Mauricio Souza, Soledad Quiroga, Alfonso Gumucio y Fernando Lozada |
Fui invitado el 17 de julio para recordar a Marcelo Quiroga, junto a Mauricio Souza y María Soledad Quiroga. Mauricio habló con mucha autoridad sobre la novela Los Deshabitados (1959) y yo, que tenía que hablar de El combate (1959) la película que realizó Marcelo Quiroga Santa Cruz, me fui por las ramas.
Me fui por las ramas de la memoria porque es inevitable. El 17 de julio de 1980 estábamos en CIPCA, en la calle Sagárnaga, escuchando la transmisión en vivo de la conferencia de prensa del Consejo Nacional de Defensa de la Democracia que tenía lugar en la Federación de Mineros en El Prado. Los dirigentes sindicales y de partidos políticos del CONADE (Juan Lechín, Simón Reyes, Oscar Eid, Marcelo Quiroga Santa Cruz, entre otros) daban lectura al comunicado de rechazo al levantamiento militar contra el gobierno de Lydia Gueiler, iniciado esa mañana en Trinidad.
Las noticias eran inquietantes: sabíamos que lo de Trinidad era una suerte de balón de ensayo. Quienes éramos de la redacción del Semanario Aquí, sabíamos que el golpe del General Luis García Meza se preparaba desde hace meses. Nos habían puesto una bomba en la puerta del Semanario y el 22 de marzo habían secuestrado, torturado y asesinado a nuestro director y amigo, Luis Espinal. El golpe estaba “cantado”, lo único que no se sabía era la fecha.
Cinco semanas después del asesinato de Espinal publiqué un breve texto, “La mesa de García”, donde en forma jocosa narraba la gestación del golpe. En la última línea escribí: “La mesa de García, por supuesto, es cuadrada y tiene cuatro patas”.
Sentados: Oscar Eid, Simón Reyes, Juan Lechín, Julio Tumiri, Oscar Sanjinez, Marcelo Quiroga Santa Cruz |
Cuando los militares no quieren dar la cara, envían a paramilitares |
Con Marcelo tuvimos una relación episódica a lo largo del tiempo. Fui su estudiante en la Carrera de Filosofía y Letras de la UMSA donde también enseñaba Jaime Sáenz. Luego nos vimos en algunas reuniones políticas. Nunca milité en ningún partido, pero lo más cerca que estuve de hacerlo fue cuando me sumé al Grupo Octubre, que apoyaba la posición de Marcelo de recuperación de la soberanía sobre los recursos naturales. Alguno de mis amigos que estuvo en el Grupo Octubre se fue luego a la guerrilla de Teoponte y allí terminó su vida.
La literatura y el cine me acercaban a Marcelo. Su cortometraje El combate había sido una incursión primeriza pero exitosa. Con muy pocos recursos creó una parábola sobre la lucha entre el bien y el mal y se ganó el derecho de figurar en la Historia del cine boliviano. Pero yo no había visto la película porque solo existía en 16mm y entonces no había video y menos digitalización. Por ello quería entrevistarlo, pero a lo largo de la década de 1970, durante el exilio de Banzer, no habíamos podido coincidir hasta que la ocasión se presentó en París, donde yo estudiaba cine y donde Marcelo aterrizó para participar en un encuentro internacional.
Le tomé unas fotos sentado en una banca de parque a media cuadra de la universidad de La Sorbona y en un café ruidoso del barrio latino grabé la entrevista, acompañados por Marcelo Quezada, con quien yo había publicado en la revista Cahiers du Cinema un artículo sobre El enemigo principal de Jorge Sanjinés. Esto fue al día siguiente de la muerte de Mao Tse Tung, el viernes 10 de septiembre de 1976. El barrio latino estaba empapelado con afiches de Mao, alguno se ve en las fotos que le tomé.
Mareclo Quiroga en el Barrio Latino de París, septiembre 1976 |
“Yo no sé que importancia puede tener mi película para la historia del cine que estás escribiendo, te lo digo con la mayor sinceridad, porque es una cosa muy modesta.(…) Es hasta gracioso, la hice solo, todo, todo, todo. Es un niño que lleva su gallo blanco a una pelea contra un gallo negro a un reñidero. Como suele ocurrir el gallo blanco pierde y termina muerto. Entonces el niño entra al reñidero, levanta el cadáver de su gallo, se lo lleva afuera, se sienta e imagina otra pelea. En cámara lenta el gallo blanco se levanta, se reproduce la pelea pero esta vez el combate es distinto y el blanco vence al negro. Eso es todo. Es una cosa muy sencilla. Identificamos en nuestra civilización el blanco con lo positivo, con una tendencia progresista y lo negro con lo contrario. En la pelea en la realidad es vencido el blanco, pero en la otra que se quisiera como proyección, lo inverso. No tiene ninguna otra pretensión. (…) Siempre me interesó el cine, siempre quise hacer cine. Más de un proyecto quedó en nada. No pierdo la esperanza de hacer alguna vez alguna cosa. Todo esto te lo digo solamente como información, es muy poca y casi no vale la pena mencionarlo, creo que no tiene por qué figurar en una historia del cine”.
El niño de El combate |
El Combate, cortometraje de Marcelo Quiroga |
Unas semanas después del golpe de 1980, luego de un periodo en la clandestinidad, me refugié en la Embajada de México y allí corregí las pruebas de galera de mi Historia del cine boliviano que iba a publicar Los Amigos del Libro. Me trajo las pruebas el señor Flores, que trabajaba con don Werner Guttentag, y me pidió si podía suavizar las referencias a Marcelo Quiroga y a Luis Espinal, asesinados semanas antes. Me negué a hacerlo, y por ello el libro no se publicó hasta 1982 y salió casi al mismo tiempo que la edición mexicana de la Filmoteca de la UNAM.
(Publicado en Página Siete el domingo 22 de julio 2018)
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La
búsqueda de la humildad es lo más importante,
especialmente
si quieres edificar una ética,
si
quieres alcanzar una cierta moral.
—Roberto Rossellini