Morales y Trump |
El presidente de Estados Unidos Donald Trump y el
presidente de Bolivia Evo Morales tienen varios rasgos comunes en su manera de actuar.
Ambos son autoritarios y están acostumbrados a decidir sin consultar con sus
asesores, ambos disparan frases que a veces entran en los anales de las
barbaridades verbales, ambos soslayan la transparencia en la función pública y
ambos se han enfrentado a los medios de información de una manera gratuita,
innecesaria y que daña su imagen pública.
En días pasados leí el libro Errancias (2011) de mi amigo Óscar Vega Camacho y unas líneas en
las primeras páginas captaron mi atención a propósito de los medios de
información porque representan, o al menos representaban cuando fueron escritas
hace varios años, la mirada que personas afines al llamado “proceso de cambio” tenían
de los medios, de los periodistas y de la opinión pública.
Dice Oki Vega: “La opinión pública, aquel insistente
cuarto poder de los regímenes democráticos, ha sido desbordada y deslocalizada
al poner en evidencia su posicionamiento como medios de comunicación masiva,
que responden finalmente a intereses de grandes consorcios transnacionales de
empresas de telecomunicaciones y, por lo tanto, son parte importante de la
disputa. El eje del debate entre libertad de expresión y medios de comunicación
tiene que ser situado con respecto al interés financiero y empresarial transnacional
de la comunicación porque de otro modo continuará como un debate que rehúye la
situación real y concreta de su funcionamiento”.
No sé cómo ve el autor esas líneas a siete años de
haberlas publicado, pero el párrafo me da pie para hacer mis propias
“errancias” sobre los medios en Bolivia y el miedo que el gobierno les tiene. Para
decirlo de una vez: ese apretado diagnóstico sobre la manipulación de la
opinión pública por empresas transnacionales tiene poco que ver con la
estructura de poder y medios en nuestro país.
Si consideramos los cuatro sectores de medios
(televisión, radio, prensa y redes virtuales), sería muy difícil hacer calzar
en la realidad actual ese perfil de grandes empresas mediáticas sin fronteras
que influencian a una opinión pública boba.
A nivel latinoamericano, lo más cercano a la
dominación mediática multinacional se ha dado con un mexicano que vive en
Miami, Ángel González, convertido en accionista mayoritario de canales de
televisión, estaciones de radio y diarios en varios países de la región, sobre
todo en América Central.
En Bolivia, ya lo sabemos, el gobierno ha comprado a
través de palos blancos la mayor parte de los canales de televisión y algunos
diarios, además de usar los medios del Estado (públicos) como medios de un
partido político, y tener gente pagada para insultar a las voces criticas en
las redes virtuales. A los medios independientes se los castiga negándoles la
publicidad estatal que en cambio se prodiga a los que hablan bien del régimen.
Eso es censura, no hay otra palabra.
¿Se puede decir que hay libertad de prensa? El régimen
favorece con recursos del erario a medios cuya función es endiosar al
presidente y promover a su partido político. Es el caso del diario
gubernamental Cambio, que además de recibir publicidad de instituciones del
Estado, tiene un presupuesto del Ministerio de Comunicación. Más grave aún es
lo que sucede con Abya Yala, un canal de televisión supuestamente "privado"
que es regalo de una potencia extranjera (Irán) a un presidente en ejercicio (Evo
Morales) y recibe fondos del Estado para su funcionamiento. ¿No hay conflicto
de intereses? Métanle nomás.
Hay una larga historia de periodistas perseguidos
que han preferido exiliarse, y otros acosados que han sido obligados a
renunciar a los medios en los que trabajaban. Acoso, desprestigio, calumnias
infames sin asidero contra los medios independientes.
Las voces disidentes independientes asustan al
gobierno más que los partidos de oposición o el imperialismo gringo (con el imperialismo
Chino y Ruso se lleva muy bien). Se acosa con temor y resentimiento a voces
críticas como la de Pablo Solón y Rafael Archondo, sobre todo porque antes fueron
próximos a Evo Morales aunque se dieron cuenta a tiempo de lo que era por dentro
este régimen autoritario, extractivista
y corrupto.
El bombardeo publicitario del gobierno, el
presupuesto grotesco del Ministerio de Propaganda y el endiosamiento
presidencial, no han podido hasta ahora contrarrestar el peso de unas pocas
voces independientes. Por eso el gobierno les teme tanto.
(Artículo publicado
inicialmente en Página Siete, el sábado 15 de julio de 2017)
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Si algo
significa la libertad es el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír.
—George Orwell