Una película se arma con secuencias. En
algunas los personajes coinciden, se encuentran, conversan, trabajan juntos o
se alejan. La historia de nuestras vidas es igual, es una sucesión de
secuencias que nos juntan y nos separan. Las secuencias por lo general no son
lineales, se presentan en desorden o en paralelo, construyendo progresivamente
un relato.
Aquí quiero contar brevemente cinco secuencias
de mi relación con Oscar Soria Gamarra que hubiera cumplido un siglo de edad el
28 de diciembre del 2017.
Secuencia uno - Retrato hablado
Sigo buscando una sola palabra que defina a
Cacho Soria, quizás sea su generosidad. En 1990, cuando presenté en La Paz y en
Cochabamba mi exposición de fotografía “Retrato hablado” acompañé con un texto el
retrato que le hice en 1978:
“En lo más importante del cine boliviano está
la mano de Oscar Soria. La Vertiente,
de Jorge Ruiz; Ukamau, Yawar Mallku, El Coraje del Pueblo de Jorge Sanjinés; Chuquiago y Amargo Mar de Antonio Eguino, Mi
Socio de Paolo Agazzi. Cacho Soria escribió los guiones que hicieron del
cine boliviano un cine digno y reconocido fuera de nuestras fronteras. Era un
hombre con extraordinaria sensibilidad social, capaz de transformar la línea
argumental de un guion en un tejido de relaciones, personajes y hechos
cotidianos que enriquecían el planteamiento y le otorgaban profundidad
sociológica. El trabajo de equipo con personalidades tan diferentes como Eguino
o Sanjinés no hubiera sido posible de no ser Oscar Soria un hombre suave y
humilde, generoso y sencillo, que se involucraba afectivamente en cada proyecto
cinematográfico, hasta el extremo de hipotecar su casa en cierta oportunidad
para permitir que una película pudiera hacerse”.
Secuencia dos: Su relación
con mi padre
Néstor Peredo en Un poquito de diversificación económica |
Me emociona recordar
que mi amistad con Cacho fue precedida por la relación que tuvo con mi padre a
principios de la década de 1950, cuando éste era Presidente de la Corporación Boliviana
de Fomento (CBF) y Oscar Soria Secretario General, a cargo de preparar
comunicados y notas de prensa.
En 1955 Cacho volvió a colaborar con mi padre
en la CBF, para escribir el guion de una película semiargumental que dirigió
Jorge Ruiz para mostrar las migraciones del altiplano a la serranía de Santa
Cruz. La idea de mi padre era potenciar la actividad económica agrícola en el
oriente y poblar una región entonces despoblada. Hoy vemos el resultado de
aquella política visionaria.
La experiencia que Cacho Soria había adquirido
sirvió de mucho para escribir el guion: “Cuando trabajaba con don Alfonso
Gumucio Reyes en la CBF fui a Santa Cruz, que no conocía, y eso me sirvió mucho
porque cuando ya entré al cine mi primera tarea fue Un poquito de diversificación económica y entonces recordé lo que
era Santa Cruz, conocí Guabirá en sus cimientos, y podía hablar libremente
porque conocía la materia”.
Secuencia tres: En defensa de Antonio
Antonio Eguino |
El 26 de mayo de 1975 la dictadura de Banzer
detuvo a Antonio Eguino por su participación como jefe de fotografía en El coraje del pueblo de Jorge Sanjinés.
En Francia comenzamos una campaña pidiendo su liberación y conseguimos firmas
de personalidades europeas. En Bolivia, Cacho Soria escribió el 30 de mayo una
valiente carta al Ministro del Interior, Juan Pereda Asbún, ofreciéndose como
corresponsable del “delito” a cambio de la libertad de Antonio Eguino.
Cacho escribió: “La información que Antonio
Eguino pueda aportar en la investigación que su despacho está realizando sobre
esta película, la considero parcial, y por esta razón es que me ofrezco
voluntariamente a declarar todo cuanto conozco al respecto, de acuerdo a la
labor que en su realización desempeñé”. Un mes más tarde, Antonio estaba libre.
Secuencia cuatro: Chuquiago
Durante mi exilio estudié cine en Francia y en
julio de 1975 pude regresar por un par de meses a La Paz. Allí colaboré en la
etapa de desarrollo de los guiones de las historias de Chuquiago, el segundo largometraje de Antonio Eguino. Trabajamos
en la oficina de la productora Ukamau frente a la Universidad Mayor de San
Andrés (UMSA). Nos reuníamos Antonio Eguino, Oscar Soria, Luis Espinal y yo.
Escribí la primera versión de “Patricia”, la cuarta historia, le di nombre al personaje
principal y a Rafael, y describí las escenas de la UMSA, las dudas de Patricia
entre sus dos pretendientes, la boda y otras escenas que aparecen en el film.
El 23 de septiembre de 1975 le entregué las 16 páginas del guion literario a
Antonio, con dos finales posibles.
En la cuarta historia intervino también Walter
Montenegro con toda su experiencia de narrador, luego Cacho revisó y reescribió
los cuatro guiones. Como dice Lucho Espinal en el prólogo al libro que recoge el
guion final (tengo el ejemplar que me dedicó “Cachito”): “El cine es un arte
colectivo, en el que se trabaja en equipo, y cuyo resultado depende de la
aportación de especialistas diversos”.
Para el anecdotario: en una de esas reuniones
que teníamos en Ukamau tocaron a la puerta y entró un mochilero italiano
interesado en el cine boliviano. Nunca más se fue de Bolivia, era Paolo Agazzi.
Secuencia cinco: Historia del cine boliviano
Julio de la Vega, Alfonso Gumucio, Oscar Soria y Pepe Ballón |
Tardé más de diez años en investigar y tres
meses en escribir la Historia del cine en
Bolivia (1982). Hice muchas entrevistas porque no había fuentes escritas. A
cacho Soria lo visité muchas veces en su casa, detrás de donde está ahora la
Cinemateca Boliviana, esa calle que ahora lleva su nombre. Pasábamos horas
hablando de cine, él me proporcionó información valiosa. Algunas veces lo grabé, tengo las cintas. Cuando
el libro salió en la edición boliviana (hubo otra casi simultáneamente en
México), Cacho escribió un generoso comentario para la solapa.
No estaba en el país en 1983 cuando los
cineastas le hicieron un emotivo homenaje, y me encontraba en Montevideo cuando
murió el 14 marzo de 1988. La noticia me la dio Silvia Fiori dos días después.
En mi diario escribí: “Duelo, duelo, duelo”.
De recuerdo me queda su voz en las grabaciones
y las fotos que tenemos juntos, una de las cuales atesoro porque aparecemos
ambos junto a Julio de la Vega y a Pepe Ballón, en la puerta del emblemático
Cine 6 de Agosto.
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Si la libertad significa algo, es el derecho
de decir a los demás lo que no quieren oír.
—George Orwell