
Obviamente, el régimen de Nicolás Maduro no estaba invitado a la cita, desde el momento en que aloja en su territorio a actores violentos que cometen atentados en territorio de países vecinos. Entre los terroristas que alberga Venezuela está Gustavo Aníbal Giraldo, del ELN, responsable directo del atentado con un camión de explosivos, que exactamente un año antes, el 17 de enero de 2019, mató a 22 estudiantes de la Escuela de Cadetes de Policía General Francisco de Paula Santander.

En la jornada anterior a la Conferencia Ministerial, los países asistentes suscribieron un comunicado elaborado por los equipos técnicos de los países. Cada uno fue aportando con sus dolorosas experiencias, desde Argentina que se refirió a los ataques terroristas en la embajada de Israel, en 1992 (22 muertos) y en la Asociación Mutual Israelita (AMIA) con 85 personas fallecidas, hasta México con las continuas desapariciones de periodistas y la violencia contra migrantes centroamericanos por parte de carteles de la droga.

Las dos constataciones más importantes de las delegaciones participantes, señalan primero que para el terrorismo no hay fronteras, y que los grupos terroristas están estrechamente vinculados a la corrupción.

El segundo aspecto señalado son los vínculos indisociables entre el terrorismo, el narcotráfico, la trata y tráfico, el lavado de dinero, la minería clandestina, los secuestros y chantajes, el tráfico de especies animales, la deforestación de zonas protegidas y los daños consecuentes al medio ambiente. Una cadena de crímenes conectados entre sí. Esa integralidad de las acciones y efectos de la delincuencia organizada constituyó la esencia de los debates entre los gobiernos, y ninguno se desmarcó del documento final:
“Destacaron la importancia de un enfoque holístico, que tenga en consideración los vínculos que existen entre el terrorismo y su financiamiento, los cuales pueden incluir diversas manifestaciones de la Delincuencia Organizada Transnacional. En tal sentido, reafirmaron la responsabilidad de los Estados de negar cobijo financiero, operacional o cualquier otro tipo de apoyo a los terroristas…”

Por ello los países “reconocieron que el terrorismo transnacional no conoce frontera geográfica, y en tal sentido, ratificaron el compromiso indeclinable de los Estados para que, denieguen refugio, asilo, albergue y/o cualquier tipo de apoyo a quienes financien, planifiquen o cometan actos terroristas, o a quienes les presten colaboración, de conformidad con las legislaciones nacionales, las obligaciones del derecho internacional, los tratados internacionales y las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas” (que son muchas y, como siempre, poco implementadas).
(Publicado en Página Siete el sábado 25 de enero 2020)
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El terrorismo es inmune,
se nutre de los minutos de silencio multitudinarios.
Sólo la resistencia individual le contraría.
—Fernando Savater