En 1975 conocí en París a
Philip Agee, ex agente de la CIA. Lo entrevisté para mi largometraje
documental Señores Generales, Señores Coroneles (1976) donde
denuncié a la dictadura de Bánzer.
Con Jaime Galarza y Philip Agee, en 1975 |
Philip era una buena persona. La CIA lo había
reclutado joven, apenas graduado de la universidad, cuando él creía que el
comunismo era el diablo. Poco a poco se dio cuenta de que las cosas no eran en
blanco y negro y que las operaciones encubiertas de la CIA no eran nada
honrosas. Así se fue decepcionando mientras ejercía como agente de “la
compañía” en Ecuador, Uruguay y México.
Cuando se convenció de que
la CIA actuaba en contra de procesos democráticos renunció, pese a todos los
intentos que hicieron sus jefes para retenerlo. Temiendo por su vida se fue a
Europa y escribió el libro Diario de la CIA, que se tradujo a más de 20
idiomas. Mientas tecleaba lo espiaban, al extremo de que escondieron en la tapa
de su máquina de escribir un sofisticado sistema de transmisión para leer desde
lejos lo que estaba escribiendo.
No pudieron impedir la publicación del
libro pero lo persiguieron, anularon su pasaporte y presionaron a los gobiernos
europeos para que no le dieran asilo. Al final obtuvo pasaporte alemán por
matrimonio y fue acogido por Cuba donde el año 2000 creó Cuba Linda, una
empresa de turismo de la que vivió hasta su muerte, en 2008, a los 72 años.
Cuando lo conocí en 1975 denunciaba
activamente a la CIA en países de los que tenía información. Me proporcionó la
lista de agentes de la CIA en Bolivia que entregué a la agencia France Presse
para su difusión inmediata. En pocos días, todos esos agentes salieron de
Bolivia, lo cual probaba que la información de Agee era fidedigna.
En su libro narra cómo la CIA contrata a
informantes locales para reunir información política que luego difunde como
noticias falsas a través de agencias afines o mal intencionadas. Esos
informantes pueden ser militantes de los partidos políticos, periodistas,
ministros, etc.
Gracias a la desclasificación de cables
de la CIA (que pueden ser leídos en internet en los archivos de la agencia) me
enteré, por ejemplo, que la CIA seguía los pasos de mi padre cuando estaba
exiliado en Buenos Aires el año 1949. Aunque el nombre del informante está cubierto
por una banda negra o blanca, el texto de los cables deja suponer que era
alguien que frecuentaba a los exiliados del MNR y que tuvo cercanía con ellos
para informar sobre sus movimientos.
En uno de los tres cables que encontré, el
informante da cuenta de un viaje que mi padre hizo a Lima. Dice textualmente
(traducción del inglés): “Alfonso Gumucio, boliviano del Movimiento
Nacionalista Revolucionario (MNR), exiliado en Argentina, regresó a Buenos
Aires el 19 de febrero luego de sostener una reunión con Juan Luis Gutiérrez
Granier y el Coronel Alfredo Pacheco, exiliados bolivianos en Perú. De acuerdo
a Gumucio, ambos hombres fueron los principales cabecillas en el fallido
intento revolucionario boliviano”. Y
luego en un segundo punto añade: “Gumucio era el contacto en Buenos Aires del
grupo que complotaba en Perú. Al parecer regresó a Argentina desanimado y sin
ganas de hablar del asunto”.
El segundo cable, del 28 de octubre de
1949, relata que el gobierno argentino ejecutó el 24 de septiembre el decreto de
julio de ese mismo año para que 16 exiliados del MNR fueran residenciados en el
interior del país. De esa manera a mi padre lo residenciaron en Paraná junto a
Raúl Zumarán y Armando Fortún; a Germán Monroy Block y a Julio Zuazo Cuenca los
enviaron a Mendoza; a Armando Prudencio, Hernan Boland y Armando Arce a
Neuquén, y al Mayor Gustavo Maldonado a Rosario. La policía no pudo encontrar a
Emilio Alem, Germán Quiroga Galdo y otros tres exiliados. Carlos Montenegro
también estaba destinado a Paraná, pero le concedieron la residencia en Buenos
Aires (quizás por motivos de salud).
Vale la pena traducir el tercer cable
fechado el 13 de enero de 1950: “Se sabe que los exiliados del MNR en Argentina
recibieron un pedido urgente de sus camaradas en La Paz de enviarles antes del
15 de enero de 1950 desde Buenos Aires 800.000 Bolivianos. Nos informan que ese
pedido fue discutido en casa de Alfonso Gumucio en Argentina el 22 de diciembre
con Mario Diez de Medina y otro miembro del MNR todavía no identificado”. ¿No
sería esa tercera persona el informante? Lamentablemente ya no le puedo
preguntar a mi padre.
El cable sigue: “Diez de Medina dijo que
había que cumplir con el pedido y que el método de envío se discutiría después.
Nos dicen que Diez de Medina dio a entender que los 800.000 Bolivianos vendrían
de los fondos que los militantes del MNR en Buenos Aires tienen a su
disposición, como parte del botín de millones de Bolivianos tomados de bancos
en Bolivia durante la revuelta del MNR en 1949”. (Mi padre vivía en Buenos
Aires desde 1944).
El cable incluye un comentario: “Informes
previos indican que el MNR está planeando un ensayo revolucionario total en
febrero de 1950, con levantamientos programados en La Paz, los distritos
mineros y en varios puntos fronterizos de Argentina-Bolivia”. Y concluye: “No
sabemos si hay una conexión posible entre este intento revolucionario y la
huelga general que supuestamente ha sido planeada en la Mina Patiño en Catavi,
que tendría lugar el 15 de febrero de 1950”. Varias palabras han sido
bloqueadas en ese cable, probablemente el nombre del informante.
El apellido Gumucio era seguido por la
CIA no solamente en Bolivia sino en Chile, donde el ala izquierda de la
Democracia Cristiana era liderada por Rafael Gumucio, sobre quien aparecen
varios cables.
En el gobierno de Evo Morales hay sin
duda agentes dobles e informantes que venden información a la CIA, pero eso lo
sabremos con certeza dentro de algunos años. Paciencia.
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You get so used to lying that after a while
it’s hard to remember what the truth is.
—Philip Agee