Otro periodista de la vieja generación se fue silenciosamente
el 22 de octubre pasado bordeando los 90 años de edad, tan desapercibido como
vivió los últimos años de su vida. Supe de su muerte por un aviso necrológico y
como no he leído hasta ahora nada que recuerde quién fue René López Murillo,
decidí escribir esto.
En mi biblioteca encontré Los restaurados (1966), impreso en “Novedades” (una precaria edición
de autor). Volví a leer las 162 páginas (algunos párrafos marcados) de este
testimonio donde López Murillo narra con mucha honestidad su paso por el
ejército, lo que vivió en las minas y los momentos clave de su actuación
militar hasta el triunfo de la Revolución Nacional del MNR.
Frecuenté a René pocos meses antes del golpe
de García Meza, cuando me obsequió su libro con la dedicatoria: “Para Alfonso,
con mi estima personal y mi admiración por su quijotismo, si así se puede
llamar al deber”. Creo recordar que nos veíamos en Radio Illimani donde él tenía
un programa, o quizás era director de la emisora del Estado. No sé qué pasó con
él después del golpe de 1980, pues salí al exilio y lo perdí de vista. Era un
personaje controvertido por su actuación durante la caída y colgamiento de Villarroel
el 21 de julio de 1946 que él mismo relata en detalle.
Como comandante del Regimiento Loa le dio la
espalda a Villarroel, el “tirano”. Hizo que sus tropas emplazaran
ametralladoras pesadas en la Plaza Murillo y sus soldados penetraran al Palacio
de Gobierno, abriendo las puertas a esa sanguinaria multitud que protagonizó una
carnicería despiadada, un episodio de vergüenza en nuestra historia. Villarroel
y sus principales colaboradores acabaron desfigurados y colgados en los faroles
de la plaza mientras los militares golpistas se replegaban a sus cuarteles con
la gorra hacia atrás en señal de que eran aliados de los insurgentes. Todo ello
en nombre de una “revolución” que nunca fue, porque solo devolvió el poder a
los grandes intereses mineros, según reconoce el propio autor.
Colgamiento de Villarroel (dibujo de Zelaya) |
Sin duda, el entonces joven oficial de la
promoción 47 del Colegio Militar del Ejército no era consciente para quién
trabajaba, aunque cuando publicó su testimonio en 1966 la historia había
reivindicado a Villarroel y puesto en su lugar a quienes lo asesinaron salvajemente:
el “Frente Democrático Antifascista”, curiosa alianza entre la izquierda procomunista
del PIR y la extrema derecha liberal.
Su actuación militar durante los gobiernos de
“la Rosca” le costó dos años de cárcel, incluyendo una estadía en Curahuara de
Carangas hasta 1954, de donde logró fugar con otros 31 presos políticos para
refugiarse en Chile.
Parte de mi interés en conversar con López
Murillo tenía que ver con las radios mineras, ya que en 1947, después del
derrocamiento de Villarroel, René fue enviado a Potosí (luego a Miraflores) como
instructor del regimiento Colorados y tuvo contacto con una realidad minera que
antes desconocía.
Lo que me contó (y consigna en su libro), echa
por tierra el dato de que la radio pionera de los mineros fue Radio Sucre en
1948. Era ciertamente la primera radio minera,
pero fue instalada en Siglo XX por la empresa Patiño Mines para contrarrestar
las continuas demandas de los trabajadores mineros que exigían precios más
bajos en las pulperías, mejores salarios y la libertad de sus dirigentes presos
o exiliados. No duró mucho. Los trabajadores clausuraron la emisora que fue
reemplazada en 1949 por la primera radio sindical, La voz del minero, también
en Siglo XX. Dice René que los equipos fueron comprados por Jorge Flores
Belloni.
La estadía en las minas afectó la manera de
pensar de López Murillo y quizás influyó en su decisión de dejar el uniforme y
convertirse en periodista y escritor. En su libro relata que la Patiño Mines
subvencionaba al ejército para que cuidara bien sus intereses, a los oficiales
les regalaba caballos de raza, los mimaba con prebendas. Fue testigo de la
represión en las minas: “El ataque del Colorados, del regimiento Ingavi y del
Camacho fue prácticamente a poblaciones indefensas”. Su mirada crítica desde el
interior de las Fuerzas Armadas constituye un testimonio valioso por los
detalles acuciosos que ofrece sobre cada una de las acciones militares.
Guillermo Lora y René López Murillo |
Le dedica varias páginas a Radio La Voz del
Minero, que él escuchaba con curiosidad, sobre todo los mensajes dirigidos a la
oficialidad joven no corrompida del ejército, mensajes de conciliación para
luchar contra la oligarquía minera.
Como periodista escribió en Jornada a
principios de la década de 1970. Tenía a su cargo las columnas "Punto de
vista", "El rostro de la semana" y "Bibliografía",
desde las que lanzó críticas al libro La
Revolución India de Fausto Reynaga, de quien fue, sin embargo, amigo.
(Artículo publicado en Página Siete el sábado 4 de
noviembre del 2017)
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Toda dictadura, sea de un hombre o de un partido,
desemboca en las dos formas predilectas de la esquizofrenia: el
monólogo y el mausoleo.
—Octavio Paz