
Al igual que las figuras esculpidas en piedra en los templos de Khajuraho en la India, las de los templos de Jagannath, Ram Chandra, Jagannarayan y otros del valle de Katmandú son una muestra del arte del amor, es decir, el Kamasutra.















Al igual que las figuras esculpidas en piedra en los templos de Khajuraho en la India, las de los templos de Jagannath, Ram Chandra, Jagannarayan y otros del valle de Katmandú son una muestra del arte del amor, es decir, el Kamasutra.
En Patan y Katmandú las Durbar Plaza concentran cada una cerca de veinte templos, uno al lado del otro; es fantástico recorrer ese espacio pletórico de riqueza arquitectónica y escultural. La mayoría de los templos son de madera, y han sufrido lamentablemente el paso del tiempo. Los maravillosos tallados se han deteriorado, y siguen en ese proceso porque no se les presta el cuidado que merecen.
La Durbar Plaza de Katmandú está muy descuidada, los vehículos circulan entre los templos, los mercados se instalan a los pies de ellos. No hay por lo visto el menor deseo de protegerlos. La gente se sube a ellos y los ensucia. La basura está por todas partes. Falta un plan de protección y mantenimiento. La UNESCO debería retirar la etiqueta de "Patrimonio de la Humanidad" a los países que no cuidan lo que tienen.
De todas maneras, es un sitio extraordinario por su belleza, y está tan cerca de la India, que no hay excusa para no visitarlo.
Radio Sagarmatha no es precisamente una radio comunitaria, en la medida en que responde a las políticas de NEFEJ en primer lugar y no está ligada a un espacio geográfico específico. Sin embargo, su mera existencia ha sido un ejemplo para las 40 radios comunitarias que han surgido en años recientes, muchas de ellas en comunidades rurales de Nepal, algunas alentadas por organizaciones no-gubernamentales, y otras desde la propia comunidad.
Sagarmatha es uno de los nombres del nevado más alto del planeta, el Monte Everest, como lo conocemos en el resto del mundo. Al ponerle ese nombre a la primera radio independiente, los periodistas de NEFEJ abrieron el camino de la comunicación participativa en Nepal. Pude ahora reunirme con el directorio de la organización y visitar Radio Sagarmatha, sobre la que escribí un capítulo en mi libro: “Haciendo Olas: comunicación participativa para el cambio social”.
Me dio gusto por ello visitar a Raghu Mainali, uno de los iniciadores y quizás la persona que con mayor empeño ha defendido el derecho a la comunicación en su país, y la posibilidad de contar con radios comunitarias, algo que en Asia era impensable hasta hace pocos años.
Pasé un par de días con ellas, con Laxmamma y con Pula, filmando en las comunidades un documental sobre medicina tradicional. Son una demostración viva de que el derecho a la comunicación puede ser ejercido por todos, incluso de aquellos que han sido marginados del sistema educativo o que sufren discriminación (en este caso doble: por dalit y por ser mujeres).
La soltura con la que se desenvuelven las mujeres con la cámara y la puesta en escena es notable. Para ellas, cambiar el azadón que utilizan en sus huertas por la cámara es un acto cotidiano. Ciertamente, ellas reconocen que el hecho de ejercer la comunicación a través del video o de la radio, las ha convertido en ciudadanas prominentes dentro de su comunidad. La otra gente las toma en serio y las admira.
La seriedad con que encaran su trabajo se refleja en el catálogo de casi 60 documentales realizados entre 2002 y 2006. Uno de ellos, sumamente conmovedor para mi, muestra el viaje que un grupo de estas mujeres hizo a una comunidad andina del Perú, y los intercambios que se establecieron con campesinas peruanas que solamente hablaban quechua, de la misma manera que las mujeres de Pastapur no hablan otra cosa que no sea telugu.
La Radio Comunitaria Sangam, montada con un apoyo inicial de UNESCO, es otra faceta de ese trabajo comunicacional. Bajo la batuta de dos jóvenes mujeres, Algole Narasamma y la otra apodada “General” Narasamma por su carácter decidido y voluntarioso, la radio está desde hace seis años lista para salir al aire, lo cual no ha sido posible porque el gobierno no ha concedido aún la respectiva licencia, de acuerdo a la ley aprobada hace un año. Mientras tanto, las trabajadoras de radio no se quedan de brazos cruzados, sino que han producido más de 400 horas de programación.
