Dos días antes del terremoto que sacudió
a Ecuador el sábado 16 de abril, presenté en Quito mi libro Diario ecuatoriano – cuaderno de rodaje de
Fuera de aquí (2016) publicado por el Consejo Nacional de Cinematografía
(CnCine). Y el martes 12 de abril hice lo propio frente a una audiencia indígena
en la comunidad de Tamboloma, donde hace 41 años se filmaron algunas de las escenas
del largometraje de Jorge Sanjinés.
En Tamboloma volví a encontrar después de
cuatro décadas a Germán Calvache, al cura Jesús Tamayo y a José Lligalo
(indígena chibuleo), que contribuyeron en la filmación de Fuera de aquí.
En Quito, en el acto en la Casa de la Cultura
habló Raúl Pérez (presidente de la institución), Isabel Mena (directora de
CnCine), Wilma Granda (directora de la Cinemateca Ecuatoriana), Juan Martín
Cueva (ex director de CnCine), Pocho Álvarez que realizó un documental sobre el
libro, y Coco Laso, que estuvo a cargo de la edición.
con José Lligalo, chibuleo |
Cenamos a solas las dos noches que estuvo
en La Paz, el lunes 15 y el martes 16 de julio de 2013, en el restaurante del Hotel
Radisson donde llegó con varias horas de retraso. Al revisar el menú del
restaurante le pregunté si había probado antes la carne de llama. Respondió con
sorna: “Cómo voy a comer a un animalito que tiene la mirada de Gina Lollobrígida
y camina como Sofía Loren…”
las libretas de Galeano |
Conociendo su afición por el fútbol, le regalé
un libro de relatos futbolísticos, Warikasaya,
recopilados por Ricardo Bajo, donde aparece el cuento “Descenso”, que escribí con
Carlos Mesa, nuestra primera colaboración literaria. Eduardo subió a su
habitación con el libro bajo el brazo.
Al día siguiente pidió lo mismo que había
comido la noche anterior: wok de pollo con verduras. En un momento me dijo con
mucha seriedad que por mi culpa no había dormido: “Estuve leyendo varias veces
tu cuento sobre fútbol, me pareció magistral la manera como los ejes narrativos
confluyen hacia el final”.
En el salón de eventos que queda encima
del restaurante había en ese momento dos mil personas en una cena de gala con
el alcalde de La Paz, Luis Revilla, para celebrar el 16 de julio, la fiesta de
la ciudad. Políticos, artistas, intelectuales, periodistas… lo más granado de
la sociedad paceña ignoraba que un piso más abajo estaba Eduardo Galeano, de
incógnito.
Juan Martín Cueva y Wilma Granda |
Eduardo usaba en sus libros lo que
escribía en las pequeñas libretas de apuntes, mientras que yo escribo mis diarios
con el único propósito de recordar la vida ya vivida. Nunca he tenido buena
memoria, por eso me apoyo siempre en esas muletas que son los diarios y las fotos.
A mis amigos que se sorprenden cuando recuerdo algo con precisión y creen que
estoy dotado de una memoria prodigiosa les digo: “Lo que pasa es que tengo una
memoria fotográfica… Si no tengo una foto, no me acuerdo de nada”.
Y ese mismo papel cumplen los diarios, y
entre ellos el que se presentó en Ecuador, que escribí entre el 21 de junio y el
18 de julio de 1975, hace 41 años, cuando participé como asistente de dirección
en el primer rodaje Fuera de aquí, (Llukshi
kaimanta).
En la introducción del libro hago el
relato de las circunstancias en que escribí el diario, de cómo fue desenterrado
por la generosidad de Juan Martín Cueva, Wilma Granda y Pocho Álvarez cuando
nos visitaron en La Paz para la Semana del Cine Ecuatoriano, en marzo del 2015,
y cómo fue publicado por iniciativa de CnCine, una institución que hace tanto
por el cine en Ecuador a pesar de dificultades burocráticas y políticas que
también conocemos en Bolivia.
No voy a repetir la introducción, pero quiero
subrayar que el diario no fue escrito para ser publicado, menos aún a mis 24 años
de edad cuando no era sino un aprendiz de todo (y sigo siendo). Mi única
condición para publicarlo fue que se transcribiera tal cual, incluso con
erratas (por suerte no había ninguna).
Diario ecuatoriano |
Tengo que agradecer a dos grupos de
personas. Por una parte aquellas que hace cuatro décadas nos acompañaron y
colaboraron con Jorge Sanjinés y Beatriz Palacios en la aventura que fue la
filmación del largometraje, en condiciones nada fáciles, en las faldas del
Chimborazo y del Tungurahua, en Tamboloma, en Río Colorado y en Ambato. Los
menciono en desorden: Germán Calvache, Jorge Vignati, Jesús Tamayo, Hugo
Jaramillo, Rodrigo Robalino y los Jatari, José Lligalo y otros dirigentes indígenas,
Cristóbal Corral, Jean-Marcel Milan, Efraín Fuentes, entre otros que aparecen
en el diario.
Wilma Granda, Alfonso Gumucio, Juan Martín Cueva, Pocho Álvarez y François Laso |
La edición es hermosa, en todo sentido: el diseño, el papel, el color, las tapas duras, el armado... en fin, todo lo que hace de un libro un objeto bello, de colección. Y este, además, tiene el video documental Diario ecuatoriano que realizó Pocho Álvarez usando fotografías, entrevistas y mucho talento. El DVD está al final del libro, como premio para los lectores agudos.
Durante la presentación en la Casa de la
Cultura, Coco Laso leyó un texto que reproduzco a continuación:
Este libro, como el buen pan, leudó muchos meses: entre todos pusimos letras, fotos y papel (cosas sencillas, cotidianas, diarias) Hacer libros, hacer un libro, hacer este libro como cualquier acto de hacer con las manos y con la cabeza, con el cuerpo y con la razón… como cualquier hogaza de pan, es-hacer: un acto político Las instituciones ciudadanas, aquellas construidas por la gente y desde la gente siempre producen mejor pan (como el de Ambato), más profundo, más esponjoso, con más aire porque tienen, al final de cuentas un interés sencillo: combatir el hambre. Este es un libro sobre la memoria de una izquierda en los setentas, de Tungurahua, de Chimborazo, de la dictadura y de la lucha social y campesina y no solamente sobre cine (eso Alfonso y Juan Martín siempre lo supieron) y en este libro de esa memoria y que no es solamente de cine, está adherido algo así como un estado de las cosas que bloquea el trabajo del olvido, inmortaliza la muerte, materializa lo inmaterial (eso el Pocho siempre lo supo). Concebir un libro a partir de objetos y textos del pasado es sobretodo un acto de traducción y lo que hemos hecho todos quienes hicimos este libro… es traducir un recuerdo en un acto presente… al hacer un libro se crea un lugar: un lugar para la memoria, claro, y a partir de ahí, un lugar para todo. Es la forma de estar juntos, alrededor de un libro y de un pan lo que une a los individuos y a los grupos sobre la base de esta comunidad primordial de palabras, imágenes y cosas. Por eso creo que hacer libros es un acto político porque los buenos libros, como el cine y el buen pan, siempre hacen comunidad y matan el hambre.
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Hacer libros, hacer un
libro, hacer este libro
como cualquier acto de
hacer con las manos y con la cabeza,
con el cuerpo y con la
razón…
como cualquier hogaza
de pan, es hacer un acto político.
—François Laso