Bajo un sol invernal se desarrolló en
Punta del Este a fines de julio la tercera edición de los premios Platino, que
se han convertido desde 2014 en una de las plataformas más importantes de
promoción de la industria del cine latinoamericano, con una proyección que
aspira a conquistar en los próximos años el amplio mercado latino de Estados
Unidos.
Un centenar de cámaras de televisión y
periodistas de toda América Latina y España garantizan, según los
organizadores, la difusión del evento a cerca de cien millones de
hispanohablantes. El mercado de las películas nominadas y premiadas puede
multiplicarse exponencialmente gracias a esa estrategia en la que se han
asociado redes de televisión, productores, distribuidores y cineastas.
La modalidad de los premios Platino era
inédita en América Latina, pues no se trata de un festival de cine como los de
La Habana, Guadalajara o San Sebastián (para no mencionar sino tres de los
principales), sino de una gala armada según el modelo de los Oscar de Estados
Unidos, los César de Francia o los Goya de España, un espectáculo que mezcla
canciones, presencia de artistas de la farándula e intermedios de humor (no muy
logrados) con la entrega de reconocimientos a las películas más votadas por el
jurado.
Ricardo Darín |
La evaluación de las obras en concurso y
de votación es similar a la de los premios Oscar: los jurados reciben enlaces
para ver las películas, y votan en línea a través de una plataforma digital. Se otorgan también premios especiales a la carrera de actores prominentes. En Marbella se le entregó a Antonio Banderas y este año al argentino Ricardo Darín.
Estas ventajas tecnológicas eran
impensables hace una década, como era impensable una cobertura inmediata de los
eventos que se realizan alrededor de los premios Platino. Junto a las
sofisticadas cámaras de los canales de televisión más poderosos de la región o
de las revistas de la farándula de mayor tiraje, la metralla de celulares que
fotografían, filman y transmiten inmediatamente imágenes y sonido ha logrado
igualar a profesionales y amateurs que hacen la cobertura periodística.
Los premios Oscar, con su enorme
influencia en el mercado mundial del cine, tardaron décadas en reconocer al
cine de autor, pero los premios Platino han empezado en ese sentido con buen
pie pues en los tres primeros años las películas nominadas y ganadoras son sin
duda un reflejo de lo mejor que se hace en el cine iberoamericano. La estrategia
es sumar para crecer y no apostar necesariamente al cine más comercial (el
equivalente a la comida chatarra), sino hacer que el cine independiente pueda
acceder a más pantallas en más países.
Ciro Guerra, director de El abrazo de la serpiente |
Este año es la mejor prueba de ello, pues
la selección de películas nominadas y la votación del jurado permitió que la
película colombiana El abrazo de la
serpiente, dirigida por Ciro Guerra, se llevara los premios en las
principales categorías. Esto pone en el radar mundial a un largometraje cuya
temática es el mundo indígena amazónico, muy bien realizada en blanco y negro,
con actores poco conocidos.
La apuesta por el cine independiente hizo
que este año Ixcanul de Jayro
Bustamante, una película guatemalteca, uno de los pocos largometrajes dirigidos
por cineastas de ese país, se llevara también varios premios, consagrando así a
un director novel, a un elenco de mujeres mayas y un volcán, el Pacaya (cuyas
fumarolas pude observar todos los días desde la terraza del departamento en el
que vivía al final de la Avenida de las Américas en Ciudad de Guatemala,
durante casi tres años, de 2006 a 2009).
Jayro Bustamante y las actrices mayas de Ixcanul |
En Punta del Este conversé con las
actrices mayas de Ixcanul, la productora española y con Jayro Bustamante,
motivado por mi entrañable memoria de Guatemala y de París, donde ambos
estudiamos cine, solo que con 40 años y muchas canas de distancia. El
paralelismo de las trayectorias dice mucho de la precariedad del cine en
nuestros países. Jayro sintió la necesidad de regresar a Guatemala para contar
las historias que hablan de la injusticia social y de la fortaleza de la
cultura maya. Me dijo que mantiene un pie en París pero que tiene varios
proyectos en su tierra, un país sediento de contar historias en el cine,
historias que hasta ahora habían sido contadas por cineastas de otras
latitudes.
La sola presencia en los Premios Platino
de Rigoberta Menchú, la Premio Nobel de la Paz, indígena quiché de Guatemala, sirvió
para afirmar que en medio de la alfombra roja y de la farándula, los Platino
buscan un espacio propio para el cine que refleja la realidad de la región
iberoamericana. A mi juicio un cambio positivo desde el año anterior, cuando Relatos salvajes una película bien
narrada pero sin otros méritos que vincularan su temática a la sociedad
latinoamericana, arrasó con los premios en Marbella.
El cine latinoamericano no puede competir
con las gigantescas inversiones del cine dominante de Hollywood, pero lo puede
hacer con talento y creatividad. En ese sentido iban las palabras de Ricardo
Darín, honrado este año con el premio a su trayectoria, quien afirmó durante la
conferencia de prensa y en los espacios de entrevistas, que la fuerza de los
cineastas latinoamericanos radica en su capacidad de contar historias, antes
que obnubilar a los espectadores con el bombardeo de costosos efectos
especiales.
Edward James Olmos y Alfonso Gumucio Dagron |
Al igual que Antonio Banderas el año
anterior, cuando estuvimos en Marbella, y que Edward James Olmos, y tantos
otros actores iberoamericanos, Darín enarbola el discurso en favor de un cine
latinoamericano que compita comercialmente con la calidad de sus historias
antes que con el artificio de la técnica, al que han sucumbido algunos
directores latinoamericanos que lograron posicionarse en Hollywood.
Eventos como este me sirven para
intercambiar puntos de vista con directores, técnicos y actores, aunque es una
pena que por su naturaleza no brinden un espacio para ver aquellas películas
que no llegan a nuestros países, o que se exhiben casi a hurtadillas en algún
festival o en una cinemateca. Quiérase o no, la piratería ayuda a veces a
conocer películas que de otra manera no habría manera de ver.
Los intercambios con actores demuestran
que en el modo de producción del cine latinoamericano, todos los miembros de un
equipo se involucran en los temas y en la realización, y todos pueden mantener
con propiedad una discusión que vaya más allá de su propia participación en una
obra.
Más adelante abordaré en otra nota mis
conversaciones con Marcia Tambutti, directora de Allende, mi abuelo Allende, Salvador del Solar, director de Magallanes, Javier Cámara, actor en
Truman y David Gallego, jefe de fotografía de El abrazo de la serpiente.
Los bolivianos en Punta del Este: Alfonso Gumucio, Carla Ortiz, Mela Márquez, Carlos Mesa, Juan Carlos Valdivia y Alejandro Fuentes |
No fue menos agradable coincidir con
colegas bolivianos invitados a los Premios Platino en diferentes capacidades:
Carlos D. Mesa, Mela Márquez, Juan Carlos Valdivia, Marcos Loayza, Carla Ortiz,
Alejandro Fuentes y Reynaldo Pacheco, joven actor radicado en Estados Unidos.
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Lo
fundamental es la experiencia de ver una película en grupo a oscuras. Y eso
está desapareciendo. Es muy peligroso que esto ocurra. Me resulta algo triste
el imperio de las pantallas pequeñas. Mucha gente ve el cine en el ordenador. Y
eso es otra cosa. Ver una película es entrar en un mundo a oscuras, sin
teléfonos que suenen, sin nada alrededor; Sin nada que puede romper esa
experiencia.
—David
Lynch