Asistí a una sesión de grabación de música local en la que “general” se desenvolvía con la misma solvencia que las mujeres del grupo de video. Aquí se entiende perfectamente que la radio comunitaria es un medio que alienta la participación en el desarrollo, promueve la democracia local y contribuye a consolidar los derechos humanos, la cultura y la identidad.
Desde entonces su trabajo de hormiga ha dado frutos importantes en el marco de los objetivos que se fijó este proceso desde su inicio: lograr la autonomía de las comunidades locales en siete aspectos fundamentales que incluyen la producción alimentaria, la agricultura, las semillas, el manejo de recursos naturales, el mercado, la salud y la comunicación.
Tuve el privilegio de ser invitado por P.V. Satheesh a visitar las actividades de la organización a principios de noviembre. Fui con mi colega Vasuki, profesor de cine en la Universidad de Hyderabad. Naturalmente, solamente pude ver un poco, pues el programa abarca cuatro mandals (como cantones) en el distrito de Medak: Zaheerabad, Raikode, Jharasangam y Nyalkal. Yo me interesé sobre todo en las actividades de comunicación, que comentaré en una próxima nota., pero
también estuve en los campos de cultivo, donde no se utilizan fertilizantes químicos, en el banco de semillas, que las comunidades atesoran como si adentro hubiera lingotes de oro, y pude conocer el “Café Etnico”, un restaurante donde solamente se sirven alimentos orgánicos.
La visión que tiene DDS es de fortalecer los grupos locales para consolidarlos como “órganos vibrantes de gobernabilidad local” y asociarlos de manera que puedan ejercer presión a favor de las mujeres, los pobres y los dalits (antes llamados “intocables”, la casta más baja). En un país gigantesco como la India, donde las diferencias entre ricos y pobres son abismales, estos procesos de participación en las comunidades más empobrecidas son estimulantes.
El desafío para ambos era abordar el tema de la radio comunitaria en India, cuando en la realidad todavía no existe ni una sola. Es realmente una paradoja contar con un libro de 320 páginas sobre el tema, antes de que se produzca la eclosión de radios comunitarias. Pero ese es realmente el valor de esta obra, pues se adelanta a los hechos, y lo hace de manera crítica.
A fines del 2006, cuando nos encontrábamos en Amman, Jordania, en la clausura de la Asamblea General de AMARC (Asociación Mundial de Radios Comunitarias), llegó la grata noticia de que el gobierno indio (y no “hindú” como escriben algunos periodistas ignaros) acababa de aprobar la Legislación para Radios Comunitarias. Esto significaba mucho para el movimiento mundial, ya que si India es capaz de hacerlo, su influencia en todo el Asia sería determinante. Como se sabe, Asia ha sido la región más lenta en el desarrollo de radios comunitarias, debido a los regímenes autoritarios y a una cierta pasividad de las poblaciones a la hora de desafiar a la autoridad.
Al alborozo inicial se sumó algo de decepción, ya que la legislación aprobada, como analiza muy bien este libro, tiene muchos bemoles: las radios no pueden transmitir noticias, el tiempo de publicidad comercial está limitado a cinco minutos por hora, y sobre todo, no existe una clara distinción entre radios comunitarias y otros modelos como las radios de los campus universitarios, que son en realidad emisoras institucionales.
De cualquier modo, la legislación es un avance perfectible, y abre las puertas para que las radios comunitarias florezcan en India por miles durante los próximos años, dadas las dimensiones de ese país. Ya hay varias, como Radio Sangan en Pastapur (a la que me referiré la próxima semana), que están listas para emitir, en cuanto se les otorgue la licencia.
Este libro es indispensable en ese contexto, porque aborda el papel de la radio en la sociedad civil y en el desarrollo, con énfasis en la comunicación participativa, y en el fortalecimiento de las dimensiones comunitarias, culturales y de género.
La reunión convocó a académicos de 11 países, incluyendo Sri Lanka, Nepal, Filipinas, Afganistán, Bangladesh, Singapur, Pakistán, Australia, Reino Unido, y Estados Unidos. Fui el único de América Latina, y tuvieron la deferencia de pedirme que hiciera la presentación de apertura del evento en la sesión inaugural, lo que en inglés se llama “key note address”. Mi intervención titulada “Jugando con Fuego: la comunicación participativa”, se refirió a los desafíos políticos que se presentan para que las grandes organizaciones para el desarrollo adopten estrategias de comunicación para el cambio social, en lugar de destinar sus recursos para publicitarse y mejorar su imagen.
