así sucesivamente,
pero que estas fueran empresas familiares no quiere decir nada en términos
editoriales porque siempre publicaban opiniones diversas.
Los
gobiernos, muy débiles y sin dinero, no tenían capacidad para controlar a los
medios de información. Los esposos Alexander fueron asesinados, al igual que
Jaime Otero y más tarde Luis Espinal, director del semanario “Aquí”, de cuya
redacción fui parte. Detrás de esos crímenes había militares que preparaban un
ambiente propicio para el golpe. Durante el Gobierno de Torres se creó “El
Nacional” (donde trabajé) que duró hasta el golpe del Coronel Bánzer. Nos tocó
el exilio en 1971 y también en 1980 con el golpe del General García Meza. En
materia de lucha por la democracia, no nos pueden dar lecciones los advenedizos.
Ni en los
periodos más duros sentimos los periodistas una presión continua para callar,
como sucede ahora. Los que no callan son acosados, como Andrés Gómez, Amalia
Pando, Raúl Peñaranda y otros. Los “opinadores” profesionales que aparecen
regularmente en los canales de TV afines al gobierno se portan bien para que
los vuelvan a invitar. Y los opinadores independientes solo aparecen para que
el canal o canaleta que los invita, pueda decir que ejerce la pluralidad.
Ahora
sí tenemos un “oligopolio”: el presidente usa como si fueran propios los medios
del Estado, Irán regaló a la Fundación Juan Evo Morales Ayma (JEMA) el canal de
televisión Abya Yala, el gobierno creó una red de 50 radios repetidoras con el
nombre de “Patria Nueva”, el Ministerio de Propaganda chantajea a los medios
con publicidad estatal y difama a periodistas con el documental El cartel de la mentira producido por un
mercenario argentino. El vicepresidente nombra a los directores de La Razón,
comprada a través de socios comerciales y dispone de los canales de televisión
más importantes como propios.
Eso,
Gestoso, para empezar. Hay mucho más que ya se ha publicado en libros y
artículos, por eso no hay que tener flojera de leer más allá de los discursos
de impostura.
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should be more like science. As far as possible, facts should be verifiable. If
journalists want long-term credibility for their profession, they have to go in
that direction. Have more respect for readers.
—Julian
Assange