En octubre pienso en dos amigos que figuran entre los más importantes estudiosos de la vida y pensamiento del Ché, muerto hace 42 años. La obra de ambos es notable por su seriedad y sentido ético. Uno de ellos es el boliviano Carlos Soria Galvarro, y el otro es el francés Pierre Kalfon, a quien acabo de visitar en París.
Los dos han aportado obras fundamentales sobre la legendaria figura del guerrillero heroico. Pierre Kalfon escribió una monumental biografía con el título “Che Ernesto Guevara, una leyenda de nuestro siglo” (1997) y Carlos Soria Galvarro publicó en cinco tomos el resultado de las investigaciones que hizo durante varias décadas, reuniendo centenares de valiosos documentos sobre Ernesto Guevara, con el título “El Che en Bolivia, documentos y testimonios”.
Los dos han aportado obras fundamentales sobre la legendaria figura del guerrillero heroico. Pierre Kalfon escribió una monumental biografía con el título “Che Ernesto Guevara, una leyenda de nuestro siglo” (1997) y Carlos Soria Galvarro publicó en cinco tomos el resultado de las investigaciones que hizo durante varias décadas, reuniendo centenares de valiosos documentos sobre Ernesto Guevara, con el título “El Che en Bolivia, documentos y testimonios”.
Pierre fue corresponsal de Le Monde en Argentina, en los años 1960s, y ocupó luego puestos diplomáticos en Chile e Italia y en organismos internacionales, en al área de la cultura. Pudimos coincidir en Nicaragua a principios de la década de los 1980s, cuando la revolución volaba alto y no estaba aún corroída por el cáncer de la corrupción del entorno de Daniel Ortega. Como experto enviado por la UNESCO, Pierre asesoraba a Ernesto Cardenal en el Ministerio de Cultura, y yo en nombre del PNUD al Comandante “Modesto” (Henry Ruiz), en el Ministerio de Planificación. Ambos personajes de la revolución sandinista se han mantenido fieles a los principios, y por lo tanto se han alejado de la camarilla sin ética que gobierna actualmente Nicaragua.
Carlos Soria Galvarro se inició en las radios mineras de Catavi y Siglo XX, más tarde dirigió el Centro de Documentación e Información (CEDOIN), así como el Programa de Apoyo a la Democracia Municipal (PADEM) y el portal electrónico Enlared de la Federación de Asociaciones Municipales (FAM-Bolivia). Además, dio clases de comunicación en la Universidad Mayor de San Andrés, en La Paz, de donde salió cuando una grilla mediocre se hizo con el poder.
Nuestros caminos se han cruzado varias veces en actividades vinculadas a la comunicación. Recuerdo algún paseo que hicimos juntos en el casco antiguo de Ginebra, durante las horas libres de la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información, el año 2003. Y a fines del 2008, tuvo una participación especial en el Seminario Internacional sobre Políticas y Legislación de la Radio Local, que organicé con otros colegas bolivianos. Para este evento tuvimos que sacar a Carlos del apacible lugar donde vive y dirige la radio local “Sur Agricultura”, en Río Abajo, para llevarlo a las alturas de La Paz, que trata de evitar.
En mayo del 2003 uní con mucho gusto mi firma a una carta pública, iniciativa de Carlos, pidiendo al Estado boliviano crear un fondo patrimonial en el Archivo Nacional de Sucre, donde pudieran reunirse todos los documentos existentes en Bolivia relacionados con la Guerrilla de Ñancahuazú, muchos de los cuales se encontraban en manos privadas.
Los cinco tomos que Carlos ha publicado sobre el Ché son impresionantes porque reflejan su acucioso trabajo y su enorme conocimiento del tema. Pero además, ratifican su generosidad como intelectual y como persona, ya que ha puesto toda esa información disponible gratuitamente en la red. Los libros pueden ser descargados en una página web muy bien diseñada que es la culminación de ese trabajo de largo aliento.
En cuanto a Pierre, su biografía sobre el Ché ha sido publicada en varias ediciones en castellano y en francés. Me dio mucho gusto verla en venta incluso en supermercados de América Latina, junto a otros best seller. Para escribirla Pierre visitó todos los lugares donde estuvo el Ché Guevara, y habló con casi todos los testigos vivos, incluso con Mario Terán, que fue el ejecutor del Ché y vive en Santa Cruz con otra identidad.
Recuerdo que cuando Pierre vino a Bolivia en abril de 1995,reunimos en casa a algunos de los bolivianos que podían aportar sus testimonios sobre el Ché, entre ellos Loyola Guzmán, Ted Córdova, Marcelo Quezada, Amalia Barrón, Freddy Alborta (que tomó las fotos del cadáver del Ché que recorrieron el mundo) y el propio Carlos Soria Galvarro.