Al día siguiente me tocó dirigir un taller para 25 personas, sobre la comunicación para el cambio social, su evolución histórica, donde hice hincapié en las diferencias conceptuales entre información y comunicación, periodistas y comunicadores, acceso y participación, etc.
El evento fue una oportunidad única para establecer mejores vínculos sur-sur con varios países asiáticos, pero sobre todo con India, que estaba representada por la mejor gente de la comunicación para el desarrollo.
Un amigo y colega cineasta, Alfredo “Bis” Ovando, me hizo llegar un mensaje sobre la inauguración de la nueva Cinemateca Boliviana en
Hola Moro, primero desearte felicidades por tu cumple. ¿Que cómo sé que es tu cumpleaños? Pues anteayer y ayer se habló mucho de ti. Primero leí en el periódico una remembranza tuya, y más tarde dos veces salió la noticia de tu cumple por la radio y en la noche también se habló de ti en la Cinemateca Boliviana.
Así que un día trascendental en la cinematografía boliviana va unido a tu cumple, doble felicidades.Y la verdad es que yo estoy feliz, muy feliz. El martes 30 en la noche se inauguró la nueva sede de la Cinemateca Boliviana, sí, por fin nuestra sede, la nueva sede de la Cinemateca Boliviana, por fin, después de tantos años. Y claro en los discursos de la noche Carlos Mesa te mencionó, como uno de los que empujó la idea de crear una Cinemateca que después de tres décadas nace nuevamente, nace con bríos, con una nueva dimensión.
En su estreno a su vez se estrenó Wara Wara, la película de la que tanto tú nos hablaste en el Taller de Cine y que nunca soñábamos ver, pués se hizo realidad y estrenó las nuevas proyectoras chinas de la Cinemateca con gran calidad. Las tres salas estaban exhibiendo simultáneamente esta película y luego brindamos por ella y ahí también te recordé.
Al día siguiente 31, se hizo una fiesta abierta a todo el público, la Cinemateca tomada!, sí las tres salas exhibiendo películas y videos, mientras arriba en el Café Restaurant grupos de rock tocaban, en el ingreso grupos de música de Italaque, voces a capela, teatro vivo en varios rincones, y más cine y video. Podías entra a una sala, a la otra, mezclarte con todas las artes y al cerrar la saya afroboliviana. Fue una de las noches más bellas, cuál si la hubiera soñado. Y todo tomado por la juventud que se apropió de la Cinemateca y la hizo suya
Ahora el reto es mantener ese público, mantener el interés con proyecciones de calidad y alternativas y que sea
Bueno Moro, espero que compartas mi felicidad por lo que nuevamente te reitero doblemente felicidades. Hasta pronto,
Bis
Cuando Jimmy Zalles hizo la opción de salirse de cura para formar una familia, no abandonó de ningún modo los ideales cristianos de solidaridad y amor al prójimo que lo animaron precisamente a hacerse cura.
Recuerdo una anécdota, entre las muchas. Cuando estábamos asilados en la Embajada de México en La Paz, luego del golpe de García Meza, me enseñó a doblar billetes de una manera que quedaban reducidos a un pequeño y compacto rectángulo, que podía esconderse fácilmente en la ropa. Yo escondí seis billetes de 100 US$ en la costura de mi pantalón la noche que decidí abandonar el asilo mexicano y escapar por la frontera hacia el Perú, a principios de octubre de 1980.
Jimmy era uno de los mayores expertos bolivianos en medicina tradicional. Escribió libros y folletos, mantuvo un consultorio en San Francisco (en La Paz), y fabricó medicinas caseras a base de plantas medicinales (en una ocasión me recetó una pomada de caléndula). Conocía perfectamente las propiedades de todas ellas, como el más ducho kallawaya.
A ratos, me parece que exageraba en su opción por la medicina natural, y en su rechazo por la medicina occidental. Quizás lo tendríamos todavía entre nosotros si hubiese equilibrado ambas con más flexibilidad.
