Evo Morales con Raúl Castro en La Habana |
Cada
vez que le sale un grano en la nariz Evo Morales vuela a La Habana para hacerse
una evaluación médica. El Ministro de Defensa, Reymi Ferreira pasó un mes en
Cuba para tratarse un tumor benigno “mal diagnosticado en Bolivia”. Semanas
antes el Ministro de Hacienda, Luis
Alberto Arce Catacora, renunció oportunamente a su cargo y organizó una
kermesse para recolectar fondos porque necesitaba hacerse en Brasil un costoso
tratamiento y él es un hombre pobre, pobre.
Cuando
leo esas noticias me vienen ganas de vomitar, y la misma reacción tuvo mucha
gente en nuestro país. Lo primero que vino a mi mente es la situación
deplorable en que se encuentra la salud pública en Bolivia y el cinismo
grotesco de Arce Catacora que fue durante 11 años el “zar” de la economía y en
el periodo de mayor bonanza no fue capaz de otorgar un presupuesto adecuado a
las necesidades de los servicios de salud, pero sí al Dakar, al nuevo palacio, a
un museo insultante, a los aviones y carros de lujo y a cuanta bosta se le
ocurre al presidente. ¿Estoy enojado? Claro que sí, como la mayoría en este
país.
Con el
mayor desparpajo, el enfermo Arce pidió ayuda a esa misma población a la que
sometió a los rigores de un servicio no solamente precario, sino humillante.
Cualquiera que haya sido atendido en un hospital público, llámese Hospital
Obrero, Hospital General, Hospital de Clínicas, sabe que es como descender a un
infierno dantesco.
Las
vivencias personales son escalofriantes, podríamos llenar las páginas de los
diarios con los relatos de la gente que agoniza en los pasillos, rodeada de
familiares impotentes porque nadie los atiende. Hay algunos médicos y
enfermeras que quieren hacer su trabajo con la mejor voluntad, pero no pueden
hacer más y mejor porque no hay medicinas, no hay camas, no hay equipos para tratar
a los pacientes y además campea la corrupción, como hemos visto recientemente.
Los
reportajes sobre el Hospital General en cuyo quirófano se usan sierras y
taladros de carpintería para hacer cirugías, podrían entrar en los anales de la
vergüenza de este régimen que a pesar de haber recibido más recursos que
cualquier otro en la historia del país, los ha dilapidado en empresas estatales
subvencionadas y en bancarrota, palacios para el megalómano “jefazo”, hasta
centenares de canchas de fútbol con pasto sintético y coliseos para que Evo
Morales haga los discursos de su campaña electoral permanente, con recursos
nuestros.
Los
titulares son vergonzosos: “A falta de elevador, personal del Tórax carga a
enfermos 3 pisos”, “Sierras y taladros son equipos del Hospital de
Clínicas”, “Achacachi: nuevo nosocomio
sin médicos ni equipos”, “En la Llajta solo un nuevo Viedma aliviará el
colapso hospitalario”, “Evo cumple impulsó 4 veces más canchas que obras en
salud”, Pacientes viajan 12 horas para acceder a especialidades”, “Hacinamiento y roedores, los problemas del
Hospital del Niño”, “Hospital San Juan de Dios en código negro permanente”, “Hospitales
públicos del país agonizan en la precariedad”, “Más de 400 niños esperan una cirugía
en pediátrico Villarroel”, “Pacientes migran de Potosí́ en busca de atención médica”.
Y mucho más.
Que
vayan Arce Catacora, Reymi Ferreira y Evo Morales a hacer fila a las 5 de la
mañana para sacar una ficha en el Hospital General. O por lo menos que vayan a
la clínica que discretamente mantienen los cubanos en Achumani, exclusiva para
los jerarcas del gobierno. Ni eso les basta.
¿Nos
debe dar pena Arce Catacora o Reymi Ferreira por su enfermedad? A mi no me dan
ninguna pena. Me dan pena los miles de bolivianos y bolivianas que todos los
días madrugan para hacer fila en el Hospital General. Me dan pena los que se
mueren en esos pasillos o entran demasiado tarde a un quirófano que no tiene
los instrumentos adecuados para operar. Me dan pena los médicos y enfermeras
que ven con impotencia que en sus manos se resbalan las vidas que no pudieron
salvar debido a la ineficiencia, la corrupción y la falta de presupuesto.
No me
da pena un ministro cínico, en cuyas manos estaban las decisiones económicas
del país, incapaz de garantizar a la población una vida y una muerte dignas.
(Publicado en Página Siete
el sábado 18 de noviembre 2017)
_______________________________________
Este país tan solo en su agonía,
tan desnudo en su altura,
tan sufrido en su sueño,
doliéndole el pasado en cada herida.
—Gonzalo Vásquez Méndez
tan desnudo en su altura,
tan sufrido en su sueño,
doliéndole el pasado en cada herida.
—Gonzalo Vásquez Méndez