La propia información del gobierno
analizada por expertos indica que la mayoría de las empresas que administra el
Estado (existentes, nacionalizadas o creadas por Evo Morales), han fracasado
por corrupción y mala gestión. Hay casos más visibles que otros, pero no son
los más importantes.
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El humilde Evo se inmortaliza |
Por ejemplo, Bolivia es el único país del
mundo que no tiene un servicio de correos porque quebró por exceso de personal
y falta de una estrategia inteligente, aunque le echen la culpa a las nuevas
tecnologías. Hay países pequeños en el mundo (Tonga, Hungría, Islandia, Namibia,
entre otros), que desde hace muchos años, antes de internet, mantienen
servicios de correo especializándose en estampillas para coleccionistas: series
sobre la naturaleza (aves, peces, mamíferos, flores) o sobre tecnología
(historia de la aviación), entre otros temas. (La foto de Evo no es muy
atractiva en una colección de estampillas).
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Quipus: ni los masistas las usan |
Empresas administradas por el Estado han quebrado
o están subvencionadas y funcionan a pérdida, como Enatex, Papelbol, Ecobol,
Quipus, el Teleférico y otras. El gobierno ni siquiera es bueno para
supervisar, como es el caso de la Administradora Boliviana de Carreteras (ABC).
La industria del gas (YPFB) funciona –a pesar de la corrupción- porque está en
manos de multinacionales (¿cuál nacionalización?). Boliviana de Aviación (BOA)
se mantiene a pesar de varios percances técnicos porque las compañías de
seguros obligan a respetar estándar mínimos de seguridad.
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Percances de BOA, la aerolínea del Estado |
Hay una empresa sumamente exitosa que no
entra en la contabilidad del Estado pero sostiene la economía y ofrece a
primera vista una impresión de bonanza. Vemos con hipócrita admiración cómo se
elevan centenares de nuevos edificios en Santa Cruz o en La Paz, y aparecen
grandes centros comerciales con tiendas donde se puede encontrar las marcas más
“chic” y caras del mundo. Las avenidas principales de las ciudades están
repletas de importadoras de vehículos, desde los más lujosos hasta los más
baratos.
Todo ello es el espejismo de una economía
boyante, pero el Estado tiene poco que ver. En cambio el gobierno tiene mucho
que ver, porque el 67% de la economía del país es informal, fuera del control
del Estado, pero permitida y alentada por el gobierno porque precisamente
produce ese espejismo de bienestar del que una buena parte de la sociedad es
cómplice.
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El narcoamauta de Evo: ¿está preso? |
La señora del mercado de Achumani que va
dos veces al año a Nicaragua para traer ron Flor de Caña o el importador legal
de Johnny Walker saben que son parte del engranaje paralelo de la economía boliviana
que se nutre del contrabando y del narcotráfico, con mucho circulante verde en
efectivo.
En esa economía informal la cocaína es la
que genera más recursos convenientemente “lavados y planchados” a través de
construcciones, ventas de autos y otros negocios aparentemente legales, pero
que no han sido objeto de auditorías porque no le conviene al gobierno
hacerlas, ni a los dueños de esos negocios. En el fondo todos están felices de
que las cosas sigan como están. En privado hablan pestes del gobierno, pero en
los hechos son cómplices.
Antes, se necesitaban 300 kilos de hoja
de coca para producir un kilo de cocaína, pero ahora con las modernas lavadoras
y secadoras ya no es necesario que unos pobres campesinos se quemen los pies
pisando coca y químicos. Las “nuevas tecnologías” permiten sacar el mismo kilo
de droga con apenas 100 kilos de hoja.
La producción de 350 a 400 toneladas de
cocaína por año indica que las capturas tan publicitadas no representan sino un
mínimo porcentaje. Estados Unidos ya no es el principal mercado, sino Brasil,
con una gran frontera permeable y buen poder adquisitivo (el Real sigue
fuerte).
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Evo Morales y la coca como excusa |
Callan vergonzosamente los organismos
internacionales. El primer informe de la Unión Europea ratificaba que 6 mil
hectáreas en Yungas eran suficientes para el consumo tradicional. Al gobierno
de Evo Morales no le gustó ese informe, obligó a la Unión Europea a cambiar y
duplicar el número de hectáreas. Ahora estamos
“oficialmente” en cuatro veces más, sin contar todas las hectáreas escondidas y
todas aquellas que producen coca fuera de Yungas y del Chapare.
El presidente Morales dijo que “anhelaba”
que el mundo entero se pusiera a pijchar…
Semejante estupidez pone su declaración a la altura (o bajura) de las de Trump. ¿Acaso el mundo entero va a pijchar coca del Chapare? Ni a los
indígenas bolivianos les gusta.
(Publicado en Página Siete el sábado 20 de octubre
de 2018)
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Cuando los que mandan pierden la vergüenza,
los que obedecen pierden el respeto.
—George C. Lichtenberg