Murió a los 71 años y dejó memorias y afectos regados en muchos amigos que lo quisimos. Su muerte fue repentina, a las 5 de la mañana, y no se la esperaba ni él ni nadie. Hace pocas semanas todavía intercambiamos algún email.
Aquí le rindo un pequeño tributo personal, y me valgo para ello de una caricatura que le hizo Ricardo Pérez Alcalá en México, y que Jimmy nunca llegó a ver.
a despecho de hijos de puta
militarotes de estrella norte y águila
en el pecho
se ha de partir esta tierra
han de morir corbatas y galones
y hasta dará pena hablar en castellano
ya el rumor está corriendo ríos
las hojas hacen eco
la nieve las alturas el mar
tiemblan de esperanza pero el canto es
triste todavía la sombra
se mueve lentamente
multiplicada
llora sonríe putea no olvida ama crece
y no hay quien la detenga
porque ama
Cuando mi amigo Pierre Kalfon, escritor y periodista francés muy conocedor de América Latina, estaba preparando la monumental biografía que escribió sobre el Ché, me pidió que lo ayudara con algunos contactos en Bolivia. El 11 de abril de 1995 organicé una reunión en casa con algunos amigos que tuvieron relación, más o menos directa, con la etapa boliviana del Ché. Loyola Guzmán, Carlos Soria Galvarro, Ted Córdova Claure, Marcelo Quezada, Amalia Barrón y Freddy Alborta participaron en ese intercambio con Kalfon. La biografía resultante, “Ché, una leyenda de nuestro siglo” (1998), ya publicada en varios idiomas y ediciones, es quizás el documento más completo sobre la vida del Ché.
¿En realidad, a quien no se le ha cruzado el Ché alguna vez en la vida? Cada uno podría escribir su relato personal con el Ché, la manera como ese gran hombre ha influido en nuestro comportamiento, en nuestras decisiones, en el posicionamiento político y ético. Me parece que a los 40 años de su muerte, esta es la mejor manera de recordarlo: analizando lo que el Ché significa en cada una de nuestras vidas, y no tanto repitiendo lo que ya se ha dicho tantas veces.
Antes nada, antes
un silencio muy meditado en los nortes
siempre en los nortes en palacios blancos
y polígonos de tiro
rápidos vuelos
a diez mil metros de techo.
¿De donde vienes?
De Bolivia.
¿Hablan castellano allí?
Desde la Colonia.
¿Esté en Africa Bolivia?
En el corazón de América Latina.
Antes el silencio
de los intelectuales porque no había
un preso francés que defender.
Antes una frontera cerrada
unos muros altos altos
como para que no se escuchen
los tiros y los gritos de los muertos
que siempre había.
Antes siempre ese silencio
de cómplices inseguros
temerosos estrategas del oportunismo.
Hasta que vino a morir el extranjero
o tal vez
no
fue tan extranjero y
no murió.
A los diez años de la muerte del Ché, cuando me encontraba estudiando cine en París, recibí una invitación de La Habana, de Casa de las Américas, para grabar con mi voz uno de los poemas que estaba en “Antología del Asco”. Casa de las Américas estaba produciendo un disco “long play” (de esos que hoy parecen antigüedades, comparados con los CDs), con las voces de poetas de toda la región. Era un privilegio para mí ser el único boliviano seleccionado, sobre todo considerando que tenía a mi lado, en el disco, las voces de poetas mayores como Mario Benedetti (Uruguay), René Depestre (Haití), Julio Cortázar (Argentina), Gonzalo Rojas (Chile), Jaime Labastida (Mexico), Otto Raúl González (Guatemala), Thiago de Mello (Brasil), Eliseo Diego (Cuba), y una decena más. Comparado con todos ellos, yo era un aprendiz de brujo, nada más.
Para enviar una cinta de buena calidad grabé el poema en las instalaciones del instituto de cine donde estudiaba, pero cuando recibí el disco meses más tarde me di una sorpresa al escuchar mi voz aguda y aflautada… La diferencia entre los 50 ciclos utilizados en Europa y los 60 ciclos de la electricidad de Cuba, hicieron que la grabación cambiara su velocidad y mi voz. Pero aparte de esa voz en la que no me reconozco, fue una experiencia inolvidable participar en el disco de homenaje al Ché, hermosa edición de color rojo intenso, que se abría para leer los poemas a medida que uno los escuchaba.